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lunes, 24 de mayo de 2010

28ª Jornada/III Año: Miércoles, 21 de abril de 2010

EL PARTIDO DEL SIGLO


Señoras y señores, buenas tardes a todos, llegó el gran día, el día que esperábamos como agua de mayo, dieciséis grados centígrados de temperatura y amenaza de lluvia en el horizonte, el día en que se decidirá si sí o si no, es decir, quién se llevará los laureles y quién la cuchara de madera, o lo que es lo mismo: quién ganará la Liga, quién la perderá. Porque hoy, señoras y señores, amigos todos, 21 de abril de 2010, en una tarde primaveral a pesar de los negros nubarrones que se ciernen en el Cielo del Estadio del Ruiz, ante la nada desdeñable cantidad de ochenta mil almas, se van a ver las caras Racing Narradores y Poetas Balompié, en lo que se ha dado en denominar el Partido del Siglo.


En juego la gloria o el fracaso, nada más y nada menos, dos caras de la misma moneda, la que lanza al aire el árbitro de la contienda, ante la mirada de los capitanes de ambos equipos, para efectuar el preceptivo sorteo de campos. A la derecha jugará Racing Narradores, a la izquierda, Poetas Balompié. La suerte está echada. Durante los minutos previos las dos formaciones han realizado ejercicios de calentamiento sobre el césped convertido en alfombra gracias a la labor profesional del jefe de jardineros, Sr. Julio, mientras por megafonía sonaban canciones de Leonard Cohen y algunos jugadores cambiaban comentarios en torno a futuros laborales y ambiciones en el trabajo.


A las 18:00 horas p.m., ni un minuto antes, ni uno después, los equipos titulares saltan al campo. Por el lado de Racing Narradores: Ismael, Rocío, CarmenFron y David; por el lado de Poetas Balompié: Javier, Sagrario, Celia, Ana González y Paloma. Las aficiones corean los himnos que truenan por los altavoces: el de Poetas Balompié, en verso libre, faltaría más; el de Racing Narradores, con el consabido estribillo del “En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme”. Se guarda un respetuoso minuto de silencio en recuerdo de los escritores muertos y los poetas suicidas; y es que hoy estamos aquí, pero mañana, ¿quién sabe? El árbitro sopla su silbato. Comienza el partido. La primera ocasión llega de las botas de Ismael, ariete de Racing. Ismael lee un relato sobre unas cortinas que hacen compañía a su solitario protagonista, y su oportunidad sale fuera por muy poco, lamiendo la cepa del poste. Razón más que suficiente para encender el ánimo de la grada Racinguista, que se lleva las manos a la cabeza y se pone de pie y ruge al unísono un ¡Uuuuuyyyy! que han oído hasta los más rezagados que todavía esperan turno fuera del recinto para acceder al estadio.


La segunda ocasión no se hace esperar y llega otra vez de manos de Ismael. El ariete lee otro relato titulado “Jon Mil Colas”, la historia de un tipo apasionado por las colas, las de esperar, que le deja solo delante del portero de los Balompédicos, a quien fusila sin compasión, demostrando su carácter de delantero con hambre de gol, para lograr que el primer tanto suba al luminoso del Estadio del Ruiz, donde enseguida luce un resultado provisional que hace las delicias de los aficionados Racinguistas: Racing Narradores 1 - Poetas Balompié 0.


¡Goooooool!, aúllan las peñas de Racing desde la grada, a la vez que saltan, brincan y se abrazan, como si fuera el día más feliz de sus existencias.


Pero, ay amigos, no se confíen, que aún queda mucho tiempo. Con el primer gol la defensa de Racing se repliega descaradamente, guiada por el lógico deseo de cubrir zonas, y son entonces los centrocampistas de Poetas Balompié los que toman la iniciativa. Ya era hora, murmuran sus hinchas. Los centrocampistas atraviesan la línea divisoria utilizando la estrategia vertical de tirar paredes y abrir huecos por la bandas, triangulando una y otra vez, una y otra vez, como dictan los manuales. Hasta que la mediocentro Ana González, haciendo bueno su reciente fichaje por Poetas, se mete en la corona del área, lugar donde se juega el ser o no ser del fútbol. Allí, dribla a un defensa narrativo, hace un par de caños con metáfora, y chuta franca con la puntera unos cuantos versos que afirman cosas como estas: “antes de que se hicieran vinagre nuestros besos antiguos”, o “las muecas se hacen turbias a base de beber sangre contaminada”.


El balón, me cago en la mar, sale rozando el travesaño. Otra vez será, señoras y señores, sufridos aficionados, amigos todos.


El cancerbero de Racing se hace de rogar antes de sacar de puerta con patadón y tente tieso. De ahí el apercibimiento verbal del árbitro, quien amenaza al portero con sacarle tarjeta amarilla la próxima vez que se demore. El esférico traza una circunferencia en el aire y va a caer, con nieve de las alturas, a terreno de los Balompédicos, quienes raudos montan una nueva jugada de ataque, que culmina la volante de enganche Celia tras dos bicicletas y un vistoso taconazo que la grada recibe con entusiasmo: “Alquilo patio de enero / en mitad del desierto / llamar tardes de marzo / antes del deshielo”, y “No me pagues con la misma moneda / la que guardo en mi boca para el largo viaje”.


El cuero, señoras y señores, se introduce por toda la escuadra, allí donde anidan las telarañas que nadie limpia, provocando el delirio de las peñas de Poetas Balompié, acompañado por un sinfín de banderas que ondean al viento y un cántico que nace de sus gargantas y que debe de tener algo de ancestral. Dice así: “¡Oe oe oe oe oooeee oooeee!”. La volante de enganche Celia firma un golazo de esos que hacen historia y causan un repunte en los índices de natalidad de la población nueve meses después de su consecución.


En el luminoso del Estadio del Ruiz ya se dibujan las cifras que reflejan el empate conseguido: Racing Narradores 1 - Poetas Balompié 1.


Le toca al Racing sacar de centro. Durante los siguientes minutos los dos equipos especulan con el balón y se entregan al típico tiki-taka. Desde los banquillos, los dos entrenadores arengan a sus jugadores pizarra en mano. Sólo un espontáneo, que salta a la hierba para preguntar por dónde queda el W.C., rompe la tranquilidad. Hasta que el rombo de Racing comienza a funcionar de nuevo para dar sus frutos a través de la extremo CarmenFron, quien inaugura la jugada desde la medular con un “Por favor, sea breve”, para finalizar, tras varios caracoleos por su lateral, en el área contraria, con un “¡En fin, la vida!”, al que responde el portero de Poetas Balompié con un paradón que ni en los dibujos animados. En el interín, CarmenFron ha narrado la historia de unos vecinos impertinentes que tienen perros que muerden y gatos que atacan, y que además, por si fuera poco, cantan demasiado alto.


La siguiente ocasión viene también del lado narrativo y la protagoniza, con el 10 a la espalda, el número de los jugadores con clase, la extremo Rocío. Rocío intercepta el pase de un poeta a otro poeta y monta un contraataque que conduce con el balón pegado al empeine. De dos zancadas encara al portero Balompédico, le sortea, y ya, a puerta vacía, sólo tiene que empujar un relato genial, que es en realidad la solicitud que las trabajadoras de una Residencia de Ancianos cursan para pedir que se les cambie el turno y poder así asistir a los juegos de unos ancianos. Un gol memorable que pone por delante a Racing y, de paso, la carne de gallina, y que desata el desenfreno en los asientos ocupados por sus rendidos hinchas, los cuales ejecutan una ola que da varias vueltas al estadio, en una especie de ritual atávico que les sirve, entre otras cosas, para reafirmar su condición de grupo.


¡Gol!, chillan los de la grada norte; ¡Gol!, replican, ya casi sin resuello, los de la sur; ¡Gooool!, se desgañitan unos y otros.

Ahora, son Poetas los que vuelven a la carga, acuciados por lo desfavorable del resultado. No les queda otra. Como era de esperar, pronto se topan con el muro infranqueable levantado por Racing, cuyo entrenador ha ordenado colocar, directamente y sin complejos, el autobús debajo de su portería. Con todo y con eso trata de trenzar jugada, como delantero técnico y habilidoso que es, Javier, quien con facilidad relativa se sitúa en el interior del área pequeña de los prosistas, donde ensaya un par de regates magistrales que tienen la estructura de sugerente poema. El siguiente: El ratón distraído de mi boca / mordisquea la capucha de tu boli / mis ojos felinos inmovilizan / tu corazón domado. / Sé que caerás / Te asomas a la trampa de mi escote”.

La oportunidad de Javier, lamentablemente, no sube al marcador pero, como las mejores jugadas de fútbol, da pie a la polémica: la de los prosistas, que reclaman fuera de juego después de ver al linier levantar el banderín; la de los poetas, que piden al árbitro que pite penalti claro. Un debate abierto, nada bizantino, que tendrá su segura prolongación a la mañana siguiente por todas las fábricas, bares y oficinas de este país esquizofrénico, adicto a los colorines, a la gresca constante, a la palabrota, y al no ponerse de acuerdo nunca.


La cosa se pone bastante fea para Poetas cuando el cuarto árbitro levanta el cartel con los minutos de descuento: ¡sólo dos!. Madre mía, se lamentan las peñas poéticas. Aunque son conscientes de que sus jugadores van a darlo todo hasta el último segundo. Así, no tardan en adelantar líneas, y hasta su portero se suma al remate en cada saque de esquina. Es, precisamente, en uno de esos corners cuando la poetisa Paloma, que ha entrado al campo en la segunda parte, logra colarse entre los centrales de Racing y cabecear, con estética impecable, marcando

los tiempos establecidos, varios versos, de los cuales al menos uno acaba besando las mallas. Este: “Yo una vez fui en tus manos poesía”.


¡Qué golazo, señoras y señores, sufridos aficionados, amigos todos! No encuentro las palabras que describan la explosión de felicidad que se vive entre los seguidores de Poetas a consecuencia del tanto. Supongo que será algo parecido a que le demuestren a uno que Dios existe y, con él, la vida eterna que promete.


Sin tiempo para la reacción el árbitro da los tres pitidos de rigor que indican el final del encuentro, con el resultado, inamovible ya, de empate: Racing Narradores 2 - Poetas Balompié 2. Algunos jugadores intercambian sus camisetas camino de la ducha. Reparto de puntos. La resolución del Campeonato queda aplazada hasta otro día. La gloria

y el fracaso, pues, tendrán que esperar. Quizás, hasta otra final anticipada. En otro Partido del Siglo que paralice el país: el que se celebra cada miércoles en el Estadio del Ruiz, ante la expectación nada desdeñable de ochenta mil almas que sienten que la vida se les va en la belleza sutil de una estrofa o en la perfección milagrosa de un párrafo.


Pero por hoy, señoras y señores, esto ha sido todo, les deseo que sean muy felices y que coman perdices, muy buenas noches y hasta el próximo día.


David Lerma Martínez
1 de mayo de 2010


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