Las palabras
Siempre las palabras sembrando dudas, aclarando enigmas. Cuando yo llegué al Café Ruiz, ya estaban allí Javier, Rocio y Aure, y nuestra primera tertulia de este mayo comenzaba recordando la poesía de Ricardo Corona acompañada de unos instrumentos musicales ideados por su mujer. Conocimos uno con sonido a mar, ya que habíamos tenido la suerte de compartir tertulia con ellos el miércoles anterior.
Después llegó Cristina y David, Paloma y León, y Jose María que había estado el pasado fin de semana en un encuentro literario en Soria del cual habló satisfecho, sobre todo de dos poetas chilenas que le habían gustado en especial.
Una de ellas era Elvira Hernández, como yo no conocía nada de ella, aquí dejo una pequeña reseña bibliográfica.
Nació en Lebu (1951) y es una de las voces femeninas mas representativas de Chile y Latinoamérica. Su poesía es considerada de neovanguardia, por su carácter experimental. Entre sus obras, destacan: Meditaciones físicas por un hombre que se fue (1987), La bandera de Chile (1991), Santiago Waria (1992) y Álbum de Valparaíso (2003) .
Un poema de su libro SIN DRO ME DE O SI RIS:
Querido
el único sol existente
es el diario luminoso
déjate de disonancias
cognitivas.
Después José María nos leyó su relato “Como nos gustaría que estuvieses aquí. Los años
Y después los versos de Paloma:
“Si me pierdo no me olvides…..”
“Mi pasión prisionera de cristal…”
“Tengo que hacer una cosa de muchas
¿Tú podrás verla?”
Nos envolvió la terapia de escribir. “En la propia enfermedad está la cura”. Terminar recordando a Sábato: “Yo soy imperfecto en grado sumo”. Y Cristina cierra su poema con el deseo de “orinar toda esta tristeza”. León recomienda leer “La inteligencia azul de los delfines”.
Rocio nos habla de damas con pelo canoso antes de contarnos que quiere leer a Luis Rosales, busco poemas suyos y elijo:, Autobiografía, en el que confiesa que vivió:
…
"con una vaga prudencia de
caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería".
Siempre las palabras.
“Regresé a mi ataúd y lo cerré por dentro
Pero me fue imposible morir toda la noche”.
Surge el desocupado lector . ¿Es desocupado un lector? ¿Quién dijo aquello?. Habrá que preguntárselo a Google que es como la bola de cristal de este siglo.
Cada uno en su casa sigue la duda sobre el desocupado lector y Paloma escribe:
“He seguido vuestro consejo y le he preguntado a google por desocupado lector y....
Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza, que en ella cada cosa engendra su semejante. Y, así, ¿qué podía engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación?
Son las seis primeras líneas del prólogo de la primera parte de Don Quijote.”
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