INFORME RASCAMÁN (04.11.2020)
-Buenos días, jefe.
-¿Alguna novedad?
-Creo que hoy le traigo algo importante.
-Tú dirás
-¿Le dice algo la palabra Rascamán?
-Lo más parecido que conozco es
Rascafría. Vete al grano, García.
-Rascamán es una palabra totalmente
desconocida que no existe en el diccionario de la RAE.
-¿Y?
-Hace unos días me topé con ella por
casualidad y mi olfato me dijo que debía investigar sobre ella.
-Espero que no sea ninguna tontería.
-Juzgue usted mismo, jefe.
-Vamos, canta de una vez.
-Rastreé por Internet y una cosa me fue
llevando a la otra hasta que ayer, por fin, pude atar algunos cabos. Rascamán
es el nombre de una peligrosa organización.
-¿Cómo de peligrosa, García?
-Tanto que podrían arruinarnos el negocio.
-Eso no podemos permitirlo, lo nuestro es
nuestro y de nadie más. Prosigue.
-Le puedo asegurar que manejan
información de primer orden. De momento, creo que nada que no sepamos nosotros también,
pero son peligrosos, se lo aseguro.
-¡Hijos de puta! No podemos permitirnos
ni un solo enemigo más, que ya nos están tocando demasiada gente los cojones.
-Como le decía, ayer conseguí infiltrarme
en una de sus reuniones por Zoom. Fue complicado, no crea, pero logré que no me
descubriesen. El cotarro está en manos de un tal Javier Díaz, él es el que da
las instrucciones, todo de forma muy encriptada. Aún no he logrado descifrar
sus mensajes, no doy con los códigos. Pero es cuestión de tiempo; lo
conseguiré.
-No me suena ese nombre, ¿a qué se
dedica?
-Se hace pasar por poeta, incluso escribe
libros, pero a mí no me engaña, estoy convencido de que sólo es una tapadera
para pasar información, imagínese que se le escapó decir que hay que saber leer
entre líneas.
-¿Qué tipo de información?
-Seguramente internacional. Imagínese que
una de sus publicaciones se titula “Regresar a Chile” y otra no recuerdo muy
bien cómo es, pero algo sobre Japón. Blanco y en botella, jefe.
-¡Espías! Me cago en tos sus muertos.
Esto me huele mal, muy mal. Sigue, sigue, a ver si consigo ver luz en este
entramado.
-La primera en hablar se hace llamar
Carmen, pero estoy seguro de que todos usan apodos. Esta mujer, por el acento,
supe que es mexicana y trasmitió su información a través de una receta de
cocina. Según ella, Juanita es la que la enseñó a hacer tamales. Javier le
respondió que pusiera mucha atención en la forma de hablar de la criada.
-Me cago en to. Esa tal Juanita debe ser
la que ha filtrado lo del amigo mexicano del emérito.
-Lo mismo he pensado yo, Jefe. Con la tal
Carmen estaba un señor de Albacete al que llaman León. Dijo que conocía el
misterio de la Piedra Filosofal. Habló de un tal Alonso Quijano, al que todos
parecían conocer, pero que no estaba conectado, y también habló de Japón.
-No me digas más, García, este trafica
con armas, es de Albacete, ¿entiendes?
-Ahora no le pillo, Jefe.
-Joder, García, pareces tonto. Albacete,
las navajas, LAS NA VA JAAAS.
-¡Claro, jefe, cómo no se me ha ocurrido.
Seguro, manda clandestinamente navajas al Japón y el contacto es el tal
Quijano.
-¿Había alguien más en la reunión?
-¡Cómo no, jefe! El siguiente en
manifestarse fue Juan C. Este me pareció especialmente peligroso. Imagínese que
cuando él tomó la palabra, Javier compartió en pantalla una foto de un
mozalbete, que dijeron que era él a los quince años, pero a mí no me engañaron.
Mucho jijí jajá con la foto, pero claro que no me engañaron. Esa fotografía es
de alguien a quien tienen que encontrar por algún motivo. Sólo les faltó poner
debajo: SE BUSCA. Y ponga mucha atención al título del informe que presentó: LA
QUE SABE MORDER DONDE MÁS DUELE.
-No me digas más: ¡¡¡¡Corinna!!!! ¿Cómo
podía faltar ella si últimamente está hasta en la sopa?
-Exacto, jefe, es la primera persona en
la que pensé.
-Sigue, sigue, no pares…
-El tal Javier invitó a hablar a Cinta y,
¡cágate, lorito!, ¿sobre qué piensa usted que versó su informe? Nada más y nada
menos que de Alfonso XIII y un coche de la marca Hispano Suiza. ¿Qué le parece,
jefe?
-¿Tráfico de coches antiguos, García? Esta
organización no se priva de nada, le dan a todo.
-Yo voy más allá, jefe. Ponga atención:
His pa no SUIZA.
-¡Suiza, coño, está clarísimo! No ha
querido dar el verdadero nombre y ha nombrado a su abuelo. Están investigando
las cuentas en Suiza de nuestro cliente. ¡Serán cabrones! Que ni lo sueñen, no
vamos a permitir que nos manden al ERTE. Tenemos que ir a por ellos. Algún
punto flaco tienen que tener. Óyeme bien, García, no los pierdas de vista, que
no se mueva una hoja del árbol sin que yo lo sepa, que no respire nadie sin que
sea yo quien le suministre su dosis de oxígeno, ¿está claro?
-Como el agua, jefe.
-¿Alguna cosa más?
-Pues claro, no hemos hecho más que
empezar. A continuación intervino Juan B. Su intervención fue extensa. Este es
otro pez gordo dentro de la organización, imagínese, jefe, que habló de una
marquesa española que le entregó un sobre lleno de dinero a una ex bailarina
del Tropicana y habló de un preso que trabajó en la construcción del Valle de
los Caídos.
-No me digas más, García. Lo tengo, lo
tengo. Sin duda hablan de Carmencita.
-¿A qué Carmencita se refiere, a la de Mèrimée?
-Noooo, tarugo, a la nuestra, a la de
España.
-¿Carmencita Sevilla?
-La franca, García, la franca. Ata cabos:
marquesa, bailarina… RTVE, programa Mira quién baila…
-¡No!
-Sí, es ella, no me cabe duda, García.
Intervén todos sus teléfonos, sus cuentas bancarias, TOOO- DOOO, ¿me has
entendido?
-Afirmativo, jefe. Y aún hay más sobre
este personaje porque una tal Lurdes, que hacía como que no sabía nada de nada,
leyó una cosa que dijo que se llaman jaikus, o algo así. Aseguró que estaban
dedicados a su padre. Y dijo con énfasis que la ponía mucho Juan B, que esa
forma de llevar el asunto la volvía loca.
-Trasparente, García, la cosa va sobre el
Marqués, el padre de la niña. Seguramente habrán descubierto algún chanchullo
de la familia. A este ya no podemos ponerle escuchas, pero sigue su rastro,
conviértete en un sabueso, García, ¿me oyes?, en un sabueso.
-Lo que usted mande, jefe. Pero aún hay
más.
-Prosigue, prosigue, que me empiezo a
poner cachondo. Formamos un equipo perfecto, yo, el cerebro privilegiado y tú, la
mano ejecutora.
-Siempre a sus órdenes, jefe. No me pida
que me arroje por un barranco porque lo hago.
-No hace falta llegar a tanto, García.
¿Qué haría yo sin usted?
-Muchas gracias, jefe. Isa, otra de las
asistentes, manifestó su amor platónico por un gay y habló de levocardia.
-¿Qué coño es eso, García?
-Yo tampoco lo sabía, pero ya sabe usted
lo eficiente que puede llegar a ser mi oficina de “Investigaciones García”. Lo
busqué en el diccionario y esto es lo que pone: “Es un defecto congénito
del desarrollo embrionario no sindrómico y poco frecuente caracterizado por una
localización normal del corazón (levo, a la izquierda) asociada a vísceras
abdominales localizadas en posición dextro (a la derecha). Con frecuencia, se
asocia a anomalías cardíacas.”
-No me
dice nada, pero déjame pensar… corazón desviado a la izquierda… Ya está, hablan
de un gay y hablan de la izquierda…
-Un gay de
izquierdas, Jefe.
-Demasiado
sencillo, no me convence…Podría ser un gay que ve como un defecto tener el
corazón a la izquierda, o que ataca a la izquierda porque es derechón, derechón…
-¡¡¡¡Maroto,
jefe!!!
-Claroooo.
Este lo tienes fácil, cabrón, solo tienes que pasar de un despacho a otro y
ponerle los micrófonos.
-Es usted
un genio, jefe. España sin usted no sería España. Pues esto continúa, jefe, no
vea lo que duró esa reunión. Mientras hablaban tuvo que ausentarse una de las
asistentes. Celia la llamó el tal Javier. Esta mujer debe trabajar junto con la
mexicana porque también ella leyó una cosa dedicada a las empleadas de hogar,
igual también hablaba de la tal Juanita, la de los tamales. Otro misterio.
Cuando regresó dijo que acababan de llegarle desde Alemania un paquete con
libros y chocolates.
-¿Chocolates
de dónde, García?
-Pues no
sé, jefe, creo que dijo que estaban buenísimos.
-Cristalino
entonces. Los mejores chocolates son los Belgas. ¿Y qué pasa en Bélgica,
García?
-Quizás se
refiera, jefe, a que está la sede de la Comunidad Económica Europea.
-Exacto,
García. ¿Y qué se está cociendo allí?
-¿Podrían
ser las ayudas a España por el covid?
-Eres
listo, cabrón. Investígame a esa tal Celia. No vaya a estar jodiendo las
negociaciones. Es muy importante cazarla. Haz lo que haga falta. Si es preciso
métete debajo de la cama de toda su familia.
-Ya me he
adelantado a su ordenes, jefe. Me he tomado la libertad de seguir a su padre,
un tal Aure.
-¿Qué
sabes de él?
-Altamente
sospechoso. Dice ser poeta, de origen almeriense, pero muy vinculado a
Portugal. Canta fados y canción francesa. Estoy tratando de esclarecer quienes
son sus contactos lusos. Según he podido comprobar suele enviar sus informes
desde el domicilio de un tal José Antonio, ambos cubiertos siempre con
mascarillas, aunque hoy no estuvieron presentes ninguno de los dos.
-Perfecto,
García. ¿Algo más que añadir?
-
Ya estoy terminando, jefe. Un señor de barba rala, apodado Alberto, dijo que no
tenía nada que aportar, que pensaba
hacerse un Omega. No sé qué pensará usted, jefe, pero a mí me da la nariz que
debe estar hasta el culo en alguna trama de relojes.
-¿Relojes? No le veo la punta.
-Sí, jefe, O ME GA, ¿me capta?
-Muy agudo, García, muy agudo. No lo
pierda de vista, que igual podemos asociarnos con él.
-Javier, el mandamás, volvió a
intervenir, esta vez para contar la historia de Aokigahara, un asunto que viene
siguiendo desde el año 2012. Al parecer es un bosque al que acude la gente a
suicidarse. Su intervención abre muchas interrogantes. Este hombre sabe mucho
más de lo que aparenta. Atento jefe, trabaja en la Seguridad Social y habla de
suicidios en un bosque. ¿Quiénes son los que se suicidan? ¿Por qué lo hacen? He
llegado a pensar cosas horribles, jefe. ¿Y si estuviese implicado en un caso de
eutanasia a la japonesa? No sé, no sé. No me gusta este tío.
-Pues ya sabes mi norma. ¡A la caza!
-También había una rumana apodada
Mariana. Ande, jefe, sin haberlo calculado me ha salido un pareado.
-Al grano, García, al grano.
-Tengo la impresión de que es una
guerrillera. No paraba de hablar de guerra y furia y el campo de batalla lo
ubicó en Puebla de Sanabria.
-¿Sabemos si ha ocurrido algo especial
últimamente en ese pueblo?
-Estoy en ello, jefe. Deme unos días.
- García, ya sabe lo importante que es
que vayamos por delante. Este comando me tiene inquieto. Hay que averiguar
cuáles son sus objetivos. Ya ves que son ambiciosos y están metidos en todos
los caldos.
-No tema, Jefe. Soy Súper García y eso es
garantía. ¡Anda, qué diver, otra vez me ha pasado la cosa del pareado, será que
los poetillas me han contagiado!
-Vamos, García, no sea tan salado, que
pega bien con pesado.
-Lo ve, jefe, qué gracioso, el tema es
muy contagioso.
-GARCÍAAAA
-Perdone, jefe, me he dejado llevar. Ya
solo quedan dos integrantes más, Rocío, que dijo que no quería leer los tres
primeros párrafos de su informe porque podrían aburrir, pero tras sus palabras
se escondían muchas claves. No he sabido descifrar lo que dijo sobre un
fantasma que vive prisionero en un palacio. En principio pensé que hablaría del
dictador pero deseché la idea porque él ya fue liberado del Valle. ¿Y si
tuviese alguna relación con el palacio de la marquesa de la que habló Juan B.?
-No descartes nada. En este grupo nadie
es trigo limpio.
-Por supuesto, jefe. Finalmente se
manifestó la persona a la que apodan David, un tipo muy sereno, que también
debe tener algo que ver con la trama portuguesa del papá de Celia. Dijo
textualmente que estaba haciendo la digestión de su novela y puso sobre la mesa
un título, “Los memorables”, escrito por la autora lusa, Lidia Jorge. Este
señor aludió a la revolución de los claveles.
-Me huele mal. Investígalos a todos. Sólo
nos falta meternos en líos con los vecinos portugueses.
-Hay algo más, jefe, y creo que
importante: Juan B. dijo que les mandaría este libro de forma clandestina a
todos los presentes. Ahí lo dejo.
Juan Calderón Matador
5 de noviembre de 2020
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