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martes, 26 de marzo de 2024

20ª Jornada/XVII año: Miércoles, 20 de marzo de 2024

 

Párvulos traviesos


Hoy lo hacemos por Zoom y como somos párvulos traviesos, sin su campana nos desmandamos. Javier se tiene que ir pronto por un concierto. Diciendo aquello de “chincha rabiña” nos consuela con que, como somos pocos, podría dar tiempo a una segunda vuelta, salivamos como puras sangres en la línea de salida. empieza la sesión con José Antonio.


Visiblemente mejorado de sus recientes trastornos y encantado con su libro “Ay, Matilde” editado por sus hijos y nietos con el gancho de Graciela. Lo abre con cierto asombro, al no haber sido él quién eligió los poemas. Es raro dice.


Hay días de bolitas de alcanfor y de letra capital sin consecuencias. Días de cuerda y diábolo que envuelvo en recetas de los médicos. Días que serán suspiros en los sueños. Ser heroico por saberlo. El tiempo de una bala en un zas total del Universo. Espejismo sobre el vaho cuando despierto. 

Ante la llegada de la primavera que ya estalla por arboles y parterres, José Antonio decide que es un día de “Ay, Matilde” y suelta: El negro vende sueños de marca. La playa lo mismo trae arena que se lleva la esperanza. 

En ese preciso momento irrumpe Aure en segundo plano con una gorra negra que le tapa los ojos, y le da un aire de espía preocupado por las escuchas. Reclama su magdalena de Proust y su cafetito. 

Un león se remueve inquieto en su jaula, se toma su tiempo, lo importante se hace despacio, se hace un poco el interesante y nos bombardea con sonetos, cada vez más perfectos, tanto da que sean grotescos, líricos, épicos o dramáticos, incluso le he escuchado alguno contemplativo. Menudo jardín de sonetos. Bravo.

Dentro de mi alma habita un colibrí, un colibrí que libre se soñaba entre las flores. Volver a la ebriedad de ayer, perdida. En mis labios una dulce flor, libando paz y amor.

Pasión. Esperar las llamas del infierno. Sí, creo en la inmortal belleza de Telemann.

Egipto. Regresaré a las selvas de tu pubis. Si ha de cortarme la vida el hilo, quiero que nos amemos en el nido. Entablo con la muerte un desafío.

Llega Javier y nos asombra a todos con el acento portugués. Aure desde su segundo plano en la pantalla se desespera porque en portugués nunca se pronuncia la c. Todo esto con su gorra encasquetada de gran visera modelo incógnito.

Cuidado con los días que pueden no llegar. Recuerdos de otras veces, la furia en primer plano. La oscura rabia. En medio del insípido encuentro recordáis.

Los animales vestían pantalones. Resistir con paciencia era un milagro. El moho que crecía detrás de la puerta sin cerradura, como un hongo venenoso.

Aure que persiste en su tono crepuscular, nos vuelve a deslumbrar: 

La isla de la nada. A mí nadie me ha regalado nada. Falso y falso, tengo la cabeza llena de presentes cautivos. Una pluma de un ave que voló a Madrid me trajo la certeza de que el pasado no había sido un sueño. ¡Bravo!

El arrecife de las sirenas. Yo debía haber muerto el primero y él recordar hasta el último día.

La certeza. Mas aprendí la dicha de no ser nada. 

Celia iluminada por su fábrica de luz. Corren los días fingidamente inmóviles en camino de la noche primitiva. Yo he visto y he vivido. He escapado de la guerra de mi padre ¿A qué esta incontenible acidez de intemperie quemándome la boca? Un lugar donde el dolor no sea condición de vida. Para acabar Celia hace una réplica al poema de Aure que viene mucho al caso. En un correctísimo francés, en la música traducida al italiano. Así te han negado la palabra. 

Después nos dedicamos a la segunda vuelta con alboroto de niños pequeños y yo disfruto las estrofas de mis compañeros, pero ya no anoto nada. Ha sido otra tarde única, divertida y como siempre un placer seguir la senda literaria con vosotros. ¡Viva Rascamán!



Paloma Sánchez
24 de marzo de 2024










 

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