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lunes, 30 de mayo de 2022

29ª Jornada/XV año: Miércoles, 25 de mayo de 2022

 

Oficina de reclutamiento de letraheridos

A la llamada a filas para engrosar el ejército de letraheridos en la guerra abierta contra la analfabetización y la incultura que extiende el ejército enemigo han acudido a alistarse Mariana, Javier, Carlos Ceballos, Rocío, C. Padín, Lola, Montse, Paloma Sánchez, León, Celia, Cinta, Pedro Catalán y Luis.

Cada uno trae sus propias armas y tácticas para vencer al enemigo. El teniente encargado de la oficina de reclutamiento va llamando de dos en dos.

Rocío, armada de prosa, vencerá la desmemoria con la historia de un barquillero, en los años 50 en Madrid.  Todos tenenos sueños pero sólo algunos tienen metas. Recuerda la frontera entre las chabolas y la ciudad urbanizada, la tuberculosis, los extras en "Bienvenido Mr Marshall", los realojados en San Fermín.

Javier echa mano de la poesía, y propone utilizar dos idiomas, español y portugués, habla de Brasil en 2007 y de los poemas que componen "Morir en Iguazú".

Se alista a los dos primeros y con alborozo, se aceptan sus tácticas y sus armas. Entran dos nuevos voluntarios.

Mariana trae un proyectil eficaz, una cita de Albert Camus: "En mi interior habita un verano invencible". Y un texto con frases como Mi lucha y Para enterrar el amor no hay tierra suficiente.

Carlos Ceballos trae algo ingenioso: vilanos, la pelusa de los álamos. Algo tan liviano que llegará hasta el enemigo: monovoladores -hostigadores- en un naufragio. Psicópatas con trastorno narcisista.

Otros dos alistados. Pasan los dos siguientes.

Lola Deán nos trae un excelente traje de camuflaje, el de crisálida. Un poema. No seguiré viviendo de esta ruina. Crisálida me llamo. No soy Lola. Y otro poema de "Decirte que". Pasa la vida de un soplo. Permanece la ausencia y la esperanza.

Montse que sabe de cicatrices, lee sus quince caricias que le regaló el bisturí, el filo voraz de un escalpelo. Ante ello, nos aporta a la batalla la fuerza con la que clama la impaciencia de pronunciar su último poema.

Dos más para el bando de los letraheridos. Pasan ahora dos mujeres aguerridas.

Carmen Padín responderá a los que defienden la incultura que las ovejas no tienen colmillos. Y que nos fijemos en la forma que usa la dentadura para marcar el paso del tiempo. ¿Los dientes son reflejo del alma? Incisivos, molares... Pero como defensa, deberemos tener los cuatro colmillos listos, expectantes.

Paloma Sánchez es más teórica, despliega el plano que es epílogo de su nueva novela. Cuando algo nos gusta mucho, atacamos. Ataco por miedo. Nos habla de lo que cabe en sus corazones envejecidos. Y apuesta por la verdad para lanzarla sobre el enemigo. Cita a Oscar Wilde: "Una verdad en el arte es aquella en la que su contradicción es verdad también".

El teniente anota sus nombres y apellidos. Están dentro del batallón de letraheridos también.

Pasan León y Celia ahora.

León tiene un plan excelente. Nada mejor que vencer la ausencia de conocimientos que empezar con cuentos, como si fueran para sus nietos. Como el de una estrella despistada, una tarde somnolienta, Eduardito y una mochila mágica que se agrandaba. Y si con cuentos no basta, recordemos que la Filosofía es buscar en la vida causa y lugar. Imaginar, remata, sirve a los superniños para volar.

Aplaude el teniente y cede la palabra a Celia, a la que han dado el premio Voces Nuevas de Torremozas. Si León trae como arma el recuerdo de la niñez, Celia trae el recuerdo de la adolescencia. Es necesario hacerle ver al bando de iletrados cuál es su colección de enfoques y oscuridades. ¿Quedará alguna foto de cuando fuímos el centro del Universo? Y añade verdades como "se la di a la vida y así me la devuelve". "No se cae en la cuenta de la pérdida".

Armas poderosísimas la niñez y la adolescencia. Dos más para la causa.

El teniente hace pasar a su despacho a los últimos tres voluntarios.

Cinta defiende el uso de un arma necesaria, el poder de las manos. Penélope teje para vivir, teje para amar, nunca supo de su poder. Y propone un nuevo medio de camuflaje, jugar con las propias palabras: Cuatrorios y culíferos, estronforios y lastruenda destensando.

Pedro Catalán serio y calculador trae el arma definitiva: el humor. No todo son colinas, dice. Y pone el ejemplo del soldado Ruiz, la sargento Espinosa y el General Valero. Al soldado Ruiz el enemigo no le ha hecho nada y dice que es muy fácil mandar y luego quedarse ahí tranquilamente. Y que la sargento no va a hacerle daño al soldado Ruiz porque es su churri. En la guerra sólo sabemos hacer de muerto.

Luis, que interviene en último lugar, porta una bandera para este batallón con la efigie de Blas de Otero. Con unas palabras bordadas: Digo vivir. El nombre del hombre que fui cuando callaba.

El teniente, puesto en pie, da la bienvenida a los tres últimos y anota estas últimas palabras. No hay que callar, dice en voz alta.

El batallón de letraheridos "RASCAMÁN" bajo la bandera de la palabra está preparado para el combate.



Javier Díaz Gil
30 de mayo de 2022


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