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jueves, 27 de diciembre de 2007

10ª Jornada: Miércoles, 19 de diciembre de 2007

¿Os están dando plantón?
Pues se merecen sentarse en el suelo...



Ahora sabemos que el café Galdós puede tener más personas que sillas. Muchas más. Pero lo primero que vi cuando llegué la tarde del diecinueve de diciembre a nuestra tertulia es que nuestras mesas estaban ocupadas. Todas. Rodeadas de personas con ánimo de querer quedarse mucho, mucho tiempo, en ellas. Me di la vuelta, busqué hueco en la sala de fuera, miré, algunas mesas libres, escuché, pero había demasiado ruido. Volví a entrar a la de dentro y más despacio advertí que en el otro lado quedaba una mesa en un rincón que antes yo no había visto. Encogida, fumando el humo que la rodeaba, haciéndose la distraída, mirando al infinito allí estaba. “Lo siento bonita pero...” me dije en un segundo y me tiré a ella como un náufrago a un trozo de madera redondo con cuatro patas... No le di otra opción que la de acogerme en su seno conglomerado. Han cambiado la exposición, pensé, mientras me sentaba. Las fotografías de Colombia dieron colorido a mi espera. Las voces animadas de mis compañeros de café, los ruidos de sus vasos, me hicieron compañía hasta que llegó la cara amiga de Javier.

Bueno, ya éramos dos.

Después de ponernos al día de nuestras cosas, después de pedir la merienda, después de adaptar el volumen de nuestras voces al elevado y festivo del resto, nos mimetizamos como camaleones y empezamos a hablar de literatura.

Hemos cambiado las ventanas
para que miren al mar.
Las paredes las hemos pintado
de sal y hay peces
nadando en la bañera.

Pero aún
tiene esta casa
voluntad de barco
y de naufragio.


Javier venía con este poema bajo el brazo. Este poema que me gustó tanto y que me pareció tan aparentemente sencillo, pero en el fondo tan sugerente y profundo.

Llegado este punto de nuestra mini tertulia Javier ya me había hecho algunas sugerencias a un relato mío anterior “Creo que empiezo a entender” que lo mejorarán seguro. Y también ya habíamos establecido los deberes para el próximo miércoles. Escribir un relato o un poema con el anacoluto: “Yo de lejos, veo más tarde”. Me cuenta Javier que le llegó a sugerencia de Fátima, que ya nos está debiendo su compañía hace unos cuántos meses.

Más o menos fue en ese momento cuando nos damos cuenta de que ya ha pasado más de una hora de tertulia y no viene nadie... Y no acaba Javier de decirme que se teme que nos van a quitar las dos sillas en las que habíamos sentado a nuestra mesa a un par de esos espíritus atormentados y hambrientos, de esos transparentes que nos suelen acompañar en nuestras tertulias, cuando llega una chica hasta nuestra mesa para pedirnos educadamente señalándolas si las necesitábamos... Nosotros, viendo que pasaba lo que nos estábamos temiendo, envolvemos una cortés negativa en un silencio cerrado, le ponemos el lazo de unos ojos implorantes... y más o menos le decimos que quizás aún venga alguien... pero sin decírselo. Ella, saca su vena pizpireta y nos dice aquello de: “Pobres... ¿Os han dado plantón...?” con voz muy lastimera... por no decir teatrera. Y nosotros, embaucados por su tono amable, contestamos con nuestras cabezas que sí... otra vez sin emitir sonido alguno. Ella, seguramente ya muy peleada en estas guerras de bar, se crece en nuestra desdicha, y contesta ya llevándoselas: “Pues entonces se merecen sentarse en el suelo...” y antes de que nos demos cuenta nos hemos quedado sin nuestras preciosas sillas.

Con la llegada de CarmenFron, nuestra tertulia alcanza el número astronómico de TRES PERSONAS. Pero como tres ya son multitud, animamos a Carmen a que sea ella ahora quién se busque silla y proseguimos con nuestra tertulia...

Después de que Carmen se pida una cervecita “...para demostrarnos que está viva” y no es uno de nuestros espíritus y después de volver a confesar que el bestiario se lo ha dejado en el trabajo, nos enseña la revista de “Poeta de cabra” porque ella sí fue a la presentación y abordamos los aforismos sobre el ruido. Javier nos dice “Grita más la conciencia que el mayor de los ruidos”. En el fondo teme que eso ya se le ocurriera hace tiempo a Benjamín Franklin o alguno de esos señores que sacan en el Google y que un día dijo alguna frase muy importante que seguimos repitiendo por los siglos de los siglos... Pero no, esa se le ha ocurrido a él.

Y seguimos charlando, y charlando y charlando... mientras de vez en cuando volvemos a la literatura a golpe de frase “Vamos a leer porque si no, no hacemos nada...” que es siempre el gong mágico que alguno da al aire para que volvamos sobre nuestros temas.

Decidimos que para el próximo miércoles conservamos “tapas de alcantarilla” para nuestro bestiario. Y entonces me toca a mí leer mi relato.

Es corto, dos páginas, raro en mí. Pero nos da para muchas discusión sobre su final... Lo he titulado “El caza-argumentos” aunque no sé si éste será su titulo definitivo y comienza así:

“Todos tenemos algo que esconder. Tú también. Y yo lo sé”. Eso llevaba escrita la nota que aquel hombre, ciudadano ejemplar que pagaba sus tributos, conductor ... sacó de su propio buzón”.

Llega Ana entonces. Y ya somos los cuatro contertulios que terminaremos siendo.

Carmen lee también su relato titulado “Luna Pastora” y que comienza así: Todo el mundo tiene algo que esconder, y lo esconde como los piratas que esconden el cofre en el que depositan sus tesoros. De eso no sabía nada Pastora, cuando tenía 17 años y tenía los ojos brillantes...” Lo comentamos hacemos sugerencias y Carmen vuelve a leer un segundo relato: “El balón de Nivea”. Este segundo relato es mucho más cotidiano y cercano que el anterior. En la variedad está el gusto.

Retomamos el tema de los aforismos con uno que traía Ana: “El ruido de los silencios es el que más me inquieta”.

Y aún charlaremos mucho más tiempo, y hablaremos con y de los espíritus de muchos escritores y poetas, y después de felicitarnos la Navidad y desearnos los unos a los otros lo mejor, a eso de las nueve menos algo nos despedimos en la puerta del café Galdós.

¿Vendréis el día 26? Bueno yo creo que sí... yo es que aún no sé... sí supongo que sí... bueno pues nada hasta entonces... Feliz Navidad, Feliz Navidad.

Rocío Díaz Gómez
26 de diciembre de 2007

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