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sábado, 5 de abril de 2008

22ª Jornada: Miércoles, 12 de marzo de 2008

“El pensamiento se construye hablando”
Teresa Zamanillo


Y a construir pensamiento venimos.

Cuando llegan a la mesa la Coca Cola, el Café con leche y el Poleo, ya sólo queda medio Croissant. Yo, que soy el Café con leche, no conozco a mis compañeros de mesa, bueno, sólo a una; y mientras ellos se saludan corteses y se preguntan por cosas triviales yo me dedico a comparar a los personajes que Laura creó en mi cabeza cuando me hablaba de la tertulia con las personas que acabo de conocer.

La tarde se va deslizando entre vasos, tazas, pastas y cuadernos. Se desliza equilibrada, a un lado: la esencia incuestionable de las cosas; al otro: la belleza efímera de cada detalle.

Uno de esos detalles es la luz de tono idéntico que desprenden los pendientes, la camisa y los ojos de Rocío.

Completos los preámbulos, Truman Capote comienza a divagar con cinco bocas. No quieren encontrar la verdad; sólo, una verdad que les sirva. La objetividad es, sin más, una subjetividad compartida.

La muerte se deja de servir en pequeños ataúdes para mirarnos, por un momento, desde unos ojos psicópatas ausentes de culpa y empatía.

Y cuando el análisis de lo ajeno deja de importarnos y los cuadernos se empiezan a abrir para abrir a sus dueños también, llegan a la mesa dos cañas y una empanada de bacalao.

Y las primeras en desnudarse son mis cortas reflexiones sobre Dios, la muerte y el abismo.

Después, la fobia de saltar al mundo cada mañana de una mujer que se gasta en despertadores lo que se ahorra en comida.

Más tarde llega una imagen rojiza, nocturna, contaminada de ciudad desierta que incita a huir de los amaneceres imperfectos.

Luego, unos reflejos violetas y rojos que huelen a perfume de mujer se cuelan por la ventana de una casa que vio el llanto y la sangre de la muerte.

Finalmente, un elefante y un círculo de fuego construyen la enfermedad de un niño.

Aquí queda constancia de esa tarde, por si alguno pensaba acordarse solamente de que el cuadro de la pared del bar cuesta 300€ o del grupo de barbudos de la mesa de al lado.

24 de marzo de 2008
Davinia Manzano

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