Parte de la tripulación está en cubierta sin parar de
parlotear sobre drones y cables, como si estuviese tomando unas copas y
aperitivos en una celebración de recién desposados, al tiempo que el ilustre y
vetusto poeta Aureliano Cañadas, reparte algunos ejemplares de su último
poemario “La Isla de la Nada” en el cual se describe, entre magníficos versos,
el último viaje del hombre en las
turbulentas aguas de la vida, del que entresaco el poema titulado “Subastas”:
Nunca participé en
reñidas subastas
con dioses y demonios
con el fin de ofrecer
a los mortales
paraísos, edenes,
inacabables vidas venturosas.
Nunca les envié
angelicales drones que
anunciasen
mi llegada: son ellos
quienes llegan a mí
inexorablemente.
En mis brazos no añoran otros brazos.
A continuación, Aureliano tras pinchar con su daga un trozo de jamón e
introducirlo en el refugio adecuado, tras un proceso de trituración diseñado a través de milenios de evolución,
nos leyó un poema del que entresacamos los versos:
“Los últimos inviernos
abría la ventana
…
¡Cómo se hacía
esperar! Aprendía a descubrirla
por yemas abultadas, por
los brotes ocultos
o el piar todavía
desvalido de un pájaro
…”
Extraordinario Aureliano, como lo es el poema titulado “En
que todo está medido”,
que termina con los versos:
“le fue dado saber
que alguien había
medido,
inexorablemente,
su vida.”
Fenoy a su vez, extendiendo sobre la tapa de un barril unos
legajos, nos mostró un magnífico poema de Fernández Retamar, en el que se
rememora a Federico García Lorca, y que nuestro capitán, Javier, leyó
magistralmente, con esa emoción que sabe dar a las palabra. A continuación
Fenoy, nos leyó un poema- soneto titulado “Silencio que no muere”
“Cuando tienta la
nueva luz, cumplido
y feliz se concibe en su trazado
…
Que siembra con poemas
que prefiere
de su afín soledad. De
osadías
que extras de su silencio que no muere.”
Únicamente advertirte que algunos versos no son
endecasílabos, Fenoy.
Seguidamente, el poeta
Pablo Llorente repartirá un pequeño poemario titulado “La poesía”, del que nos
leerá el poema “Contigo alborea la vida”,
dedicado a la palabra como fuente capaz de transportar los sentimientos que embridan
al hombre. Así nos dirá:
“Contigo alborea la
vida
cuando a mi espíritu
estimulas
…
Amiga, que tu amor me
lleve”
Para terminar, con el
verso:
“Siempre mi luz; tú,
la palabra”
Estupendo ramillete de poemas adornados con buenos dibujos, terminando con los versos:
“escribir un poema es
arrojarse
al vacío del folio en
blanco
es lanzarse al río de las palabras”
Para acto seguido, lanzarse con avidez sobre el vaso de cerveza burbujeante que Rocío
había depositado a modo de reclamo y así calmar la sed cosechada por su
estancia de varias horas al timón, sin una gota de líquido que llevarse a los
labios; y así cumplir el castigo impuesto por el capitán, cuando se negó barrer
la cubierta. ¡Rayos y truenos!: así aprenderá la lección semejante bellaco,
grabada por la Orden del Císter, y que me permito transcribir a los tiempos
modernos: “escribe y labora, y no te escaquees”.
Por su parte León, nos
lee el artículo, que ha publicado en la revista literaria Clio, en la que hace un resumen de su
última publicación “Tras las huellas de Al Andalus", destacando la nostalgia de
un pueblo arrancado de las tierras de sus ancestros por la codicia y la rapiña.
¿Por qué razón a los sefarditas se les concede el derecho a la nacionalidad
española, y , sin embargo, a los moriscos no?
Magnífico libro de investigación de un pueblo sin patria,
narrado con una prosa bella y llena de referencias mágicas en la Serranía de
Ronda y de Marruecos, y en el que se describe, entre otras cosas, la añoranza de los moriscos de Tánger por las
antiguas tierras de sus antepasados.
Y tras arribar nuestro
velero en las costas valencianas, parte de la tripulación salió despedida a
estirar las piernas junto a los playeros que se quedaban admirados de estas
gentes del mar que paseaban orgullosos con sus atuendos de corsarios que
para dar más tono a su indumentaria cimbreaban por doquier las espadas contra el viento ante la admiración de los
presentes, provocando el manteo jubiloso del alcalde valenciano por parte de un
grupo de turistas alemanes que de esta forma mostraban su satisfacción por forma tan original de recibir a las huestes
alemanas seguidas por la atenta mirada de la ex regidora Rita Barberá que
miraba con devota envidia la escena, ya que consideraba que ella sí que se
merecía un buen manteo de los honorables turistas.
Ya bien entrada la
tarde, la tripulación fue regresando a la nave y mientras recordaban las
diversas aventuras vividas por esos mundos de Dios, poblado por bañistas,
irrumpió como un ciclón nuestro muy querido y arrojado corsario Ignacio Tamés
García que manifestaba una extraña agitación como si estuviese poseído por un
calambre, lo cual provocó la consiguiente preocupación en la tripulación,ya
que por más que Rocío buscara en todos los pergaminos que tratan sobre todo
género de posesiones, no encontraba ninguna que se manifestara de la forma tan extraña
como la que zarandeaba a nuestro nunca suficientemente alabado Tamés, por lo
que nos vimos abocados a llamar al arzobispo Cañizares, experto en este tipo de
exorcismos. Pero nones, que nuestro compañero seguía centrado en sus convulsiones. Menos
mal que el referido, tras algunos aspavientos, nos aclaró la fuente de sus convulsiones:
-¡Puaf, es que me he
paseado por algunas huertas, por ver si robaba alguna lechuga. Y como la
primavera ha sido muy lluviosa he cogido una alergia de no te menees. ¡Aaaaaa… chisss!, con
lo cual, el atribulado Cañizares se fue
con la maleta a otra parte, no sin proferir diferentes anatemas contra la
tripulación.
Tras varios
estornudos, Tamés nos leyó la última aventura-declaración del Profesor González
Tocinillos, en la que con un gran sentido del humor narra partes del discurso de Navidad del
ciudadano Borbón y Grecia, del que entresacamos esta joya:
“Los españoles nunca
nos hemos rendido ante las dificultades, que han sido grandes, y siempre las
hemos vencido”; pero el Profesor Tocinillos, en su primera comparecencia
después de la jornada electoral de diciembre de 2015, contestaría: “ Los
habitantes de la Iberia profunda no sólo se han rendido con frecuencia, sino
que lo seguirán haciendo cuando la situación así lo requiera”. Genial.
A continuación, no sé
si inspirado por las tareas bucodentales que le tenían absorto desde hace
meses o por alguna otra razón misteriosa que le impulsa a la práctica del
misticismo en el cuarto de aseo o por alguna otra razón que se escapa a mis
entendederas ya sea por la bajada de la
Bolsa provocada por la huida de grandes fortunas a las islas de la piratería
internacional o qué se yo, el caso es que
Carlos Tejado aprovechaba los
ratos de ocio para abrillantar su bien provisto armamento dental, por lo que no es de
extrañar que nos leyera el pequeño relato titulado “Cepillo de dientes
S. L.” en el que se narra una historia de amor enternecedora: “música derramada
por nuestros cuerpos” nos dirá; o más bien una noche de amor para de
madrugada quedarse el protagonista solo,
dejando el amante para el recuerdo los cepillos de dientes de ambos mirándose frente a frente, como único
rescoldo del amor. Es curioso, con qué maestría Carlos da vida a los dos
cepillos.
Al final, el
protagonista arrojará a la calle el cepillo de su amante, quedando el suyo tan
sólo como él.
Magnífico.
Rocío por su parte,
tras ajustarse el pañuelo de corsaria victoriosa en más de cien batallas y
consciente de las perdidas por valerosos
corsarios en las profundas aguas de la injusticia, nos leyó el cuento titulado “Conejos en el muro de
Berlín”.
Es la historia de una
emigrante española en Berlín... Y cuando más embelesados estábamos, esperando
que se desvelara el misterio que se ocultaba bajo el velo de los conejos, Rocío
cortó en seco la lectura pues al parecer, según ella, el que esto escribe
estaba distraído mirándola con el catalejo con la complicidad de toda la
tripulación, incluido el capitán; “patente
y vulgar prueba de machismo”, espetó; y eso sí que no lo toleraba ella.
En fin, que el próximo
día nos leería la continuación si demostrábamos el arrepentimiento colectivo
apropiado tras haber cumplido la
penitencia correspondiente: barrer tres veces la cubierta con un cepillo de
raíces, de los que se usaban en el siglo veinte.
¡Qué deciros mis queridos amigos del distraído Federico!, que brincaba de dolor tras darse un martillazo en el pulgar cuando intentaba ajustar uno de los anillos de hierro de uno de los barriles después de leernos el poema titulado “Zamora o el milagro del foso”, del que entresacamos los versos:
Y si la sequía
tumbase la nostalgia
y si hiciera caerse el foso
recuerda que yo te
hablaba,
amor mío.
Estupendo, Federico.
A continuación Iñaki
Ferreras nos leyó el relato “Viajo y no encajo” tras intentar envainar su
sable. Tarea harto difícil por el grado de oxidación que había sufrido la funda pues su dueño la había dejado
despeñarse en las inclemencias del tiempo tras abandonarla a su suerte sujeta a los formidables ataques del agua salobre.
Pura dejadez
imperdonable en un pirata que se precie de serlo: la dignidad del corsario por
los suelos.
Relato en los que nos
describe las vicisitudes de un periodista de 50 años; vida azarosa en la que se
queja a su jefe del estrés a que está sometido por tanto ir y venir de acá para
allá, cosa que provoca una ácida discusión entre ambos; pero nuestro
protagonista se aviene a los requerimientos del jefe; mas a pesar de todo,
nuestro periodista es sustituido por una pelandrusca, rebajando a nuestro amigo
a la categoría de mero colaborador; mas escribe una novela que recibe el premio
Planeta, con lo que triunfa en las Letras. Pasado el tiempo, se pasará por la
redacción y, ante su sorpresa, observará que la han cambiado por un
puticlub.
Los presentes le
apuntan algunas acotaciones para que el relato consiga la uniformidad y fuerza
necesaria; que enganche al lector, amén de cambiar el título del mismo.
Ana, por su parte, que
se había identificado con Rocío en lo del machismo y demás, tras mirarnos de
forma aviesa, y sin cesar en reproches sobre nuestra mentalidad trasnochada, en
un acto de condescendencia nos leyó un poema escrito en gallego pero que
tradujo al castellano que lleva por título “Ellos”, y que con su permiso
pasamos a estas páginas:
Yo volví con sentido
para poner cara
a Zeus, a Heros o Afrodita.
a Zeus, a Heros o Afrodita.
También a Prometeo
Jugando con fuego.
Sólo quería estar allí,
entre ellos, mis
hermanos divertidos
y lejos, lejos del
tiempo y de la vida.
Estaba más viva
por sus historias
virtuales
que por las mías
sin nadie ya que le
hagan caso,
tontas.
Ya no valían.
La soledad de un sólo día
era mi soledad.
Poema muy bueno y sencillo. Ana, siempre es un motivo de gozo escuchar tus
poemas, o tus pequeñas historias llenas de las alegrías o tragedias del mundo
que nos rodea. Gracias por todo.
Alberto que tenía que declarar como testigo ante el juez por diversos delitos relacionados con la corrupción en las Comunidades de Valenciana, Madrid, Cataluña y otras, había sido encerrado y amordazado en un zulo de la Sierra de Guadarrama, según dicen las malas lenguas, por orden de los dirigentes de las tramas Gürtel, Púnica, A Trincar lo que Podamos y Que se Joda el que no Pueda; mas pudimos rescatarle, por mediación de uno de nuestros piratas que estaba de vacaciones por aquellos lares.
Pero Alberto, por más
que le insistimos fue incapaz de decir
ni pío. Era tal su estrés por rapto que parecía estar sometido a un colapso gravitacional cuyo centro estaba
situado en el punto de simetría de su cuerpo, lo que le empequeñecía por
momentos. No insistimos pues y le dejamos a su suerte, a merced de sus jadeos,
esperando que el sueño le liberara de semejante presión.
El que esto escribe, por su parte, por si acaso los presentes no llegaban al verano, nunca se sabe, leyó el poema titulado “Agosto”, del que entresaco estos versos:
Sentado en esta
pequeña silla sin apenas
historias registradas
en los grandes
archivos del futuro
…
estoy sentado.
Y con los ojos
plagados de caminos.
…
al percibir… su
antigua historia de álamos
o simple campo frágil
de trigo recordando el Atlántico.”
De repente, un enorme
ruido de mesnadas, encabezadas por Rato, el Bigotes, los Pujoles y otros irrumpía
en las arenas en dirección a nuestra embarcación cargados de banderas
patrióticas en busca de Alberto y demás tropa harapienta, lo que nos
provocó una confusión repentina que se
solucionó acudiendo a la agencia de Mortadelo y Filemón, consiguiendo de esta
forma, vestirnos de honorables
sinvergüenzas. cosa que nos permitió un perfecto camuflaje, unido a la
conversión de nuestro navío en una embarcación vestida de crucero.
Todas estas maravillas
y otros encantamientos difíciles de explicar, ocurrieron el 18 de mayo de 2016,
y para que así coste:
firma el presente documento, con una pluma de ave, y con el pulgar impregnado de tinta:
el nunca alabado corsario:
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