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lunes, 31 de mayo de 2021

31ª Jornada/XIV año: Miércoles, 26 de mayo de 2021

 

El señor alcalde...


La inquina de don Sebastián 

Entremeses presentados al concurso floral de Botillos de abajo 


Hay un poco de jaleo en el escenario. El señor alcalde intenta poner orden en los disfrazados participantes, es el ensayo general, ya maquillados no saben dónde colocarse y buscan sus marcas por el suelo. 


—¡Orden señores!, no se apelotonen, colóquense por orden de llegada. ¿Oido? 



La voz de Omega busca entre sus papeles, y suelta: 


—Siento chicos que esté así, porque hoy no iba a leer— sigue rebuscando entre sus papeles. Carmen Padín tiene que salir corriendo porque no se le oye, y volver a entrar rauda y ahora sí. Sigue Omega: 


—Aprendiendo a amar… la delicadeza con que subió la cremallera… Su voz en mi memoria cual cerezo brillante… A cada ser que se cruza en mi camino…— continúa en voz poética: 


—Transformarme en letras… Manojo de sueños—. Hoy las luces del teatro han enloquecido. Cada cinco minutos exactos nos sueltan un mensaje en inglés, por más que advertimos al alcalde, nada. 


—Mucho mejor señores, mucho mejor, no se sofoquen por el mensaje que el día del estreno estará reparado, se ríe. El alcalde hace mutis por el foro. 



Aparece Paloma alunada de literatura, con antifaz y lee: 


—Los carros y caballos entran y salen en algarabía y polvoreda de territorio salvaje, después se pelearan las vecinas, cada una plantada frente a su casa tendiendo la ropa; por quién recoge las bostas y de qué bestia proceden— Prosigue: 


—Es el doble más bonita/ de lo que yo imaginara,/ además es señorita,/ lo lleva escrito en la cara. 


Desde allí se desperdigan en carnaval jóvenes y vividores de la noche madrileña a la que nunca faltó la animación, ni la golfería— 


El ritmo de las frases nos ha dejado a todos más tranquilos y tal que estuviéramos cantando una canción todos en el mismo tono, como si no hubiera barrera literaria entre nosotros. El dios Apolo y su hija la diosa de la memoria unen nuestro pensamiento y ya ni se sabe de quién son las palabras, como las bostas de la corrala.


 * 


Entra Rocío con una caracola en la mano. Lleva un cinturón de conchas adornado con bigarillos, al fondo se escucha el sonido del océano, en el romper de las olas, huele a húmedo y a mejillón. El sol por fin va a caer al mar, se va haciendo de noche. Para poder actuar Rocío tiene que hacer mutis y solo se escucha su voz. Es una sensación marítima y rara. Una gozada escuchar su voz intimista. 


—Los dedos del abuelo acoplados a la caracola… Seguía refunfuñando entre dientes… Este es el banco de hablar… El bien que hace la compañía… Sentir la descarga de un rayo… Desterrado de su faro… ¡Vas a comparar! Yo estaba en el medio del mar.— 



Iñaki se pone a hablar de Jonás. 


—Su madre le pegaba por ponerse sus trapos. Su tío Arístides trabaja los arados. Solo, muy solo. Harto de las mofas. El lo acercaba al milagro. 



Con tanto cautiverio, don Sebastian no da de sí, de penas y ansias de venganza. Su escueta mazmorra lo sitia. Tiene una amiga a la que relata sus infortunios, que viene todos los días a comer las miguitas que le sobran de su ración de pan y agua. Atará el mensaje a su pata y ella sabrá el camino hasta los rascamanes. Dicho y hecho el mensaje algo deteriorado llegó en forma de rollito diminuto en la pata de la paloma mensajera y se posó en el hombro del Maestro en un aleteo. pero se escucha con claridad: 


—Las lentísimas tardes de los estíos. /El ansia de tu boca infinita. /La perfección del otro mundo. En la situación que se encuentra don Sebastian es natural que se entregue a pensamientos oscuros. Buenísima la intervención del venerable, por su originalidad, su gracia y un poema hermoso. El primer premio de personaje, aún ausente, la presencia del venerable inunda la escena y se adueña del foco. Es único nuestro Aure. 



Carmen Padín coge el micrófono y con esa dulzura de eses silbantes habla de sandalias y de pescadores. Hoy es día marítimo. 


La seducción exige un buen escenario/No le eches más sal a la herida/Seducir lleva su tiempo/coger y soltar la caña— hace mutis con la suavidad musical que lleva puesta y se oculta tras el escenario. 



El Maestro sigue deambulando por Japón y absorbiendo jaikus contemplativos. En su templanza de sabio acepta el recorte brutal de tres versos y se queda enganchado en lo bien que suena, sin cola de cometa. 


—Un cementerio/junto al campo de arroz/recien cosechado. Después sin piedad golpea las canosas sienes. El poeta no se quiere olvidar de Hiroshima. 


—Sólo estalló uno/No consiguió llegar a las 1000 grullas. 



Cinta que se ha ido y ha vuelto de Huelva, sus pulmones y su aura se han acostumbrado al calor seco de los Madriles y a su aire tenue. Su experiencia ha sido plena. Le ha llamado la atención el poema de Paloma “La Música”. Escuchar un verso mío en labios ajenos me produce una sensación de extrañeza, de que las palabras no son mías. Han pasado a ser de la memoria colectiva y solo son piezas de un rompecabezas que hay que armar, que no pertenece a nadie. 


Cargando con un astrolabio antiguo, de gran belleza, nos recita con la dulzura de las sirenas que proceden de los mares de Punta Umbría (qué nombre tan bonito): 


—Ojos que corren por los prados/No regresaré/un párpado inocente/ los fandangos siguen la métrica de Jorge Manrique—. Dice que los libros de poesía tienen cuatro puntos cardinales con su diagonal correspondiente. Oscuro y telón. 



David aparece para recomendar un libro “Trigo Limpio” de Juan Manuel Gil. 



Aparece el señor alcalde para despedirnos y darnos la enhorabuena. Le parece todo muy bien porque viene con la nariz coloradota con pinta de llevar varios anises puestos. 


Bravo. 

Telón, telón 


*


Paloma Sánchez
27 de mayo de 2021








 

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