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martes, 11 de marzo de 2008

21ª Jornada: Miércoles, 5 de marzo de 2008

Dos maletas... para los sitios que nos quedan

Las primeras horas de la tarde han traído a la ciudad un viento huracanado. Llego vivo al Café Galdós de milagro, agarrándome de árbol en árbol, como la mona Chita, y de farola en farola, aunque no precisamente por sobredosis alcohólica. Antes de entrar en el café me solidarizo con los usuarios de bisoñé para quienes una jornada ventosa como la de hoy debe suponer un reto, una invitación a no salir de casa. Son poco más de las 18:00 horas y en el interior del local encuentro a Javier, en una mesa que no es la de costumbre. La de costumbre la ocupa el escritor Luis Mateo Diez, decidido a boicotear nuestra tertulia en vista de que no le damos bola. Al instante viene Rocío, guapa porque se ha alisado el pelo, y triste porque ha discutido en el trabajo. Javier y yo intentamos deshacer sus dudas: es verdad que está guapa con el pelo liso, y es verdad que en el trabajo a veces se discute, no hay vuelta de hoja, son las miserias del mundo laboral. De esta conversación y de la proximidad de la hora de la merienda surge la primera gran frase: “Discutir me quita el hambre, pero por más que discuto no adelgazo”.


A continuación nos ponemos a hablar de los fines de semana y de lo maravillosos que pueden llegar a ser sus desayunos, desayunos despreocupados, extensos, despaciosos. Yo creo que los fines de semana deberían ser un largo desayuno al sol sólo dividido por la noche del sábado. Enseguida llega Lady Noise para apuntar nuestros deseos en una libreta. Viene peinada con dos coletas, y a mí me da por acordarme de la niña de Rajoy, aunque no digo nada: Lady Noise no se lo merece, verdaderamente. Ya quisieran muchos camareros/as ser tan educados/as y delicados/as como es ella. Lady Noise no tarda en hacer realidad nuestros deseos: té para Javier, café y donuts para Rocío, poleo-menta para mí: lo de la ausencia de sobredosis alcohólica no era un farol.

Entramos en materia. Javier lee el poema que ha escrito para hoy. Reproduzco aquí algunos de sus versos: “Tengo que hablarte / de la teoría de los planetas / de órbitas elípticas / y caras ocultas / de los cuerpos celestes / que giran / y se atraen / y se alejan…”. Javier nos explica que con este poema ha querido refutar la teoría de Newton, según la cual la atracción de los planetas por el sol es mayor en la medida que es menor la distancia que los separa del astro rey. Ciertamente, no es preciso que una persona esté al lado de nosotros para que la sintamos más próxima, como es verdad también que hay personas a las que tenemos perpetuamente cerca y de las que, sin embargo, nos sentimos muy lejos. Pienso que Javier tiene razón y que Newton, al formular su tesis, quizás olvidó dos variables trascendentales: la imaginación y el deseo.

Luis Mateo Diez se va y llegan Carmen Frontera y Ana. Desde luego, ganamos en el cambio. Ana nos saluda recitando unos versos del maestro Bécquer: “Mi vida es un erial / flor que toco se deshoja…” De repente, Rocío se desmarca anunciando que quiere irse a Laponia. “¿Laponia o Laporra?”, pregunta Javier. Más o menos viene a ser lo mismo, pienso yo. Javier lee algunos poemas de Gonzalo Munilla, que hace años asistió al taller de escritura de Alameda de Osuna. Son poemas que hablan de un amor que fue y que se terminó, un tema aparentemente común pero en este caso abordado de una forma original. Son estrofas cortas pero intensas, y sorprenden por su capacidad de síntesis. Van directas al grano. Pertenecen a su libro “La Sala de lo Penal”, que ha sido premiado y se publicará próximamente. Enhorabuena, Gonzalo.

Rocío nos lee el relato que ha escrito para hoy, y que gira alrededor de la frase “Los sitios que nos quedan”. A todos nos fascina una de las imágenes que contiene: la de las dos maletas hechas, con mudas de verano e invierno, botiquín y neceser, depositadas en una habitación con la puerta cerrada, a punto para ser llevadas en cualquier momento por su dueño. Se plantea la posibilidad por parte de los compañeros de suprimir el concepto “pereza” que aparece al final de la narración. Pero yo discrepo: creo que la idea de la pereza es un acierto por el soplo de provisionalidad que le confiere a la relación entre las dos personas protagonistas de la historia, a las que sólo la pereza da una última opción para la estabilidad o la permanencia. Una de las grandes cosas de la fascinación es que alienta el debate. Diferencias aparte, todos convenimos en lo acertado del relato de Rocío.

Javier lee varios poemas del nuevo libro de Luis García Montero, “Vista cansada”, a cuya presentación él y Rocío acudieron en la tarde del martes. Los poemas son hermosos pero nos damos cuenta de que al libro le falta una cosa, que Javier se apresura en colocarle: unas gafas. Así, queda solucionado el problema de presbicia detectado en el nuevo poemario de nuestro querido y admirado García Montero. No cabe duda de que al libro le sientan la mar de bien unas gafas.

La hora fatídica de dar por terminada la tarde en el Café Galdós se nos echa encima. Pero antes, es el turno de Carmen Frontera. Su relato parte de un valor muy literario: “Se te instala una idea en la cabeza y no paras de darle vueltas”. A mí me da por pensar que en el fondo este es el motor que nos mueve a escribir a todos aquellos que, a pesar de nuestra voluntad, escribimos. Una idea, o una imagen, o tal vez una frase, incluso una simple palabra, bastan para que esa parte de nuestro cerebro se dispare comportándose igual que una noria de feria, venga a dar vueltas y más vueltas hasta que la maldita idea sale expulsada de nosotros como una piedra del riñón o una posesión infernal, rellenando hojas que luego al releerlas pueden resultarnos tan talentosas como ridículas.

Y para muestra un botón: Javier nos da la posibilidad de elegir entre varias fotografías que debemos transformar en poema para la clase del próximo miércoles; inmediatamente, siento en mí la noria que da vueltas, la piedra que atormenta mi riñón, el diablo que me posee. Para los que escojan escribir un relato se les ofrece una frase no menos endemoniada, ya pronunciada antes: “Discutir me quita el hambre, pero por más que discuto no adelgazo”.

Son las 20:00. Abandono puntual el Café Galdós como Cenicienta a medianoche, antes de que el Metro que me transportará hasta casa se convierta en calabaza. En la calle me cruzo con dos bisoñés que vuelan por el cielo empujados por el viento huracanado. Definitivamente, pienso, la vida es sorprendente, extraña.

Ya empiezo a contar los días que quedan para volver al Café Galdós el miércoles próximo.


David Lerma Martínez

9 de marzo de 2008

sábado, 1 de marzo de 2008

20ª Jornada: Miércoles, 27 de febrero de 2008

"Si se apagan las luces, bailan tangos desnudos..."


Llego temprano, apenas son las seis menos cuarto. Fuera el cielo amenaza con el gris de la lluvia. Saco mi cuaderno, el bolígrafo. Pido un té que me trae la camarera, aquella que decía Vicente que era tan guapa... (no sabemos su nombre, el próximo miércoles se lo preguntaré).

En la mesa de al lado, la única ocupada de toda la sala, está el escritor Luis Mateo Díez. Le escucho cómo le cuenta a la persona que le acompaña las dificultades de trama que ha ido resolviendo de lo que será su próxima novela (le escucho hablar del personaje del comisario como uno de los más sólidos).

Aprovecho el ratito que estoy solo para escribir mi poema de hoy. Traía unos versos anotados en una servilleta de papel que serán el principio del poema. Tengo una idea casi clara de lo que quiero escribir. A punto de terminar el poema llega Rocío que se alegra como siempre de que ya haya llegado alguien y no encontrarse sola. Al momento llega también Laura Nuño, cuánto me alegra su vuelta a nuestro grupo y que su asistencia empiece a ser contínua. Se disculpa porque anunció que iba a traer a una amiga suya que también escribe (recuerdo, hablándolo ahora, que esa amiga suya publicó algún poema en la revista Rascamán).

Mientras llega alguien más hablamos de cosas cotidianas. Nos dice Laura que una compañera de su clase es prima de Lorena Berdún, psicóloga y sexóloga televisiva, y como esta Tertulia es literaria, filosófica pero, también, admitámoslo, se alimenta un poco del chisme, Laura nos cuenta que ya no sale con el actor Eloy Azorín.

En fin. Se despliegan los cafés sobre la mesa, las cocacolas y quedan juntas, "como un semáforo", dice Rocío, una pasta de té roja y otra verde.

Como la semana pasada no estuve, pregunto qué les pareció mi poema que leyeron en mi ausencia y lo vuelvo a leeer. Estoy de acuerdo con Laura y Rocío en eliminar el verso "Paraguas bajo la lluvia", como decía la semana pasada Ana, es cierto que es un ligar común y no añade nada al poema.

Se van Luis Mateo Díez y su amigo, compartida ya la conversación y las nuevas tramas de su novela.

Leemos el poema de Laura de la semana pasada. Lo corregimos eliminando la primera estrofa y cambiando una palabra. Inventamos (seguro que Benedetti la ha inventado antes que nosotros) para Laura la palabra "desolvidar". Seguro que a Mercedes Codesal le encantaría. Y su verso queda así:

Por un momento
desolvidó un oscuro salón.

18:45, llega Ana.
19:00, llega Carmenfron

Ya estamos todos los de esta tarde. Echamos de menos a David y a Vicente. A Sagrario que lleva unas semanas sin venir... Y pienso en Adriana, en Marina, en Edu que los exámenes de la carrera nos los están "robando". Sé que en cuanto pueden se escapan a compartir este ratito de los miércoles.

Hablamos de coincidencias. Rocío y Laura son un tanto indecisas y las dos han estudiado Psicología. ¿ser indeciso tiene que ver con estudiar Psicología?

(Hoy en el recién iunaugurado CaixaForum de Madrid a las 20 horas había una "Fiesta poética" donde leen sus poemas García Montero, Caballero Bonald, Carlos Marzal... y muchos otros poetas y le hacían un homenaje a Ángel González. Les había propuesto a los compañeros ir a verlos. Hemos llamado para sacar las entradas por teléfono y ¡oh, decepción! ya no quedaban. Ya habrá otra ocasión de verles...)

Hablamos de ayer martes, que hicimos la última presentación de la revista Luces y Sombras, esta vez en Getafe. No hubo demasiado público. Carmenfron, que tenía pensado ir ayer, nos cuenta su incidente-accidente por el que no pudo llegar a Getafe. Se le averió su coche. En el Taller le dejaron un coche de sustitución y éste en el camino empezó a arder, salió del coche y dejó el freno de mano sin poner y chocó con otro coche... Al menos lo está contando.
Se nos va un ratito porque Ana enlaza con otra historia de una amiga suya, que acaba o empieza, según se mire, como en la canción de Sabina, con "atraco a farmacia".

Volvemos a la lectura.

A cambio de no poder ir al CaixaForum, saco el nuevo libro de García Montero que he traido "Vista cansada" y les leo unos poemas. Entre ellos, el titulado "No sé viajar sin ti" que acaba con los versos:

"No sé viajar sin ti
ni contarte las cosas por teléfono."

Han puesto en el café de fondo la música de Norah Jones, la del primer día que vinimos al café e inauguramos la Tertulia. Caramba, de eso hace ya unos meses. Esta Tertulia de hoy hace la número 20 ya.

El poema de Laura de hoy nos vuelve a impresionar:

"Si se apagan las luces,
bailan tangos desnudos
bajo focos de vapor
y lluvia de alguna orquesta."

Ana nos cuenta una historia de un señor mayor que "huele a nafatalina". Rocío habla de un señor que huele a pis (esto es casi peor). Los ancianos huelen de un modo especial.

Hoy estamos muy tranquilos en el local. Ahora sólo una mesa más está ocupada: un chico que lee y bebe cerveza.

Leo el poema que he terminado de escribir al principio de la Tertulia y que he titulado "Los sitios que nos quedan" y empieza:

"Tenemos que hacer una lista
de los sitios
que nos quedan".

Un poema que utiliza dos voces, una en primera persona y otra en segunda. Eso da motivo para discutir sobre el poema. Rocío es partidaria de que todo el poema vaya en primera persona. Pero mi intención es que exista esa voz en segunda persona que es la que comenta la idea de "hacer la lista de los sitios que nos quedan".

Hablamos de si hay una canción o un libro que habla de "los días que nos quedan" o algo así. Investigo antes de transcribir la bitácora de hoy y encuentro que existe una canción (¿sería ésta?) de Gloria Estefan titualda "Con los años que me quedan..." y tiene una estrofa que dice:

Gloria Estefan
" Con los años que me quedan"...


"Se que aún me queda una oportunidad
Se que aún no es tarde para recapacitar
Se que nuestro amor es verdadero
Y con los años que me quedan por vivir
Demostraré cuánto te quiero. "
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Rocío lee su relato "Últimas voluntades", la historia de una mujer que escribe en su testamento el deseo de descansar eternamente junto al hombre que ha amado toda su vida y si es necesario también junto a los "cónyuges" de cada uno...

Rocío rescata la palabra "alifafes" (sinónimo de achaques) y la pone en boca de la protagonista.

Lee su relato Carmenfron después de que Rocío le haya dicho: "Leenox, Leenox... Annie Lenox" (qué tontos somos, eso será por tanta filosofía...).
Carmenfron lee un relato titualdo "Matroscas" que ha encabezado con mis versos de hace algunas semanas:

"Las muñecas rusas
cuando caen..."

Nos cuenta toda una historia sobre una familia rusa, sobre las matroscas como símbolo, que encajan una dentro de otra y se mantienen unidas como esta familia y la historia de la hija que termina buscando fortuna en España...

Y sin darnos cuenta, como nos sucede siempre, nos damos cuenta de que ya son más de las ocho y media.

Proponemos pautas para la semana siguiente.
Para los narradores, el título del relato debe ser: "los sitios que nos quedan" e incluir (esto ya para poetas y narradores) las frases:

- el olor es muy importante.
- se te instala una idea en la cabeza y no pareas de darle vueltas.

Pagamos nuestras consumiciones y nos despedimos con ganas de nueva Tertulia.
Fuera la lluvia se ha hecho presente y tímida.


Javier Díaz Gil
1 de marzo de 2008

19ª Jornada: Miércoles, 20 de febrero de 2008

Piruetas de humo y lluvia...

“Si a las seis y media no ha venido nadie, termino el café y me voy...” a veces me pongo así de chulita conmigo misma y de paso con toda la humanidad. Afortunadamente la humanidad está a sus cosas y ni me oyen. Porque estaba entretenida con la conversación que tenían los vecinos del Pilates, vecinos de portal, y de mesa muchas veces en el Café Galdós. Pero aún así me lo dije, porque el tiempo se desliza muy despacio en las esperas, casi repta como una sibilina serpiente a punto de picarte... Y claro, me pica. Sin embargo no acababa de pensarlo cuando llegó Laura Nuño, a salvarme de la soledad y mi lado más amargo. Y entonces comenzó la tertulia de ayer. Y entonces volvió lady Noise a ver qué quería Laura. Y no pasó mucho tiempo cuando llegó David. A Laura le había retrasado el metro y a David su hijito, ¡ay la paternidad...!, pero por fin estaban allí. Y la tertulia se deshizo en conversaciones sobre las universidades y las carreras, el paso del tiempo y los agobios.

Carmen Fron llegó algo después, y se unió a nuestra tertulia de licenciaturas. Y no pasó demasiado tiempo cuando también Ana llegó. Ya estábamos todos los que íbamos a ser.

Carmen había escrito un microrrelato titulado “Medicamentos Psiquiátricos”, que comenzaba así: “Antonio Martínez se jactaba de coleccionar listados de medicamentos psiquiátricos que se bajaba mediante el Emule de Internet...”. Es verdad que en pocas líneas se puede escribir una historia. A Vicente le hubiera gustado la clase de ayer, los relatos eran cortos, muy cortos. Nada de sagas, Vicente. Y fue en algún momento cuando lady Noise nos preguntó si queríamos más luz, y fue también en otro momento cuando nos llamó Javier, desde Cai, jo, qué envidia... y nos sentimos, entre los unos y los otros, más arropados.

A punto estábamos de escuchar la aportación escrita de Laura a la tertulia de ayer, Laura que ha vuelto con sus poemas bajo el brazo. No tenía título pero terminaba de forma muy sugerente:

...

Mientras la soledad,

se convertía en la última palabra

(de siete letras)

posible en su crucigrama.


Es lo bueno de contar la bitácora, que uno escribe los versos que le han gustado más... Lo confieso. Después de comentar y probar a cambiar cosillas del poema de Laura. Después de decir: “...bueno, mejor se lo dejamos a Javier...”, leímos el poema del ausente Javier que sin embargo nos mandó su colaboración a la causa, su húmeda colaboración, si no lean ustedes:

Llueve.

Bajo los paraguas

las prostitutas ofrecen su piel iluminada

a los faros de los automóviles.

...


A David le gustaba el principio, el juego de que es la piel quién ilumina los faros y no al revés... Carmen comentó si Javier se habría inspirado en el polígono que hay entre Villaverde y Getafe... A Ana no le gustaba el verso: “Paraguas bajo la lluvia” Quizás sea un lugar común...


Después me tocó turno. Traía un relato corto titulado “La fiesta” y comenzaba así: “Siempre pido una tercera opinión. Pero por una vez y en este caso, no había opiniones que pedir. Organizaría la fiesta”.


Y dice David, que el cuerpo le pide escribir un relato. Le digo que le pasa como a los amputados, que les duele el miembro fantasma... Pues no te reprimas, le digo. Pero dice que como es hombre, no puede hacer dos tareas a la vez, que si hace poesía, tiene que hacer solo poesía, no puede desdoblarse...


No sé muy bien porqué nos detuvimos en el último libro que se está leyendo David: “Cadáver de ciudad”, relacionado con la semana negra de Gijón. Y saltamos de una cosa a otra y de ésta a otra y la tertulia nos lleva entonces al cine, y repasamos las últimas películas que hemos visto: “4 meses, tres semanas, dos días”, “Este no es país para viejos” “El amor en los tiempos de cólera..."

Porque lady Noise dice que nuestra tertulia es de filosofía, pero es mucho más que eso, es de Literatura, de Filosofía, de cinematografía, de la vida... Es maja lady Noise, o Liber, Libertad, que además tiene un nombre bonito.


Y como teníamos tiempo, cerramos las lecturas con otro relato de Carmen, éste ya más largo, los deberes del miércoles anterior titulado: Piruetas de humo. Y comenzaba así: “Las piruetas de humo recorren la habitación de Marisa todas las noches, como coronas invisibles de ángeles que alborotan el espacio, ya casi, vacío de oxígeno”. Comentamos durante algún rato el relato, y nos obligamos a pedir la cuenta.


Pienso lo rápido que se pasa el tiempo cuando ya vienen los compañeros de tertulia. Lo rápido que se ha pasado la tarde desde que llegó Laura, pues ya son las ocho y media cuando estoy de nuevo cogiendo el autobús. Y me alegro, me alegro de que a la seis y media ya tuviera compañía, de que no me fuera después de tomarme mi café. Lo pienso, porque cuánto de bueno me habría perdido...

Rocío Díaz Gómez
21 de febrero 2008