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viernes, 18 de diciembre de 2015

10ª Jornada/IX año: Miércoles, 16 de diciembre de 2015


El gran Maestre pacta un refugio...

Un viento, nos desaloja de nuestro hábitat. El gran Maestre pacta un refugio. Tras de una cortina a media luz, sombras decimonónicas: Candelabros, relojes parados y maletas que no van a ninguna parte.

Cuando más o menos se cubre la logia ruinosa, el gran Maestre da principio a que los rascamanes, a través de su liberalismo espiritual, monten el Taller de su Templo para que ahuyenten del lugar la falta de oxígeno, los efluvios que emanan de aromas mezclados con sudores y de ruidos, de malditos ruidos tras de la cortina. Una vez sentada la asamblea del Taller del Templo, El gran Maestre da paso a la directora de un corto. Y nos enseña una imagen bellísima dando luz al entorno. Y a continuación, nos habla de un oráculo, de una madre y de un niño de pies hinchados. Y se vuelve la logia a media luz. Y prosigue el gran Maestre dando el turno a cada Rascamán.

Y entra un compañero con su poema posesión, poseído a su vez en el aprendizaje de su tiempo. Después recita un maestro, con nostalgia romántica sus notas caminando tiempos. A continuación se dirige a la asamblea un aprendiz de la conjura y la burla. Entre pausa y pausa vienen los efluvios, que los ahuyenta con su varita de maga subiendo a Universo su nebulosa ola vaporosa. Del fondo de la logia sale una voz dominadora de tenue toque costumbrista, donde entrecruza a los vecinos de una comunidad en sus obsesiones sexuales. Entra el recitado de un maestro que con su música de rosas, de labios, de vinos los eleva a símbolos de belleza y, por unos instantes, queda en silencio la cripta. Y rompe el silencio el gran Maestre dando paso a un compañero. Y nos habla de la venganza turca, con sus vicios envenenados de la intolerancia a la manzana. A continuación, nos ahuyenta el mal ruinoso una maestra con su poema romántico, morir el alma. El Taller del Templo en su conjuro contra el ruido de los malditos  se organiza en coro. Pero a pesar de una prosa rica, a la manera romántica de un Max Estrella, ese coro o diálogo insignificante no consigue ahuyentar el ruido de los malditos. Y el gran Maestre da paso a un compañero con la mayor nota a ser candidato a maestro. Y ahuyentó el mal de la cripta con su profunda emotividad, en lenguaje lleno de luz: donde vuela el cóndor. Y ante la imposibilidad de que otros asamblearios pudieran ahuyentar el mal de los efluvios y de los ruidos se levanta la sesión, con la orden del día para la próxima reunión.

Francisco Fenoy
18 de diciembre de 2015

domingo, 13 de diciembre de 2015

9ª Jornada/IX año: Miércoles, 9 de diciembre de 2015

Mis queridos Reyes Magos...

Mis queridos Reyes Magos,

Ya se va aproximando la Navidad, y cada vez está más cerca el día 5 de enero, la noche mágica del año en que ustedes tienen a bien venir con su cargamento de ilusión y regalos. 

Este año no ha sido bueno para mí, pero yo he intentado portarme bien en casa con los míos, en el trabajo con los que me han tocado en suerte, y en la calle con los amigos que me eligieron un buen día, qué suerte tuve, para acompañar mi vida. 

Este año también, y por otra parte, he intentando combatir la pereza, la desidia y la tristeza. Me he obligado a hacer siempre los deberes, todos los deberes señores Magos ¿para qué voy a entrar en detalles? Y he visto poca tele, he escuchado mucha radio y he leído todo lo que he podido y aún más. 

Por todo eso y porque va a llegar la Navidad, les escribo esta carta para que ustedes me recompensen por tanto esfuerzo y dedicación durante el año, con los siguientes regalos que les paso a enumerar. 

1.       Majestades me gustaría que me trajeran un señor Criado. Uno con “C” mayúscula, un Juan Manuel Criado que sea de Colmenar de pura cepa y que escriba un poemario sobre autómatas, donde haya un romance que comience por “Les voy a contar un caso / que en estas tierras se dio…” Gracias a él, no solo las bitácoras se vuelven marineras, sino que la poesía adquiere tintes de ciencia ficción donde se habla de semillitas que lleva un dron, de “ton ton” e “iphon”.
2.       También estaría muy bien que me dejaran sobre mis zapatos a un señor Fenoy, al que cada vez, según sus propias palabras, le quedan más cortos, no solo los pantalones, sino también los objetivos. Un Paco Fenoy que sea de Almería y la Penibética. Porque con sus seguidillas nos regala versos donde son protagonistas “Colás el Pípolo” o “Demetrio Cascojales”, personajes del terruño que vuelven al verso rural e ilustre, descriptivo y juguetón.
3.       Cómo no hay dos, sin tres, me gustaría también pedirles a un compañero que se llame Ignacio Tamés. Uno que bajo el brazo nos traiga otra de sus aportaciones siempre interesantes e instructivas. En ésta ocasión me lo pido con un texto titulado “Diálogo de la Insignificancia” que oscila entre la prosa satírica y la poesía. Tiene que ser con ese texto para que Juan Manuel, León, él mismo y yo le podamos prestar nuestras voces para disfrutarlo en lo que vale junto al resto de nuestros compañeros.
4.       Tal y como ya les he comentado Majestades, me gustaría mucho que también me dejaran a un señor de Albacete. Pero cuidado, no uno cualquiera, sino a un señor de Albacete que responda al nombre de José León y que escriba tan bien que le de lo mismo hacer sonetos, que cuadernos de viaje por Al Andalus, que relatos con un mono llamado Tomás que le increpe un día de este modo: “Será posible –masculló el mono- que con esa miseria puedas llegar a fin de mes…”.
5.       Por supuesto queridos Magos, tráiganme a un Alberto Ramos. Un señor Ramos que escriba relatos redondos donde no quepan aristas que cobijen críticas, relatos que luego nos quiera leer enteros por muy largos que sean, cómo con el que nos hipnotizó el último miércoles. Relatos leídos con esa voz suya clara y profunda de autor y protagonista de obras de teatro. Cuánto gana la prosa con los relatos de Alberto Ramos. Cuánto se puede hablar de creación de relatos con Alberto.
6.       Me gustaría que también me trajeran sus Majestades a un Juan Antonio Arroyo. Un poeta madrileño forastero en Colmenar, que nos regala una poesía siempre con aires sociales. Esta vez vendría con un poema sobre la violencia de género, escrito en segunda persona del singular “Te quiere”, lo que le hace mejor, sin duda.
7.       Y si ya me han traído los Reyes unos poquitos poetas y otros tantos narradores yo querría que me dejaran con ellos a una artista. Una artista llamado Leonor Varela con una serie fotográfica hecha con maniquíes. Entre las fotografías de dicha serie sobresaldría “La maja castratta” con cara virginal y pubis “acerrojado”. Gracias a ella recordaríamos a Farinelli y a todos aquellos niños castrados de voces prodigiosas y tristes existencias.
8.       Mis queridos Magos y además de esos poetas y narradores y artistas, por favor no dejen de traerme reseñas de otros autores que no conozca. Como por ejemplo los poemas de Antonio Ferres (“París y otras ciudades encontradas”) que tanto me van a gustar desde los más bucólicos (“El hombre verdadero” y “Poema a Judit”) hasta los más sociales como aquel titulado “Los campos de exterminio” que dolía, pasando por el de “La casa”, tan concreto y tan universal. Pero por favor que a este autor me lo traiga Alma Pagés. No dejen de traerme sus Majestades a Alma, poeta en catalán y relatista de textos elegantes y cuidados, que además de vez en cuando nos trae a otros autores para hacernos más sabios.
9.        Y no quiero olvidarme de pedirles a una Ana Gonz, de apellido alemán y voz gallega que nos trae microrrelatos escritos de vagón en vagón por el subsuelo de Madrid. Ana trae risas casi siempre, y algunas, solo algunas, relatitos tristes sobre enfermedades de nombre impronunciable de colores naranjas y verdes.
10.   Y ya, ya acabo pero no puedo despedirme sin pedir un David Lerma. No me puede faltar mi David tan leído que a falta de una narración, porque son tan largas y bien escritas que necesitan su tiempo de reposo, nos trae siempre instructivos comentarios sobre libros. Quiero pedirme un David Lerma que me hable de Los cachorros de Vargas Llosa. Pero también de Zarraluqui y de Hernán Rivera Letelier de quien estará leyendo “El arte de la resurrección”.
11.   Y por último porque una lista acabada en 10 sería muy vulgar para una carta mágica, me gustaría que por favor sus Majestades me trajeran una María Jesus que se prodiga poco pero cuando llega deja huella con sus microrrelatos. Historias tan cortas y certeras como la que te pido que le dejéis llevar, la titulada “Prisión”, que tanto nos gustó con sus paseos al sol, sus rejas y esos pasos que se alejan.
Mis queridos Reyes Magos cada una de mis once peticiones es tan importante como las demás. Les pido por favor que no dejen de traerme a ninguno de sus protagonistas. A mí me gustaría con todos ellos hacer un encuentro literario en los bajos de la Gran Cafetería Santander. Grande, sobre todo, porque nos presta un rincón muy acogedor cada miércoles al abrigo de las voces y el frío para disfrutar de la literatura.
A la vuelta de la esquina hay un nuevo año y tienen que estar para una de esas tertulias nuestras con mucho de taller de creación literaria, algunas recomendaciones de libros y para hacer honor a su nombre varios ratitos de conversación en torno a los más variopintos temas que para todo tiene que haber lugar y espacio en nuestros encuentros. Una tertulia con espacio para la poesía de todo tipo: más de corte clásico, o más de romance y seguidilla, pasando por la social o la comprometida. Una tertulia con todo tipo de narraciones, cuentos más largos y microrrelatos, prosa poética o hasta cartas de amor, de esas Majestades, ya me ocuparía yo. Una tertulia en cuyos textos se utilizara tan pronto la primera persona como la tercera y hasta la segunda. Una tertulia donde tan pronto se cante, como se recite a viva voz en coro, como se prueben unos dulces traídos del más allá o se debata de cuestiones del más acá. Una tertulia como la del último miércoles, el 9 de diciembre del 2015, que fue plácida y plena en literatura y compañía.
Majestades, no me falléis, que por mi parte yo prometo seguir portándome bien en casa con los míos, en el trabajo con los que me han tocado en suerte y en la calle con los amigos que me eligieron un buen día. Prometo seguir combatiendo la pereza, la desidia y la tristeza. Prometo seguir haciendo los deberes y ver poca tele, escuchar mucha radio y leer aún más, mucho más de lo que cabría esperar de las mil y una tertulias que aún nos faltan por disfrutar.
Hasta la noche del cinco de enero, se despide ésta oriunda de Rascamán que aún cree en ustedes.

Rocío Diaz Gómez
12 de diciembre de 2015

martes, 1 de diciembre de 2015

8ª Jornada/IX año: Miércoles, 2 de diciembre de 2015


Rascamán es un imán


Rascamán es un imán. Y que me perdonen la rima en consonante. Pero es un imán. Lo es. Y no precisamente al modo como lo era la novela de Ramón J. Sender. Sino un imán de los que atrae seres especiales, diría uno; espaciales, diría otro; locos, digo yo. Porque, ¿se puede saber qué empuja a este grupo, sino el desvarío, a encerrarse en el sótano de mina de una cafetería? Javier, Rocío Díaz, Juan Carlos, Fenoy, Ignacio, Cinta, David, Andrés, Rocío Acebal, Alberto, Amelia, Iñaki, Ana Gonz., Mª Jesús, Leo, León, Horacio… ¡Vaya tropa!, que dijo un presidenciable. El último de la lista, además, ha cruzado un océano para llegar hasta aquí. No a nado. Aunque sospecho que hubiese sido capaz de hacerlo a los lomos de un delfín, brincando entre las olas.
Es como si a estos rascamantes les gustase ir a contracorriente. Son incorregibles. Están completamente chiflados. Escuchan al primero que lee, hoy es Fenoy, el miércoles que viene será cualquiera. El vate poetiza en fenoyés (una suerte de dialecto nacido del cruce entre la Alta Andalucía y el talento poético) las andanzas de un Feliciano feliz y la sensualidad de una Marcela a la que describe en sus versos: la viuda de alegre vida / la preferida / en las calurosas noches / de los días de la bruma / la preferida / por sus claros horizontes. Juan Carlos apunta que Fenoy bien pudo conocer al anónimo de El Lazarillo de Tormes. No me extrañaría. Lo suyo es puro delirio.
Puro delirio, pero del argentino, es el de Horacio, que nos trae desde el otro hemisferio el borrador de su próxima novela. La espuma oceánica no ha mojado sus páginas. Horacio cuenta que la obra está dividida en cuatro partes, una por cada elemento, y que todos sus protagonistas están muertos: un soldado abatido en la Gran Guerra, la hermana de Gregorio Samsa... En este momento la novela busca título (pudiera ser "Nueve Noches") y quien la escuche. La magnífica frase con la que abre el capítulo inicial, dedicado al elemento aire (“Llamé a los espectros y ellos vinieron”) da paso a una prosa de engranajes perfectos en la que se citan el artesano y el genio, al modo incontestable como lo hace en un stradivarius. Cuatro folios bastan para confirmar la mítica teoría que asegura que el extravío alimenta al genio. Porque, ¡hay que estar muy loco para conseguir una excelencia semejante! Aún no se ha ido y yo ya le estoy echando de menos. ¡Volvé pronto, pibe!
Es el turno de Andrés París, que acaba de publicar su segundo poemario, “Entre el infinito y el cero“, en la editorial Poeta de Cabra. Andrés es joven. Y brillante. Y en el mundo de cuerdos que bulle allá arriba, sobre la superficie, eso es pecado. Menos mal que a este otro, al mundo distópico y subterráneo, lo gobiernan las palabras. Las suyas se juntan para componer un poema que lleva por título “Último hombre”. Los versos que lo cierran convencen al manicomio entero y -ya es difícil- lo ponen de acuerdo: La muerte del último hombre / jamás será confirmada.
La siguiente intervención corre a cargo de Rocío Acebal. Rocío es ovetense y bella, como la Regenta, viene a la tertulia por primera vez y no parece que esté muy loca. Aunque, a poco que repita, lo estará. Nos habla de la revista que dirige, “Maremagnum”, y lee, como debe ser, por duplicado, un poema del cual rescato dos versos que podrían funcionar como axioma: Si nadie pudo ver la maravilla / nadie puedo sentir…
Toma la palabra Juan Carlos, que de locos sabe un rato gracias a su condición de lunindio. En su semanal revisión de los cuentos clásicos hoy le toca el turno a La Cenicienta, una Cenicienta desencadenada que, antes de que den las doce, se transfigura en Ceniciencia. El cuentoponcelamínico, jardieliano y descacharrante de Juan Carlos transforma esta galería de psiquiátrico en un festival de carcajadas. Nos hacen cosquillas sus neologismos. Al genio de Juan Carlos se le ha cosido la in- inicial y ya no hay quien se la desabroche. ¡Qué ingenio, amigo! A continuación, lee Rocío Díaz su relato titulado “La famosa teoría de los tres segundos”, protagonizado por una pareja que anda a la gresca sólo porque a uno de sus integrantes le da por ayudar al que tropieza para premiarle con dos besos. ¡El mundo está loco pero nosotros más…! Decidida a hacernos enloquecer del todo, Rocío nos emplaza a una futura sesión de terapia de grupo para conocer el final. Trance interruptus. Lo sentimos.
Suenan matasuegras, trasunto de trompetas en el mundo de gloria de unos pirados. ¿Quién ha sido…? Ha sido Alberto, que ruega silencio para proceder a la lectura de su relato “La inestabilidad bioquímica del amor”. ¿Más inestabilidad para esta leva de inestables? ¿Qué si no quieres arroz pues toma dos tazas? ¡Que así sea! La historia que lee Alberto es la de Nati y Gregorio, una pareja que se ha conocido por internet y cuya relación no perdura pese a los intentos de una parte por contar anécdotas de El Greco a la otra. Amar, y hacerlo de continuo, es cosa de zumbados.
Ahora es el momento de Ignacio, o mejor, de su carta parlanchina que, según ella misma confiesa, “como muchas cartas fui escrita por amor”. Ser escrita para servir de presentación al posible poemario de una poetisa en el fondo constituye toda una declaración de amor. Declaración, pero de intenciones, es una de las soberbias máximas que contiene: “no hay nadie que no sea peligroso para alguien…” Ciertísimo. Por suerte, no estamos ante un auditorio de locos demasiado peligrosos, así que nadie parece darse por aludido.
De pronto, oigo voces, ¿quién me llama…? Ah, sí, es Ratilio, protagonista del relato de Cinta, titulado “Ratilio y las letras voladoras“. ¡Uf, por un segundo pensé que me hablaban los animales! Pero no. En su aventura por aprender el arte de la escritura, a Ratilio le acompaña Francisco el Fraile, y en ese viaje levitarán. Hay mucho de clarividencia de chalados en su levitación, en todas las levitaciones. Como en los versos de Amelia Peco quien, antes de leer, muestra el hermoso y sugerente cartel de su cortometraje “El poema”, que estrenará próximamente. De su cine comprometido pasa a su poesía honda y concupiscente sin pagar demenciales ivas culturales. He aquí unos versos. Y gratis: Hojas que se dejan pisar por la herrumbre / permanecen inertes cuando caen al suelo / el óxido se queda para seguir mordiendo / vendrá el invierno. Poco a poco, se origina en el auditorio un debate en torno al verbo descoyuntar, y en un momento dado, alguien lanza una lúcida definición de la poesía: la poesía, dice, es hacer matrimonios nuevos con las palabras.
Los últimos rascamantes, Ana Gonz, Leo, Maria Jesús, David no han traído nada para leer. Los últimos, argumentan ellos, serán los primeros. Leo cuenta el chiste que ha escuchado en el autobús número 21 (¿Sabéis cuál es el colmo de un abogado? ¡Perder el juicio!), y David se ríe. Créanme: este David es el peor de todos. De los que sería capaz de ponerse a gritar en un vagón de metro que él es el mismísimo Napoleón Bonaparte. A no mucho tardar, habrá que ponerle capirote de papel y camisa de fuerza. Pero claro, es lo que tienen los imanes que riman en consonante. Que atraen. Seres especiales, diría uno. Espaciales, diría otro. Locos de atar, digo yo.
La sesión termina y los rascamantes regresan al mundo de la superficie por las escaleras. No lo hacen ejecutando una sinuosa y longilínea conga como sería de esperar, ni perdiendo más tornillos de los necesarios. Pero dejen ustedes a estos rascamantes, déjenles y verán. Pero sobre todo: déjenles tranquilos, por favor. Y en paz. Se lo suplico.

Amo a estos Rascamantes. Con locura. Dios, cómo les amo.

David Lerma Martínez
19 de diciembre de 2015

lunes, 30 de noviembre de 2015

7ª Jornada/IX año: Miércoles, 25 de noviembre de 2015


un ruido procedente de la escotilla de popa alertó al personal,
que al unísono desenvainó la espada...


Mucho murmullo y hablar por lo bajini; música de conspiración más bien, podríamos decir. A lo lejos, desde la popa, Javier, en vez de blandir la espada o lanzar un cañonazo de aviso a los presentes para poner firmes a la tripulación, nos salió con las delicias de su libro; es decir del libro “Antón Pirulero”, en el que habían publicado un poema suyo; pero ni caso, cada cual a lo suyo, a la vez que se acentuaba el bisbiseo conspiratorio, organizado en grupos de dos estratégicamente situados en cubierta, como si se tratase de ensayar una emboscada, al tiempo que Fenoy busca en su carpeta el poema rural , que lleva por título Currito, del que entresacamos la siguiente estrofa:
“Blanca la cantinera ,
una muchacha en jarra
le requiere y requiebra
con ternura extrañada”
el caso es que la lanzada moza, después de provocar un aflojamiento de huesos en nuestro héroe, éste toma las de Villadiego, ante las pretensiones de la moza de convertirlo en su chulo.

El personal -tras manifestar que no está claro en el poema, le invita a reducirlo y quitar algunos versos para no romper el ritmo- vuelve a sus tareas cotidianas; no sin dejar de hacer señas sospechosas  algunos miembros de la tripulación.

A continuación, Isabel Morión nos lee el cuento titulado Juegos del travieso Cupido, basada en un suceso real de un atrevido caballero, que requiere los amores de  una de las amigas, que están en un bar, irrumpiendo en agasajos y otras galanterías dignas de mejor diana.
Cuento conciso y muy bien narrado.

A continuación Isabel nos lee un poema amoroso muy bonito titulado Todo existía. Poema que comienza con la estrofa:

“En tardes otoñales
buscabas mi lengua
todo mi cuerpo
con toda locura
que el amor lleva dentro”
 
Y termina con los versos:

“todo se extinguió
cuando nuestros
 cuerpos pasaron”

Poema con mucha fuerza y pasión, al que algún  bucanero apuntó el defecto de tener cierta rima, cuando era un poema de estructura libre. Pero la verdad, el poema sonaba muy bien. ¡Cosas de la Academia, en medio de nuestra travesía por los Mares del Sur!

De repente, , como si una señal marcial de ¡Ar! convirtiese a la piratería en una panda de reclutas despistados que, en tropel, se lanzaron por la  referida entre trompicones, codazos, algún que otro traspiés, insultos por doquier, retahíla de blasfemias propias de expertos en las prácticas religiosas pues el repaso que hicieron de todos los santos, reliquias y objetos sagrados, a medida que iban rodando por la escalera, fue de una sapiencia digna de figurar en una novela de costumbres y dichos; gracias que María Juristo, hábilmente llamó la atención del personal, leyendo el magnífico poema titulado Sílaba soy:
 
“Sílaba soy
metida en tu lengua”
 
Y otros versos:

“Recostada en un túmulo de luz
que espera baje a las raíces
y envuelva mi cuerpo
cuando fue secreto y mundo”
 
Muy potente, María
 
La tripulación, como decíamos , se calmó, y tras envainar los sables, subió a cubierta, prosiguiendo sus tareas y muy predispuesta a escuchar las aventuras poéticas de León en Tánger que, como era de suponer, contó maravillas de la hospitalidad de sus gentes. Porque allá hay unas reminiscencias españolas muy acentuadas, vividas y conservadas por sus gentes, moriscos expulsados por los Reyes Católicos y mirados con recelo por los marroquíes; podríamos decir que son ciudadanos sin Patria que los quiera aunque eso sí, allí se respira un aire español y un interés especial por estrechar sus lazos con España. Dicho lo cual, León una vez más vestido de soneto, nos leyó el poema La sirena, del que entresacamos los versos:
 
“No sé si eres mujer, pescado o diosa,
ni de la plata que en tu vientre escamas
ni  por qué si te llamo no me llamas.”
 
Y otro poema del que a título de ejemplo sacamos los versos:
 
“Debajo de la falda de la Luna
vibraba un colibrí.
 
Diadema del Islam era la Luna
que sonreía allí.
Del más ebrio jazmín de aquella Luna
locura de frenesí”.
 
Siempre tan buen poeta, León.
 
De repente un murmullo , un ¡Oh! lanzado al unísono por los atónitos piratas distrajo al auditorio y emergió de las aguas del océano espada en alto y daga reluciente, abriéndose paso entre los sorprendidos bucaneros, un personaje socarrón, estridente y de sonrisa aviesa, cortando el aire con su mirar burlesco y lleno de dobleces. Era el preferido Hijo de Neptuno, enviado a este barco para llenar las cajas de caudales con  el castizo humor  que ningún mortal  podrá alcanzar en la Historia de los Mares. Se llamaba nuestro héroe, y se llama, Carlos Tejado, una especie de mezcla quevedesca y valleinclanesca con el mismísimo Diablo, forjado en la herrería pintada por Velázquez, en el que el más duro metal se enternece con el beso del fuego. No me extraña que León entre rugidos exclamase hasta desgañitarse ¡por cien mil tiburones, a fe mía que nunca vi cosa igual!, dicho lo cual se precipitó dentro de un barril de vino, porque llevado por el entusiasmo, pegó un tremendo mazazo en la tapa del referido, que la hizo picadillo.

Desplegar sus manuscritos encima de un barril y vomitar ingenios en un alarde de mandobles en un campo de batalla, fue visto y no visto, ante los asombrados filibusteros, que poblaban el maloliente navío.

Nos narró nuestro ínclito una revisión actualizada del cuento de Caperucita en clave erótica, en la que combinaba hábilmente una sadomerienda con sadofiestas muy bien diseñadas y un lenguaje cargado de ingenio en el que la abuelita, nada más que puede, hace striptease por doquier y se nos presenta a un lobo muy de ahora, vestido de guardia de tráfico, cobrando la pasta a propios y extraños -supongo que para no pagar al fisco se llevaría el botín a buen recaudo a estilo de Rato y Cía.-, presentándonos a una Caperucita haciendo negocios con la abuelita, y el Lobo cobrando a los pánfilos leñadores la minuta correspondiente.

Todo un hallazgo literario.

El Hijo de Neptuno miró en derredor y dio la palabra al soñoliento Alberto Ramos que, tras dar varios tajos a un desvalido trozo de jamón, de entre sus pertrechos sacó varios papeles polvorientos entre un rollo de mapas, que, sin lugar a dudas, señalaban rutas de tesoros. Alberto, acuciado por los nervios se puso a contarnos la historia La decisión del auxiliar Federico Nogales, en la que pretende contarnos las desventuras de un hombrecillo con una novia empeñada en casarse con un hombre que llevara uniforme.  Federico de carácter debilucho, quizás por un resfriado mal curado en su tierna adolescencia -según me apuntan múltiples mensajes que me llegan a través del wasap-, ni corto ni perezoso dejó  la gestoría en que trabajaba y a partir de entonces pasó por varios trabajos con uniforme... Un desastre, según me apuntan las malas lenguas, una perfecta desorganización, que provocó su despido de la pizzería, porque cada dos por tres perdía la mitad de la mercancía; no digamos nada del trabajo de bombero, pues el muy condenado se le olvidaba llenar los camiones cisternas,  así es que figúrense queridos e ignorantes lectores. Y no digamos de su trabajo de guardia de la circulación; ahí es nada, atascos por doquier, que provocaron la mayor parada automovilística en una gran ciudad como Madrid, sólo aplaudida por los ecologistas y demás gente con mala leche, lo cual  originó una  enorme presión de las petroleras y del insigne Florentino -por lo que pudiera repercutir en  sus suculentos beneficios de las radiales de Madrid-, que el pusilánime gobierno no pudiendo soportar. Ni corto ni perezoso, tras un Real Decreto despidió al desdichado Federico por razones de protección del Orden Público. Bueno, el caso es que Federico ni una en la diana; mas como su flamante  y bien armada novia  siguiese empeñada en que su futuro radicaba en trabajar con un uniforme adecuado, y que sólo la tenacidad y demás aditamentos, pueden conseguirlo, nuestro desmadejado amigo se aventuró a buscar nuevos trabajos de uniformado; pero la caída del palo mayor cortó por lo sano el relato, y por un momento nos pusimos a rezar a  Santo Palo, para que nos protegiera de futuros accidentes provocados por semejantes caídas del velamen, por lo que el cuento fue interrumpido para cuando  estemos charlando a sotavento.

Y lo que son las cosas, la emblemática Rocío -oficinista de pro y muy experimentada en los viajes en autobús y prestar oídos a conversaciones de viajeros- sobre la tapa de un barril de agua potable depositó un fajo de papeles, carcomidos por la polilla, y comenzó a leernos el relato “El fin de semana que me dijiste que sí”, en el que se narra con el vigor que caracteriza a nuestra brava pirata, las artimañas amorosas de un "amable personaje".
Como siempre, excelente, Rocío.

Javier, el capitán de la tropa, que había estado ausente de todos estos asuntos que les narro, volvió al libro de Antón Pirulero, y tras leernos algunos poemas, nos leyó su poema Bote bolero, del que entresacamos los versos:
 
“Es mi memoria una casa de pueblo
y nuestros pantalones cortos y los primos
sin prisa preparando el juego”

Poema cargado de nostalgia, como muchos de los suyos, con ese amor a la vida que humean sus versos.
Muy bien Javier.

De repente, otra vez un murmullo insistente, conspirativo de parte de la marinería que tras unos segundos inquietantes se abalanzaron hacia el capitán al grito de ¡pasémosle por la quilla!, ante el asombro de sus fieles que nos tenían paralizados, blandiendo sus sables contra nuestros desprotegidos cuellos; mas el Hijo de Neptuno, tras gritar ¡por las barbas de mi padre! impulsado por cien tempestades, apretó un botoncito de su tridente electrónico y salió despedida una pléyade de drones que en un pis pas maniataron a los sublevados, sancionándolos con saltar por la borda y seguirnos a nado hasta la costa si tenían la suerte de zafarse de tres simpáticos tiburones que se entretenían tras la popa del barco, en el jueguecito de mover las aletas al unísono.

Mientras tanto León, zafándose del barril en el que cayó anteriormente, se posó en cubierta y lanzó una mirada muy significativa a Mª Juristo que le contemplaba un tanto complacida por las demostraciones de León para que nuestra corsaria descansase sus ojos en los suyos. Una sonrisa de aprobación de la dama le infundió, según dicen,  nuevos bríos para emprender otras estrafalarias aventuras, que ya quisiera para sí D. Quijote.

A continuación, Ignacio Tamés, tuvo a bien poner música a algunos poemas de Unamuno, terminando con :
 
“Leer, leer, leer, ¿seré  lectura
mañana también yo?
¿Seré mi creador, mi criatura
seré lo que pasó?.
 
Por mi parte, finalizo mi bitácora con unos versos  de mi poema Romance de autómatas:

“Ya muy cerca de las once
y tras trabajar con Pon,
no se lo creerán ustedes,
traladaba nuestro Dron
a la  señorita Pin
las semillas de Don Pon”

 

  

Juan Manuel Criado Manzano
30 de noviembre de 2015

domingo, 29 de noviembre de 2015

6ª Jornada/IX año: Miércoles, 18 de noviembre de 2015

Javier Díaz Gil, poeta y coordinador de la Tertulia Literaria "Rascamán"
junto al poeta y narrador Amando García Nuño


El poeta Amando García Nuño en la Tertulia Rascamán

Hoy nuestra Tertulia se transforma de nuevo en Tertulia de encuentro con autor. Hoy, la primera que celebramos en este nuevo curso, nos visita el poeta Amando García Nuño.

En torno a la mesa del salón de la cafetería Santander está un buen puñado de rascamanes escuchando  al poeta: Alma Pagés, Rocío Díaz, Alberto Díaz, José Mª Herranz, Paco Fenoy, María Juristo, Juan Antonio Arroyo, Javier Díaz, Mª Antonia Copado, Aureliano Cañadas, Ignacio Tamés, Ana Gonz, José León Cano y Cinta Rosa Guil.

Robándole unos minutos de protagonismo a nuestro invitado, hemos empezado la Tertulia hablando de la mención especial al premio Ciudad de Alcalá de las Artes y las Letras  concedido este año 2015 a nuestro querido poeta Aureliano Cañadas. (Ver enlace: http://lalunadealcala.com/alcala-premia-a-nacho-duato-con-los-premios-de-las-artes-y-las-letras/)

Aureliano Cañadas nos lo cuenta y nos lee un poema inédito titulado “Para qué” para agradecer y compartir con nosotros el premio.

Nos congratulamos de contar en nuestra Tertulia con su magisterio y su generosidad. Es un poeta grande, Aureliano Cañadas.

Presento ya a nuestro poeta invitado, que hoy es protagonista de nuestro encuentro aunque él no quiere sino ser uno más de esta Tertulia, nos dice.



AMANDO GARCÍA NUÑO
Madrid, 1955.  Segoviano de trece generaciones. Licenciado en Ciencias de la Información (Periodismo). Estudios de Ciencias Químicas.
Colaborador en diversos medios radiofónicos y revistas culturales.
Ha recibido alrededor de doscientos premios literarios en prosa y verso.
Numerosas publicaciones en revistas y libros compartidos. Editados los poemarios Inquilino en invierno y El sueño esquivo de las isobaras, así como la colección de relatos El otro que me habita.
En proceso de edición el poemario De un tiempo que verdece en tus zapatos, que aparecerá en los últimos meses de 2015.Participante en  el II Día Internacional de la Poesía, Segovia 2012.
Incluido en Antología de Poetas del siglo XXI, de Fernando Sabido.Desde 2012 edita el blog:   http://parecequevuelvotarde.blogspot.com.es/

En palabras propias, recojo de su blog este retrato: 

“Ser poeta no es una ambición mía, es mi manera de estar solo... Puse estos versos en boca de mi heterónimo, un tal Fernando Pessoa, en alguna vida anterior. Tiempo después, cuando ya me sentía demasiado viejo, vine a nacer. Esquivé mi infancia como pude. Desaprendí Ciencias Químicas y Periodismo. Perdí dinero mensualmente en la nómina de un trabajo que no entendía... A medida que rejuvenecía, fui archivando mentiras. Ahora orlo mis vanidades con marchitos laureles de concursos literarios, casi dos centenares, donde pierdo cada vez que parezco ganar. Huido, al fin, de mí, os invito a visitarme en este espejo de retornos tardíos. Me miro en él con vuestros ojos, me devuelve la imagen rasgada de ahí arriba, ese gesto de ausencia. Sobre el cristal dejo escritas las líneas del estupor, del vacío acaso. Escribo para no tirar el alma por el desagüe. Pero está bien así, es mi manera de estar solo.”

Y leo para cerrar esta introducción un poema suyo, el que lleva por título: “Meditación del ocaso”.

MEDITACIÓN DEL OCASO

Decidme, ¿debo seguir hablando
ahora que ya florecen
silencios a la orilla de los charcos?

¿Debo, acaso, podar las ilusiones
de las quinceañeras
que cogen al descuido el autobús?

Quizás me haya llegado,
sin darme cuenta, el tiempo
de sentarme a mirar desde el banquillo,
sentir que ya anochece
sobre las vanidades,
                                  intuir
que se está bien aquí, al resguardo
de ese relente umbrío,
de ese pavor que suele aparecer
a media tarde por las escombreras
donde arrojé  hace tiempo,
junto a un verso oxidado, el corazón.

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Le pregunto a Amando por dos datos de su biografía: por las trece generaciones de segovianos y por sus casi doscientos premios de poesía y relato.

Nos cuenta sobre lo primero que los veranos de su infancia los vivió en un pueblo segoviano sin agua corriente, un pueblo al que, como en la mayoría de los pueblos entonces, había que ir al corral para hacer sus necesidades. Veranos en Riahuelas y Castiltierra de donde eran sus padres.

Nos cuenta que él tiene casa en Riaza y que durante un tiempo se dedicó a elaborar el árbol genealógico de sus antepasados con lo que alcanzó a conocer las trece generaciones de segovianos a las que aludía. Visitó iglesias en donde consultó legajos y libros de registro que datan los más antiguos de 1570-1580. Estos datos se recogieron, nos aclara, a partir del s. XVI. En esa fecha, tras el Concilio de Trento, se empezaron a registrar nacimientos, bodas y entierros. “Hurgando en el pasado” descubrió que a pesar de que los habitantes de los pueblos de Castilla en aquella época eran muy pobres, cuando el cura escribía en el registro junto al nombre del fallecido “es pobre” indicaba que no había pagado el entierro. O si aparecía la palabra “párvulo”, se trataba de que el fallecido era un niño.

Y sobre la segunda cuestión, los premios, nos explica ahora qué quiere decir con que “pierde cuando gana un premio”. Nos dice que desde 2008 ha empezado a concursar. Antes escribía, nos dice, una poesía muy vanguardista. “Me creía Tristán Tzara”. Escribió siempre de un modo informal. En 2008 decidió escribir “como obligación” y pensó en utilizar los concursos para ello. Participar en 5 ó 6 concursos cada mes y escribir por eso 5 ó 6 poemas nuevos. Pero no se trata de escribir un poema ad hoc para un concurso sino escribir poemas y luego, según las bases del certamen, buscar un poema ya escrito que se acomodase a lo solicitado.

El poeta nos lo cuenta en este vídeo:



Los premios le permiten viajar y le hace abrir los ojos ante algunas realidades. Los premios le sirven de test. De test para validar que lo que escribe es valorado por personas de un jurado que no le conocen de nada.

En este mundo literario se da, nos explica, lo que llamaban Gabriel García Márquez y Álvaro Mutis “la viruela de los aplausos mutuos”: uno se sube al estrado, lee sus textos y los demás aplauden. Luego se sube otro y el resto aplaude, y así etc.

Es necesario buscar también la crítica, la valoración objetiva, las ganas de aprender e ir mejorando.
Con los concursos es la única manera, apunta Amando, de que de forma objetiva alguien te valore sin saber quién eres.

Queremos que nos explique lo de “perder cuando ganas”. Nos dice que en este mundo de los concursos están los “concurseros” (los que envían asiduamente sus poemas a los certámenes) y están los que rechazan concursar. Es cierto que hay “concurseros” profesionales como Manuel Terrín, que ha ganado más de 2.000 certámenes, (algunos de ellos los ha ganado varias veces) y que escribe, este sí, ex profeso para el premio.

“Ganar es perder”, nos explica al fin, porque ganar puede ser peligroso. Perder sería creerse que por ganar un premio se es más importante: "perder es acumular vanidades".

María Juristo dice que cuando ella se presenta a un premio le entran las dudas de qué está pasando con su texto, cómo se valorará.

Es inevitable hablar de una categoría de premios (esos que se sabe que ya están dados), en los que hay “pucherazo”, como ciertos premios de Visor: algunos casos notorios han salido incluso en la prensa.

Le pedimos que nos lea alguno de sus poemas.

- De 2009, es este poema con el que inicia su lectura, ganador en Segovia del premio “Huerta de San Lorenzo·: “Madre zurciendo olvidos”. Dice que quizá no sea un gran poema pero cree que emociona y hace que el lector se identifique con lo que cuenta. Cita a Gil de Biedma quien se consideraba poeta popular: no escribía para los críticos sino para que la gente le entendiera.

José Mª Herranz cita la poesía popular de Lorca, de cómo ha trascendido, de cómo tomando lo popular como referencia construyó una obra tan sólida. Qué hubiera pasado con la obra de Lorca si no hubiera muerto con 38 años.

Cita María Juristo un artículo de Babelia en el diario El País, sobre “Poesía y Dios” donde se decía que alguno de los octosílabos de Lorca eran “altisonantes”.

Fenoy apunta que de los dos hermanos Machado, Manuel era más musical que Antonio.

León señala que, martirio aparte que engrandeció su figura, Lorca es Lorca. Y Cinta añade que lo que le impactó de Lorca es que bebió de las raíces andaluzas, que sus imágenes tan barrocas, oscuras te mete en un laberinto en el que te sientes atrapado.

- En  2012 ganó el premio “Justas poéticas de Dueñas”, en el que estaba de jurado Javier Lostalé y Vicente Martín. Presentó cinco poemas, que nos lee:
o   “Embargado”
o   “Abandonada”
o   “Cine para dos”
o   “Esaú en el metro” (que es una poética)
o   “Semanas”



- Continúa la lectura con el poema que fue “Premio de Reinosa” 2012:

o   “No sé quién eres y a veces sin buscarte…”, es un poema largo de unos 100 versos.



Dice que corrige poco, escribe de un tirón y después de dejarlo reposar un tiempo hace una sola corrección. Hay que leerlo en ese momento como si uno fuera otro.

Pregunta José María si escribe desde la inspiración o desde el oficio. “Desde el oficio”, responde Amando. El embrión o el proyecto ya lo tiene antes de escribir el poema. María Juristo apunta que es importante escribir y dejar pasar el tiempo. Si te conmueve después de ese tiempo es que el poema merece la pena.

o   Lee ahora “Revisiones para antes del zapeo”, fue premio XXX Certamen Manuel Vázquez Montalbán, 2014, en San Fernando de Henares:



RE(VISIONES) PARA ANTES DEL ZAPEO

Supongamos que tuvo algún sentido
tirar la dignidad
como si fuera un bote de cerveza,
decíamos entonces
que lo primero era sobrevivir,
salir a flote de las escombreras
donde acechaba el hambre
entre esa ingravidez de los anhelos,

supongamos, insisto, que bastaran
excusas camufladas de heroísmo
para seguir fingiendo
que todo estaba bien, que renunciar
era vestirse en tonos de estrategia,
demos por demostradas
todas las teorías sobre los interiores
con su hogar de llama justiciera
donde hacernos creer que éramos otros,

digamos que fue así, y que algo queda
de aquellos sueños en sentirse libres
de cinco a ocho, los martes por la tarde,
consuela mucho hacer
inventario de cuanto nunca fuimos,
el tiempo y sus secuelas
sedan la decepción en nuestras mesas,
insisten en negarnos un pasado,
su agónica medalla a nuestra lucha
-esa que casi siempre postergamos
porque no era el momento-,
la insignia que atraviesa otras renuncias,

creamos, de verdad, que hemos logrado
cambiar el mundo
al mismo ritmo que nuestros calcetines,
que la cuenta corriente
de nuestra integridad tiene su saldo
en positivo, lo mismo que el del banco,
que nada hemos perdido en el camino,
salvo quizá la risa,
supongamos que sí, que somos héroes
libertarios montando barricadas
desde el cuarto de estar
entre el reflejo sepia de aquel tiempo,

sigamos convencidos que no hay nadie
tan honesto, hagamos
bandera de la ética y el puño,
luego pongamos la tele, es la hora
de cambiar el canal a la vergüenza,
tomemos la cerveza
como quien toma las calles y las plazas,
todo está bien, y la conciencia
                                                                se relaja mejor haciendo zapping.

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Es un poema social en el que se habla de los límites de la propia poesía social. Aureliano dice que la poesía social es muy amplia. En este poema hay conciencia y compromiso.

o   Lee ahora el poema “Plan para mañana”, premiado también, de un certamen que era un homenaje al médico Albert Llovet (especialista en cáncer y que murió además de esa enfermedad). Lo encabeza una cita de Antonio Gamoneda (lo mejor de mis poemas son las citas, dice Amando): “Aún siente como un perfume la existencia”

PLAN PARA MAÑANA

Saldremos en silencio de la casa
de camino otra vez al hospital.
Tú  apagarás la luz
como es costumbre, yo me preguntaré
si se apagan igual las vidas que las luces.
Luego, segura de volver mañana,
girarás la llave hacia el futuro
                                                     (ellos confían poco en el futuro,
                                                      ese pronóstico siempre reservado)
y tomarás mi mano
como si bajar conmigo la escalera
te hiciera de verdad estar aquí.

Cogeremos el bus, y buscarás
asiento lejos de la ventanilla,
hace tiempo que ya
no te apetece ver la vida afuera,
(como si no pasara), yo creeré
que te molesta el sol más que la ausencia.

Entonces, convencida
de que cualquier parada es tu destino,
pulsarás el botón de los anhelos,
                                                     (ellos ignoran que existan autobuses
                                                      por estos barrios siempre desolados)
y bajarás despacio,
tan feliz, como si pisar la acera
te hiciera de verdad estar aquí.

Tomaremos algo en cualquier bar,
siempre te gustaron las raciones
a compartir, las tapas
que recuerdan sabores de otro tiempo,
yo pagaré esa ronda
como quien quiere saldar alguna deuda.
Brindarás, mirándome a los ojos,
buscando tu reflejo en mis pupilas
                                                         (ellos creen observar en tu interior
                                                          las placas de tus sueños aún posibles),
y beberás de un sorbo la esperanza
que cabe en una caña de cerveza
como si tanta espuma
te hiciera de verdad estar aquí.


Y poco más, te irás desdibujando
a medida que cruzo los pasillos,
tu habitación, tres cifras
marcadas al azar, es la frontera
ahora lo sé, para las aventuras
que compartes conmigo sin moverte.
La enfermera dirá que estás tranquila,
que descansas, repite,
en esa cama donde hace meses ya
libra tu cuerpo una batalla inútil,
                                                         (ellos confunden la enferma allí tendida
                                                          con tus múltiples vidas junto a mí).

Luego saldrá, nos dejará allí, solos,
recordando de nuevo
escaleras, y bares, y autobuses...
Elegiremos el plan para mañana
-quizá sea el momento de ir al cine-,
y me sonreirás, es nuestro secreto,
porque los dos sabemos
todos los mundos que hay, estando aquí.
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Nos cuenta que Luis García Montero estaba en el jurado. Pasó la tarde charlando con él.


o   De 2014, y del premio de poesía “Un café con Literatos” nos lee ahora “La incierta soledad de las lubinas”, lleva una cita de L.M. Panero que dice: “Que se descubre/en el espejo/del silencio”. Son tres poemas que podemos escuchar en este vídeo:


CAMINO DEL MERCADO

Interpretar lo breve
que resulta el espacio
entre una vida
y nada, la distancia
entre quien somos
y quien (no) pudimos ser,
adivinar,
camino del mercado,
los castaños que esconden
-igual que nuestros ojos-
bajo sus vainas
contiguas existencias,

andar hacia esa compra
donde –intuimos-
solo el azar decide
quien nos amará, qué tierra
pisaremos un día
camino del vacío,
las huellas de qué dedos
arañarán de olvido
                          nuestra espalda desnuda…



MOSTRADORES DE HIELO

De entre las desoladas
lubinas que se ofrecen
al deseo, escogen
unos ojos exiliados
apenas kilo y cuarto;
sonríe con la escarcha
del tiempo esa pareja
de vidas dos a dos
orientada a una cena
en la casilla ocho
del tablero,
                   ignoran,
mientras pueblan –acaso
de premura, o de muerte-
el carro de metal,

                 qué habría sido su vida
                 si no hubiesen doblado
                 aquella esquina;
                 los surcos del destino
                 recogen lo fugaz
                 gota a gota, conversan
                 sobre el rigor del tiempo
                -de otro tiempo, quizás-,
                                                                                          mientras sus vidas
     (ya descamadas)
                                                                                          exhiben entre el hielo
                                                                                          inútiles renuncias.


DE UNA VIDA ENTRE ESPINAS

Puede que todo, al final,
se reduzca a eso,
estupidez de ojos
a la hora del mercado,
sueños, incertidumbres,
puede que todo, al final,
sea solo el delirio
entre los mostradores
de una pescadería,
                                 el goteo
de una vida entre espinas
arqueadas, diferentes
besos no dados
en labios similares,
un soplo del deshielo
a media tarde,
algún instante en fuga,
la aprendida,
                      la incierta
soledad que escurre en las lubinas.
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La poesía no es en sí, dice, un género literario, sino que impregna otros géneros. Amando García Nuño nos pone ejemplos de poesía en otros géneros:
o   Los microrrelatos de Eloy Tizón
o   O el eslogan del Museo Cerralbo, que decía: “Sabemos cómo terminó la partida: la ganó el tiempo”. Creado por una agencia de publicidad.

El poeta debe ir por la calle alerta, con los ojos abiertos.

Landero le parece el mejor de los novelistas españoles vivos. Los párrafos de sus novelas, afirma, desbordan poesía. Como Proust.

Tras la lectura de poemas, Amando García Nuño nos lee ahora también una serie de relatos. Escribe microrrelatos, formato con el que se siente muy cómodo.

Cien palabras de despedida
“Me pides que te diga adiós en cien palabras, como máximo. Exigencias de la tecnología amorosa. Mejor así, supongo. Siempre resultaron incómodas las despedidas largas. Ya llevo veintiocho, creo. Además, nosotros ya nos habíamos dicho todo, sería absurdo ponernos a hablar precisamente cuando nos alejamos. Mejor que hablen nuestros abogados, que no tienen límite de palabras en sus argumentarios procesales. Me entra prisa, ya ando cerca de setenta. ¡Uff! ¿Uff cuenta? Si cuenta uff, ya son setenta y nueve. Si no cuenta, ochenta y dos. No hay quien lo entienda. Como el amor. Cuenta uff. Noventa y ocho. Te quiero.”

Ha nacido un artista (Premio Literaula. Septiembre 2013)



Si un tren parte de Barcelona a las 9,45, a una velocidad media de 168 km/h  que puñetero día, otra vez lloviendo, se me han empapado las deportivas    y otro parte de Madrid media hora más tarde a una velocidad cuatro quintas veces inferior  y encima el gilipollas de Diego que nos chafa el botellón de hoy en su garaje    ¿a qué distancia de ambos puntos de partida se cruzarán?  yo que iba a aprovechar para entrarle a la Vanessa, ahora tendré que buscar otro momento, joder    ¿cuál será su hora de llegada al destino opuesto suponiendo una velocidad constante?    y el marrón en casa, mi viejo sigue insoportable, más ahora que encima está en paro  ¿y si sufrieran una deceleración del diez por ciento en los últimos 100 km?    a la mierda los trenes, el insti, Diego y sus putadas, la golfa de la Vanessa, a la mierda mis viejos y su, mi asquerosa vida  expresen la respuesta en horas y minutos, por favor esto es lo que hago yo con el examen de los huevos…
           
              -Sí, apreciado tutor. El alumno, bajo un croquis de inspiración cubista, describió que los trenes nunca llegarían a destino. Intuía que se cruzarían a la altura por Los Monegros, en una zona deshabitada. Allí, parados sobre las vías, permanecerían el resto de la jornada, difuminados como almas sin futuro, entre el indignado estupor de los pasajeros. Los maquinistas, al fin libres, se irían caminando hacia el pueblo más próximo, a tomar unos vinos y hablar de fútbol o de metafísica. Querido tutor, el gabinete psicológico del instituto detecta en el alumno rasgos cognitivos de superdotación, capacidad abstractiva fuera de lo común, y un enorme potencial para la creación artística y literaria.  Un joven prodigio, sin duda.

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Continúa con cuatro micros más cuyos títulos anoto:

Añoranza de San Isiquio (18 de noviembre)
Calor familiar
Caín no baja en Tribunal
Fado en el hilo musical


Y luego otros tres cuyos textos completos recojo en esta bitácora:

Homenaje (premiado en Elda en 2011)
Para A. Porpetta


                       La adoraba. La idolatraba. Respiraba, furtivo, el aroma a desdén que ella desprendía, detenidos ambos al sutil azar de los semáforos. El roce casual de un codo sobre la mochila bicolor, era botín suficiente. Por ella discutió, peleó, se humilló. Sangró de los nudillos y del corazón desollado.
             Por ella, como prueba irrefutable de amor, se comió el libro de sociales de séptimo. Ciento seis páginas, fotos a color y cólico gástrico. Daba igual. Podían lavar su estómago, pero no aquel ensueño visceral. En urgencias, ante el ilustrado bolo, la vio pasar. Indiferente, altiva. Acompañada, como siempre, por otro.
              La vio pasar, veintisiete años después, igual de indiferente, menos altiva, esta vez sola. Su pose ya no era desafiante, las arrugas reflejaban los hachazos del tiempo. Pese a todo, nostálgico de la deidad perdida, tuvo un gesto de homenaje. Un gesto para la contraportada de su amor. Heroico, inútil, como los de antaño...
                   Se comió el tomo íntegro de Guerra y paz. Mil quinientas treinta y dos páginas de aquella edición argentina que leyó de joven. Mil quinientas treinta y dos páginas con personajes buscando, esófago abajo, su ya escrito destino.  Los hay que nunca envejecen.
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Ignacio aporta el personaje, en relación a este relato, de Jorge de Burgos que en la novela “El nombre de la rosa” se come los manuscritos.

Nos lee ahora una serie de microrrelatos homenaje a Kafka (de los dos primeros añado el texto completo)

De la entomología aplicada al sueño (podemos escucharlo también en este vídeo)



Cuando Gregorio Sánchez despertó esa mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró convertido en Subsecretario de Fomento. Durante todo el día trató de asimilar su nuevo estado, con incierto éxito. A la noche, rebuscó en la estantería aquel viejo ejemplar en rústica, icono literario de su juventud progre. Comenzó a leerlo tumbado. Se durmió en la página diecisiete.
La mañana siguiente, Gregorio Sánchez amaneció periodista. Pasó a ser tertuliano de prestigio mediático, orgulloso fantoche capaz de crear, o destruir, opinión ajena. La jornada resultó ardua también, apenas compensada por los siete minutos escasos que disfrutó la lectura del texto interrumpido la noche anterior. Durmió profundamente.
En días sucesivos, el alba lo atrapó convertido en ejecutivo bancario, cantante de concursos televisivos, parlamentario con la mayoría, deportista de élite, empresario de impor-expor o novelista comprado por el éxito, entre otras vidas, igual de ajenas. Eso sí, todas las noches, Gregorio Sánchez leía unas páginas de aquella inquietante fábula que le permitía dormirse pronto y en paz. En la paz de los insectos. Entonces, Gregorio Sánchez soñaba.
Soñaba, rescatado de su atroz vigilia, con aquellos lejanos y felices tiempos donde un ciudadano de bien sólo podía despertarse metamorfoseado en cucaracha.
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Otra vez Kafka
Aquella mañana, el insecto se despertó convertido en Gregorio Sánchez. La visión frente al espejo le devolvió un asco infinito, aquella insoportable náusea, el mismo absceso de sórdida repugnancia.
Como suele ocurrir en estos casos, añoró aquel tiempo perdido donde simplemente era un pequeño escarabajo. Y eso que aún ignoraba casi todo de los humanos.
Luego, resignado, se anudó la corbata a modo de caparazón, y salió a la vida. Si se presta  algo de atención, aún resulta visible entre los restantes escarabajos humanos. Arrastrando tripa y miserias por la acera, dispuesto a pisar y ser pisado.
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Y cierra su lectura de micros con dos más:

El lamentable final de Gregorio Sánchez
Fugitivos en el último sorbo

Dice Amando que en nuestra Tertulia nos corregimos y nos “damos caña”. Y es una tertulia que le gusta y que le parece que debieran ser así todas. Aprender unos de otros y no solo aplaudirse como decían Gabo y Mutis.

Nos confiesa que se siente más cómodo en el poema breve, ahora busca más la esencia y nos recuerda que "el adjetivo que no da vida, mata" (Vicente Huidobro)

Volvemos, -vamos terminando este encuentro con el autor- con nuevos poemas.

- 2014: premio "Amantes de Teruel", nos lee el poema con el que ganó este certamen

LO QUE PUDO OCURRIR CUANDO NOSOTROS
                                                  
Los pasos indelebles del azar
albergan sin saberlo
medidas imprecisas de las cosas,
por poner un ejemplo, nuestro amor
tiene los mismos años
que el teléfono móvil, expusimos
aquella plenitud de nuestros cuerpos
mientras un ingeniero
enseñaba a la prensa su invención,
puede que incluso
nuestras torpes palabras se cruzaran
con las ondas del motorola aquel,
y que el adolescente
esbozo del deseo en nuestros dedos
reflejara un teclado en la distancia.
         
Pero también el tiempo tiene esquinas
donde los besos quedan atrapados
como gotas sin sed,
desde entonces los móviles
han mudado funciones y apariencias,
en nada se parecen
al primero (ese aviso de amor),
que pesaba dos kilos y tenía
autonomía para media hora,
media hora, aquel tiempo
que marcaba la infinitud exacta
de un instante a tu lado,

en tardes como esta
me pregunto qué ha sido de nosotros,
si estos rostros que ahora
podemos retener en una imagen
con solo hacer un clic en la rutina,
mantienen la mirada
retadora de aquellos niños sepias,
                                                       si aún nos tecleamos
                                                       en la pantalla táctil de la vida.


Quizás mañana vaya
a comprar un nuevo terminal, al viejo
se le ha agotado ya la batería
(me he preguntado a veces
cuánto duran las pilas del amor),
y además no es smartphone,
                                              esta vez
quiero que me acompañes,
que mientras lo habitamos
de iconos verdes y de aplicaciones,
tú me digas despacio que me quieres
mirándome a los ojos,
que escribas un wasap de lo imposible
en mi costado,
                        puede que a estar alturas
hayamos descubierto
que toda esa tecnología apenas sirve
-como ocurrió aquel año-
para medir el rastro de los sueños,
hay fechas que no pueden compartir
efemérides lacias,
nuestro amor no nació entre motorolas,
emerge de otro tiempo sin señales,
de una fecha en la piel…,
                                         ya ves,
va a resultar ahora
que nada más pasó cuando nosotros.
---

Habla Amando de la técnica que utiliza en su poesía: prefiere la silva libre impar: endecasílabos, heptasílabos, pentasílabos...

- Nos lee a continuación el poema "Chapas", un soneto doblado.



Nos cuenta que en su primera etapa, sus ídolos eran Rimbaud y Verlaine. Luego descubrió a los ingleses y a Pessoa. De los poetas españoles, sus referencias obligadas son Ángel González y Gil de Biedma y de ahora, Gamoneda y Margarit.

Estamos ya cerca de las nueve de la noche, pero antes de terminar nuestra tertulia de hoy, pedimos a Amando García Nuño que nos lea tres poemas:

1.- Cristales invisibles: nos habla de Leopoldo Alas y de su infancia compartida en Segovia. De él toma la cita que encabeza este poema: "En el amor no había ningún riesgo salvo saber que es falso".

2.- El poema que fue premio "Versos para el adiós", Esos distintos modos de existir.



3.- La mujer de Lot cogiendo un taxi, el poema con el que ha ganado el premio Poeta de Cabra 2015 y que transcribo aquí junto con el vídeo de la lectura del poeta:



LA MUJER DE LOT COGIENDO UN TAXI

Vi a la mujer de Lot parar un taxi,
sentarse con alivio,
remover su tristeza y murmurar
las sílabas melladas de un destino,
parecía una simple
turista con su mapa en el recuerdo,
tenía gafas de sol,
el cuello dislocado,
y la amargura
de quien sabe perdido el paraíso
sin descifrar el mal
que esconde un simple escorzo de nostalgia.

La vi alejarse, el coche
se fundió en una esquina, con su imagen
exiliada sobre el poliuretano
del asiento trasero,
esa mirada, siempre esa mirada
de futuro en sazón, esa mirada
donde reconocer
cada una de las calles, todos esos
rincones luminosos
que aún guardaba en la memoria insomne
de un ayer sin sal ni condenados.

Giró el taxi al final de la avenida,
perdí entonces el rastro
de la mujer que un día tuvo nombre
(Edith, o acaso el nuestro)
y movía con gracia su cintura
antes de aquella rigidez severa,
esa mujer que siempre
quiso mirar,
quiso mirar
y ver…

Nunca más supe de ella, aunque imagino
su figura furtiva
presa en el arrabal de una certeza,
ahora que Lot no estaba, y la ceniza
cubría de silencio
todos los callejones de esta vida
-tan parecida a aquella, y tan distinta-,
ahora que Lot no estaba,
ella intuía
la crueldad extrema de ese dios:
restituir sus ojos
para grabar en ellos la sentencia,
hacerla otra vez tierra,
devolverle la sangre y los recuerdos

cuando a su alrededor todo era estatua.
---

Despedimos a nuestro poeta invitado. Los rascamanes salen del salón del Santander y le muestran su cariño a Amando. Gracias, poeta por esta tarde de conversación, de poesía, de narrativa, esta tarde de felicidad.

Nos sentimos deudores y confíamos en que regrese de nuevo para acompañarnos en alguna más de nuestras tertulias.

Sin duda, otra tarde memorable para los rascamanes.




Javier Díaz Gil
27 de noviembre de 2015