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domingo, 12 de febrero de 2023

11ª Jornada/XVI año: Miércoles, 1 de febrero de 2023

 


CON COMPASIÓN EL MUNDO NO AVANZA


Estoy escribiendo esta bitácora de forma secreta, clandestina, como quien escribe una biografía no autorizada junto a la persona que le acompaña. Aquí de nuevo, con esta presencia espontánea, que me permite volver a veros y comprobar, con más perspectiva que vosotros, el paso del tiempo; ver en nosotros las ojeras, las arrugas, la pérdida de pelo; ver cómo todo sigue igual. Insisto, esto es una bitácora no autorizada y puedo escribir lo que me dé la gana… Como que León bebe la cerveza con especial compulsión, quizás por un beso que le ha dado Cinta al llegar; Cinta, que llega con las forjas llenas de buenas imágenes. 

Javier Díaz Gil, el boss,  es un hombre generoso, no solo por vertebrar durante lustros cada miércoles, sino porque, sin él saberlo, me ha dado un par de cuartillas para escribir estas palabras y criticarle. Él es bueno e iluso y permisivo. El boss tiene una mirada bondadosa y complaciente que en realidad esconde la más taimada de las intimidaciones. Mi único objetivo es quitarle el puesto y la dichosa campanilla. 

Cambio de turno. Le toca leer a otro contertulio. Ese instante de cada tertulia en que se pasa el testigo. Nos pasamos el testigo uno a otro hasta, al fin, llegar el momento más anhelado: el momento de la lectura de uno mismo. Unos quieren presumir, otros quieren ser corregidos. Ahora es el turno de Isa, que sabe y dice mucho con precisión y rigor. Javier Díaz Gil creo que sospecha que estoy escribiendo una bitácora. Desde mi izquierda mira de reojo estas líneas. Yo le tapo la vista. Aureliano se me acerca y me dice al oído que cuánto pelo he perdido y yo le digo que mejor se dedique a sus poemas o el dragón le devorará con nuestra complicidad. Ahora le toca leer al boss, pero se está liando con el ordenador. Nadie es perfecto. Me empiezo a inquietar con su torpeza. En cuanto me toque leer dejo esta bitácora. El boss lee y me gustaría pintar su poema y me cabrea tener que elogiarle. 

El niño Aure toma la palabra y nos recuerda lo que es la verdadera poesía. Pareciera que salva al boss y condena al resto. Ahora es el turno de Susana, a la que he conocido virtualmente hoy y pareciese que es de toda la vida. Ha escrito un poema sobre mí sin ella saberlo y ya la estoy queriendo: la quiero de veras. A mí me parece redondo y, sin embargo, algunos contertulios se atreven a corregirla. Por mí la sangre hierve y tengo ganas de que esta tertulia se convierta en una reyerta sangrienta. Cinta se tiene que marchar, pero León no la deja pasar. A buen entendedor pocas palabras bastan, y ahora lee Alberto, que no me gusta nada, o quizás sea que me da envidia que escriba tan bien como lee, y, sobre todo, lo que más me alegra de cualquier género: la brevedad. Susana, tus versos tiemblan en mí, y con estas palabras doy nuevamente muerte a esta bitácora, y, si os he visto, no me acuerdo. 

He recibido coacciones por parte del boss de continuar esta bitácora. Lo hago sin ganas, para seguir siendo aceptado. Ahora le toca a León, que intenta salvar al cultista Góngora como si hubiera tenido un solo buen poema. Podríamos meterlo incluso en esta tertulia. Y  ahora el testigo pasa a Carmen Padín, que escribe en boca el humor tan bien como ilustra el libro de Javier Díaz Gil, ya a la venta. ¡Maldita sea, de nuevo caí en el elogio! Ahora, Paloma: entusiasmo, voz firme, insiste en el estilo risueño, resuelto y eterno, y al final he caído en la red y he sido absorbido por la secta. ¡Maldita sea, quería poneros a parir y aquí estoy echando por la borda esta bitácora y deseando volver a coincidir! 

Ahora, Rocío, que reza y reza, que arranca su oración porque su lectura siempre ha tenido ritmo, tono de tantra, en la que siempre esconde un mensaje mágico y nuevo. Si os he visto, no me acuerdo. Susana te quiero mucho. Al resto que os den. 


Ismael Constantinopla
3 de febrero de 2023







BITÁCORA CON PASIÓN FINALIZADA

Ismael tiene que marcharse y retomo yo la bitácora. Quiso hacer una bitácora crítica y fue transformándose desdiciendo su teoría de que con compasión el mundo no avanza. 

Y completo lo que no detalló o que no pudo recoger al marcharse.

Como que Carlos Ceballos quiso desmontar la leyenda negra y habló de cámaras de Kirlian y de gas y de peces abisales alumbrados por el batiscafo.

Ismael, te hubieras terminado de convertir a esta secta si hubieras podido escuchar a Luis leer un texto marino, rumbo al corazón de la galerna en aguas de Madeira. Aprendimos con él que el dolor se puede llevar con dignidad si no se prolonga demasiado.

Y que Anagonz citó a Quevedo, Ah, de la vida, y leyó su soneto, que leímos después de nuevo, Luis y yo.

Y que terminarías queriéndonos a todos, no sólo a Susana, escuchando finalmente a Juan Antonio leyendo sus huellas de dinosaurio, como se es capaz de hacerse roca en un corazón amante y temporal. Son millones de años de amor sobre la tierra.

Vuelve pronto, Ismael, necesitamos tus textos clandestinos.


Javier Díaz Gil
13 de febrero de 2023

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