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sábado, 13 de marzo de 2010

22ª Jornada/III Año: Miércoles, 10 de marzo de 2010

(Foto: Fernando Soriano)
"Con una daga en los pulmones debo retirarme."

I. El "Antes":

“Cuando una mujer dice que no, en realidad, quiere decir sí”. Y David tenía razón porque se trataba de una niña y él no se refería a un bizcocho ofrecido por un abuelo. Sólo por eso.

Sagrario trae un libro de poesía bajo el brazo, “Vocación de rabia” de Vanesa Pérez Sauquillo. Nos lo recomienda.

David nos cuenta que ya tiene personajes para su próximo cuento humorístico. Se trata de unos dobles supervivientes. Primero salieron indemnes a la tragedia de Haití y después se desplazaron a Chile donde también vieron, es de suponer que con una incredulidad sólo comparable a su temor, cómo la tierra volvía a temblar bajo sus pies.

Javier nos lee unos poemas de sus comienzos. Recibieron el Premio Humberto Tenedor allá por el 98 (¡ojo!, no confundir con el año de la pérdida de Cuba). El primero de ellos, titulado “Humo” nos pregunta sobre la inquietante supervivencia de los objetos a sus propios dueños. Prosigue con “Dolor” que a mi me recuerda a poema de José Hierro “Vida”:

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

[…]

Tomás, reaparecido después de tantos meses dice enigmático de su poesía: “Nos estamos dando un tiempo”

Sagrario nos anuncia que leerá sus poemas en El Despertar el próximo domingo veintiuno, cerca de donde un día estuvo la librería Amargord.

Ana Delgado lee su poema infantil “Pedro piojo” para el que ya está preparando su presentación. Hasta el momento, la ha experimentado en tres sujetos de dos años a seis, con un éxito del sesenta y tres por ciento.

Y hasta aquí os puedo contar, porque mi hija, una intrusa en nuestra tertulia de esa tarde, cesa en su afán pictórico, y Javier y Rocío se llevan la peor parte. Lamentan el efecto desastroso de la humedad pegajosa de un refresco sobre sus papeles. Es la temida performance de las siete y diez. Debemos marcharnos. No puedo evitar cierta inquietud de expulsión, de qué paraíso, diría Aure.

Celia Cañadas
14 de marzo
de 2010





II. El "Mientras":


Es otra tarde fría en la ciudad. El aire recorre las calles como un transeunte apresurado, rozándonos las caras con su prisa glacial y atolondrada. El cielo está despejado, salvo algunas nubes altas que recuerdan las veladuras de ciertas obras de William Turner. Buscamos el afamado café Ruíz. Desorientados, preguntamos a un joven -que como casi todos en esta ciudad, lleva unos auriculares insertados en sus pabellones auditivos, detalle que les confiere un pronunciado aire de ausencia- y a pesar de ello, nos indica dónde está la calle Manuela Malasaña. En una perpendicular se halla la calle Ruíz y, en ella, el café. Casi sin advertirlo estamos frente a sus ventanales. Es un café recogido y estrecho, muy acogedor, con sus sillas y mesas de madera oscura y añeja. No cabe duda, es el lugar ideal para hablar de literatura.

Accedemos al interior. Nos recibe un golpe de aire caliente. El camarero va y viene. Aquí y allá, parejas y pequeños grupos de personas dan un singular toque bohemio al lugar. Recorremos un pequeño laberinto. Yo voy guiado por mi particular Ariadna, Isabel. Al volver un angosto pasillo, damos con el grupo. Al fin nos conocemos.

Javier, Sagrario, Celia, con su hija que es preciosa, Ana Delgado, Enrique, Rocío, Aureliano, David, Tomás, José María, componen una imagen que yo había ya imaginado. Ahora es real. Javier nos presenta, y tras un breve ajetreo de saludos y comentarios de sorpresa, nos sentamos para incorporarnos a la tertulia.

Ana Delgado lee un poema dedicado a un piojo. Un poema que lee a la hija de Celia y que nos conmueve a todos. Javier comenta que puede haber dos poemas en uno, pero Ana le responde que lo dejará tal cual.

Acto seguido, José María da lectura a un largo poema de Enrique, Cuerpo Mamey, definido como un poema circular donde el poeta, a lomos de su caballo przewalskii, que, como explicó Enrique, provienen de Mongolia y de los que existen muy pocos ejemplares en el mundo, describe un viaje por el rico léxico caribeño, y por el interior del poeta. En él hay ecos de Juan José Arreola, y de Rulfo. Poema rítmico con guiños a Nicolás Guillén.

En este instante se incorporan a la tertulia J. León, del cual me indica José María que es un gran sonetista, y Paloma.

Javier, con su característica risa guasona, me mira y dice:

- "Fernando, hemos pensado que hagas parte de la bitácora".

-"Me lo temía", respondo. Pero acepto. Se acerca Celia con su hija para despedirse. Me dice que ha venido con ella porque quería conocerme y ha hecho un esfuerzo. Gracias Celia.

También es mi turno de lectura. He decidido leer el poemario breve Mi sueño vive debajo de tus párpados. Explico que ganó un premio en Pozaldez, Valladolid en 2008 y que está dedicado a Isabel.

Terminada mi lectura, Javier me comenta que el título no es acorde con lo que luego expresan los poemas, que lo ve demasiado "fácil". Sin embargo, se oyen voces disidentes que no opinan igual. Enrique comenta que hay demasiada analogía entre sueño y párpados.

Ahora J. León lee dos poemas sobre Marco Polo, uno sobre su regreso a Venecia y otro relatando sus viajes. Los dos son magníficos. Hemos quedado en llamarnos, pues está interesado en el Albaycín.

En este momento José María y Aureliano nos invitan al Círculo y debemos marcharnos. Repartimos besos y abrazos. Nos acompaña Enrique.

Por mi parte dejo un verso de J. León para expresar mi tristeza al tener que dejar este lugar emblemático y cautivador.

"Con una daga en los pulmones debo retirarme."


Fernando Soriano Bensusan
10 de marzo de 2010




III. El "Después":

He recordado que el último miércoles todo era diferente y atropellado. A partir del tercer miembro, que fue Aure, empezó la tertulia a coger un ritmo vertiginoso. Llegan Sagrario y Celia con Adriana (una novedad), llega David, llegan Ana Delgado y Tomás (otra novedad), llegan José María Herranz y Enrique Lopez Clavel, nos vamos apretujando, llegan Fernando e Isabel (mayor novedad), se tiene que ir Celia con su hija, nos corremos de silla, llega León, llega Paloma, le llaman a Javier, sale corriendo, volvemos a recolocarnos en las sillas, se van detrás José María, Enrique, Aure, Fernando e Isabel, se va al mismo tiempo Ana Delgado, quedamos cinco de pronto y una enome ausencia de ser tantos y de pronto ser tan pocos, tan "silenciosos"
... frente al grupo del fondo que hoy está especialmente alborotado.

Por momentos la tertulia pasada parecía el camarote de los Hermanos Marx... Era muy movida.

Pero bueno tiene que haber días así atropellados, vertiginosos, plurales y tiene que haber días más tranquilos.

Claro, en la bitácora de Fernando no ha podido poner que luego leyó Tomás dos poemas, uno de ellos más largo y otro con un punto erótico. Y que después también leyó Paloma una prosa poética donde los puntos y las comas tenían todas sus letras y formaban parte del texto.

En fin... que no sé por qué os cuento ahora todo ésto. Ha sido leer la bitácora de Fernando y empezar a pensar cosas y he tenido que conversarlas con vosotros que estuvisteis y no estuvisteis.

Espero que a Ana Delgado se le pasara su dolor de muela. Que en seguida Adriana se quedara dormida y dejara a su madre leer poemas. Se portó muy bien "la artista" de performances. Pudimos vivir la faceta de Aure como abuelo. Y Fernando nos enseñó que no es Bensusán, sino Bensusan. Menos mal que lo de Javier se quedó en susto. Y que pudimos escuchar a tantos leyendo versos: El piojo de Ana, el de Enrique, León, Tomás... Sagrario casi al irnos volvió de decirnos que cuánto más lee el primer libro de Umbral más le gusta. Y siento que el Madrid no diera más alegrías a David, que se fue tan contento a ver si podía pillar más rato del partido...

Me gusta esta sensación de pararme y pensar en todo lo que pasa cada miércoles. En tanto y todo lo que cada uno deja a los demás. Y me da pena de que a veces vayamos tan deprisa que no encontremos el momento para recordarlo y volver a disfrutarlo. Porque merece la pena.


Rocío Díaz Gómez
14 de marzo de 2010

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