las tradicionales grutas de las Islas Caimán...
En la
cubierta, mucho barullo marinero. Cada cual a lo suyo: fulanito afilando el
garfio, el otro poniendo un tornillo en la pata de palo, aquella, dando crema a
sus mejillas con productos recién elaboradas en altamar por nuestro grumete
invisible en sus ratos libres que, por cierto, son bastante numerosos; mientras,
una de nuestras corsarias se entretenía ejercitando su puntería, lanzando su
daga por doquier a la altura de las diversas viseras marineras, lo que provocó el
natural revuelo, sobre todo cuando una daga se llevaba de la azotea el pañuelo que disimulaba la calva de tal o cual
furibundo corsario y en un momento de
descanso, Fenoy nos leyó dos poemas de su último libro lírico. El poema 1º
resultó a la piratería bastante críptico, aunque lleno de interés, porque al
parecer en el mismo estaban las claves para descubrir las cuevas maravillosas que, según la interpretación de algún que otro marinero codicioso, nos
conduciría a las tradicionales grutas de las Islas Caimán donde toda la
piratería actual tiene guardado el botín de los sucesivos abordajes a las
cuentas corrientes de la clase media y del populacho en general o el producto
de las estafas, trata de blancas, expoliación de los estados nacionales, ventas
de armas y otras actividades de esta moderna piratería que son como la zorra,
encargada de guardar el gallinero. Pues bien, como decíamos, este 1º poema
resultó bastante críptico para la generalidad de los presentes; mas el 2º poema gozó del favor de la concurrencia;
poema amoroso del que entresacamos los versos:
“A tener tus encantos
que tanto quiero,
el
juego de mis manos
que en lid
sujeto”
A
continuación, María Juristo cortó de un
tajo una cuba y el personal, restregándose los ojos llenos de chiribitas desprendidas de la referida, se arremolinó
en torno de nuestra poetisa que nos anunció la publicación de su libro “La cuchimilda”,
que ganó el premio Dulce Chacón de Relato corto, y de venta en La Casa del
Libro, para a continuación leernos un poema lleno de magníficas imágenes:
“Vivas las horas de la noche
donde la Nada era,
palpar la niebla en su preludio
abrevando del viento solo.
(…)
Como una diosa embriagada
de lujuria!
Por su parte León, tras aplaudir a nuestra
poetisa, me preguntó cómo se hacía lo de
la miel para fortalecer el pelo:
-¿Cómo lo has hecho? le pregunté
-Me rocié la cabeza con la miel. Y
chico, se me quedó como antiguamente: como si me hubiese dado brillantina,
pegado todo el pelo a la cabeza.
-Bajemos el optimismo: los restos que
te quedan.
-Aún me valen de boina.
-Si tú lo dices…
-Bueno, menos palique, e infórmame.
-No te preocupes León, pues mi
vocación oculta es hacer de recadero. Presto partiré para traerte la Buena
Nueva del tratamiento del pelo a base de miel para solaz y regocijo de las
generaciones futuras.
León, satisfecho, tras tomarme juramento de fidelidad poniendo su garfio sobre mi cabeza me nombró Recadero
de los Mares del Sur, lo cual llenó de orgullo a mi esposa e hijos que
presenciaron la escena a través de videoconferencia.
Terminada la ceremonia, León nos leyó
el epílogo de su libro “Tras las huellas del Andalus”; epílogo cargado de
referencias a los descendientes de los moriscos que, a su entender, continúan
poblando la serranía de Ronda y otros lugares y trasmitiendo su cultura de
padres a hijos sin que aún la luz traspase sus labios porque un velo de temor los selló hace tiempo.
Por su parte, Juan Antonio cansado de
perseguir en cubierta diversos personajes psicológicos, lanzando al aire su
sable -que por cierto, en su caída me pasó rozando mi esbelta y nunca elogiada
nariz- nos leyó un soneto titulado Legislatura, poema que nos cuenta una de las muchas aventuras de esa
señora de la compra que cuando fue ministra despidió al prestigioso doctor
Matesanz (el creador del mejor modelo de trasplantes del mundo) con ese desparpajo
tan cercano al pueblo; poema del que entresacamos este terceto:
“ Muchos no ven con rastas el futuro
se despiertan sus piojos de repente
protegen su cabeza con un muro.”
Muy bien, Juan Antonio, para señora
tan fina como la congresista Villalobos, qué menos, ante su esmerada prosopia sobre los posibles piojos de algunos
congresistas.
Por su parte, Alberto tras dejar el
catalejo con el que no paraba de importunar a Rocío confesó a la
concurrencia que no estaba dispuesto a
leer nada porque este miércoles le tocaba reflexionar sobre las gaviotas, a lo
que contestó Rocío, tras dar un enérgico
puntapié al dichoso catalejo:
-¡A la porra con el chisme este!,
vete a popa con él a observar gaviotas.
Alberto, rápidamente echó mano de su
daga y Rocío, muy brava, echó mano de la
suya; pero afortunadamente Primitivo, experto en estas lides, separó a ambos contendientes, con la elegancia
espadachinesca que le caracteriza, poniendo su sable entre las dagas.
A continuación, Primitivo nos leyó el
poema titulado Estar a solas solo:
“ La he visto acurrucarse por el frío
con la mano estirada
en algún corazón adolescente.”
“Estar sólo germina soledad
cuando lleva semilla de tristeza
esparcida en el cuerpo”
Basta estas estrofas para apreciar la
belleza del poema sobre la temible
soledad.
Rocío, ya calmada, nos obsequió con
la lectura del cuento “Los hijos que nunca tuve”. Cuento en el que
Rocío juega con tres amigas sus cuitas , tragedias, desengaños e infidelidades;
pero que al final de los enredos y tragedias, triunfa la amistad de las tres
amigas.
El capitán, Javier, ante un pequeño alboroto
en la tripulación, tras dar sablazos por doquier, consiguió poner orden al
blandir una sartén bajo la amenaza de freír las orejas del grupo de
alborotadores. Ante tan tajante reacción los insurrectos depusieron su actitud,
y Javier, tras proyectar la película “Candilejas” nos leyó un excelente
poema titulado Buster Keaton dedicado
a los grandes actores del cine mudo:
“ Y pienso en Keaton y su locomotora
y en Heard Lloyd
pataleando
colgado de la aguja de un reloj,
y en Chaplin jugando con dos
tenedores que bailan
entreteniendo el hambre”
(…)
“Soy un niño que crece
riendo con el Gordo y el Flaco….”
Magnífico Javier. Siempre lleno de
nostalgia en la vida y por ella.
Y a continuación, la poetisa Cinta subiéndose
en la borda, nos recitó el poema, aún sin título, en el que no hay ninguna e,
del que entresaco los versos:
“Si tu voz alcanzara, como un mar
todos mis poros
tu agua y tus olas alumbrarían mi frío.
Si tu voz formara una montaña
yo haría una corona para tu cima”
Qué bien Cinta; pero qué bien.
David por su parte, preso de un gran
mareo provocado por el vaivén del barco, no pudo deleitarnos con algunas
páginas de su libro.
Por fin, Ignacio, marinero recién
incorporado a la tripulación en el archipiélago canario, con motivo de San
Valentín, nos leyó un poema titulado Amor
Fu, en pie quebrado,
del que entresacamos los versos
“Yo soy un perro
que nació para el olvido….”
Muy duro.
A continuación Iñaki Ferreras, otro
marinero recién incorporado, nos leyó el
relato Sus labores, en el que
una mujer maltratada psicológicamente por el borracho de su marido, lucha con
el apoyo de sus hijos por sobrevivir
Los presentes consideraron que lo
leído era más bien un resumen y, por tanto, había que trabajarlo.
María Jesús, por su parte, nos leyó un
microrrelato sobre la radio y el famoso “teléfono de la esperanza”. Como siempre
muy contundente, aunque a mi entender, tendría que ligar más los hachazos de
su descripción.
Por su parte, el que describe estas
famosas aventuras grabadas en la piel del mar, terminó leyendo unas pequeñas Nanas
de autómatas.
A modo de ejemplo:
Ea,ea
mi
niño metálico
duérmete
ya.
Ea, ea
colorín de colores
si no te duermes
lobo imán
tus pedos virtuales
comerá.
Juan Manuel Criado Manzano
11 de febrero de 2016
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