La comunidad
de Rascamán
Bajaba lentamente las escaleras
hacia un amplio jardin, mis ropajes blancos rozaban éstas de manera etérea ,llevaba
una jarra de cuello alto y plata, sus aguas las derramé en una pila bautismal cincelada de manera delicada. Estas cristalinas y apacibles eran mi espejo
mágico: aparecieron visiones de la comunidad. Yo pertenezco a Lothórien y todos
ellos al lejano Rivendel.
Permanecian sentados, era el último concilio de la comunidad, allí veía a Javier Díaz Gil el montaraz, capitán
de los Dúnedain y heredero de Isildur de Gondor, también divisaba a varios
hobbits, esos queridos hobbits, elfos, enanos y otros humanos.
Los primeros temas de los que dialogaban
eran que desde hace milenios hemos estado luchando para salvar a la tierra
literaria contra la ignorancia y necedad de los orcos, además de los nasgûl.
Una hobbit muy resuelta que les
comentaba de una autora interesante Carmen Martín Gaite, llamada Cinta Rosa Guil, su idea principal era que la vida hay
que vivirla, sentirla pues centrarnos en la subsistencia nos hace olvidar el
disfrutarla, ”para vivir es no tener”, el titulo del libro era “Pido
la palabra”.
Sus reflexiones hóbbicas eran
sobre el sufragismo femenino, sus razones eran propias de una mujer valiente.
Entre sus palabras nombró el
recuerdo de los cuentos de Celia. Relato que un apreciado Istari José León
Cano, mago, emperador de sonetos, se hallaba ausente y mal parado en lejanas
tierras: tal hecho conmovió a la comunidad.
En ese momento habló de manera
solemne un elfo, el cual me era familiar, sí, José Maria Herranz, hijo de Eärendil
el marino y Elwing hablándoles de sus viajes. Había
regresado de una travesía a la ciudad de las artes. Todos soñaron con aquellas
luces de la ilustración.
Mientras, apareció un hobbit rapero Aureliano Cañadas que les
avisaba de su canción atrevida, por otro lado, tomó la palabra la joven hobbit Omega, que hablaba de magias y misterios parapsíquicos.
En el concilio se encendieron los
ánimos por temas tan extraños y nuevos por conocer por la tierra literaria y
para los pueblos libres.
Una hobbit Eunice Escribano
contaba experiencias vividas con animales del bosque y sus predicciones de
muerte, el montaraz Javier Díaz Gil reaccionó con curiosidad y sorpresa
gondoriana.
Cinta les leyó unas lineas
cósmicas que decían “echando en el mortero del mundo”.
Dio como un mitin inspirado por esta
hobbit sobre la evolución de la mujer en el mundo de la literatura y su
progresión.
Llamando su atención el elfo José
Maria que hablaba de nuestra lucha por la tierra literaria y sus devoradores
adversarios.
Tenía todas sus razones, todas sus
verdades, pues llevábamos tanto tiempo con esta guerra que temo que vayamos a
perderla, pero la ilustración y la gran cultura ganarán la batalla final.
En un aparición dulce a la par
que entrañable la hobbit Rocio Díaz Gómez nos contó su relato de los “Hippies”, historia
tierna sobre una mujer que contaba sus nostalgias juveniles y el resultado de
un serial familiar, todo sorprendente y hermoso.
De sus labios salieron autores
interesantes como Rimbaud y Baudalaire y un amplio abanico de su basto saber
ortográfico.
La comunidad dio con los puños
cerrados contra la mesa como aprobación de su relato.
Raudo hizo una entrada ya
esperada por Oscar Borge Mejía, poeta invitado por el elfo José Maria, nos
contaba que pronto marcharía a las tierras imperecederas. Tres poemas como
girasoles brillantes que giran al compás del sol leyó este acompañante
ocasional,”Black bird”,”poema para Oskar”y”Chavela Vargas”, en
ellos ponía la impronta de vivencias y lejanos recuerdos de amargas
revoluciones, ”huésped de infancia, ”bajo el jazz de una mariposa”, frases
que oían todos los allí presentes.
Igual que vino se alejó de la
comunidad.
Llegó lo anunciado y el hobbit
Aureliano les cantó su rap:
“Rascaman y
rascamaneros
brillan los luceros
prosa y poesía
en intima librería...”
Y con música de fondo, aplausos y
risas llenó el recinto, pues Rivendel de emoción se embargó. Este hobbit jovial
tuvo que despedirse de la comunidad por obligaciones caseras y recordando sus
viajes con los enanos y un Istari de vestimentas grises.
Ahora un enano minero, ingenioso y
audaz, leía dos poemas”Alberti en su centenario”. Su voz pausada hacía
escuchar “surges tú como artista que ve y piensa en verso” y con tono
rebelde ”Cerdo que aspira al Nobel”, ”este cuasi hombre”, ”la nostalgia con la
viagra”, sí había en este poema un torturador, un juez implacable, todo un
bestiario político.
Cada uno leía sus relatos, sus
poemas, plasmaba sus mundos, sus tierras interiores y exteriores.
Otra voz saltó a este curioso
concilio: Juan Antonio, un noble enano hijo de Glóin, su poema representando un
cuadro de Rosa Maria Garcia Blazquez, poesía titulada ”Paseo reflexivo”,su
final cual broche dorado”dejaré este paraguas tan lozano”, historia de un
viaje a la finitud.
Como agua cantarina leía una
desconocida historia de amores de Robert Graves, la joven hobbit Omega
Escribano, un trío, un círculo sagrado de Laura Ridding y su final kármico.
Por extraña senda se marchó esta
fiel hobbit con otra, Eunice, ambas con pesar pues tenían misteriosos lances que
tratar en el Monte del Destino.
Mis últimas visiones en este
espejo mágico eran de otros personajes pues allí estaban todos los
representantes de los pueblos libres de la tierra literaria: un elfo silvano con
versos y flechas en su aljaba, Amelia Peco, hija del rey Thranduil, una princesa
de la poesía y el último que mis ojos élficos pudieron contemplar fueron a Federico Monroy, hijo primogénito de Denethor, actual senescal de Gondor y poeta
soberbio.
Dejé de ver más visiones sobre la
comunidad de Rascamán, la cual tenía como objetivo ser los guardianes de la
poesía, la prosa y la gran cultura.
Pero aunque mi presencia estuviera lejos supe por heraldos que en la Comunidad hablaron de los amores destructivos, quizá los más fértiles literariamente: Gala y Paul Valery por ejemplo.
Cuentan los heraldos que los elfos escucharon por boca de Javier la historia del ángel prometido y las marcas cainitas. El elfo José María Herranz leyó un poema manifiesto de denuncia de la clandestinidad "Cine Carretas. 1980".
Que Amelia contó que marchará al territorio de Bolivia, a las tierras de Cochabamba, donde le aguarda su progenie. Y los elfos, repetirán los heraldos, discutieron sobre el origen de las palabras: olé, allah... Y que Amelia leyó un texto reciente "en esta sensación de ser pequeña". Cinta, desde su magia, interpreta una carencia sexual.
Cerró el cónclave el senescal Federico Monroy con unos versos magníficos: "desde la transparencia".
Hasta nuestro oídos élficos, los de Omega y Eunice, llegaron las últimas palabras de la Comunidad.
Ese era su último concilio y volverían
cuando en Rivendel cayeran las hojas de fuego, el viento sonara entre los
hayedos.
Sí, volverán, volverán como grandes e inolvidables guerreros de poemas y
relatos.
Omega Escribano
20 de julio de 2014
29 de julio de 2014
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