confesó venir de apagar el congelador
de lubinas salvajes por error...
Mis planes malévolos una vez más se vieron truncados por la
realidad. Me hice cargo, voluntariosa, de la tarea de dejar huella a través de
la bitácora de un miércoles “santo” previo a las vacaciones de pascua… pensando
para mis adentros que sería tarea fácil y somera, esperando pocos rascamanes en
esta que se anunciaba “tertulia de guardia”. Cuando llegué ya estaban varios y
poco a poco se fue llenando el sótano de raras perlas, con sus folios y
poemas... si seguís leyendo podréis degustar algo de lo que allí aconteció.
Javier se escondió tras su sombrero de fieltro pues confesó venir
de apagar el congelador de lubinas salvajes por error, queriendo él desconectar
el hilo musical que entorpecía la lectura. La poli de Almagro estaba ya peinando la zona así que se dio brío para
dar el campanazo de inicio tertuliano. El silencio sobrevino y León, sacando su
patita por encima del mantel nos hizo ver que estaba herido. León ruge de dolor
y a todos nos duele con él porque nos
recuerda que hasta el animal más poderoso está sometido a las leyes de la vida
y pánico nos da ver que si esto le puede hacer a él, qué no podrá hacer con
nosotros.
Rocío no se aguanta y le pasa dos paracetamoles por debajo de la
mesa mientras se excusa por no haber tenido tiempo para terminar su relato…
“Mis recuerdos de Lisboa eran los de una foto en blanco y negro…” con
una bucólica imagen familiar que quiere recomponer y sobre todo colorear va
destapando uno a uno los personajes que parecen no tener ni prisa ni ganas de
poner punto final a su historia mientras Rocío lucha contra esta transposición
hacia una novela. Varios le piden aguante para dejar vivir esta historia tan longa
como quiera y no imponerle un punto final a su gusto. Rocío duda de su
“carrete”, sentenciando “tanto rollo no tengo” frase que recibo con expresión
ojiplática pues le han dado una frase y !!!ha creado un universo!!! Carrete tienes
Rocío, somos todos testigos, paciencia es otro tema...
Isabel irrumpe con Gloria, la fuerte, para después dar paso a algo
muy suyo y también potente: Lacerándome toda. “Yo conozco la espina,
lacerándome toda, enferma de una ausencia…” El Sr. Fenoy dice en alto una
palabra que le evoca tal poema: vampiros. Ella se ofende y el se defiende, no
pudo ser de otra manera.
Continúa con un amor que ha crecido y no se estrecha. Besos
exiliados dormidos despiertan… Buscamos la palabra exilio, y convenimos en que
a muchos nos gusta el concepto.
Miguel se confiesa en dique seco, por ello rescata versos de hace
tiempo, en un trayecto del AVE, Mad-Bcn, cuyo amanecer le hizo suspirar y a
nosotros con él: “La luna decrece blanca, ¿qué será lo que nos aguarda?", qué
podemos esperar de lo que aguarda.
Llamas de luz fría, se abre un cielo de arena… Resulta ser Miguel
un “epitafista lírico”.
“Epi – tafio” : Al pie de la tumba.
Nos descubre un poemario de exaltación futbolera que a muchos les
sorprende por su belleza... a mi me deja fría, una oda a una pelota nunca me
calará jondo...
María defiende con holgura un relato súper breve, el superman de
los relatos, “las cámaras”: a aquella
mujer de paraguas y bolsón le solicitan su cuerpo entero para esconderse de las
cámaras ocultas. Ella entendiendo la urgencia del asunto se despoja de su
encarnadura y aprovecha para fisgar ella a los de los de las cámaras, que
efectivamente todo lo grababan.
Fenoy, no sé por qué extraño motivo se vanagloria de su edad,
proclamándose el ANCIANO de la tertulia, dice tener 74 años más 1 km y acto
seguido se lanza a la carrera: “De un cielo y de un tiempo” del mismo enamoramiento. Psicología,
frescura y música poseídos de una vida que eleva su vuelo... Alza los ojos el
Sr. Fenoy y no se cansa de preguntarnos uno a uno si hemos entendido su poema.
Me conmueve esa duda, tan profunda e instalada… Paco, si los demás creen
entenderse y prisa se dan en ponerse de acuerdo, no hay garantía de que lo
hagan de hecho. “… bajo el saber de lo humano que a luz se alza”, “con delicia
de fiebre su pulso se oye” continúa Fenoy para dar paso a lo que debe ser la
crème de la crème de la poesía: 30 haikus que compuso de una sentada para un
concurso de la OIT (Organización Internacional del Trabajo)… ¡se desata la
batalla! Sacan el metro y parece que se nos ha olvidado a todos contar, ya
nadie se pone de acuerdo en si dos más dos son uno o tres y sale a la palestra
la cuestión de la Naturaleza sí, o Naturaleza no.
Alberto toma el relevo con sus “Ojos de Hamlet” y nos deja un
sitio para fisgar por el ojo de una cerradura a Oreo Bernabeu, el buen suicida,
que se llena el estómago de barbitúricos mientras se da cuenta que el prospecto
es una gran novela al son de “ne me quitte pas, ne me quitte pas”, morir duele
mucho pero él es un artista de gusto exquisito que está demasiado gordo para
llegar al teléfono...
Javier nos embelesa con su poesía “Alcorques” que ha sido gala de
una publicación en una revista. Lee de una forma contenida sobre huecos que dejan los árboles
retirados de su acera que le conectan con huecos que lleva dentro y duda de si
alguien, al menos uno, nos daremos cuenta del hueco que él deje sobre la faz de
la tierra. Se hace un tumulto y alcanzo a oír en un corrillo que la primera vez
que leyó el poema se le saltaron las lágrimas... Pienso en los huecos que
tenemos que excavarnos todos para vaciar a nuestros escritos de la vida que los
anima, porque es muy fatigoso palpar los bordes de nuestros abismos y dejar a
los demás vernos asomándonos a ellos en directo. Me hubiera sentido regalada de
ser testigo de esa primera lectura.
Es mi turno, leo un inicio de relato, lo mío son los inicios “Había
nacido desprovista de calor de vida, la habían arrancado del cuerpo inerte de
su madre para ponerla en manos de un hombre que no la amaba… supuraron sus
ojos una costra de sal y en su destello vidrioso se refugió un enigma.” Uso un
neologismo “tetanizado” para el que tengo partidarios y detractores. Continuo
con un relato breve “Matrioskas” y me lo tildan de muy discursivo y confuso, me
recomiendan que lo reescriba como un monólogo en primera persona… y yo sonrío
para mis adentros, pues de hecho así estaba pero lo reformulé en tercera
persona con la intención de hacerlo ajeno, como si el abismo al que se asoma la
protagonista no tuviera nada que ver conmigo.
Iñaqui da un paso al frente con su “Esquizofrenia agresiva”
amenazando dar un paso suicida que le lance balcón abajo mientras su madre lo
alienta “siempre dices que te vas a tirar y nunca lo haces” mujer peculiar y
erudita que pasa sus horas leyendo a Nietzsche con su “Así habló Zaratustra”.
La historia acaba con un salpicón de sangre y con un “nunca es tarde para
empezar de cero”.
Alma se va y adelanta el turno de Ana que deshojando un cuaderno
reciclado nos deleita con imágenes de una delicadeza exquisita: “qué pequeño ha sido lo que ha sido, que escasez me queda del
minuto en el portal. Instante de hoja y viento, vuelo al ras, ya no vuelve.
Echaba el párpado a volar el verso...” qué bonito, qué bonito, qué bonito… ¿cómo
lo hace? No puedo más que asombrarme degustando la belleza de sus versos
mientras Javier, más pragmático aprovecha la ocasión para robarle un
endecasílabo “las hojas amarillas del cuaderno”, retiene la frase como un niño
levantando un trofeo...
Leo cambia de tercio con sus “APOEMAS”:
EN NEGRO COLOR
Me mapeo Pie
existencial
Corazón Fuerza
destructiva
Piedra a cuestas Intemperie
adulta y vida artificial
ATÍTULO 1
Caligráfico
Sin pluma onírica
Construye la madriguera
Restándole materia
Me encanta esta libertad para hilar palabras sin prestar atención
a la forma estética y me da vuelo para tal vez arriesgar yo misma un poema… Gracias
Leo.
Vicente viene tarde y trae un tomo, excusándose no sabemos muy
bien de qué, pero nos pone en guardia pues “Excusatio non petita, accusatio
manifesta”. A Vicente le encanta gritar y por este medio darse la razón.
Somos pocos los que quedamos para poner oídos a su “Tormenta de
arena” pero voz no le falta, se la pone Rocío: “ …todos nos abrimos por las
mismas grietas, alicates, núcleo del cometa... En tantos sembrados habían metido
los pies que saltaron por la ventana”.
Aprovechamos el empuje de ese salto para subir por las escaleras
escoltados por lubinas frías y agradecidas que nos acompañan al metro.
Y despuntan mis primeros versos que se lanzan lengua abajo para
salir corriendo en la plaza de Santa Bárbara:
“tiendo a ti
como tienden las ecuaciones integrales a infinito,
caigo hacia ti,
como caen los cuerpos hacia la tierra”
Leticia Cabeza
27 de marzo de 2016
1 comentario:
Fantástica Bitacora, Leticia.
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