Tertulia de Año Nuevo y novedades...
El año nuevo trajo novedades a la Tertulia Rascamán. Este reportero pudo comprobar que al fondo del local se situó un disc jockey que para cada lectura y muy acertadamente colocaba de fondo la música apropiada o un efecto de sonido.
Los rascamanes quisieron hacer más alegre este principio de 2013 alternando sus lecturas con anécdotas. Anécdotas e incluso algún que otro chiste. Pero no adelantemos acontecimientos.
Acostumbrado a escribir reportajes de eventos deportivos (acaban de pasarme de Deportes a Cultura en el periódico) y de asistir a las monótonas declaraciones de los jugadores tras los partidos (donde cambia el equipo, el campo y el interlocutor, pero las respuestas siempre las mismas e intercambiables) me sorprenden las conversaciones de los tertulianos y sus distintos registros.
Si esto fuera un partido, mi crónica empezaría diciendo: “ Y saltan al terreno de juego Aure, Mª Juristo, Javier, Amparo, Leo, Alma, Rocío, Ana Delgado, León, José Mª Herranz, Paloma Sánchez y Vicente…”. Pero yo también tengo que cambiar de registro.
Doce jugadores, que para un 2 de enero no está nada mal. Un plantilla de lujo.
De Navidades y niños pequeños, de jubilaciones y trabajo, del libro que acaban de premiar a Aureliano Cañadas, “Diamantinamente”, en Navarra.
De estos temas hablan mientras terminan de llegar los compañeros a la cancha del Ruiz.
Aureliano ha traído algunos ejemplares y uno de ellos rodará por el césped, un ejemplar volante, para que se lea y se ceda su posesión la semana siguiente a otro de los tertulianos.
Doce libros, anoto, lleva ya publicados el poeta Cañadas.
Toma la palabra Aure y dice que el título surge de unos de los poemas del libro, dedicado a los perros.
Muy acertadamente, desde el banquillo, el técnico pone de fondo el sonido de unos perros ladrando. Los va mezclando con otros, como de roce de alas mientras lee “El ángel idiota” y termina con un sonido de metal cuando el autor controlando el libro con la mano derecha lee “El laberinto”: Nunca supe escapar del laberinto…”
Cede el testigo de esta carrera a María Juristo. Lee, pisando el balón y mirando fijamente a sus compañeros, un microrrelato: “Descubrimiento”. No logro adivinar a qué responde la música de fondo que escucho.
Esta sí, música francesa y silbidos metálicos. Esta vez lee Javier un poema titulado “La cuchilla oblicua”, que dedica a Valle Inclán.
Da pie a que la conversación divague en torno a la revolución francesa, a las expresiones de los rostros de los guillotinados aún con vida, a los espasmos de los cuerpos.
Alguien, desde una esquina de la mesa pide el balón, pide que cambie de banda el juego, y que se cuente un chiste para olvidar tanta sangre.
Amparo, que callada asiste a la conversación, inicia una jugadas desde atrás y la culmina silenciando a la grada con un soneto en alejandrinos blancos: “Princeps tenebrarum”. Muy oportuno el técnico, pincha a los Rolling Stones, sus satánicas majestades.
El silencio de la grada la aprovecha Leo para introducir una jugada de estrategia. Toma un libro de Stendhal con su mano derecha y con la izquierda, abriendo por una página al azar lee un pasaje de “La cartuja de Parma”. El control es total. Vuelve a repetir la jugada tomando el libro por su primera página y lee el inicio de la biografía del autor.
No recuerdo que hubiera música para ilustrar esta lectura. Sí compruebo después que se ha pedido un cambio. Desde la línea de fondo el técnico de sonido calienta y nos sorprende con una música lenta, constante, más dulce.
Se detiene el juego un instante. León aprovecha para aconsejar una película a los compañeros, “Los Miserables”. “Casi lloré”, declara.
Alma ha traído un libro de Salvador Espriú. La “Antología lírica” de la editorial Cátedra. Lee a petición de los compañeros dos canciones, primero en catalán y luego en castellano. “Canción de la muerte callada” y el poema nº 7 del poemario “Del final del laberinto”.
Parece insistente el rumor que corre entre los medios de que hay una Tertulia de Barcelona interesada en fichar a Alma. Desconocemos su cláusula de rescisión. Debe ser alta porque ella más de una vez, en declaraciones a la prensa, ha insistido en que no se va del club actual.
No sé si esto es habitual en una Tertulia Literaria. Soy nuevo en Cultura, ya lo dije antes, pero de repente cuentan seguidos tres o cuatros chistes. Que si uno de andaluces sobre la “poesía” y el “poema”, que si el del susceptible, que si uno de una orgía…
Me tengo que frotar los ojos porque incluso la música de fondo ha vuelto a desaparecer.
No me he debido despertar bien porque escucho otro chiste desde el fondo sur que empieza con la pregunta “¿A usted le gusta la pintura?”.
Tengo la boca seca, pido una cerveza, me la bebo casi de un trago.
Ahora me siento mejor.
Ana Delgado deja al público boquiabierto. Dos poemas: “Soy ese extraño y viejo conocido…” y ”Mi tercer novio…”
Le roba la pelota Mª Juristo e inicia una carrera por su banda, Una jugada ensayada en forma de relato que recuerda lo leído por Ana: “Caleidoscopio”.
Es turno de los jugadores que están más frescos, los que acaban de saltar al campo. José María lee “No quiero saber”. Paloma Sánchez y Vicente no traen lectura pero inician una conversación al primer toque sobre el teatro contrafigurativo y el dramaturgo Sánchez Sinisterra, el lenguaje, las personas bilingües y su relación con las zonas del cerebro…
Pide María Juristo retirarse del terreno de juego y antes de que vuelva a los vestuarios Leo pide que esperen todos un momento y sortea una pieza, una escultura de bronce hecha por ella, un lector engarzado en un marcapáginas. Aplaude la grada.
La afortunada es Rocío que aunque no ha leído, ha participado activamente en todas las jugadas de la tarde y ha dado pases magistrales. Y el número mágico, con el que ha adivinado su premio, el 10, el mítico dorsal de Maradona.
La última jugada, igual que en un penalti decisivo, es del maestro Aureliano. Remata la tarde con el lanzamiento de un poema largo de su libro “Diamantinamente”. Es una lectura en dos tiempos, con paradiña, “En un juicio final” y “1492”.
Me retiro a mi casa para escribir la crónica de la tarde.
Intuyo que no me va a ser fácil.
No sé por qué pero me veo de nuevo acudiendo a ruedas de prensa deportivas, transcribiendo frases sesudas del tipo “el fútbol es así”, “somos once” o “el partido son 90 minutos”.
Voy a ser el reportero de Cultura más efímero. Como este técnico de sonido, que creo que tampoco va a triunfar…
3 de enero de 2013
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