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jueves, 16 de julio de 2009

39ª Jornada/II Año: Miércoles, 15 de julio de 2009

Futura Bitácora


La gente estuvo muy confiada, muy tranquila, como si no hubiera peligro ninguno. Sólo cuando el virus mutó y comenzó a hacer estragos, todo el mundo empezó a protegerse. Y una de las primeras medidas, acogida sin protesta ninguna, fue la supresión de cualquier reunión pública o privada que no fuese absolutamente necesaria y autorizadísima por la autoridad competente. Adiós tertulia, adiós querida tertulia del Galdós, “donde no hay piques ni zancadillas”, ni órdenes tajantes, y sí sabiduría y amabilidad de todos y cada uno de nuestros compañeros, que los virus respeten, amén. Así es que hoy nos reunimos por última vez, los dioses saben hasta cuándo, ya con un poco de miedo.

Cuando yo he llegado ya estaban Javier, Rocío, Vicentrillo, Celia e Ismael. Todos con sus mascarillas puestas. Yo he llegado igual, con la boca enfundada en mi mascarilla. Nada de besos ni abrazos, le doy la mano a todos y basta. Yo no sé bien por qué inicio la sesión con una pregunta. Mi voz suena un poco espectral debajo de la mascarilla, tengo que gritar. "¿Qué os parece el divorcio por horas?" Y me van respondiendo también con voces fantasmales. En general, me parece que los chicos son más partidarios de él que las chicas/señoras. De todas maneras, no se llega a una conclusión sobre este fenómeno y Vicentrillo pasa a leer un relato que ya le habíamos oído, pero ahora está mejor aún, relato típicamente vicentrillano, de un tío que “huele a cable quemado” desde los diez años y está como una cabra, lo cual se deduce de su conducta y sus pensamientos. A lo largo de todo el relato hay una continua referencia a la inexistencia de personajes literarios como Don Quijote, Alicia, Tarzán. Anoto “Suicídate en todas las direcciones”. Javier anota, en cambio, le gusta que el personaje “saque una foto de su calcetín derecho”. Se plantea un debate sobre la necesidad de utilizar frases cortas o no en los diálogos.

La verdad que con las mascarillas hay cosas que yo he perdido, así es que propongo desenmascarillarnos todos y que sea lo que los dioses quieran, total, yo, como soy viejo, pierdo menos. Qué egoístas somos los seres humanos.

Bueno, yo leo “Los ojos de Atzumori” y Javier me aconseja, muy bien aconsejado, que introduzca un elemento de nieve para enlazar la segunda parte del poema con la tercera. A continuación Celia, previamente introducida por la pregunta de Javier : “¿Qué diferencia hay entre temor y miedo?” Creo que la pregunta está motivada por el miedo que todos tenemos a la gripe esa. Javier hace algunos sugerencias y correcciones a los poemas de Celia, en el sentido de que debe cerrarlos más, y no sé por qué recuerda una cita de Borges, algo así como “maldecir las cópulas y los espejos porque multiplican a los hombres”. Después Sagrario que está muy vaga hoy, lee unas cosillas muy graciosas, aunque no tengan muchas pretensiones: “Donde ríe el agua, lloran los álamos”, y “he venido a permanecer en silencio/ mientras mi gato come gorriones”. Y el niño Ismael, que está un poco chungo, Dios mío, a ver si es que la ha cogido ya, tiene unas ojeras, una mirada más pachucha en sus ojísimos sirios, y encima un servidor lo pisa sin querer en el pie malito, perdón Ismael, perdón, lee un relato corto, “La tertulia”, que gusta a todos por su humor negro, su ritmo bien conseguido y ese final en el que un tertuliano es muerto a garrotazos por sus errores gramaticales. Rocío (ya hay que decir la maestra Rocío, que ya lleva un collar de premios y una pulsera de finalista) lee una cosa entrañable, de una señora que está siendo operada. El final, “adiós, mioma mío” es muy sorpresivo, está muy bien, porque juega con el equívoco del embarazo, y luego nada, es un mioma. Javier vuelve a sus fantasmas : “Cuando el mundo huele a recién pintado/ y diez minutos son promesa de toda una vida”. Le digo que no se pueden leer esos poemas aislados, que deben ser leídos todos. Hay algunos que son una mínima expresión de poema, y claro, se deben leer todos, se apoyan los unos en los otros.

Y, una vez leido Javier, me vuelvo a poner mi mascarilla y me largo. Antes me despido, claro, pero ya digo, sin abrazos ni besos. A ver si esto amaina, autorizan otra vez las reuniones y volvemos todos y todas. Ya me parece a mi un poco extraño la falta de tanta gente hoy. ¿Será que alguien la ha palmado o simplemente que esté el personal por esas playas, esas montañas, esos Caminos de Santiago? ¡Ay, ausentes, ausentas, por favor, decidnos que estáis bien, que volveréis y volveremos a escuchar vuestras voces, sabias, frescas, sorprendentes y sobre todo libres ya de microbios!

La calle es una tristeza. La gente anda corriendo, la poca que hay. En el metro hasta el perro de un ciego lleva su mascarilla. Yo, por si acaso, ya me he confesado. Pero como soy pagano, me he pasado por la diosa Cibeles, que es la que tenía más cerca. Me ha echado un chorro de agua y me ha dicho: “Abuelo, no te preocupes, y sobre todo, que te quiten lo bailado”. Qué maja es la Cibeles.


Aureliano Cañadas
16 de julio de 2009

domingo, 12 de julio de 2009

38ª Jornada/II Año: Miércoles, 8 de julio de 2009

Sinestesias


¡Cómo llegó Aureliano! Tenía la gorra y las manos llenas de sangre, acababa de matar a un chino. Seguirá matando, el presidente de su comunidad debe de andar con mucho cuidado. José María le cogió metafóricamente del cuello y le recriminó con un poema sobre la muerte. Nada más os contaré de lo que pasó este primer miércoles de Julio en un lugar llamado Café Galdós; mejor que quede entre los que estuvimos allí. Además, no estoy inspirado y corro el riesgo de hacer una simple relación de piropos sobre las lecturas que hicimos. Hablaré de mí. Sí, creo que estuve muy bien… hice comentarios ingeniosos… escondí bien mis miserias, no se notó nada que llevaba un día triste, o tal vez dejó de serlo escuchando expresiones como “donde el agua ríe”.

“Me aterra la frialdad del espejo/idéntica a la del dinero” nos recitó Enrique López Clavel, mientras el nieto de un barba azul escrutaba el espectáculo; efectivamente, fue una actuación llena de sinestesias. Después de las últimas experiencias, tenía miedo a que nos obligaran a cambiarnos de mesa para poner el futbol… esta vez no lo iba a permitir… Aureliano podía matar y haría bien. Confío en que llegue el día en que un grupo de personas esté viendo el futbol en el café y, al llegar los tertulianos, la camarera les apague la televisión y les invite a sentarse en otro sitio. O mejor y más equitativo todavía: en un estadio, donde se está jugando un partido, dejen de jugar para retransmitir en directo una tertulia literaria cualquiera. El futbol en el estadio, y la plática en la cafetería.

Fulgentes compañeros de planeta, andad con cuidado que los fantasmas siguen echando carácter, los ángeles están distraídos y los demonios miran suspicaces a la luz: ¡qué laberinto la luz!

Por cierto, he optado por el tipo el tipo de letra Arial, sencilla y atractiva.


Pequeña nota final: Los sinestésicos perciben colores al probar sabores, oyen melodías al tocar texturas o ven auras de colores alrededor de las personas. Muchos con gran creatividad y sorprendente memoria. David Eagle


Ismael Constantinopla
12 de julio de 2009

jueves, 2 de julio de 2009

37ª Jornada/II Año: Miércoles, 1 de julio de 2009

El poeta le pide a su mujer que no piense en la muerte... (Rafael Montesinos)

Comienza Julio.

La Tertulia se extiende en el calendario al mes de Julio. Nos resistimos a dejar de reunirnos con la llegada del verano. Esperaremos a Agosto para despedirnos. Sabemos que tenemos en contra el calor del calle a esta hora de la tarde. A las seis Madrid es un horno y el asfalto y las aceras se encargan de recordárnoslo.

A favor tenemos la fresca compañía de los amigos de la Tertulia.

Cuando llego, allí están ya sentadas Charo y Rocío. La lista se completará esta tarde con Vicente y Aure, con Carmenforn y David y con Sagrario.

Y una sorpresa, viene Jesús Jiménez Reinaldo, amigo y poeta grande a vernos. Aunque se irá pronto porque le esperan para ir al teatro. Cuarenta minutos con él que nos han sido tan refrescantes como las botellas de agua y de cerveza, o la merienda tibia de Rocío.

Charo nos cuenta que su móvil se ha muerto ahogado. "Después de tenerlo diez años, no sé qué voy a hacer"... Como si hubiera perdido un novio. "Peor aún", nos dice.

Aure dice que no ha traido al "poeta vagabundo". Un hermano peruano que le ha salido. Lo traerá algún día.

Pronto nos animamos a leer lo que hemos traido.

Aure comienza. Dice que el poema que va a leer es una mezcla de Muerte en Venecia y La Alcarria.

Jesús Jiménez Reinaldo apunta: "una mezcla de Cela y de Thomas Mann".

Muerte en la Alcarría, se titula, y comienza:

Habríamos jugado
sin la arena del Lido,
sin palacios, sin góndolas...

Vicente recuerda que en la lectura a la que asistimos él y yo de Ada Salas en junio en el Centro de Poesía José Hierro de Getafe, el poeta Jesús Urceloy defendía que había que escribir sonetos, pero ella decía que no necesitaba hacerlo.

"¿Es tiempo ahora de escribir sonetos?", dice Jesús. Es difícil aportar algo nuevo. En lo que se escribe últimamente, suena más la música del soneto que la letra. "José Hierro fue una excepción, afirma Jesús.

Pregunta Aure que cómo es el plural de los nombres compuestos, por ejemplo, perro lobo. Jesús aclara, como buen profesor de Lengua y Lirteratura que es: el plural se aplica al primer nombre, así sería "Perros lobo".

Jesús escribe artículos bajo el título de "El trastero" en una revista de la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid: Zarabanda Digital. Nos aconseja Aure que no dejemos de leerlos.
Se marcha Jesús, son casi las siete.

Leo tres nuevos poemas de la serie de "Fantasmas" que estoy escribiendo. El último dice:

lo
que sientes.

Yo
también
fui
mortal.

¿Cuántos poemas compondrán la serie? Respondo yo que quizá unos 30, sería un número equilibrado.

Llega Sagrario que ocupa el lugar de Jesús. Ella dice que nunca coincide con él en la Tertulia. ¿Serán la misma persona Jesús y ella?, nos preguntamos.

Dice Aure que él y yo estamos coincidiendo en nuestra visión dual. Él está escribiendo sobre ángeles y demonios y yo sobre fantasmas y ángeles.

Charo lanza una propuesta. ¿Quién se anima el sábado a visitar la tumba del poeta Larra en el cementerio de San Justo, en la Sacramental de San Isidro? Interesante propuesta.

Cuentan Sagrario y Carmenfron la lectura que hicieron en "Los Diablos Azules". Un local bonito que estaba lleno. Carmenfron, la única que leyó relato pero sirvió para relajar entre tanta poesía.

(Se cruza en el aire el comentario de una inolvidable película, digna de "recordar": "Los albóndigas en remojo").

Contínúan los comentarios de "Los diablos...": cambios de escenario: sofá, tarima de pie, en una silla, cambios de luces. Estuvo Miguel Pastrana.

Mañana jueves cenaremos en e la Taberna "La Badila", C/ Cabeza nº 7 en Tirso de Molina para celebrar el fin de curso de la Tertulia, aunque continuemos lo que queda de julio reuniéndonos.

Hablamos del blog de Sagrario, es de reciclaje. Y va publicando fotos, noticias. El blog de Valdemingómez, dice Vicente.

Hablamos también de la Tertulia de hace dos semanas a la que vino Emilio Gastón. Coincidimos en que nos cayó muy bien a todos.

Los dos ojeadores de la Tertulia, afirmamos, son Aure y Sagrario.
Sagrario nos cuenta que Ángel Guinda fue profesor de instituto de Paco Sevilla.

Nos lee Rocío su relato: "Tertulianos de renta antigua".

separando las lentejas malas de las buenas...
inclinada sobre la nada...

Aure se va pero no se va. Se despide tantas veces porque no se quiere ir.
Los españoles, por ese motivo, inventamos la frase: ¿Nos tomamos la penúltima?

Surge la propuesta de la próxima semana. Un relato en el que aprezca la frase: "era una letra de cuerpo 12, arial se llamaba".

Lee Charo un relato: "Cinema laberíntico".
Lo ha leído ya alguna vez en otros foros y ha gustado mucho, nos dice. Ha ido hilando títulos de películas. El relato lo publicó en la revista "Alborada" de Bilbao.

Se ha visto todas las películas del relato que cita. "Soy una actriz frustrada y una cinéfila empedernida".

Cita Vicente a Carson McCullers, y su novela "Reflejos en un ojo dorado".

Hablamos de Vivien Leigh, Marlon Brando, Paul Newman, Liz Taylor, Katherin Hepburn, Grace Kelly, Ava Gardner...

Cuando veo Mogambo, me cabreo, dice Sagrario.

Lee Vicente su relato "El círculo de hombres fríos". Un relato que ya nos leyó pero que ha reformado.

El hombre imperturbable y los miembros del círculo de hombres fríos.

A mi espalda una mujer, me lo descubre David, ha llorado durante toda la tarde. David lo ha estado viendo.

Surge la conversación en torno a la tristeza y a la necesidad de que te escuchen y de compartirla.

"tu jefa necesitaba un abrazo"
"yo creo que era de amor"

Lee Sagrario un poema de Rafael Montesinos, una primera edición de su "Poesía. 1944-1979". Edición de 1979, Plaza y Janés. El poema se titula: "El poeta pide a su mujer que no piense en la muerte".

Me tengo que marchar. Les dejo en el rincón del Galdós terminando conversaciones y compartiendo imágenes. Hasta el próximo miércoles de julio.

Javier Díaz Gil
11 de julio de 2009

36ª Jornada/II Año: Miércoles, 24 de junio de 2009

¿Mosca con vértigo...?




Yo sé que ya nunca seré la misma. Y vértigo siento al darme cuenta. ¡Vértigo yo! Qué tragedia… Pero ya no hay remedio. ¿Y para qué "mosquearse"? En fin… No sé ni como aún tengo humor…
De todos modos, tampoco sabría a quién culpar por ello. ¿A esos cuadros que no estaban? Porque yo me suelo esconder detrás de alguno de ellos. Pero ese día las paredes estaban lisas y vacías. ¿A las palabras que salían de aquel humano que llamaron mi atención? "Aquí no hay zancadillas, ni piques ni nada de eso…" Mira que me extraña, pensé yo, siendo humanos… "¿Os habéis leído "Tortilla Flat"? ¡Tortilla! Y se chocaron en el aire una contra otra mis dos antenas de pura felicidad. ¿O al cruasán que visualizaron mis ojos sin párpados? Uhhhmmmm cómo se frotaron mis seis patitas, dos a dos, relamiéndose de gusto. ¿A quién echar la culpa? Supongo que a todo un poco.

El caso es que yo vivía aquí, detrás del cuadro de turno que hubiera en la pared. Me gusta mucho este sitio, esta sala color rojizo, tiene la temperatura, la humedad y la luz perfecta para nosotras. Fuera hace demasiado calor, demasiadas corrientes de aire se me disputan. Así que mejor me quedo dentro.

Pero… nosotras irresistiblemente vamos hacia la luz, por eso yo acabé en aquella mesa mejor iluminada que las demás. Sobrevolando aquel cruasán que me hacía guiños y sobre el que toda yo estaba ansiosa por posarse. Pero por alguna extraña razón que nunca se había visto en mi especie la conversación que flotaba sobre sus cabezas me atrapó como si se tratara de pura miel. ¿No dicen aquello de "Más moscas se cogen con miel que con hiel"? Pues eso me pasó a mí. Había dulces en la mesa y había otra sustancia incolora e invisible uniéndoles a ellos que también era pegajosa y atractiva. "En boca cerrada no entran moscas" pero sin embargo sus bocas no dejaban de emitir palabras que se posaban bajo mis patas, que me mantenían sospechosamente en vilo. Sin dejar que volara fuera de allí y sin dejar que me posara. ¿Por qué?

Me aprendí sus gestos, me aprendí sus nombres y fui revoloteando encima de cada una de esas frases que les unían como si fueran una tela de araña invisible que me tenía atrapada sin remedio.

Comenzó aquel que se jactaba de que allí no había piques ni zancadillas, un tal Aureliano que les leyó una especie de música hecha de sílabas y palabras (me río yo del cuento ese de los humanitos "El flautista de Hamelín"…) que me fue hipnotizando…

Petrucco Saltimbanqui (Aureliano Cañadas)

"Mañana dormiremos tal vez en un establo,
contaré las estrellas para ti.
Pero esta noche Petrucco…"

Y después otra: "El hijo del minero"
"Volvían los violines
del silencio del sueño
Y a su voz estridente
aún como el primer canto…"

Justo después fue cuando sacó la tortilla a relucir, asestándome de ese modo un cazamoscas tan verbal como fatal que acabó por dejarme allí, atontada del todo. "Me ha encantado la traducción portuguesa de "Tortilla flat". En portugués se titula "El milagro de San Francisco"…" Y otro que llamaban Vicente, empezó a hablar con él de aquello de la tortilla. ¡Dios de las moscas no lo podía soportar…! Y aunque yo tenía miedo de que en cualquier momento me diera un manotazo a juzgar por el ímpetu que ponía al hablar, allí estaba sin reaccionar. "… son de aliento largo. Como en inglés que apenas hay comas. La épica española es también de aliento largo…"

"Qué bonita frase…" dijo la humana del cruasán con los carrillos llenos. ¡Cómo la envidié…! "De aliento largo…" La humana no paraba de escribir y escribir, claro que eso fue después de comerse el cruasán… Fíate de las "Mosquitas muertas"…

Entonces le tocó el turno a otra humana, una que yo nunca había visto por allí y a quién llamaban Charo. Y fue ella la nueva flautista del Galdos. Y con sus versos yo de nuevo sentí que algo inexplicable me retenía. Que me habían cazado a fuerza de palabras e imágenes. Pues aquella humana decía dedicarse a los poemas de películas. Y allí recitó de "Dublineses":

"Por qué esta noche Greta querida…
¿Era el destino acaso?..."

De "Días de vino y rosas"
"¿Por qué ocurrió si nuestro amor rebosaba?
Si las ánforas de barro…"

Y de "Desayuno con Diamantes"
"No llores Holly
Ven coge la guerra…"

Justo después de aquello llegaron dos humanos más: Jose Mª Herranz y Emilio López Clavel. Éste último también leyó "Comprendido" de su libro "Licántropo aterido" y sus palabras fueron éstas:

"Porque cruzo descalzo el horizonte
y permito que las nubes…"

Mis alas querían volar a otras mesas. Pero el ambiente era demasiado pesado, demasiado intenso y no conseguían elevarse por más que yo las agitaba. En el cielo de aquella mesa se cruzaban las risas y las frases y no había espacio libre, no había rendija, por donde escapar.

"Ahora me dicen "Eres bueno" y yo me acuerdo de aquel tiempo en que me decían "Estás bueno". "La camarera ¿está embarazada?" "Jara Bedmar es muy buena…, la estuve escuchando la otra tarde…" "Sí hace un tipo de poesía social del estilo de Ana Delgado..." "Sí… y luego había una canaria: Verónica García…"

De pronto durante unos segundos se hizo el silencio, y debería haber aprovechado, debería haber levantado rauda el vuelo y escapar de allí. Pero fue entonces cuando la tal Sagrario comenzó a recitar un poema de Alfonso Pascal de un libro titulado "De aquellos mares estos sueños" y ya tampoco conseguí huir:

"Al día siguiente tuve que reír y bromear
Como si no pasara nada…"

Y fui presa de aquella tristeza pegajosa… Y casi sin descanso comenzó a leer una humana a la que llaman CarmenFron, lo que llevaba escrito en un papel y que se titulaba "Danza Macabra: Ella era morena y bajita…" Y se quitaban la palabra los unos a los otros y la estiraban y se la tiraban los unos a los otros como puentes levadizos por encima de mí, y yo seguía chocándome entre los vasos y las jarras, sobre las galletas y los panchitos, atontada de versos. Porque justo fue después, cuando uno de los recién llegados, José Mª Herranz, cuando comenzó otro relato: "Hasta siempre Vladimir".

"La arruga es bella" "Depende dónde…" Discrepancia de opiniones sobre relatos y poesías. "Me gustó mucho porque era Getafe y era sábado…" "Tertulianos de renta antigua" "Te noto diferente…" "¿Quizás más guapo….?" "Es que estoy moreno"… Muchas veces no entendía lo que decían los humanos. ¿Qué mosca les habrá picado? Eran frases de aquí y de allí las que cogían mis antenas y aunque yo intentaba buscarles un nexo de unión que hiciera mi vuelo más ligero, no conseguía hacerlo y me enredaba aún más en ellas.

A esas alturas de la tarde ya se habían marchado tres tertulianos, y habían llegado otros dos: Una humana a la que saludaron como Ángeles y un humano de nombre Javier que llegaba cansado. Y yo me pregunté si porque se llamaba Ángeles la nueva humana, él recién llegado empezó a hablar de esos seres…

Pero Rocío, la humana que escribía y escribía, la humana que "me" había quitado el cruasán leyó "Fábula de un poemita feo".

Y nada más terminar el que podía haberme matado con la fuerza de sus palabras, el humano Vicente empezó a leer también: "Buscaba volver a escribir, sí, el hecho de escribir, de poder soltar algo, recuperar la competitividad (característica inherente de todo escritor que publica en una editorial gorda y vende entre cien mil y ciento cincuenta mil…) …"

¿Qué dicen estos humanos? Se preguntaban mis antenas, la una a la otra. Sin embargo acababan arrugándose, rindiéndose de incomprensión, porque no podían contestarse. Yo levitaba aturdida porque ellas no se ponían de acuerdo. Y mis ojos sin párpados no podían hacer otra cosa que mirar sus falsos reflejos en los vasos. En esos vasos contra los que mi cuerpo no dejaba de chocar. Incapaz de evitarlos, incapaz de sobrevolarlos.

Y no contentos con eso, además se querían…

"Te noto diferente…" "¿Quizás más guapo….?" "Es que estoy moreno"… "Por eso te quiero…" "He mandado hoy un correo pensando en ti David…"

No hay nada más pegajoso que el amor de un tertuliano. Ahora lo sé. Es un extraño afecto que todavía no he estudiado bien, pero puedo dar fe de mosca de ello. Es meloso, azucarado, contagioso y sobón. Una pesadez. Para que luego digan de nosotras.

De ahí saltan a un tal Muñoz Molina que allí no estaba, pero del que algunos hablan con pasión.
Y tras ello le toca el turno al humano David que les hipnotiza con una historia titulada "El poema": "Había conseguido escribir el poema de un tirón. La búsqueda de la certeza, la vanidad, la identidad…"

Es justo después el turno del humano Javier que saca dos poemas de una pequeña libreta. Uno de la serie "Fotografías de Azucena".

"Sé que no fue un sueño
Mis pies se convirtieron en agua…"

Y otro mucho más corto que se titulaba "Fantasma 14" y decía así:

"El ángel
que traspasó tu corazón,

No podrá nunca
atravesar
paredes."

Y por último la humana Ángeles fue la que leyó "Diferentes mundos":

"Anclada, anclada, anclada
en las esferas del tiempo
donde los huesos crujen…"

Después de aquello, tras largas horas allí, por fin se fueron, parándose cada tres pasos, sin dejar de hablar y hablar y hablar. Hasta el miércoles dijeron.

Sí, ellos volverán. Y yo estaré aquí. Esperándolos. Pero ya seré otra.

Vértigo siento al darme cuenta. ¿Una mosca con vértigo? Una atrocidad. Pero también sé que ya no hay remedio. ¿Quién tiene la culpa? ¿Esos cuadros que no estaban? ¡¿La Tortilla?! ¿El cruasán que acababan de traer? ¿O sus palabras? Quizás todo un poco. El caso es que aquellos humanos que allí andaban "cazando moscas" acabaron cazándome a mí. "No te equivoques. No es a esa extraña armonía, a esa rara belleza de historias y versos, adonde tienen que volar las moscas" me dicen mis compañeras, con sus seis patitas en jarras.

Pero un encogimiento incomprensible sacude mis antenas porque aunque pienso como ellas, sé que no podré reaccionar de otro modo. Ahora ya cada miércoles tendré que jugarme la vida revoloteando y revoloteando sobre sus cabezas, chocando contra sus vasos, quedándome pegada para siempre a su tertulia. Consumida de versos e historias. Ya no sabré vivir de otro modo.

¿Falta mucho para el siguiente miércoles? Se preguntan a escondidas mis antenas.

Rocío Díaz Gómez
Una cruasanpófaga voraz

29 de junio de 2009