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domingo, 19 de abril de 2015

26ª Jornada/VIII año: Miércoles, 15 de abril de 2015


BITÁCORA in-VOLUNTARIA: FANTASMAS

La sala del sótano de la cafetería Santander está llena de fantasmas. Fantasmas que se sientan en las sillas descoloridas que hay alrededor de la mesa de reuniones. De jueves a martes los fantasmas se aburren igual que se aburren las sillas y se aburren las paredes. Pero los miércoles todo cambia, porque la sala se llena de voces de tertulia, voces de poetas y narradores, que llegando a hora o deshora, ocupan un sitio entre unos fantasmas felices por ver escapar el aburrimiento escaleras arriba. 

La primera voz que se escucha es la de Amelia, que aunque tiene prisa y dice que no trae poema para leer, habla del Encuentro de Artistas en Guadalajara que está organizando. Lo cuenta con tanto entusiasmo que es difícil no caer en la tentación de ir a Humanos, Bosque y Selvas. ¿30 de mayo en el Palacio del Infantado? Algunos de los fantasmas de la Santander comentan que conocen a colegas de ese Palacio. Están pensando en hacerles una visita de cortesía aprovechando el Encuentro. 

Juan Antonio tiene la voz rotunda y hace las vocales largas. Su forma de leer es peculiar. A los fantasmas les encoge el alma al oír el poema reformado sobre el brutal atentado de la revista Charlie Hebdo. La tertulia entra en discusión sobre los guisos y cocinas que hay en sus versos. Guisar o no guisar, éste es el dilema. Luego Juan Antonio deja sonar un poema nuevo titulado Bipartidismo.

Isabel dice que tiene que colarse de turno porque se va a casa. A su poema Lacerándote toda, Javier le sisa dos versos, y hay que reconocer que queda mejor. Luego nos lee Si tú me besaras, que tiene tanta música como su voz y que a presentes y fantasma gusta. No le sobra ni le falta nada. La voz de Isabel suena a tertulia, a conferencia, a charla que te atrapa. 

Fenoy de la Penibética, y esto de la Penibética hay que dejarlo claro desde el principio, lee los poemas Tres, Cuatro y Quinto. En ellos hay paz, pan y tierra, y lucha del proletariado. Resulta difícil no sorprenderse con el contenido, tanto que incluso las sillas amontonadas de la sala quieren levantarse y reivindicar un convenio justo en el que se les dé trato de butaca. Los fantasmas hablan entre ellos, y se preguntan si habrá algún poema de Fenoy que no contenga la palabra proletariado, alguno incluso cruza apuestas para el próximo miércoles. 

Maria Antonia trae un relato que ella misma dice que tiene solera. Una historia que escribió hace diez años. Si fuera un vino, ya sería reserva. Lo tituló Juanito y aunque algunas voces sugieren el cambio del nombre del protagonista, ella lo defiende. Sus buenas razones tendrá y no las cuenta. A veces es bueno no contar todo. María Antonia es, si quisiera, la única que podría ver los fantasmas de la Santander.

Aureliano nos adelanta que va a leer un poema de un niño miedica: Jazmines y nardos. Lo lee de un modo que te llega dentro. Aureliano sabe quebrar la voz a la vez que hacerla dulce. Los dos últimos versos son objeto de discusión porque todos quieren quitar flores y él no. Al final son nardos ausentes de dolor para recordarnos que todos acabaremos en la Isla de la Nada. Los fantasmas saben de lo que habla. Luego lee Religión. Excelente poema para todos los sacerdotes de cualquier verdadera religión. Aureliano, ¿por qué no te quedas un ratito más?  

Juan Manuel hace resonar su voz con una historia que le contó un pastor. Él ha sabido convertirlo en relato. Hay encinas centenarias y motos de tres ruedas, hay jaras que huelen y soldados con fusil. Es un relato de la Guerra Civil, una de esas historias que atrapan y duelen. A alguno de los fantasmas le traen el recuerdo del pasado donde nadie ganó nada y todos perdieron mucho. 

Javier lee cuatro poemas breves. Los lee colocando la voz donde él quiere. Es un maestro a la hora de leer poesía porque domina el arte de la pausas. Y es que conoce el secreto de la pausa perfecta. Los fantasmas agudizan el oído e incluso alguno se cambia de silla para escucharlo mejor. Sus poemas hablan de la Naturaleza. Reconocer el camino del agua. Los dos primeros están escritos en tercera persona. El tercero y el cuarto nos acercan más todavía. 

Rocío no trae relato. Rocío no trae relato. Rocío no trae relato. Las fantasmas se enfadan y se oyen incluso ruiditos de protesta. Rocío-no-trae-relato debería ser motivo suficiente de denuncia en juzgado de guardia. De todos modos sabe calmar los ánimos cuando nos descubre a una poeta llamada Coloma Fernández, con Cloro, Besos y Minerales, Sin título, e Inexplicable, que la redimen de algún modo. Pero..., ¡nunca más, Rocío, nunca más sin relato! 

Miguel deja oír en la sala la música de su acento leyendo un poema de Felipe Benítez Reyes. El poema, que Miguel defiende lo mucho que le gustó, lleva a Rocío a decir que le ha recordado los miedos que tenía ella pequeña a las cosas de la pared. Luego recita de memoria un poema taurino. A un fantasma se le escapa un olé, y otro, que es antitaurino pone cara de pocos amigos. 

Leo. Dice que trae "lo mismo", su romanza titulada El sueño de una novia a la que quiere quitar rima y convertir en prosa. Y aunque en principio parece difícil por el modo en que comienza la historia, cuando Leo cuenta el sentido de la historia, el de la protagonista, una niña tonta andaluza empeñada en ver pasar los días contando perlas que acaba perdiendo a su novio, cobra vida. A algún fantasma le gusta la imagen de los días y las perlas.  

Ana trae un poema "rescatado". Es curiosa la forma de definirlo como rescatado, pero Ana sabe decirlo con gracia, sobre todo cuando añade que Pasos, así se titula, lo acaba de reformar en el Metro. Parece que entre el Metro y Ana hay una relación creativa que puede acabar en una visita a la estación de Las Musas. Habrá que ver lo que sale de ahí.

Teresa (que según dicen viene sin Andrés, aunque no sé quién es Andrés) lee tres poemas impactantes. Los tres tienen un denominador común, que es la dureza del tema que tratan. Hablan de la heroína, del sida y de la bulimia. Tres palabras tremendas que con Teresa viajan entre versos y metáforas, y que hacen temblar incluso a los fantasmas. 

María Jesús lee dos micros. El primero es Telediario. Se comenta mucho, tanto por la calidad del relato como por el personaje que aparece en las últimas frases y que de pronto se convierte en protagonista. El segundo es Maleta. Resulta tan redondo de principio a fin que no cabe más que decir lo bueno que es. Los dos tienen excelentes giros finales. 


Y así se pone punto y final a la tertulia del miércoles 15 de abril de 2015. A los fantasmas se les queda la cara triste cuando ven marchar a los poetas y prosistas que no se han marchado antes. Saben que otra vez el aburrimiento bajará por la escalera para instalarse en la sala a pensión completa de jueves a martes. Menos mal que el tiempo pasa incluso para ellos. Porque es bueno que el tiempo pase, y que nosotros pasemos con él. Además, con un poco de suerte, el próximo miércoles Rocío traerá relato y en la tertulia sonará esa campanita que tiene Javier y que tanto les gusta oír. 



Alberto Ramos Díaz
19 de abril de 2015

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