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miércoles, 9 de julio de 2014

39ª Jornada/VII año: Miércoles, 2 de julio de 2014


queda oficialmente inaugurada la tertulia de verano...

(Dedicada al poeta Aureliano Cañadas

que me laureó un día)



“Ay que ver este biquini de letras lo gorda que me hace…” “Claro hija… qué poca vista, si te lo hubieras comprado de minúsculas…”, “¡Pero cómo nos vamos a sentar a la sombra de un haiku que nos quemaremos!, ¡Yo me he traído un bronceador protección 50, mira que los ripios en julio hacen quemaduras de infinito grado…! 

¡Eh tertulianos, tertulianos!! Un poquito de silencio que hay que empezar ya, venga, venga, que estáis todos muy guapos, venga que sí, que os sienta muy bien el traje de baño… Vamos, comencemos por el principio ésta bitácora: 

Cómo hoy es 2 de julio, queda oficialmente inaugurada la tertulia de verano:

José León, Javier Díaz, María Antonia Copado, Rocío Díaz, Paco Fenoy, Aureliano Cañadas, Carmen Paz, Alma Pagés, Andrés París, David Lerma, Cinta Rosa Guil, Isabel Morión, Vicente Trillo, Miguel Paico, Leonor Varela… Todos enfundados en bañadores de coloridas letras sonríen abiertamente al que va a ser, seguro, el mejor verano de sus vidas. 

Mientras estiran sus toallas DINa4 sobre el verde césped, comentan el recital del miércoles anterior de la poeta Raquel Lanseros, para pasar sin solución de continuidad al cante jondo (“poesía de la que da calambre” dice Carmen Paz) de José Menese

León, que está que ruge con su bañador de pata larga de caballero de sienes canas pero de muy buen ver, nos trae hoy un libro de poemas de amor que ha traducido Raquel Lanseros. Carmen Paz nos lee en ingles el poema de Annabel Lee de Poe, mientras todos dejamos momentáneamente de echarnos bronceador asonante para escuchar. León, a continuación, lee la traducción. 

Me daría un baño, pero qué pereza meterse en el agua cuando aún resuena Poe en nuestros oídos finos de literatos en bañador. 

Javier Díaz nos enseña en su torso desnudo una marca que le ha salido hace poco: “¿No os recuerda…?” Nos dice aprensivo mientras teclea sílabas con los dientes… Y tantas vueltas ha dado a su obsesión de “la marca de Caín”, que incluso a la piscina nos ha traído un poema con este tema, sobre el que a modo de esterilla, se estira bajo un sol de mil demonios y pecados originales, un sol de Génesis y malos hermanos. 

Pero en tono de copla, recolocándose la visera a modo de peineta, María Antonia Copado viene a rescatar a Javier, y de paso a todos nosotros de tanto sagrado infortunio, apoyándonos de pronto “…en la barra de aquella boquería…” Está impresionante María Antonia con ese pareo salpicado de rimas con regusto a aquella poesía de León Quiroga, del que no tenemos más remedio que hablar.

Nuestro Aureliano Cañadas viene a la piscina dolorido por un tirón en la ingle. “No pasa nada Aure, le decimos, después de hacerte tantos largos de versos ¿Qué quieres...?”. Aún así continúa con el ánimo marchito pues nos recita “El abismo”. “Me habéis dejado solo con ese gato rubio que solloza”. Pero “una vez llorados” los tertulianos nos venimos arriba incluso en bañador. Y ahí mismo, con su gorra y oscuras gafas de sol, nos canta un fado que pone de pronto a todos los piscineros en pie, olvidan lo buen nadador de versos que es, y piden a gritos que les cante otro fado que les alivie de tanta calor. ¡Aure otro fado antes de que Georgie Dann amenace con otra de sus canciones del verano!

Toma el testigo Paco Fenoy, con ese bronceado suyo de montaña, curtido por mil caminatas al aire libre, para leernos otro de sus poemas escrito a la luz de aquellos veranos sin aire acondicionado en que escribió sus primeros poemarios. 

Carmen Paz, cualquiera diría que sabía que escaparíamos a la piscina, nos lee un poema de esos “que se evapora rápido”. Para a continuación refrescarnos con otro titulado “El reposo de la mar” y terminando con el que le inspiró el libro “Noveccento” de Alessandro Baricco. 

La piscina y el mar, los barcos y los naufragios dan pie para que David Lerma, moreno siempre bajo intensos rayos narrativos de largo aliento, y hoy ataviado con un bañador que dice “Rolling Stones”, nos lee su relato titulado “La escalera”, al que incluso a pesar de la calorina le descubrimos muchas lecturas. 

Qué gran forma de celebrar el verano es escaparse con los tertulianos a la piscina.

Pero todavía el día nos depara más festejos piscineros, porque Alma Pagés inicia un ciclo y nos trae unos bombones helados que están de muerte por dulce insolación. Aprovecha que estamos todos con la boca llena de chocolate, para recordarnos a Ana María Matute y sus libros: “Primera memoria”, “La torre vigía”… entre otros. 

Andrés París, el más joven de los nadadores, se sube al trampolín y se tira de cabeza al agua con un poema titulado “Programador”. Pero ahí no termina su intervención, porque sin llegar a tocar el agua se marca una voltereta en el aire con otro que a mí, Rocío en biquini bitacorero, al sumergirse casi me ahoga: “Nadie debería persuadir entre los cascabeles de tu novela…”.

Pero persiste el regusto por la copla entre el grupo pues Miguel Paico, tomándole prestada a María Antonia la visera-peineta, nos recita “Copla de la O”, tras hablarnos de Susana Baca y la música afroperuana. “Como lloran los sudamericanos no llora nadie” nos dice Miguel mientras nos hace aguadillas con sus historias de calabazas y canciones criollas. 

Y quizás sea por las aguadillas y los maremotos, por los niños y los adultos, la vida y la muerte que terminamos leyéndole a media piscina “El niño al que se le murió el amigo”. Tesoro de Ana María Matute, que Vicente “Trillo” buceando nos ha sacado del fondo de la piscina.

Isabel Morión, a quién el aire le dibuja versos en el pareo, nos recita dos poemas, uno inspirado por la voz de José Menese que termina: “Me deja justo el aire para poder respirarte” y otro titulado “Rostros” que nos recita de memoria y concluye con un verso “Sin que me pese el aire”. 

Pero a los narradores piscineros nos gusta tumbarnos sobre una esterilla tupida de párrafos a tomar el sol, así que terminamos apoyando la cabeza sobre la novela titulada “Canadá” de Richard Ford, y bajo la buena sombra recomendada de otra novela del mismo autor “Un trozo de mi corazón”.

¿Y fue León quién habló de la novela “Viajes con Charlie”…?

Lecturas en negrita, bronceadas y subrayadas lecturas para un brillante sol de julio. 

Esa tarde aún escucharíamos a la escultora Leonor Varela, que con un bañador rojo nos hablaría de su proyecto de “Caperucita”.

Ay, el verano que se lleva a los tertulianos hasta rincones azules con olor de arizónicas. ¿Cómo escribir en bañador? ¿Qué inventar sobre esterillas DinA4? 

Los bronceados tertulianos, poetas y narradores, han dado vacaciones a sus musas y sestean en un duermevela de versos y párrafos. Hasta que de pronto una vocecilla se comienza a escuchar por la megafonía de la piscina… ¿Pero…? ¿Pero si parece…? Se sientan, miran a su alrededor… ¿¡No me digas que es…?!

Sí, claro que es. El gran poeta Aureliano Cañadas está cantando de nuevo para sus compañeros de Rascamán. Déjate de bimbós y de que el negro no puede… El que sí puede es el mismísimo Aureliano Cañadas.

La piscina entera ha dejado de chapotear en el agua, ha enmudecido escuchándole. ¡¡Aureliano!! ¡¡Aureliano!! Empiezan a gritar con versos blancos los Rascamanes para que el compañero salga a su encuentro. La piscina entera en pie, en señal de veraniego respeto, espera que aparezca. 

Y no acaba de hacerlo cuando todos, Rascamanes y no Rascamanes, no podía ser de otra forma, le saludan y vitorean haciéndole la ola, y volviéndosela a hacer, una y otra, y otra vez: ¡Aure, Aure, Aure…! Y al poeta sonriente parece que ya no le duele ni su tirón, ni las flores, ni los pájaros de los poemas: “Niños que no es para tanto, que con los años uno pierde la vergüenza, gracias niños, gracias…” 

José León, Javier Díaz, María Antonia Copado, Rocío Díaz, Paco Fenoy, Aureliano Cañadas, Carmen Paz, Alma Pagés, Andrés París, David Lerma, Cinta Rosa Guil, Isabel Morión, Vicente Trillo, Miguel Paico, Leonor Varela… Todos en pie, todos enfundados en un traje de baño de coloridas letras sonríen abiertamente al que va a ser, seguro, el mejor verano de sus vidas. 

Rocío Díaz Gómez
9 de julio de 2014


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