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lunes, 4 de noviembre de 2019

6ª Jornada/XIII año: Miércoles, 30 de octubre de 2019


CALACAS


1. Carmen Padín:
















CALAVERAS
( al estilo mexicano)

La Catrina se fue de viaje 
y por Madrid apareció
necesito un cafecito, dijo alisando su traje.
Tarde al Ajenjo llegó
no sabía que los Rascamanes
ya traían muertos en sus costales

Alberto cargaba a varios
unos desenterrados y otros no
esa noche citaba a Kafka
pisoteando tres cucarachas
la Muerte le sonrió.

Con atención escucha
los versos de Alma Pagés
Joselyn desprotegida suplica
¡Ay, muerte mira al revés!
no me observes todavía
si mi verso te salpica
lo escribiré otra vez.

Rocío muy callada se quedó.
En boca cerrada no entran moscas
...ni cucarachas, de seguro pensó.
La Muerte quedó muy seria
ya que así como la ves
le gusta escuchar cuentos 
al derecho y al revés

¡Qué no merme la creatividad! 
Se oyó a Carlos decir
La Parca quiso abrazarlo
mostrarle su afinidad
Disculpe usted, buena señora
a mí no me alcanza el tiempo
tengo algo que hacer ahora.

Aureliano llamó a la Muerte 
quien desdeñada se fue 
a observar a quién cuchicheaba
y no la dejaba escuchar.

No te vayas, querida flaca
aquí te traigo unas calacas, 
a tus primas mexicanas
con gusanos impacientes.
y color de eternidad
intensamente te digo
ven, ganemos la lotería.

Se asoma la Muerte loca
por las tejas un tanto rotas
donde Javier y sus botas 
buscan charcas para ver el cielo.

Querida Ana, tú si me entiendes
dice la Muerte en gallego
entre lluvia, niebla y bruma 
chuvia, neboa, bátega y babuña
dejemos las almas bajo el orballo
y yo te cubro hasta los dientes

La Parca lo vio de reojo
Luis se despidió con premura.
Esta noche no habrá samurais
detectives ni venenos
yo mejor me retiro solo
que acompañado de la Huesuda

Un mano a mano
propone David a Rocío
La Parca toma partido
vente conmigo a un baile
y te aseguro, cariño
que al final de la noche
terminarás este duelo 
con más de uno frío.

A la Muerte le gusta el otoño
prefiere la estación más fría
oyendo a Carmen Padín 
sonríe como antes solía
A esta Eduviges Sánchez
sí me la llevo yo, ¡coño!



Carmen Padín
2 de noviembre de 2019

2. Javier Díaz Gil:


María Juristo, Alberto, Joselyn, Rocío, Javier, Aure, Carlos Tejado, David, Anagonz, Luis y Carmen Padín. Enumero los asistentes porque en medio de tanto ruido hoy en el Ajenjo se me despistan las palabras que se dijeron. En nuestra sala se reunieron hoy dos tertulias más -eso sí, más pequeñas- (no era lo usual, siempre hemos estado solos). 

María Juristo nos regala un poema, "Después", Después que la fiebre...
Alberto, un micro: "Otra mala noche", Kafka y G. Samsa subiendo por una pierna.

Joselyn, dos poemas, "Por la palabra" (aprendemos la palabra iridáceo) y "Observadores", niños, mujeres, hombres y dioses.

Rocío no trae nada pero nos cuenta de dos obras de teatro: "Mujer de rojo sobre fondo gris" y "El gran teatro del mundo".

Yo leo el poema "Tejas rotas" que no lleva puntuación ninguna. El poema desnudo.

Aure, recupera las calacas (se acerca el Día delo Santos) que hizo con Ortíz de Mendívil. Las podéis y leer ver pinchando aquí.

Carlos Tejado se marcha y se despide con buenos deseos para todos.

Hablamos de la película "Joker" y leo en ese instante el poema de Goytisolo. "Llega el litio".

Luis se marcha también, no se puede quedar hoy hasta el final.

David ha traído corregida la parte de su nueva novela que ha convertido en conversación telefónica. Ahora funciona mucho mejor.

Anagonz, llevada por este ambiente de espíritus, lee en gallego "Arte con demo", arte con el demonio.

Cierra carmen Padín con un relato de Eduviges, odiaba el otoño...

Echamos de menos el Santander.

Javier Díaz Gil
4 de noviembre de 2019

3. David Lerma:


Yo asistí a esa reunión. ¡Lo juro! Era miércoles, 30 de octubre. En el Café
Ajenjo se celebraban otras tertulias. ¡Sus integrantes están de testigos! 
Recuerdo el ruido que había en el ambiente. Y que leímos. Y que nos oímos. Porque escucharnos, lo que se dice escucharnos, fue otro cantar. 

Inauguró la sesión María Juristo con un poema titulado “Después”. De inmediato, en el salón se desató el debate en torno a la expresión “Es por eso” que daba inicio a un verso. En ese momento un asistente propuso preguntar a Alexia cómo deshacerse del cadáver de un poeta ¡Ocurrió, no lo he imaginado! El siguiente en intervenir fue Alberto, con un relato llamado “Otra mala noche”, protagonizado por un marido-cucaracha.  El relato era kafkiano pero la situación y mi recuerdo no; ellos son reales. 

Tan reales como Joselyn, que recitó uno de sus intensos poemas. Prueba de la lectura es la palabra “iridáceo”, que suscitó el interés de los Rascamantes. Su segundo poema, titulado “Observadores”, planteó un orden (Mujeres, niños, hombres y dioses) que los tertulianos decidieron poner en tela de juicio. El orden, no el poema. Porque el poema fue tan certero y verosímil como todos los de Joselyn. A continuación, tomó la palabra Javier, que leyó “Tejas rotas”, un poema carente de puntos y comas pero no de emociones. Yo, que carezco de pruebas que avalen lo que aconteció por haberlas perdido, no creo carecer de palabra. Y con ella digo que después de Javier leyó Aureliano. Y que Aureliano habló de su colaboración artística con Juan Ortiz de Mendívil, la cual puede visitarse en internet. Muestra de ello es un verso del que me acuerdo muy bien. Decía: “el gusano de la impaciencia me corroe”. Luego leyó David un capítulo de su interminable novela (no por larga ni por decimonónica, sino por agotadora). A pesar de que el diálogo que contenía resultó más creíble por teléfono que por whatsapp, la palabra “cataplines” añadió una veta de artificio a la historia que será conveniente expurgar. Habrá que seguir revisando. Escribir es un acto de fe, pese a tener más de testarudez que de misticismo. 

Mientras, en la sala el escándalo seguía en aumento, lo que obligó a los presentes a elevar el tono de voz. Sus gargantas comenzaron a resentirse. El follón no impidió a Ana Gonz leer en alto y en gallego su “Arte con Demo”; ni a Carmen Padín su “Desprendimiento”, un relato otoñal en el que Eduviges, su protagonista, que empezaba odiando el otoño, podría terminar queriéndolo por consejo de los Rascamantes.    

Aquella tarde los hechos sucedieron tal como los he contado. Aunque la verdad es que no dispongo de evidencias documentales para justificarlos. Tampoco puedo decir ahora, por mucho que lo parezca, que fue un sueño que yo soñé, como se dice en los malos relatos que el autor decide resolver con el despertar del protagonista. Solo digo que sucedió. Y que así lo recuerdo…

David Lerma 
4 de noviembre de 2019

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