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miércoles, 13 de abril de 2016

23ª Jornada/IX año: Miércoles, 6 de abril de 2016

Me oculto detrás de la cortina roja de cretona...



Me lo había dicho a última hora de la mañana, casi sin tiempo para prepararme, el dueño del café: "esta tarde se reúne la tertulia". Fui a mi peluquería a las cuatro (no acudo a ningún evento sin ir a que me peinen) y llegué al local antes de las seis de la tarde. Me acodé en la barra, disimulando, haciendo como que charlaba con el camarero y cuando comprobé que habían entrado los rascamanes, me deslicé en silencio al interior del saloncito mientras hablaban de diversos temas. Me encaramé en un taburete para observar la Tertulia desde la altura, como quien acude a una plaza de toros, en primera fila del tendido, sin perder detalle.

Hoy eran menos de los habituales del Santander, pero no era un número menor: llegué a contar once. Quizá el cambiar hoy al café Moliere haya influido en el número de asistentes. No importa, los que estaban allí eran de los habituales y me costó poco reconocerlos. Mi decisión de acudir personalmente a la Tertulia la tomé después de empaparme de información, de leer detenidamente sus bitácoras, de investigar sus blogs personales, de leer sus textos y sus libros. Por eso no me costó trabajo identificar entre los presentes a los almerienses Aureliano Cañadas y Paco Fenoy, al albaceteño José León Cano, a los madrileños Rocío Díaz, Leticia Cabeza, Juan Antonio Arroyo, Ana Delgado y Javier Díaz (éste último, es el coordinador de la Tertulia), Cinta Guil, que es natural de Huelva, la extremeña Amelia Peco y la vasca Marisol Elizari.

Mentalmente iba tomando nota de lo que hablaron.

Os preguntaréis que cómo pasé desapercibida. No son los rascamanes gente despistada. Rápido, nada más entrar, me preguntó Javier que si venía a la Tertulia, yo le dije que sí, que el encargado me había dicho que esta tarde había reunión y que como tenía una hora libre me pasaba a escucharles. Javier me informó de que la Tertulia es cerrada y que los integrantes nuevos suelen venir de la mano de otro tertuliano. Le dije entonces que me iba pero me dijeron casi al unísono que me quedara.

Así que no perdí detalle.

Antes de la lectura, cuando yo entré, estaban hablando de editoriales y de viajes, de su antología en marcha, de lo masculino y también del otoño...

Empieza la lectura. Es Aure (así le llaman ellos con cariño) quien recita "Ciudad": el poeta está encerrado, desde el cristal observa el mundo. Le han traducido al árabe el poema de los niños, cuenta. Y lee, después, "Dios". Aureliano, gentil, me regala el poema. Insiste en que me lo lleve.

Paco Fenoy es quien continúa en este inicio de ronda. Lee su poema XVII y XVIII. Le critican que su mensaje no llega al lector, es demasiado oscuro. Él contesta no se qué de la juventud preparada y todos ríen. Lee el resto de los haikus que escribió sobre el trabajo. (En una bitácora anterior leí que había hecho ya la primera lectura de esos haikus en el Santander). Me atrevo a intervenir, muy seria, desde la altura de mi taburete y le digo que los poemas anteriores me parecen descriptivos. Asiente Fenoy.

Estoy bien dotada para la memoria. Mi cabeza peinada favorece la retentiva (lo tengo comprobado). Por eso recuerdo muy bien dos de los haikus leídos:

El pan caliente
más allá del trabajo,
el sol destella.
---
Fin del trabajo,
brotan nuevas mareas:
arde la lluvia. 

Como he dicho que tenía una hora libre no puedo quedarme allí entre ellos... Les agradezco su invitación a participar en la Tertulia y me marcho, dejo a medias mi clarita con limón (la cerveza sola me parece demasiado amarga) y sin tocar el aperitivo que me habían puesto.

Salgo, sí, pero me oculto detrás de la cortina roja de cretona que separa el saloncito del resto del café.
Allí sigo escuchando, por la voz y los comentarios también los reconozco (he visto muchos vídeos de los actos públicos de la Tertulia y sus voces me son más que familiares).

Rocío Díaz lee un relato emocionante "la dura piel de las palabras": escribir, escribir, escribir... Una niña a la que le nacen las palabras... Esperanza, Paciencia, Caridad... Los personajes son entrañables. José León le insiste en que debe escribir la segunda parte.

Juan Antonio, madrileño y residente en Colmenar, lee "El premio", quiere que sea el final de un relato más largo. Me arrepiento de haberme salido, no tenía que haber dicho que tenía sólo una hora libre... Me coloco el pelo con cuidado detrás de la oreja y escucho el comentario sobre el relato: el ciberacoso escolar es el tema y le hacen notar que quizá la forma en que está contado es lenguaje de un adulto no de la edad del niño que lo protagoniza.

Es José León quien interviene ahora. Lee un poema antitaurino de su libro "Aunque es de noche" (gran libro, lo he leído, como todo lo publicado por los rascamanes) que fue premio Ciudad de Irún: "Si la sangre te crece al movimiento", es el primer endecasílabo del soneto leído.
León lee luego "A un rebelde al que solté", poema incluido en su nuevo libro de viajes (también lo he leído): "para ser libre, feroz y vagabundo".

Cinta Guil trae pinceladas de su viaje a Gijón. Estar de pie detrás de la cortina cansa... Me acerco una silla para sentarme. Parece que fuera a confesarme sentada de perfil junto a la cortina...

Cinta lee sus pinceladas y un relato sin terminar que trae a la memoria las bodas de Caná. Anunció que no iba a decir de qué hablaba el texto, había que intuirlo hacia el final. Dos poemas leyó: "Oxígeno" (mi piel a la deriva) y "En la plaza" (ventanas como ojos).

Ya sentada, he sacado una libreta en la que voy anotando cosas. Mi peinado en contacto con la cortina se me está desbaratando un poco y con él mi capacidad retentiva.

Leticia Cabeza que se ha incorporado recientemente a la Tertulia la conozco menos pero ya he tenido oportunidad de leer una bitácora suya. Leticia anuncia muy seria que "yo acabo volando". ¿Lo doce por el título de su relato, "Aterrizaje"?

Le hago un gesto cómplice al camarero y le pido una clarita con limón. La que me dejé a medias me hubiera venido bien ahora.

Lee ese relato Leticia, escrito en tercera persona: hablan luego del significado oculto de las palabras, las palabras polisémicas, propias de la poesía.
Las relaciones en una pareja contada con un narrador en tercera persona que es el propio protagonista. Este texto da pie para que hablen sobre los distintos tipos de narrador. Interesante el debate. Narradores testigos, omniscientes...

Turno de otra de las recién incorporadas a la Tertulia, Marisol Elizari. "Ahora vamos a entrar en el caos", dice. Un relato escrito con el mismo tipo de narrador de Leticia.
"Toca y toca el lado de la cama que su marido se apropió en la noche de bodas."

Ana Delgado es quien cierra las lecturas (Javier no ha traído ningún poema para leer y Amelia no lee pues se ha marchado un poco antes de terminar la Tertulia, por suerte, Amelia al salir, no ha reparado en mi presencia).
Ana Delgado, después de 15 años ha escrito la 2ª parte de un poema. El antiguo empieza con el verso: "El batracio de la planta 13" y el reciente (también de anfibios) dice: "El sapo está ahora en casa".

Qué bien lee y qué buena poeta es Ana Delgado (tengo también sus libros junto a los del resto: a mi biblioteca rascamanera no le falta un título).

Están ya despidiéndose y aprovecho para levantarme yo también en este lado de la cortina. Pago mis claras y me marcho guiñándole el ojo agradecida al encargado del café. Me coloco el pelo detrás de la oreja y guardo la libreta. "No dejes de avisarme la próxima vez", le digo ya desde la puerta mientras veo salir del saloncito a los primeros tertulianos que pagan su consumición en la barra y se despiden hasta el próximo miércoles.

Me voy contenta... pero no tenía que haber dicho que sólo tenía una hora libre.



Javier Díaz Gil
14 de abril de 2016





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