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jueves, 2 de julio de 2009

36ª Jornada/II Año: Miércoles, 24 de junio de 2009

¿Mosca con vértigo...?




Yo sé que ya nunca seré la misma. Y vértigo siento al darme cuenta. ¡Vértigo yo! Qué tragedia… Pero ya no hay remedio. ¿Y para qué "mosquearse"? En fin… No sé ni como aún tengo humor…
De todos modos, tampoco sabría a quién culpar por ello. ¿A esos cuadros que no estaban? Porque yo me suelo esconder detrás de alguno de ellos. Pero ese día las paredes estaban lisas y vacías. ¿A las palabras que salían de aquel humano que llamaron mi atención? "Aquí no hay zancadillas, ni piques ni nada de eso…" Mira que me extraña, pensé yo, siendo humanos… "¿Os habéis leído "Tortilla Flat"? ¡Tortilla! Y se chocaron en el aire una contra otra mis dos antenas de pura felicidad. ¿O al cruasán que visualizaron mis ojos sin párpados? Uhhhmmmm cómo se frotaron mis seis patitas, dos a dos, relamiéndose de gusto. ¿A quién echar la culpa? Supongo que a todo un poco.

El caso es que yo vivía aquí, detrás del cuadro de turno que hubiera en la pared. Me gusta mucho este sitio, esta sala color rojizo, tiene la temperatura, la humedad y la luz perfecta para nosotras. Fuera hace demasiado calor, demasiadas corrientes de aire se me disputan. Así que mejor me quedo dentro.

Pero… nosotras irresistiblemente vamos hacia la luz, por eso yo acabé en aquella mesa mejor iluminada que las demás. Sobrevolando aquel cruasán que me hacía guiños y sobre el que toda yo estaba ansiosa por posarse. Pero por alguna extraña razón que nunca se había visto en mi especie la conversación que flotaba sobre sus cabezas me atrapó como si se tratara de pura miel. ¿No dicen aquello de "Más moscas se cogen con miel que con hiel"? Pues eso me pasó a mí. Había dulces en la mesa y había otra sustancia incolora e invisible uniéndoles a ellos que también era pegajosa y atractiva. "En boca cerrada no entran moscas" pero sin embargo sus bocas no dejaban de emitir palabras que se posaban bajo mis patas, que me mantenían sospechosamente en vilo. Sin dejar que volara fuera de allí y sin dejar que me posara. ¿Por qué?

Me aprendí sus gestos, me aprendí sus nombres y fui revoloteando encima de cada una de esas frases que les unían como si fueran una tela de araña invisible que me tenía atrapada sin remedio.

Comenzó aquel que se jactaba de que allí no había piques ni zancadillas, un tal Aureliano que les leyó una especie de música hecha de sílabas y palabras (me río yo del cuento ese de los humanitos "El flautista de Hamelín"…) que me fue hipnotizando…

Petrucco Saltimbanqui (Aureliano Cañadas)

"Mañana dormiremos tal vez en un establo,
contaré las estrellas para ti.
Pero esta noche Petrucco…"

Y después otra: "El hijo del minero"
"Volvían los violines
del silencio del sueño
Y a su voz estridente
aún como el primer canto…"

Justo después fue cuando sacó la tortilla a relucir, asestándome de ese modo un cazamoscas tan verbal como fatal que acabó por dejarme allí, atontada del todo. "Me ha encantado la traducción portuguesa de "Tortilla flat". En portugués se titula "El milagro de San Francisco"…" Y otro que llamaban Vicente, empezó a hablar con él de aquello de la tortilla. ¡Dios de las moscas no lo podía soportar…! Y aunque yo tenía miedo de que en cualquier momento me diera un manotazo a juzgar por el ímpetu que ponía al hablar, allí estaba sin reaccionar. "… son de aliento largo. Como en inglés que apenas hay comas. La épica española es también de aliento largo…"

"Qué bonita frase…" dijo la humana del cruasán con los carrillos llenos. ¡Cómo la envidié…! "De aliento largo…" La humana no paraba de escribir y escribir, claro que eso fue después de comerse el cruasán… Fíate de las "Mosquitas muertas"…

Entonces le tocó el turno a otra humana, una que yo nunca había visto por allí y a quién llamaban Charo. Y fue ella la nueva flautista del Galdos. Y con sus versos yo de nuevo sentí que algo inexplicable me retenía. Que me habían cazado a fuerza de palabras e imágenes. Pues aquella humana decía dedicarse a los poemas de películas. Y allí recitó de "Dublineses":

"Por qué esta noche Greta querida…
¿Era el destino acaso?..."

De "Días de vino y rosas"
"¿Por qué ocurrió si nuestro amor rebosaba?
Si las ánforas de barro…"

Y de "Desayuno con Diamantes"
"No llores Holly
Ven coge la guerra…"

Justo después de aquello llegaron dos humanos más: Jose Mª Herranz y Emilio López Clavel. Éste último también leyó "Comprendido" de su libro "Licántropo aterido" y sus palabras fueron éstas:

"Porque cruzo descalzo el horizonte
y permito que las nubes…"

Mis alas querían volar a otras mesas. Pero el ambiente era demasiado pesado, demasiado intenso y no conseguían elevarse por más que yo las agitaba. En el cielo de aquella mesa se cruzaban las risas y las frases y no había espacio libre, no había rendija, por donde escapar.

"Ahora me dicen "Eres bueno" y yo me acuerdo de aquel tiempo en que me decían "Estás bueno". "La camarera ¿está embarazada?" "Jara Bedmar es muy buena…, la estuve escuchando la otra tarde…" "Sí hace un tipo de poesía social del estilo de Ana Delgado..." "Sí… y luego había una canaria: Verónica García…"

De pronto durante unos segundos se hizo el silencio, y debería haber aprovechado, debería haber levantado rauda el vuelo y escapar de allí. Pero fue entonces cuando la tal Sagrario comenzó a recitar un poema de Alfonso Pascal de un libro titulado "De aquellos mares estos sueños" y ya tampoco conseguí huir:

"Al día siguiente tuve que reír y bromear
Como si no pasara nada…"

Y fui presa de aquella tristeza pegajosa… Y casi sin descanso comenzó a leer una humana a la que llaman CarmenFron, lo que llevaba escrito en un papel y que se titulaba "Danza Macabra: Ella era morena y bajita…" Y se quitaban la palabra los unos a los otros y la estiraban y se la tiraban los unos a los otros como puentes levadizos por encima de mí, y yo seguía chocándome entre los vasos y las jarras, sobre las galletas y los panchitos, atontada de versos. Porque justo fue después, cuando uno de los recién llegados, José Mª Herranz, cuando comenzó otro relato: "Hasta siempre Vladimir".

"La arruga es bella" "Depende dónde…" Discrepancia de opiniones sobre relatos y poesías. "Me gustó mucho porque era Getafe y era sábado…" "Tertulianos de renta antigua" "Te noto diferente…" "¿Quizás más guapo….?" "Es que estoy moreno"… Muchas veces no entendía lo que decían los humanos. ¿Qué mosca les habrá picado? Eran frases de aquí y de allí las que cogían mis antenas y aunque yo intentaba buscarles un nexo de unión que hiciera mi vuelo más ligero, no conseguía hacerlo y me enredaba aún más en ellas.

A esas alturas de la tarde ya se habían marchado tres tertulianos, y habían llegado otros dos: Una humana a la que saludaron como Ángeles y un humano de nombre Javier que llegaba cansado. Y yo me pregunté si porque se llamaba Ángeles la nueva humana, él recién llegado empezó a hablar de esos seres…

Pero Rocío, la humana que escribía y escribía, la humana que "me" había quitado el cruasán leyó "Fábula de un poemita feo".

Y nada más terminar el que podía haberme matado con la fuerza de sus palabras, el humano Vicente empezó a leer también: "Buscaba volver a escribir, sí, el hecho de escribir, de poder soltar algo, recuperar la competitividad (característica inherente de todo escritor que publica en una editorial gorda y vende entre cien mil y ciento cincuenta mil…) …"

¿Qué dicen estos humanos? Se preguntaban mis antenas, la una a la otra. Sin embargo acababan arrugándose, rindiéndose de incomprensión, porque no podían contestarse. Yo levitaba aturdida porque ellas no se ponían de acuerdo. Y mis ojos sin párpados no podían hacer otra cosa que mirar sus falsos reflejos en los vasos. En esos vasos contra los que mi cuerpo no dejaba de chocar. Incapaz de evitarlos, incapaz de sobrevolarlos.

Y no contentos con eso, además se querían…

"Te noto diferente…" "¿Quizás más guapo….?" "Es que estoy moreno"… "Por eso te quiero…" "He mandado hoy un correo pensando en ti David…"

No hay nada más pegajoso que el amor de un tertuliano. Ahora lo sé. Es un extraño afecto que todavía no he estudiado bien, pero puedo dar fe de mosca de ello. Es meloso, azucarado, contagioso y sobón. Una pesadez. Para que luego digan de nosotras.

De ahí saltan a un tal Muñoz Molina que allí no estaba, pero del que algunos hablan con pasión.
Y tras ello le toca el turno al humano David que les hipnotiza con una historia titulada "El poema": "Había conseguido escribir el poema de un tirón. La búsqueda de la certeza, la vanidad, la identidad…"

Es justo después el turno del humano Javier que saca dos poemas de una pequeña libreta. Uno de la serie "Fotografías de Azucena".

"Sé que no fue un sueño
Mis pies se convirtieron en agua…"

Y otro mucho más corto que se titulaba "Fantasma 14" y decía así:

"El ángel
que traspasó tu corazón,

No podrá nunca
atravesar
paredes."

Y por último la humana Ángeles fue la que leyó "Diferentes mundos":

"Anclada, anclada, anclada
en las esferas del tiempo
donde los huesos crujen…"

Después de aquello, tras largas horas allí, por fin se fueron, parándose cada tres pasos, sin dejar de hablar y hablar y hablar. Hasta el miércoles dijeron.

Sí, ellos volverán. Y yo estaré aquí. Esperándolos. Pero ya seré otra.

Vértigo siento al darme cuenta. ¿Una mosca con vértigo? Una atrocidad. Pero también sé que ya no hay remedio. ¿Quién tiene la culpa? ¿Esos cuadros que no estaban? ¡¿La Tortilla?! ¿El cruasán que acababan de traer? ¿O sus palabras? Quizás todo un poco. El caso es que aquellos humanos que allí andaban "cazando moscas" acabaron cazándome a mí. "No te equivoques. No es a esa extraña armonía, a esa rara belleza de historias y versos, adonde tienen que volar las moscas" me dicen mis compañeras, con sus seis patitas en jarras.

Pero un encogimiento incomprensible sacude mis antenas porque aunque pienso como ellas, sé que no podré reaccionar de otro modo. Ahora ya cada miércoles tendré que jugarme la vida revoloteando y revoloteando sobre sus cabezas, chocando contra sus vasos, quedándome pegada para siempre a su tertulia. Consumida de versos e historias. Ya no sabré vivir de otro modo.

¿Falta mucho para el siguiente miércoles? Se preguntan a escondidas mis antenas.

Rocío Díaz Gómez
Una cruasanpófaga voraz

29 de junio de 2009

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