Páginas

viernes, 25 de enero de 2008

15ª Jornada: Miércoles, 23 de enero de 2008

Cómo se hace un croasán.

Como todos los miércoles, llego tarde. Mi complejo, real por otra parte, de impresentable va en aumento. Afortunadamente aún tengo conciencia. En el café Galdós, como todos los miércoles estaban Rocio y Javier, y ¡sorpresa!, estaba David que yo no le veía desde el año pasado, muy feliz con su reciente paternidad, y ¡sorpresa! ¡nuestro maravilloso narrador, escribe poesía este año! Bueno, no es malo, los poetas dicen que es buenísimo, pero no olvides un relatito de vez en cuando. Y más sorpresas, voy a saludar a la chica que se queda a mis espaldas creyendo que es Sagrario y resulta que es Azucena. Nuestra Azucena de Villaverde se incorpora a la Tertulia del café Galdós, más guapa que nunca y con ideas superbrillantes.

Después pregunto si se sabe algo de Sagrario y me dicen que ha estado muy malita pero ya está mejor. Sagra que te repongas pronto del todo y nos vengas a ver, un besito de parte de todos.

Terminados los saludos, Azucena y Javier renuevan la conversación que habían iniciado al principio de la tertulia y me explican su plan conjunto de trabajo. El Plan consise en unas maravillosas fotografías que Azucena irá haciendo, sobre las que Javier escribirá una poesía. Se planea hacer con el conjunto un libro de artista, se comentan diferentes modelos y una exposición.

Entonces comienzan las conversaciones sobre lo divino y lo humano. En esta ocasión más humano y material, se comenta por qué en Madrid existen casas de cultura de otras Comunidades Autónomas, dónde fácilmente exponen los artistas de su Comunidad, y los madrileños no tenemos fácil las exposiciones ni dentro de nuestra Comunidad ni en otras Comunidades Autónomas.

Regresando a nuestra tertulia, Azucena nos presenta la primera foto del proyecto conjunto, una encina con tronco de cuento de duendes, en cuya base brilla una sábana roja, para colmo revelada en un papel antiguo que nos dejó a todos con la boca abierta de lo preciosa que quedaba. No menos preciosa fue la poesía que Javier hizo con la encina. He aquí su primera estrofa:

Respiración del tacto y de la tierra.

Abre la encina su carne al mundo.

Contra el ruido invisible

tu pasado es la huella de mis manos.

Tus ramas, huida del infierno.

……….

Después de este regalito, recordamos que la semana próxima cambiamos al jueves nuestra cita en el café Galdós porque el miércoles es la presentación de la revista en la que casi todos nosotros ponemos un granito de arena: “Luces y Sombras”, en Guadalajara, Sala de Medios de la UNED, c/ Atienza, 4, a las 19 horas, repito la dirección por si a alguien que lea este blog y no está en RASCAMAN le interesa ir.

Nos echamos unas cuantas flores con esto de la revista. “Hoy nos toca echarnos flores”, dijimos. Como la semana anterior no nos habíamos puestos ni aforismos ni bestiarios, decidimos que retomaríamos esos temas la semana siguiente en la que además comentaremos la novela de Bartleby, el escribiente, y se harán los relatos con la frase de Vicente “son tan guapas que da pena insultarlas, pero hay que hacerlo” de forma opcional se continuaría “para abrirles una herida narcisista”, ¡ese fondo sadiquillo que todos llevamos dentro …!

En un paréntesis, Vicente nos contó como se hacía un croasan recordando viejos tiempos de panadero y la verdad es que es curioso:


Tras esta divertida exposición gráfica de nuestro Vicente, ya todos sabemos hacer croasanes con una masa de hojaldre y a engordar mientras escribimos con nuestra repostería en la mesa.

David nos sorprendió con un poema aunque ya le habíamos oído alguno. Él solía escribir relatos, y digo solía porque afirmó muy contundente que este año haría sus pinitos en la poesía, nos leyó su poema, que aunque no traía titulo al final acabó con uno: “El plano de tu cuerpo” , y comienza así:

Daría para hacerte un poema

El plano de tu cuerpo.

Decir por ejemplo que tus ojos son profundos

Como bocas de metro

……

Recordamos todos un relato que hace años escribió David, “el coche negro” y que recordábamos nos había gustado mucho a todos. Después David nos recomendó un libro de Gil de Biedma: “Retrato del artista en 1956” que por ciertos contenidos no había querido publicar y se publicó en 1981 después de su muerte. Se cotilleó que Gil de Biedma era el tío abuelo de la Espe y mira por dónde, yo que confieso ver de vez en cuando “el tomate” no lo sabía.

Rocío había optado por la sección a “su bola”, sin hacer caso de los deberes y nos sorprendió con su relato: “El día que la abuela hizo Top Less”. Debatimos un rato sobre el micromundo de cada uno de los personajes que componían la familia que veraneaba junta del relato de Rocío y al final todos coincidimos en el matriarcado de la abuela que se queda varios días en Top Less en la playa en que veranean con la finalidad de quitarle el complejo a la nieta porque le empiezan a salir las tetas.

Llega Ana, ella y yo nos pedimos un Rueda que ya lo hemos institucionalizado a última hora de la Tertulia. Leo yo “La Hacedora de Ruidos” que tengo que rehacer y cambiarlo a primera persona. Después me dicen que lea el del los deberes que tocaban “A las siete” y me lo lee Rocio que lee más despacio y mejor, me acaba diciendo “Vaya lío que tienes con los signos de puntuación”, es que es verdad, que voy deprisa y empiezo muchas veces una frase con una interrogación y la termino con una exclamación. Una es buena, pero tampoco perfecta…

Ahora le toca hablar a Ana que ha visto en el metro a un hindú muy grande con una túnica blanca y que iba sonriendo a todo el mundo, una especie de santón que se había hecho metro-usuario. Entonces a Javier nos cuenta un micro-espontáneo de un hindú que huye corriendo por la calle con una cama de clavos debajo del brazo.

El aforismo para la próxima semana será sobre "el vino" y los poetas deberán de escribir un poema con “unas pastas de té sobre la mesa”.

Nos seguimos riendo con el hindú de Javier y su cama de clavos debajo del brazo y no cesamos de darle la murga hasta que nos promete escribir el microrrelato del hindú. Pensamos que este micro debería formar parte de las mejores “Obras Escocidas del Galdós”.

Nos despedimos ya pasadas las nueve de la noche y el próximo miércoles no nos reunimos que está la presentación de “Luces y sombras” en Guadalajara, pero sí el jueves, y otra vez tendremos tertulia en el café Galdós.


Carmenfron

25 de enero de 2008


14ª Jornada: Miércoles, 16 de enero de 2008

...nos acordamos del recientemente fallecido Ángel González.

Son las 18:00 horas. La tarde es fría. Regreso al taller de literatura enfermo de nostalgia tras seis largos meses de ausencia, con un órgano menos (en agosto fui operado de apendicitis) y un hijo más (en octubre nació mi hijo Daniel). Ingreso en el Café Galdós, donde encuentro un ambiente acogedor, entre paredes rojizas, que incita a la tertulia. Atiende las mesas una camarera rubia. En seguida, echo de menos una camarera morena que complete el acertado tándem que en su día propuso Don Hilarión en la zarzuela “La Verbena de la Paloma”. El reencuentro con Javier, Rocío, Vicente (Ana y Adriana llegarán más tarde) es el antídoto perfecto contra el veneno de mi nostalgia acumulada. Tras los saludos, anuncio que para este curso he decidido no escribir otra cosa que no sea poesía. De mis palabras mis compañeros deducen que tal vez lo que distinga a un narrador de un poeta, o viceversa, sea algo tan nimio como esa prolongación inútil que parte del intestino delgado y que a veces se inflama. O lo que es lo mismo: que en mi caso el apéndice era narrador puro y que, al verme privado de él por la cirugía, ha conquistado mi cuerpo, como alienígenas procedentes de planetas lejanos, el resto de mis órganos, que eran poetas, poetas sigilosos, dignos, discretos, como son los poetas, en una colonización lírica/vírica de la que ya empiezo a preguntarme cuánto me durará.

Adriana lee poemas de Cortázar, cargados de su prosa poética y sus adverbios acabados en –mente, que el escritor argentino leería, imagino, con esa erre suya inexistente. Iniciamos una discusión sobre las fronteras difusas que separan la prosa de la poesía. La prosa, concluye Javier, trasmite historias, mientras que la poesía transmite emociones. Seguramente ahí radique la diferencia. Todos coincidimos en que Javier tiene razón. De repente, nos acordamos del recientemente fallecido Ángel González. Alguien confiesa que cada vez que se decide a leer a un poeta o a un escritor, transcurridos unos días ese poeta o escritor muere, en una especie de ruleta rusa fatal. A mí me da por pensar que tal vez no se trate de una casualidad, que los lectores no seamos sino insaciables devoradores de mitos, asesinos en serie sin remordimientos, conciencia ni escrúpulos. No en vano, una vez leí que las personas destruimos lo que amamos. Asustado, en secreto me propongo no volver a leer a Miguel Delibes, o a García Márquez, o a Antonio Muñoz Molina, por lo que pudiera pasar: conozco el sector funerario, pasa veinticuatro horas al día dispuesto a entrar en acción, y yo no quiero darles más trabajo del que ya tienen. Decido conformarme con releer al gran Pessoa, a Borges, a Gil de Biedma, incluso a Cortázar, a quienes como mucho sólo podría re-matar.

La poesía trae un nuevo tema de conversación a la mesa, que a esas alturas ya decoran una taza de café, un vaso de cerveza vacío, y un botellín de agua con gas. Mis compañeros y yo debatimos sobre la duración del amor. Hay quien opina que el amor nunca es eterno. También, quien cree que es cambiante, que evoluciona a la vez que lo hace la edad del que lo padece. Que necesita de las rutinas tanto como de las novedades. Por mi parte, yo sostengo que el amor, o mejor dicho, el enamoramiento, produce el mismo efecto que los faros de un coche con el que nos cruzamos de madrugada: al principio nos deslumbra hasta provocarnos ceguera, para después, cuando los efectos del deslumbramiento se disipan, dejar su sitio a la carretera, una carretera que puede extenderse cuesta arriba o cuesta abajo, recta o sinuosa, diáfana unas veces o con obstáculos y cruces otras. Para amor, me digo yo, el de Vicente por Bukowski, elevado a mitológico aquel día de verano en la cuesta de Moyano en el que, según nos cuenta, tuvo que elegir entre gastar las ochocientas pesetas que le quedaban en un libro de Bukowski, o no gastarlas para poder asegurarse el regreso a Villaverde Bajo en autobús. Finalmente Vicente se decantó por comprar el libro y recorrer a pie los más de ocho kilómetros que le separaban de su casa bajo un sol de justicia. Hoy, nos dice Vicente, su pasión por Bukowski ha decaído. Su historia con Bukowski refuerza mi teoría sobre el amor y los faros nocturnos.

Son las 20:00 horas. La tarde termina, como terminaba el poema de Javier escrito en el Metro y leído en el transcurso de esta clase que casi es historia y que, para mí, ha sido la del feliz reencuentro, con ese verso que dice “El aire es demasiado denso para que llegue la noche”. La noche nos espera al otro lado de la puerta del Café Galdós. Allí, dejamos puestos los deberes para el próximo día (un relato o poema que incluya un plano y la pregunta: “Es a las 7, ¿verdad?”; y a la camarera rubia quien, a falta de su par morena, sigue atendiendo sola las mesas. Fuera, las luces municipales alumbran las fachadas de las iglesias, los bancos, las compañías de seguros con sede en la calle Alcalá. Por ella transitan los últimos peatones sumergidos en el frío inmenso del invierno, entre carteles que anuncian obras teatrales y comercios que proponen sus increíbles ofertas para el mes de enero.

Para mí, la mejor oferta es poder volver al Café Galdós el miércoles siguiente.


David Lerma

21 de enero de 2008

13ª Jornada: Miércoles, 9 de enero de 2008


...iluminando la mesa.


Día rarito, 9 de enero, después de la resaca navideña, los Papa Nöel y los Reyes Magos (cada año hay más, por cierto, y a este paso vamos a acabar la Navidad al lado de la Semana Santa, y ¿por qué no? También del Ramadán…..hala, que por “figuras”, paganas o religiosas, que no sea!!). Primer día del año donde había que demostrar que seguíamos vivitos y coleando a pesar del empacho de turrones y polvorones, y que nuestras energías literarias seguían en pie; primer día para cargarse de sonrisas de amistad y estímulos literarios para emprender la nueva etapa, un año más, y nada más y nada menos que un año menos. Seguimos aquí, que es lo que importa, y como dice una amiga mía “lo importante es lo que importa”, y ¡¡se queda tan ancha!! ¡¡Nosotros también!!

¿Y quiénes estaban iluminando la mesa ya, bajo una luz, que aquel día era más fuerte que, en general, el resto? ¿Quién había elegido aquella mesa donde brillaban más los escritos y se veían los rostros de una manera más contundente y más cercana? Pues ellas, las tres: Rocío, Carmenfron y Marina. Qué alegría me dio ver de nuevo a nuestras representantes más insignes, grandes todas ellas en persona y arte literario, desde la más chica a la más grande…

Comenzamos por felicitarnos el año. Rocío y Carmenfron nos contaron cómo había estado la cena que hicieron el día 2 y en la que estuvieron ellas dos, Javier, Vicente y Mercedes; que se habían hecho muchas risas y que la nota más destacada fue lo bien que se lo pasaron Vicente y Javier….¿se descubrieron? Ja, ja. Nos alegra mucho esa empatía mutua y esperemos que dé muy buenos frutos, al menos literarios ¿no?

Marina contó que no había salido de Madrid en las fiestas, y las demás contamos nuestras pequeñas peripecias navideñas. Llegó mientras Adriana, algo “bajita” de moral porque había estado estudiando durante todas las vacaciones y si no recuerdo mal, no le había salido muy bien un examen que había tenido. El primer año de universidad, ya se sabe, difícil, y en su carrera pues más. Pero aún así, le da tiempo para escribir su poesía, sus poemas plenos casi siempre, y nos deleitó con un soneto dedicado a un tal Antonio, compañero suyo, que dice que sólo es buena la poesía de los clásicos, o algo así. Adriana le dedicó el soneto al tal Antonio, que le llaman “rancionio” por lo de “rancio”, antiguo, y la verdad, que le quedó genial.

Después de eso, CarmenFron leyó su bestiario, en esta ocasión dedicado a los rascacielos y Rocío leyó su relato donde había que introducir la frase “yo de lejos veo más tarde”. Os dejo unos pequeños fragmentos del relato, para que la boca se os haga baba, y vuestras ganas de saber más os superen….


Yo de lejos veo más tarde

- Yo de lejos veo más tarde…

- ¿Cómo dice? No le he oído bien…

- Que como yo de lejos veo más tarde… pues no le puedo decir…

- ¿Qué de lejos no ve bien…?

- No, que de lejos veo más tarde, bien sí, muy bien, pero más tarde… así que lo siento…

- Perdone quizás es que no me ha oído bien usted a mí… yo lo único que le he preguntado es si falta mucho para la Plaza Castilla, que imagino que quedarán como tres o cuatro paradas, pero por confirmar, como llevo tantos bultos…

- Sí, sí claro que la he oído, pero por eso le digo que no se lo puedo decir a ciencia cierta porque yo de lejos veo más tarde… discúlpeme…

- Ya… Pero…

… Y en éstas estabas tú, vulnerable, chapoteando en elucubraciones contigo misma, hundiéndote poco a poco en el fango de la autodestrucción, ahogándote en el cieno de la baja autoestima, mientras ponías a caldo a todos los ejemplares masculinos del planeta, cuando al fin llegas a tu parada. Tal y como te temías llevabas demasiadas bolsas para poder bajarlas de una sola vez, así que por intentar hacerlo deprisa y corriendo y desaparecer cuánto antes de ese autobús donde todo el mundo había escuchado cómo ese simple con cara de primera comunión se reía de ti, se te cae una bolsa al suelo, desparramándose vertiginosamente y sin remedio todo cuanto llevaba en su interior.

(…)

... Aunque una vez casi te mata del susto cuando te dijo eso de que: “Si yo te quiero mucho...” puntos suspensivos, puntos suspensivos, puntos suspensivos, para terminar con la misma frase lapidaria de 8 palabras que ya habías oído alguna que otra vez: “…pero tú te mereces algo mejor que yo”. Con la que te dejaban. Siempre te dejaban. Y en tu interior se despertó el desasosiego y una bolsa imaginaria se volvía a caer de tus manos, desparramándose por todo el autobús, y a punto estuviste de dejarle tú a él antes que él a ti, porque otra vez no querías pasar de nuevo por el dolor de oírlo...

¿A qué entran ganas de saber el final?. Pues el final es bueno, ¡¡¡es bueno!!! Esto que tanto le gusta decir a Javier en honor a Eduardo....Rocío siempre hace cosas ¡¡buenas, buenas!! Y con el buen sabor de boca de su relato, fuimos acabando. Marina se fue antes, por su condición de “jovencilla” con hora de regreso a casa ¡Todo llegará Marina! Luego no querrás entrar, y con el tiempo no querrás ni salir….!! Es el aforismo barato del paso del tiempo que ha salido..!! ja, ja.

El resto, es decir, Adriana, Rocío, Carmenfron y yo nos despedimos en la puerta y cada mochuelo a su nido, no sin antes con una sonrisa y las ganas de volver al siguiente miércoles al Café Galdós, esperando que el rey apareciera, es decir, Javier, y el resto de sus “súbditos literatos”, eso sí, voluntarios y orgullosos de contar con semejante “reinado” literario y, sobre todo, personal. Que gusto da ¿verdad?

Hasta el próximo miércoles, Galdós.


Ana González

25 de enero de 2008

lunes, 21 de enero de 2008

12ª Jornada: Miércoles, 2 de enero de 2008

Del café Galdós a la Finca de Susana

Hoy día 2 de enero, recién estrenado el año, con las uvas de Nochevieja aún en la memoria y en el paladar, también tuvimos Tertulia, aunque una Tertulia un tanto especial porque habíamos decidido que iríamos a cenar después de la reunión. Además, pensamos ¿por qué no? en hacer el amigo invisible. Llevar un regalo, de alrededor de 5 euros y que tuviera "contenido literario".
La Tertulia tuvo momento de duda total. Llegué al café Galdós a las 6 y allí no había nadie. Rocío me envió un mensaje y apareció tal como me anunciaba a las 6 y media agobiada con las últimas compras navideñas.
Rocío y yo pensábamos ya en intercambiarnos los regalos de amigo invisible y casi, casi marcharnos cuando a las siete apareció Carmenfron que auguró que vendría alguien más. Y efectivamente, a eso de las 7 y cuarto llegó Vicente y luego Mercedes Codesal.
Sabíamos que eso de convocar Tertulia y cena para el día 2 de enero iba a ser de milagro, si es que aparecía alguien.
Pero allí estábamos los cinco. La única que llevó textos recién escritos fue Carmenfron. Los demás no pudimos escribir ante tanto "turrón" navideño.
Decidimos que mejor las lecturas y la Tertulia literaria la continuábamos el siguiente miércoles, día 9 de enero y llegada la hora de marcharnos, a eso de las 8 y cuarto pusimos rumbo a La Finca de Susana, restaurante cercano en la c/ Arlabán.
La idea del sitio fue de Rocío. Muy bien por Rocío. Estuvo muy bien, charla, risas. Vicente y yo empezamos a recordar series de televisión antiguas (la mítica "Espacio 1999", por ejemplo) y descubrimos que éramos casi "almas gemelas". Vamos, que nuestras compañeras de mesa decían que es que nos estábamos enamorando.

Y después de la cena, llegó el momento de los regalos. Cada uno colocó el que traía dentro de un saco sin que lo vieran los demás y luego... a meter la mano y a sacar uno al azar.
Resultados: Mercedes se llevó un apoyalibros, Carmenfron una pinza-linterna de lectura para colocar en el libro, Vicente un libro y Rocío otro y yo, por último, un plumier-incensario.

Con un frío bastante intenso y pasadas las once de la noche nos recogimos, contentos, cada uno a su hogar.

Y esto no es todo. Aquí quedan los testimonios gráficos del día. Algunas fotos que hice con mi cámara. Disfrutadlas.

Primero en nuestro rincón del café Galdós: Mercedes, Vicente, Carmenfron, Rocío y Javier

En el restaurante "La finca de Susana"

Javier y Mercedes

Carmenfron

Rocío y Vicente

Javier Díaz Gil
21 de enero de 2008