Después de perseguir al exministro Rato...
Después de perseguir, cada cual como podía, al exministro Rato; uno -como decíamos en la bitácora del 12 de noviembre de 2014- sujetándose el parche del ojo, otro el garfio, otro atornillándose la pata de palo, otro corriendo tras su turbante arrastrado por el viento, etc... y el muy truhán tomando cubatas con las tarjetas blacks, o como se diga. Nuestros héroes, agotados, descubrieron que el fulano que perseguían no era el Tal sino el Cual; oséase su Doble, que se partía de risa al vernos con esa pinta de aprendices de piratas, haciendo piruetas en las tierras hispánicas y vociferando maldiciones por doquier. Así es que el Cual se fue, dejándolos con un palmo de narices y totalmente extenuados, terminando la marinería en una vieja bodega con olor a sal y recuerdos de antiguos grumetes.
Mientras tanto, los que nos habíamos quedado en el otro extremo del agujero de gusano; o sea, en el barco, observamos con el catalejo el ir y venir de altos empresarios y políticos cargados de maletas llenas de billetes, rumbo a las Islas Caimán para depositar en las arcas de los Bancos respectivos el producto de sus fechorías o el de la rapiña de los Fondos Buitre.
Tras echar amarras en una de las islitas, Juan Antonio departió una conferencia titulada: "Principios Éticos de la Corrupción”, en la cual nos trató de convencer de la contribución de la referida a la evolución de la Humanidad y los medios de transporte. La verdad, que el que esto escribe no llega a coger la cosa; pero todo sea por las nuevas conquistas de la Humanidad a base de cabrones montados en drones. Menos mal que al final nos obsequió con el poema titulado El túnel; poema muy conseguido del que entresacamos los versos:
“Hasta el tren infantil
transportas tu mirada”
para terminar con el magnífico verso:
“El viaje está en el trance oscurecido”
Un vaivén provocado por una ráfaga de sotavento produjo un desequilibrio en los labios de Amelia, desarbolando su elegante sombrero verde que cayó encima del café derramado por la intensidad del viento originado por Poseidón que estaba en ese instante, poseído de un cabreo de no te menees porque una intrépida abeja le había picado en su ojo derecho, lo cual provocó la expulsión de las abejas del Paraíso según pudimos averiguar gracias al vigía que observaba en lontananza enjambres de abejas por doquier con el catalejo que le había regalado un servidor con motivo de su cumpleaños.
Tras recoger su sombrero, con un ligero mohín de fastidio, Amelia nos obsequió con varios poemas de su libro “Mi amante es una araña”.
Entresacamos varios versos de un primer poema:
“Sólo una idea rota que me crece”.
Para terminar, magistralmente:
“Se acerca a mi mejilla
Y roza con sus labios mi avaricia”
Siguió con otro poema, del que entresacamos
“Hay lujuria en sus manos y en mi boca”
Y seguir con un tercer poema del que subrayo:
“Después, todo es naufragio cuando parte”
Rotundo.
Un servidor, acuciado por el hambre, porque aquí el personal no tenía prisa de desembarcar y tomar una taberna por asalto, pues no cayeron en la cuenta de que el cocinero se había ido a Hispania, para ajustar los cuentas con los prójimos de Bankia; un servidor, como digo, se hizo una suculenta tortilla hispana, dispuesto a dar buena cuenta de ella; pero hete aquí que fue subirla a cubierta y en un quítame estas pajas, mi pobre plato se vio invadido por innumerables dagas que dieron buena cuenta de la referida, dejándome, no sé por qué, una patata escuchimizá que se quedó tiritando en mi maltratado plato. Una lágrima recorrió mis cansadas mejillas y tras echarles un discurso sobre la necesidad de respetar ciertas normas de urbanidad, les amenacé con regalarles un manual de “Normas de Urbanidad” editado en el XIX. Pero nada, ni caso, -¡que nos lea ese panegírico, que nos has prometido!- me gritaron.
Así es que, conteniendo mi rabia, les leí el poema: “Maldición industrial”, del que entresaco algunos versos:
“Cuando nuestras epidermis levemente se rozan,
o temblorosa me pides fuego
en ese espacio instantáneo
…”
Para terminar con los versos:
“pequeño naufrago arrojado sin piedad a las orillas
por el salvaje oleaje que destroza las playas”
Algunos tajos tendremos que dar a dicho poema para que esté en condiciones de ponerse a navegar.
A continuación León, vestido de soneto, nos obsequió con un estupendo poema en el que incorpora al clasicismo las temáticas urbanas, envueltas en amores rodeados de contaminación atmosférica. Es por lo que grita:
“Lecho y ciudad de pura puta pena
de tanta puta vida envenenada”
Tras recitarlo, remató la faena arrojando su daga contra el corcho de una botella de vino que estaba a 5 metros de su alcance, atravesándola de parte a parte.
Como siempre, un maestro.
Luego y tras una pequeña discusión sobre la hondura del flamenco, Javier la zanjó lanzándose al ruedo por peteneras, mientras Rocío se zambullía en las aguas del Pacífico, al ritmo del zapateo de Alma, y Pedro Catalán nos leyó el poema “Tu cuerpo”:
“entre las curvas de tu vientre
encontré las heridas que encerraba tu ropa”
Muy bueno.
Finalizó con un magnífico texto teatral muy poético que versa sobre la soledad y el amor.
A continuación Javier, tras renquear de forma lamentable, se ajustó un tornillo de la pata de palo, y nos conmovió con su poema titulado "Alcorques", en el que expresa sus sentimientos por tres árboles talados, y el hecho de dejar de existir. Poema de una sencillez y belleza.
“Han quitado los tres árboles secos de mi acera.
Son testigos los alcorques vacíos
y la tierra removida.”
Terminando el poema con los magníficos versos, en el que el poeta se pregunta:
“Y cuando ya no esté,
¿quién preguntará por mí?”
Recordándonos a Juan Ramón Jiménez en “El último viaje”.
Y como es habitual en estas tertulias de altamar, la marinería pasa de un tema a otro, haciendo gala de un anarquismo incontrolable, por lo que no sabemos a cuento de qué, y tras escanciar Fenoy el vino a los presentes, se armó una disputa lingüística de tres pares de narices, sobre el significado de la palabra algofifa, que según Cinta, se utilizaba mucho en su tierra; pero Ana protestó:
-¡Alto ahí!. No se dice algofifa, se dice aljofifa, que no es lo mismo; me parece que desde que te rescatamos en el último naufragio has echado por la borda la gramática.
Bueno, para qué contar la que se lió. No hay palabras: que si mi abuela, que iba a las charlas de costura con una de la Real Academia decía que se decía así. Quita, quita -decía la otra- se decía asao, porque viene en el primer Diccionario de la Lengua Española, indocumentados.
Bueno, inenarrable. Y todo por no utilizar el nombre habitual. Sudores costó separar a los dos bandos en que se había dividido la tripulación echando por la borda la autoridad de Javier, al que le arrebataron de un mandoble el símbolo de la referida, o sea, la campanilla. Dos facciones que se formaron con el dichoso nombre, pues ya estaban con las cimitarras desenvainadas. Pero, cosas del azar, no se sabe cómo ni por qué, una bayeta lanzada por los aires dio lugar a la reconciliación de las dos facciones que gritaron al unísono: ¡Bayeta a estribor!
Calmados los ánimos y restablecida la autoridad de Javier, -que quedó muy maltrecha ante cualquier manual de la piratería pues tenía que haber pasado por la quilla a las bucaneras que comenzaron la disputa-, Rocío nos leyó el microrrelato “El milagro”, que trata de las vicisitudes de una niña en una bañera que ante el dilema de elegir entre las caricias de su novio y un salmón, elige las del salmón. Y a continuación otro sin título, de carácter sensual y amoroso. Muy en su línea; pero debería seguir con los relatos largos, y así dejar expandirse su imaginación desbordante.
A continuación Fenoy nos leyó el capítulo 6º de su libro “Viaje en el club de montaña”, en el que se describen los sucesos entre tres montañeros en medio de la descripción del paisaje, y algunas referencias a la Dictadura. Se le hacen algunas observaciones para dar más estructura narrativa y de sorpresa al capítulo.
Isabel Morión, por su parte, nos lee el poema social titulado “Palestina”, en el que se critican los hechos protagonizados por los judíos en Palestina, y del que entresacamos el magnífico verso:
“las caras llenas de surcos”
A continuación nos leyó el poema “Imsomnio”. Poema amoroso del que destacamos los versos:
“Este vino amargo,
que esta noche bebo
¡hasta emborracharme!”
Por su parte Ana, tras rebuscar en su habitáculo situado al lado de la bodega y llegar a la conclusión de que alguien le había sustraído sus últimos trabajos, no pudo leer, lo cual sentimos, pues algunas de sus historias poéticas de los marginado urbanos son una joya.
Mª Jesús nos leyó un microrrelato muy ácido que versaba sobre una muerte entre cartones de vino peleón, cerrándole con la poética frase:
“Ya nunca más se escucharán los gemidos del violinista”
Como un tajo, lleno de hondura.
Después, nos leyó el micro relato titulado “Simil” que describe un experimento realizado con determinados animalillos, clasificados previamente según pelaje, en el que van siendo eliminados los más dependientes de acuerdo con el programa, quedando al final los que se consideraban libres, hasta que el Jefe Supremo da la orden de eliminarlos.
Magnífico. ¿Nos suena de algo? ¿O acaso la libertad es un señuelo, impreso en nuestro ADN por un autómata? Terrible.
Por su parte, Alma nos recitó un poema muy corto en catalán, que en castellano dice:
"La mar estaba quieta.
Su manto gris semejaba
el sueño dormido
en el recuerdo"
Bello y nostálgico, ¿no?
José María anunció los últimos libros editados:
“Cuerpo inerte” de nuestra compañera María Antonia Copado. ”La austeridad es un error de cálculo", de Luis Miguel Rubio y el último de nuestro compañero Jorge Díaz Leza titulado “Todas las vidas”.
Y por último, Cinta, con sus poemas lorquianos. Fijaos qué título:
“La mujer que amaba los relojes”.
Y en estos versos:
“Era su reino un lago de sonidos
repetidos en medio de las horas”
¡Qué maravilla!
Y el último que dice:
“Sus canas crecieron con el tiempo”.
¡Qué cosa!
Después nos obsequió con un poema sobre el hecho de escribir.
Con tu permiso, Cinta, copio tu magnífico poema titulado: “Los ojos del alcorque” porque describe de una forma hermosa determinados momentos de la tertulia.
“Estamos frente a frente: se abre la palabra.
Están sobre la mesa las tribus de emociones.
Alcorques, llorando el vacío de sus árboles.
Autobuses nocturnos
que alimentan la nada.
Una amante lasciva con su amor, un cadáver.
El ajedrez inconcluso de Palestina.
Esa muchacha que arroja su pañuelo,
talismán, ¿puede ser un adiós?
Crónicas serpenteantes en caminos de hielo.
Rumores, manantiales. Alma.
Multitud de cobayas para los cementerios,
Artefactos poéticos aliados con pinceles, sorpresas.
Nuestro escriba afanado, anotando la huella de los genios.
Un reloj enamorado de una sombra que pasa.
Se acaba la tertulia,
se cierra con sus goznes sonoros, la palabra.”
No tengo palabras, Cinta
Solamente deciros, amigos, y en especial a Paloma Hidalgo y a Cinta, en estos momentos difíciles que las desbordan que:
A pesar de todos los naufragios,
siempre encontraremos corceles
que en el Cosmos retumben.
Juan Manuel Criado
1 de febrero de 2015
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