Páginas

miércoles, 30 de enero de 2013

19ª Jornada/VI año: Miércoles, 23 de enero de 2013



Había una vez una bitácora diminuta a quién nadie quería.

Había una vez una bitácora diminuta a quién nadie quería. Ávida de atenciones, fue estirando sus bracitos delante de todos y cada uno de los tertulianos que asistieron a su alumbramiento. Pero unos presentían que no iban a tener tiempo de ocuparse de una recién nacida y otros pensaban que no iban a saber cómo cuidarla… El caso es que la pequeña bitácora se quedó parada delante de mí, me miró con sus enormes ojos de Dina 4 y estiró sus blancos bracitos para que la aupara…  Era un 23 de enero de 2013 frío y lluvioso. ¿Cómo dejarla a la intemperie? La cobijé al abrigo de mi escritura y me la llevé a casa. Así me convertí de pronto en madre soltera de una bitacorita en pañales.

No es fácil ocuparse de una recién nacida. Hay que escribir mucho en ella para que se haga una joven bitácora de provecho. Eso, sin olvidar los mimos y los cuentos que una piensa que debe ir dándole, para despertar su imaginación y acolchar su crecimiento. Pero las bitácoras crecen rápido, no hay más que darles cobijo.

Lo mejor era que mi pequeña tenía muchos tíos, que venían a menudo de visita, y siempre le traían algún regalo. “Alhaja, alhajita” le decían, sentándola en sus rodillas de tertuliano. Qué contenta se ponía ella, con sus atenciones y sus gracietas, se reía tanto que se le salían las carcajadas de las líneas.

Incluso había días, como aquel 23 de enero en que nació, que los mayores tenían el ánimo erótico festivo. Entonces sus regalos tenían esa impronta divertida y relajada. A mí no me importaba que mi pequeña les escuchara, quería que creciera en un ambiento distendido y con una mente abierta. Cuando se tiene el ánimo revuelto y las palabras vienen especialmente jugosas ninguna bitácora puede torcerse.

Tío León (León Cano) nada más entrar le regaló el último de sus poemas, el titulado “Polvo desenamorado”, que comenzaba así: Cuando de amor se erizan los cabellos… Fue un comienzo de lujo para esa tarde libidinosa, porque aunque cierto desencanto rozara el final del poema, formalmente era impecable.

A propósito de ello, esa tarde enseñamos a Bitacorita que existía también la palabra “desamorar”, tan bien dicha como “desenamorar”. Aunque es menos corriente, tiene idéntico significado.

Tía María (María Juristo) también traía un poema de regalo bajo el brazo, “Empápame”, que comenzaba: “Empápame en el vino de tu boca…” y que formaba parte de su último poemario “Cuánto dijo la noche” que se presentará próximamente en la calle Leganitos. Bitacorita enseguida chilló: Yo quiero ir, yo quiero ir… Le encanta que la saquemos a la calle y la llevemos a saraos literarios. No te preocupes le dije yo, el miércoles que viene, el día 30 te voy a llevar al Museo Lázaro Galdiano ya verás cómo te va a gustar, vamos a ir a la presentación de la revista Luces y Sombras. Cómo le brillaban sus ojos de Dina4 anticipando la excursión.

Tía María Antonia (María Antonia Copado) está muy ilusionada con el proyecto de un nuevo libro, y para que fuéramos haciendo boca nos trajo el poema “Medio vacía” que al final entre todos decidieron que debía empezar por el verso: Con las manos extendidas porfiando…

Después tío Juan Manuel (Juan Manuel Criado) le ofreció a Bitacorita un coscurro de pan en forma de poema titulado “2012” y que comenzaba: “En estos tiempos de asechanzas, en que espectros antiguos…” ¿Se dice “coscurro” o “cuscurro”? preguntó Bitacorita siempre ávida de aprender palabras nuevas. Tío Javier (Javier Díaz) enseguida sacó su ordenador y presto lo buscó: Ambas palabras son igual de correctas, vaticinó con la mano en la RAE (que en literatura viene siendo como colocarla en el corazón…).

A esas alturas de la tarde, entre los poemas libidinosos y el ánimo festivo, alguien aupó en volandas a Bitacorita gritándole: “Choooochooo” con acento gaditano. Yo la verdad, ya sé que es un piropo, pero prefiero que a la peque la llamen “alhajita” dijo más de uno… Fue justo entonces cuando sacó su regalito el tío Juan Antonio (Juan Antonio Arroyo), en forma de poema titulado “Ardores”. Qué bien lo pasamos entonces jugando a encestar las palabras en sus “lugares comunes o frases hechas”. ¿No habéis jugado nunca? Os lo recomiendo. Ahí nos entretuvimos un buen rato diciendo en voz alta a dónde nos llevaban algunas palabras nada más decirlas. Terminamos encestando “ardor” en el estómago, “fragor” en la batalla, “calores” en la menopausia… Qué pena no haber tenido más tiempo para seguir jugando.

Pero tío Javier (Javier Díaz) estaba ansioso por desenvolver para Bitacorita sus dos regalos. Uno especialmente traído de Jordania titulado “Aysh” que comenzaba: “Le veo amasar la harina, el agua –lejos del Jordán-…”. Y otro, cómo no podía ser menos en una tarde cómo aquella, que de forma muy sugerente decía en un momento dado: “Serán mis diez dedos agua, atravesando tu cuerpo…”.

No he dicho que también vino aquella tarde tío Vicente (Vicentrillo) que de vez en cuando, aún a pesar del cansancio, apostillaba certero con sus conocimientos: “Bueno mejor que decir  flashback utilizaríamos “analepsis””. “¡Haaala ha dicho una palabrota!” Dijo Bitacorita corriendo en mi oído. “Que no, la tranquilicé, no es una palabrota, es que él sabe mucho,  cómo ya no le cabe nada más en su disco duro, le salen así palabras de repente…”. Había llegado poco antes una nueva tía a la casa, tía Irina (Irina García) que venía rodeada de un halo de frescura muy agradable, y nos confesó que más bien ella regalaba poemas, que ya escribir más largo le cansaba… Tío León estuvo de acuerdo con ella: “Los poetas nos cansamos de escribir”.

Y llegó mi turno (Rocío Díaz). Les leí un relato titulado “Manualidades”. Que contaba la historia de unos niños que las hacían, con pegamento imedio y sin él. Tía Leo (Leonor) esa tarde también fue prosista. Nos trajo un fragmento de una novela o un relato largo en donde una niña Celia está experimentando, jugando con su imagen en el espejo, de forma muy natural. Recibió muy buenas críticas Leo como narradora.

A veces tío León (León Cano) dice frases serias como: “Un escritor no tiene que tener ni miedo ni vergüenza” o “La belleza lo cura todo en literatura” o “Menos es más en poesía”. Yo le soplo a Bitacorita que las apunte, porque sé que ninguna es baladí.

La tía Ana Gonz (Ana Gonzalez), también vino esa tarde, y nos trajo dos regalitos. Un par de microrrelatos, uno titulado “Fiebre” que comenzaba así: “Pensé que tenía fiebre, de esas de las de antes, de 39…)”. Un micro con katiuskas. Tío Javier que siempre está atento a las preguntas de unos a otros buscó en el diccionario: katiuskas, y ladronicio. Ambas allí estaban bien guardaditas.  Y luego nos leyó otro de burbujas.
Tía Amelia (Amelia Peco) también llegaba con dos regalos a cual mejor. Un poema erótico que comenzaba “Yo te huelo en la noche sin saberte, sorbo hacia dentro el aire, y te respiro…”. Y luego nos leyó otro de colores que a Bitacorita le encantó: “Si yo te nombro azul, te mueves sobre un turquesa suave…”. Claro que a Amelia hay que escuchárselos en su voz…

Los microrrelatos aquella tarde venían de dos en dos, porque tía CarmenFron (Carmen Frontera) nos trajo un par de ellos más. Uno titulado “Octavilla” que comenzaba así: “Una octavilla que se cruzó en nuestro camino nos hizo crecer…” y otro titulado “Corbata” que no era apto para menores como Bitacorina, así que le tapé sus frágiles oídos, porque una cosa es ser natural y otra que pasemos del sexo al crimen pasional en un segundo. Ya tendrá tiempo de aprender esas cosas…

La nueva tía, Irina (Irina García) también ha traído un poema de regalo que comenzaba así: “Yo te besé los labios húmedos de mentiras…”.

Aquella tarde de enero los constipados también nos acompañaban, azúcar quemado, leche caliente y coñac.
Y la última en abrirnos sus regalos fue la tía María Jesús (María Jesús Briones), con quién siempre daba gusto terminar aquellas veladas literarias. Nos traía algunos micros para nota. Uno de ellos se titulaba “Por favor sea breve” y decía así: Él, fijando su mirada en ella, con un suspiro, abandonó sus billetes sobre la almohada. ¡Cuánto de la vida aprendió Bitacorina aquella tarde! Y luego nos leyó otro también muy breve pero igual de contundente: “Cayó fulminada, una palabra bala impactó su corazón”. Y hasta el guión de una pequeña obra de teatro que nos regaló.

Cuando Bitacorina se bajó de las rodillas de los tertulianos, al terminar de leer todos los tíos que habían venido de visita,  y echó a andar, la falda de su vestido le había quedado corta y la camiseta le tiraba de sisa. ¡Qué alta está ya! Pensé. A la semana que viene ya la puedo mandar de vacaciones con alguno de sus tíos, le vendrá bien conocer otras costumbres y otros hábitos al escribir. Y tras despedirnos de ellos ambas nos acostamos con la certeza de que había sido una tarde aprovechada, una tarde muy aprovechada.
 
Rocío Díaz Gómez
25 de enero de 2013

martes, 22 de enero de 2013

18ª Jornada/VI año: Miércoles, 16 de enero de 2013

Niño misionero, religión Yoruba, La Habana

SORTILEGIOS PARA EL AÑO 13


El pueblo Rascamán andaba de capa caída. Una mala racha de salud y defunciones castigaba a sus sufridos habitantes a principios de aquel año 13. La Poesía y los Relatos apenas servían de acicate. Para más inri, el jefe, Javier, andaba en el extranjero. En la calle, llovía. León lanzó unas palabras de ánimo al comenzar la asamblea: "Somos pocos, pero bien avenidos", aseguró.

Cinta sonreía. Traía un libro de Alejo Carpentier, Ecue Yamba O, donde Menegildo cuenta cómo veía las cosas de pequeño. ¡Vaya con el niño! ¡Qué jodido! ¡Qué fabuloso mundo de bibijagüas, estatuillas y tacitas blancas. ¡Quién fuera un niño afrocubano!

Paloma Hidalgo trajo microrrelatos: Cuando el amor es cosa de tres, una fusión de autor, lector y personajes. Yo le di las llaves, un accidente con la vecina y sus secuelas profundas. El amor escribe la historia, de referencias a Herodes y a la limpieza de manos.

La reunión transcurría dentro de los cauces normales.

Rocío Díaz tomó la palabra. “Excrementos”, se titula el relato, dijo. Nos miró a ver la cara qué poníamos. La asamblea respetó la creatividad de la artista. “Las palomas que defecan en mi patio han venido a quejarse...” Incógnitas. Suspense. Y finalmente, risas, confraternidad con los pájaros urbanos y los búhos de piedra.

Habló Aureliano Cañadas. ¡Vaya, la mala racha! Aureliano tiene cita en el quirófano. Suerte, compañero. “Nos queremos”, repitió varias veces, para que el mensaje calara. Y recitó el poema “Mira Eva, no te avergüences…”, de su premiado libro, Diamantinamente. Qué pícaro.

En estas, León volvió a inyectar energía. “Os recomiendo encarecidamente la película “El molino y la cruz”, en los cines Verdi.”

María Antonia se encuentra en plena búsqueda, y en plena búsqueda se encuentra. Perdón por el juego de palabras. “Busco y encuentro la noche” es una opción sin dolor. Nos pide que, de una vez por todas, la valoremos justamente. Bromea y se deja fluir. Carlos Ya, a modo de piropo, atisba un enano en el poema.

Carlos Yasabe toma la palabra. Cita a García Márquez: “Si la mierda valiera algo los pobres nacerían sin culo”. La afición se divide. Entonces se lanza sin parapente a por un poema antiguo. “Porque a la vida se le ha retirado la leche”. ¿Lectura melancólica, acaso?, apunta alguien. Es lo que tienen las cosas del pasado, mucha historia. Fortunata y Galdós asoman por el Ruiz.

Llega la hora de León. Nos da a elegir entre un “soneto blasfemo o un cuento de horror”. Susto o muerte. La afición no tiene dudas: los dos. El soneto resulta elevado, un agradecimiento al dios fugitivo y al gozo de la diosa. El relato, “El rubí de los siete anillos” arranca con maestría por el misterio de la época victoriana. León se detiene en seco. Eso es todo por el momento, amigos.

Alberto Torres nos lee una carta de Federico García Lorca a su familia, de cuando llevaba un mes en Nueva York. Las cosas de Federico, tal como eran, sin que nadie las interprete.

Ana González, picante ella misma, nos trae “Picante” para leer. Saludo a los ochenta. Me pica, luego existo. También nos trae “Pecado”, retazos de una vida difícil, una juventud difícil, una madre difícil. En fin.

Carmen Frontera vino con una parodia muy de Carmen, como es lógico, que empieza en un país cerca de Antenanarivo, por la zona de Medagascar. Príncipes y reinas que deambulan por el Carobe. Exuberante cuento de hadas.

Leo Varela se arrancó en verso: “Libre fuiste Marcela entre pluma y quimera…” Dedicó un poema a Madrid y otro a Barcelona. Por último nos obsequió frases ingeniosas. “A los postres corazón caliente al dente.”

Carlos Ya andaba con ganas y nos trajo otro poema: “Asco”. De la época en la que estuvo en Guinea. Dedicado a los jefes blancos.

Y nos fuimos.  

Alberto Torres
22 de enero de 2013

domingo, 20 de enero de 2013

17ª Jornada/VI año: Miércoles, 9 de enero de 2013



DITÁCORA, del día de la D.

En origen, pensé en ceñirme al mundo marinero para dejar constancia de lo sucedido en el Ruiz, pero las palabras, más exactamente las letras, demostraron una vez más que con sus caprichos, ordenan y mandan.

Días D, por desgracia para la humanidad ya hemos tenido; días de la D no he encontrado ninguno digno de destacar, por eso decido dejar documentación de dicho desatino.

María Antonia, Rocío, Los Juanes –Antonio y Manuel- Federico, Amparo, AURE, Javier, María, Leo, León, Ana, Carmen, Alma, Alberto, María Jesús y las dos Palomas, dotamos de dicharachera charla el declive de la tarde del miércoles. Y entre lecturas y dádivas anónimas (el amigo invisible) dejamos que la noche, dócil, desafiase una vez más al día a un duelo ganado de antemano.

Ding Dong, de campanilla en manos de Javier, y Rocío presta su voz al DESEO de María Antonia, un deseo depredador desenfrenado, derrochador de erotismo. Deberes quedan pendientes de desarrollo sobre el tema.

Detrás, Juan Manuel y su poema DESHAUCIADA, dejan deliberadamente que el dolor del vacío se adueñe del discurrir de la tarde.

Juan Manuel y su DESPEDIDA, un microrrelato denso, difícil, desafiante de la muerte, desfilan a continuación ante nosotros, público desmenuzador de sus ideas.

Federico y su DEVOTA, esa declaración detenida en la penumbra delicada de la fe, de sombra apercibida.  Dante, Dalí y Dumas se habrían sentido felices.

No pude resistir la tentación, DEL CUATRO AL CERO se sumó a la deriva de las otras des que ya flotaban en el aire dulce del café.

Amparo leyó un poema de Cavafis, EL DIOS ABANDONA A ANTONIO, difuminado histórico lleno de donaire y delicadeza.

AURE disparó su IOSU, dejándonos degustar notas de Amalia Rodríguez y pinceladas de literatura digna.

El diecisiete, como no podía ser menos, fue uno de los números de la suerte; el cuatro, que empieza con la c, vecina de la d, fue el otro. De su mano las dos novelas  ofrecidas por Iñaki Túrnez se dirigieron a las de las afortunadas María y Leo, dos sonrientes damas que disfrutaron de la ocasión. Y a continuación, el reparto de dádivas (vale, es una forma un tanto rebuscada de llamar al Amigo Invisible, pero así, puedo seguir dándole alas a la D).

Diversidad de dones: bolígrafos solidarios o no, libros, cuadernillos, libretas, cajas de cerillas que esconden lapiceritos,  grapadoras, cajas, cigarrillos de chocolate, lamparillas de lectura,  barcos, corazones, portaminas…De la sesión fotográfica que demuestra la veracidad de lo dicho se encargó la diligente Rocío.

María recitó dos poemas SATÁN y ARMONÍA, contrapunto el uno del otro: desgarrador el primero, deslumbrante juego de luces el segundo.

Leo descubrió a Danubio Torres Fierro, dijo entre otras cosas que la historia y la poesía no están divorciadas, circunstancia estupenda en el día de la D.

León, de su libro La inteligencia azul de los delfines, nos deleitó con un relato cargado de poesía, nada desacostumbrado entre sus dúctiles letras.

Diderot, Delacroix y Degas también habría sido felices escuchándole.

Carmen leyó DESTITULADO, un microrrelato muy bueno, de los que da que pensar, dentro de un realismo mágico demoledor.

Alma propone hacer de vez en cuando debates, deliberaciones debidamente defendidas sobre diferentes diatribas.

Alberto, enfrascado en su novela, deja para otro momento su lectura, pero lee con delectación el texto de María Jesús  OSCURIDAD A DOS VOCES y junto a Paloma S, otra declamante de demostradas dotes, nos sumergimos entre paraguas, sangre y tierra en las fosas comunes.

Ditácora terminada, divertimento servido, dedicado a mis divinos contertulios.



Paloma Hidalgo
10 de enero de 2013

jueves, 3 de enero de 2013

16ª Jornada/VI año: Miércoles, 2 de enero de 2013


Tertulia de Año Nuevo y novedades...


El año nuevo trajo novedades a la Tertulia Rascamán. Este reportero pudo comprobar que al fondo del local se situó un disc jockey que para cada lectura y muy acertadamente colocaba de fondo la música apropiada o un efecto de sonido.

Los rascamanes quisieron hacer más alegre este principio de 2013 alternando sus lecturas con anécdotas. Anécdotas e incluso algún que otro chiste. Pero no adelantemos acontecimientos.

Acostumbrado a escribir reportajes de eventos deportivos (acaban de pasarme de Deportes a Cultura en el periódico) y de asistir a las monótonas declaraciones de los jugadores tras los partidos (donde cambia el equipo, el campo y el interlocutor, pero las respuestas siempre las mismas e intercambiables) me sorprenden las conversaciones de los tertulianos y sus distintos registros.

Si esto fuera un partido, mi crónica empezaría diciendo: “ Y saltan al terreno de juego Aure, Mª Juristo, Javier, Amparo, Leo, Alma, Rocío, Ana Delgado, León, José Mª Herranz, Paloma Sánchez y Vicente…”. Pero yo también tengo que cambiar de registro.

Doce jugadores, que para un 2 de enero no está nada mal. Un plantilla de lujo.

(Todo esto que escribo no dejan de ser notas para el reportaje… tendré que repasar con cuidado mis expresiones… que no se me note mi reciente pasado periodístico).

De Navidades y niños pequeños, de jubilaciones y trabajo, del libro que acaban de premiar a Aureliano Cañadas, “Diamantinamente”, en Navarra.

De estos temas hablan mientras terminan de llegar los compañeros a la cancha del Ruiz.

Aureliano ha traído algunos ejemplares y uno de ellos rodará por el césped, un ejemplar volante, para que se lea y se ceda su posesión la semana siguiente a otro de los tertulianos.

Doce libros, anoto, lleva ya publicados el poeta Cañadas.

Toma la palabra Aure y dice que el título surge de unos de los poemas del libro, dedicado a los perros.

Muy acertadamente, desde el banquillo, el técnico pone de fondo el sonido de unos perros ladrando. Los va mezclando con otros, como de roce de alas mientras lee “El ángel idiota” y termina con un sonido de metal cuando el autor controlando el libro con la mano derecha lee “El laberinto”: Nunca supe escapar del laberinto…”

Cede el testigo de esta carrera a María Juristo. Lee, pisando el balón y mirando fijamente a sus compañeros, un microrrelato: “Descubrimiento”. No logro adivinar a qué responde la música de fondo que escucho.

Esta sí, música francesa y silbidos metálicos. Esta vez lee Javier un poema titulado “La cuchilla oblicua”, que dedica a Valle Inclán.

Da pie a que la conversación divague en torno a la revolución francesa, a las expresiones de los rostros de los guillotinados aún con vida, a los espasmos de los cuerpos.

Alguien, desde una esquina de la mesa pide el balón, pide que cambie de banda el juego, y que se cuente un chiste para olvidar tanta sangre.

Amparo, que callada asiste a la conversación, inicia una jugadas desde atrás y la culmina silenciando a la grada con un soneto en alejandrinos blancos: “Princeps tenebrarum”. Muy oportuno el técnico, pincha a los Rolling Stones, sus satánicas majestades.

El silencio de la grada la aprovecha Leo para introducir una jugada de estrategia. Toma un libro de Stendhal con su mano derecha y con la izquierda, abriendo por una página al azar lee un pasaje de “La cartuja de Parma”. El control es total. Vuelve a repetir la jugada tomando el libro por su primera página y lee el inicio de la biografía del autor.

No recuerdo que hubiera música para ilustrar esta lectura. Sí compruebo después que se ha pedido un cambio. Desde la línea de fondo el técnico de sonido calienta y nos sorprende con una música lenta, constante, más dulce.

Se detiene el juego un instante. León aprovecha para aconsejar una película a los compañeros, “Los Miserables”. “Casi lloré”, declara.

Alma ha traído un libro de Salvador Espriú. La “Antología lírica” de la editorial Cátedra. Lee a petición de los compañeros dos canciones, primero en catalán y luego en castellano. “Canción de la muerte callada” y el poema nº 7 del poemario “Del final del laberinto”.

Parece insistente el rumor que corre entre los medios de que hay una Tertulia de Barcelona interesada en fichar a Alma. Desconocemos su cláusula de rescisión. Debe ser alta porque ella más de una vez, en declaraciones a la prensa, ha insistido en que no se va del club actual.

No sé si esto es habitual en una Tertulia Literaria. Soy nuevo en Cultura, ya lo dije antes, pero de repente cuentan seguidos tres o cuatros chistes. Que si uno de andaluces sobre la “poesía” y el “poema”, que si el del susceptible, que si uno de una orgía…

Me tengo que frotar los ojos porque incluso la música de fondo ha vuelto a desaparecer.

No me he debido despertar bien porque escucho otro chiste desde el fondo sur que empieza con la pregunta “¿A usted le gusta la pintura?”.

Tengo la boca seca, pido una cerveza, me la bebo casi de un trago.
Ahora me siento mejor.

Ana Delgado deja al público boquiabierto. Dos poemas: “Soy ese extraño y viejo conocido…” y ”Mi tercer novio…”

Le roba la pelota Mª Juristo e inicia una carrera por su banda, Una jugada ensayada en forma de relato que recuerda lo leído por Ana: “Caleidoscopio”.

Es turno de los jugadores que están más frescos, los que acaban de saltar al campo. José María lee “No quiero saber”. Paloma Sánchez y Vicente no traen lectura pero inician una conversación al primer toque sobre el teatro contrafigurativo y el dramaturgo Sánchez Sinisterra, el lenguaje, las personas bilingües y su relación con las zonas del cerebro…

Pide María Juristo retirarse del terreno de juego y antes de que vuelva a los vestuarios Leo pide que esperen todos un momento y sortea una pieza, una escultura de bronce hecha por ella, un lector engarzado en un marcapáginas. Aplaude la grada.

La afortunada es Rocío que aunque no ha leído, ha participado activamente en todas las jugadas de la tarde y ha dado pases magistrales. Y el número mágico, con el que ha adivinado su premio, el 10, el mítico dorsal de Maradona.

La última jugada, igual que en un penalti decisivo, es del maestro Aureliano. Remata la tarde con el lanzamiento de un poema largo de su libro “Diamantinamente”. Es una lectura en dos tiempos, con paradiña, “En un juicio final” y “1492”.

Me retiro a mi casa para escribir la crónica de la tarde.
Intuyo que no me va a ser fácil.
No sé por qué pero me veo de nuevo acudiendo a ruedas de prensa deportivas, transcribiendo frases sesudas del tipo “el fútbol es así”, “somos once” o “el partido son 90 minutos”.

Voy a ser el reportero de Cultura más efímero. Como este técnico de sonido, que creo que tampoco va a triunfar…




Javier Díaz Gil
3 de enero de 2013

miércoles, 2 de enero de 2013

15ª Jornada/VI año: Miércoles, 26 de diciembre de 2012

 En esta juerga gitana...


Nada auguraba lo que ocurriría después. Aburridos de los mismos polvorones en la misma bandeja y de tanta peladilla rellena de no se sabe muy bien qué, los primeros rascamanes desfilan hasta las mesas, topándose primero con un Aureliano fugaz, casi ausente, escolta responsable concentrado en asuntos familiares. Como en el cuento que después nos leería Rocío se entremezclan letras y viandas, los libros cocinados para “el ciudad de Getafe” con que nos obsequia Javier y la tarta doméstica con manzanas monárquicas (¿le sentarán bien a José León?) que escribió Leo para la ocasión. María Antonia dice vivir en la confusión mejor que en la marmórea realidad. Leo se hizo amiga de los libros libres, que es tanto como decir niños desamparados. Amparo posee una presencia inteligente y silenciosa —como agazapada para la sorpresa que vendría después—, al igual que el ora media sonrisa ora circunspecto Alberto. Se sientan poco después El menda lerenda y el chico de la tienda, la aureolada Cinta y el egregio patriarca Don José.


Caperucita convertida en loba lírica, esto es, desnuda y feroz en su deseo. Así se nos presenta una María Antonia muy precoz, al decir de ella. En este divertimento con más de dos rombos, la niña del cuento luce una teta gordezuela que a todos les mostraba coquetuela, y más adelante… que los gritos de ella y sus rugidos/ en pie ponían los miembros de los maridos. Estas alegrías y otras de tono aún mucho más subido que el pudor me impide exponer aquí versaba valientemente el poema.

Entra Rocío cuando Leo lee un fragmento de Opus nigrum, reciente adquisición que hizo el señor Cano por una nadería en los saldos que se exponen en nuestra calle. El protagonista pergeñado por la Yourcenar defiende un futuro supervisado por una divinidad naturista y exaltada: Algún día Dios santificará el matrimonio de los cuerpos; como dándole la razón a nuestra María Antonia. Es la segunda casualidad de la noche; aunque no la sorpresa mayor. Espoleados todos por la buena prosa le pedimos que nos lea el comienzo de la novela, el cual será inmediatamente alabado por el concienzudo Alberto (muy pocos son capaces de hacer esto) y por el sire, Javier.

Apuntemos algunas notas técnicas:

La novela comienza con un nombre camino de Paris (frase corta, pequeño suspense). A continuación resume acontecimientos históricos candentes acerca de un conflicto medieval donde Milán es apetecida sin desvelarnos el desenlace. (La historia, o si se prefiere la historiografía, fue siemp

re un conjunto de relatos o novelas). Luego vincula al protagonista nombrado al principio con los acontecimientos. ¿Qué ha conseguido? Según the boss decirnos quién cuándo y dónde en la primera frase, — casi ná — y suscitar vivo interés con el párrafo introductorio.

Inopinadamente y al alimón Amparo y Leo proclaman: ¡Tangos y tientos! La concurrencia espera que se remanguen las faldas y taconeen (Quizá más lo primero). Se avecina catástrofe rítmica porque a las palmas se van a poner palmeros despatillaos, payos y sosos, Callichi-deja-lah-palmah, Javi el boj, Alberto El mellizo y el Señor Cano. Y es que ya lo decía El Gato Barbieri: gitanillos y morenos son los ases del compás.

Las putas son naturales, así arranca el tercio de salida, y desgranan putas repetidas, de las guerras y de los poetas, de Dresde, de Frankfurt, de Byron y Espronceda. Y a pesar del anuncio de palos alegres la letanía de nombres de hetaira tiene armonía modal griega, tonalidades tristes con un coro. La idea es muy buena comentan los asistentes.

Anteriormente Alberto el Mellizo, sin templar la voz atacaba la salida a lo valiente, interpretando a lo jondo como no podía ser de otra manera el tema esencial, el desamor, la zozobra amorosa que tantos desvelos causa a los humanos, con lo fácil que era todo cuando el instinto; y así nos ofrece un verso muy bien escandido, donde importa tanto la pausa como el recorrido, el silencio como el idioma, cante cuyo comienzo recogemos aquí:

Cuando ya no queda nada más
que el cuerpo entre nosotros
y el eco del último reproche
salió de tu cuarto,
nada más
que una vela en la mesilla
y el latido de labios calientes…

Alberto pone sólo piel en la balanza

Cal-lichi-deja-lah-palmah entona unas seguiriyas que el olvido de la tradición prefiere llamar haikus y después una cosa que él considera rara, pero que cualquiera denominaría prosa más o menos poética.

Rocío nos va a encandilar con la soleá de la tortilla de patatas; tanto es así, que quien escribe no pudo, embebido como estaba, tomar apuntes.

Y es que Rocío con su buen hacer no necesita de glosalalias. Deslumbró con una correlación alegórica entre cocina y escritura, donde se retiraba el aceite de las frases insulsas, donde se le daba la vuelta al argumento y donde los niños aprendieron a apreciar las bellas letras con el cuento de la cocina.

Javi de Utrera, con su dominio del garrotín y de los palos más alegres, nos monta en un genial relato ferroviario. Paco es el destinatario de la preocupación pitopáusica de su amigo el narrador. Un relato en “tú” antologado por el Ayuntamiento de Getafe que conviene resucitar, sobretodo en las horas tristes.

El cante de Cinta posee un estupendo regusto clásico. Sus letras dibujan la precisión y la variedad léxica sin rebuscamientos. Cinta nos obsequia con la historia de un niño, Donato, que acechaba los ruidos que poco a poco le cerraban los párpados. Esa taxonomía de los sonidos le lleva a aprender música. Se hará insigne compositor que agoniza de éxito. La caracola musa y el retorno a su

 pueblo de veraneo infantil le ayudan a recomponer lo mágico. Sentencia este cante suyo que si regresas a la Naturaleza recuperas la creatividad.

José León Cano no le busca el lerele ni el tirititrán ni las tarabillas a la guitarra. Y si lo hace desgrana un rosario de cuartos de tono y notas azules que para sí quisieran los jóvenes laureolados de hogaño. Ana, recién subida al tablao, le ha cedido el protagonismo al maestro, quien nos regaló el oído una vez más; pero en este caso, con un tema de Borges: El dragón y la serpiente. Este pobre escribano reconoce no haber captado el mensaje del tanguero argentino.

Amanda toca canta y baila de memoria. Nos elevó con unos estupendos versos de mujer frente al espejo, antesala de la reunión falsa y social, que viene a ser lo mismo.

Ya sabéis que los gitanos somos largos en las despedidas por no hacer menoscabo de nadie. En esta juerga gitana se echó de menos a Vicentrillo de Triana, a Paloma y David, más conocidos como Los Niños del Empeine (perdón por la gracia), a Alma que, con ese nombre tan flamenco, no precisa de apodos; a Celia, Fede, Fernando, Paloma H, Ana D, Amelia, Enrique, Eunice, Mercedes, Juan, Iñaki, Carmen, a las marías Juristo, Felisa y Jesús; y a tantos otros afamados cantaores, conocidos físicamente o de oídas por este cronista ocasional.

Finalmente quien escribe aprovecha para desearle a toda la peña Rascamán, junto a los desahuciados por los bancos y por los médicos, junto a los parados y pequeños empresarios

endeudados cruelmente; en definitiva junto a los que menos, desearles —decía— prosperidad económica. Pero sobre todo anhelo para vosotros esa felicidad íntima e insobornable, que por cierto albergan muchos perseguidos y encarcelados por los poderosos, y que la conceden el obrar conforme a lo que se cree y la auténtica libertad.


Carlos Yasabe

1 de enero de 2013