Hormigas
Corría el día 2 de junio del presente año de la plaga... y en mi casa se habían enseñoreado las hormigas. Al principio, no les prestamos mucha atención porque eran pequeñitas, en número limitado, y además le servían de distracción en su cautiverio a la gata. Llegué un poco tarde a la tertulia debido a problemas técnicos pero a tiempo de distinguir entre las ventanas de los asistentes a un señor que, pese al disfraz, era, debía ser... mi padre... ¿Y cómo era posible que él solito hubiera llegado al espacio cibernético? Aquello hubiera sido muy alarmante si no fuera porque a su vera estaba el beatífico José Antonio Carmona. Esa gozosa coincidencia lo explicaba. Al parecer, mi sorpresa era recíproca. Yo a mi vez, desde mi ventanita le resultaba extraña a mi progenitor.
Nos habíamos juntado además de los ya citados bajo la convocatoria de Javier Díaz Gil, Omega Escribano, Cinta Rosa Guil, Isabel Pérez, Juan Antonio Arroyo, Rocío Díaz Gómez, Juan Bautista Raña y la voz, que no la imagen esta vez, de Juan Calderón. En nuestra tertulia virtual se están empezando a apreciar extrañas disociaciones y asociaciones. Me resultan sin duda más gratas las segundas que las primeras. A todo esto, las hormigas de mi casa se mostraban insidiosas y aunque todavía no entorpecían el desarrollo de nuestra "anormal" convivencia, estaban claramente de más. Claramente de más en la cocina, de más en el baño y esa tarde, de más pululando por mi pierna norte.
Yo esperaba que la nueva normalidad nos librase de ellas, pero por si no lo hiciera, me dispongo a salir corriendo en busca de unas buenas trampas antes de que cierre el Tralarona.
Omega Escribano, se disculpó porque no había podido hacer honor a su apellido, así que no nos pudo leer nada. Otra vez será, Omega. A veces, se escribe y otras se vive... Creo que se dan casos en los que ni lo uno ni lo otro, pero no lo sé a ciencia cierta, porque es más bien cuando se está un poco muerto. Lo que les va a pasar a estas (hormigas) dentro de nada. ¡plas!¡plas! Acabo de cargarme a unas cuantas.
Cinta, muy hacendosa, nos trajo dos poemas cortos. El primero de ellos está inspirado en sus experiencias con un alumno de origen caboverdiano y sus primeras victorias con las letras: seis gloriosos añitos. La sala se llena de ternura y luz...qué suerte, la de Cinta, la de Alejandro y la nuestra por tenerlos a ambos en un poema.
El segundo poema se titulaba La mujer que amaba a los relojes, y me llegó con dificultad porque el sonido se volvió chicloso y por culpa de las hormigas, que ya mordían sin disimulo.
Vídeo de Cinta:
Javier leyó un poema breve que yo interpreté en el sentido de que la escritura le permite estructurar la realidad y convertirla en algo amable. Esta idea me parece muy acertada. Por ejemplo, es horrible tener bichos en casa pero, si consigo transformarlos en un poema sobre la vida invicta, tal vez, la situación tenga un pase, no sé, no sé.
Yo leí dos relatos breves. Uno de ellos basado en la experiencia dramática que puede constituir la aceptación en un huerto urbano. Pretendía ser hilarante y es mi pequeña venganza porque no consigo una parcelita desde hace tiempo.
Dos vídeos de Celia:
Isa Pérez, fonendo al cuello, se muestra desanimada. ¿Y cómo es posible? Yo no la conozco tanto, pero parece que no le ha ido nada mal en el reparto de los dones... Dice que no sabe qué hacer con todo lo que tiene escrito. Yo, que no soy nadie, me permito decirle que lo publique y se olvide. La alternativa la conozco en primera persona. El riesgo es que, aún siendo aceptable lo que uno escribió, con el tiempo, el escritor evoluciona y probablemente ya no se identifique con esos poemas...y se pierdan. Otros dicen que done su producción a los que atraviesan un período de sequía. A mí me encanta lo que escribe en la forma y en el fondo. Sus poemas de amor en los tiempos de Tinder, o más bien de desamor, son actuales y su mirada es personalísima y original. Nos leyó dos poemas "A distancia separa os corpos" y "Un Leviathán en mi pecera". Evocamos la poesía de Ana Delgado Cortés, su libro "Zoología marina, vertebrados terrestres". A Ana la recuerdo perfectamente en los recitales del Círculo de Bellas Artes, tan joven y tan poderosa. Me pregunto si seguirá escribiendo. No debería decirlo y menos aquí, pero a veces sostengo la hipótesis de que el amor estable, suponiendo que exista, es un factor que actúa en detrimento de la producción poética. Para hacer poesía, tanto mejor si quedan cabos sueltos, incertidumbres, vulnerabilidades... Si escribes épica, tal vez no sea inconveniente.
Dos vídeos de Isa Pérez:
Mi padre, Aure, lee un poema de los reencontrados, “La tiniebla”. Trascendente, terrible, cómo no, sobre el tiempo. Con los años he ido desarrollando la capacidad de intuir desde las primeras líneas lo que se avecina: la vida/amor como un milagro, el dolor y el abandono como algo inevitable y la última categoría de poemas, los “mazazo total”. Pocas, muy pocas de sus producciones escapan a esta subjetiva clasificación. Se mueve en el territorio de la tragedia, esas son sus aguas.
Dos vídeos de Aure:
Oímos el poderoso verbo de Juan Calderón, que nos recita su “Resurrección del odio”. Trasluce la honda inquietud que le producen ciertas actitudes extremistas a las que asistimos estos días. Es preocupante, sí, pero yo estoy con José A. Carmona, que hay una mayoría de personas que no se sienten polarizadas y que desean que la realidad se encauce hacia la convivencia tolerante y el bien común. Y esa es también una cuestión de inteligencia, no deberíamos dejarnos llevar por rencillas históricas.
Vídeo de Juan Calderón:
Juan A. Arroyo leyó un poema sobre el paso de la infancia a la adolescencia, esa etapa de la vida crucial y a la que él le ha dedicado gran atención. Siento no poder recoger aquí literalmente el título porque justo cuando me disponía a tomar nota, una de mis minúsculas enemigas decidió hacer presa en mi ombligo, hasta ahí había llegado la muy..., la muy trepadora y vi un poco las estrellas. Os pido que me disculpéis. Y sobre todo él, que no tiene ninguna culpa y que es tan majo.
Seguidamente José Antonio Carmona, el del cielo ganado, leyó un poema que como acostumbra no nos dejó indiferentes.
Vídeo de José A. Carmona:
Rocío tenía relato con metaliteratura de la buena, sobre las dificultades de la página en blanco. Como siempre, lo había hecho a cien por hora y no lo había revisado. Sus cien por hora le cunden más que las mil por hora de servidora. Lo que es tener oficio e ingenio.
Alberto, que no sabemos si está de ERTE literario o simplemente cumpliendo tan a rajatabla la cuarentena que no deja que lo visiten ni las musas, nos trajo una recomendación fílmica, “Cartas a Roxane”. Le perdonamos con generosidad, que esto es una afición y no una esclavitud. Faltaría más.
Juan Baustista leyó un fragmento titulado “Trece negros” de su novela habanera. Pituquina, la marquesa, se dirige a un brillante casino donde se entrega al juego de la ruleta. Su presencia causa estragos, pero aún más, su fortuna. Dos tiradas seguidas le favorecieron, en contra del azar...
Vídeo de Juan B. Raña:
Por último, Carmen Padín se hace presente con voz e imagen y nos lee un relato con la consigna de los deberes de esta semana “sujeto, verbo y predicado”. Un vecino, con el que en principio la relación es prácticamente inexistente, adopta alternativamente forma de sujeto, verbo o predicado a ojos de la autora. La relación se va estrechando hábilmente hasta que las palabras se hacen innecesarias. “Todos necesitamos un poco de complemento directo”. Me pasma la agilidad con que Carmen escribe y su fina ironía siempre me sorprende. Se quedó con ganas de más tertulia, claro.
Vídeo de Carmen Padín:
Conozco bien la orfandad que causa la inasistencia a la tertulia... Por eso escribo esta bitácora, para dejar constancia. Salgo volando a por el desinsectador. Sí, lo reconozco, puro antropocentrismo.
Celia Cañadas
6 de junio de 2020
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