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jueves, 15 de noviembre de 2012

8ª Jornada/VI año: Miércoles, 31 de octubre de 2012


Ave María Purísima...


- Ave María Purísima...


- Sin pecado concebida...

- Buenas tardes, Señor del Cuaderno de Bitácora...

- Buenas tardes nos den las letras, hija mía tú dirás...

- Ya, pues mire Señor Cuaderno, el caso es que he pecado...

- Eso está muy mal, muy mal tertuliana mía, pero a ver, exactamente, cuéntame hija “c por b”, cómo has pecado...

- Pues mire, para empezar he jurado en vano en nombre de la Bitácora...

- Pero mujer ¿Cómo se te ocurre? ¿Acaso no sabes el segundo mandamiento de este Cuaderno? O mejor dicho recordemos juntos desde el primero. A ver repite conmigo: 1º Mandamiento: Amarás el Cuaderno de Bitácora sobre todas las cuestiones literarias de la tertulia Rascamán...

- 1º Amarás el Cuaderno de Bitácora sobre todas las cuestiones literarias de la tertulia Rascamán...

- Muy bien hija. A ver el 2º, repite conmigo. No pronunciarás el nombre del Cuaderno de Bitácora en vano...

- 2º Mandamiento: No pronunciarás el nombre del Cuaderno de Bitácora en vano...

- ¿Ves hija, ves cómo lo sabes? Y a ver dime ¿A santo de qué lo pronunciaste en vano?

- Pues Padre porque dije que yo no volvería hacer la bitácora por los siglos de los siglos... amén.

- Ayayayay.... Pecaste de soberbia hija. La soberbia es el más importante de los pecados capitales, de él se derivan muchos de los otros pecados... ¿Y por qué hija mía, por qué caíste, tan de bruces, en la soberbia?

- Señor Cuaderno es que yo siento que ya la he hecho muchas veces...

- Ay Señor de todas las letras de este mundo... Yo, yo y yo... ¡Otra vez! Esa sobrevaloración del yo no es más que pura soberbia de nuevo hija... Y además no hay que ser perezosa, pues la pereza no es más que otro pecado capital hija mía...

- Si no es pereza Señor Cuaderno... Todo lo contrario, es que no quiero ser avariciosa con este Cuaderno nuestro. Es una cuestión de generosidad, de generosidad Señor Cuaderno, yo quiero compartir la bitácora como el pan y los peces...

- Claro que sí hija, y ese sentimiento te honra... Pero también has de saber que la vida literaria no es fácil, hija, no es fácil. Y si ésta pone en tu camino la piedra de hacer la bitácora, habrás de cargar con ella hija... Y qué mejor forma de cargar con ella sino escribirla... No es una tentación hija mía, no es una tentación, es una prueba que nos manda el Altísimo... ¿Acaso no nos gusta escribir?

- Ay Padre, claro que sí, claro que nos gusta. Pero es que a ver si me tenían que haber bautizado Sísifa, en vez de Rocío, que ya he cargado con ella varias veces...

- No te quejes tanto hija, no te quejes y afronta los problemas que nos dan las letras, que así crecerás en la verdadera fe de la tertulia...

- Pues eso hice... Volver a escribir la bitácora. Porque al fin y al cabo yo llegué la primera y sabía cuánto ocurrió allí desde el principio hasta el fin. Aunque he de confesar también Señor Cuaderno, que no confiaba nada en que fuéramos muchos los elegidos a la mesa de la Bitácora en la víspera de Todos los Santos...

- Ay hija cuánto descreimiento hay en este valle de lágrimas y ese cuerpo tuyo tan pecador. Cuán desconfiada estabas... Y sin esperanza, sin esperanza hija no vamos a ninguna parte, ni en este mundo de las letras, ni en el que vendrá de los números... ¿O ha llegado ya ese de los números? Oh debe ser tu influencia perniciosa hija mía, porque ya hasta yo empiezo a dudar... Anda tertuliana arrepiéntete un poquito...

- Pues sí Padre Cuaderno, entono un mea culpa y pido perdón porque lo cierto es que fuimos un buen montón de feligreses tertulianos. Pues más o menos por orden de llegada allí que nos personamos, en primer lugar una servidora: Rocío Díaz, y después fueron llegando: José León, María Antonia Copado, Aureliano Cañadas, Luis Alfonso Velasco, Ana Delgado, Alma Pagés, Vicente al que llaman “Federico Trillo”, José Mª Herranz, Alberto Torres, Isabel Muriol, Paloma Sánchez, Leo, Paloma H. Esther... Todos y cada uno al amor de la lumbre y las palabras...

- Como debe ser, como debe ser... A escuchar la palabra del otro y a compartirla...

- Sí Padre Cuaderno, pero yo que me las prometía tan felices con poquitos tertulianos, anda que no tuve que tomar apuntes de cuanto dijeron y leyeron...

- Pero hija si es que no paras de pecar... ¡Gula de palabras! ¡Otro pecado capital!

- Pero Padre es que yo tenía que escribir para luego poder contar...

- Pero hija ¿Acaso tú no has oído hablar de las parábolas? Relatos figurados de los que derivaba una enseñanza...

- Pero ¿Y el sermón de la montaña?

- ¡Hija! ¡Acaso pretendes enseñarme a mí! Ya estás con esa soberbia otra vez. Tú no aprendes, eh, tú no aprendes... No sé ya ni qué penitencia voy a ponerte, si no paras de pecar y pecar, una y otra vez...

- Pero Padre es que yo tenía que contar que allí hablábamos de que el poema es como un fogonazo pero que escribir un relato lleva mucho más tiempo. Hablamos también de que la Real Academia nos ha cambiado otra vez los acentos dichosos que me llevan por el camino de la Amargura... Que si en la palabra “solo”, que si en “este”... que si ya eran un lío para mí, ahora es que me pongo negrita de que ya no sé si ponerlos, si quitarlos o qué sé yo...

- ¿Ira, hija? ¿Ira? No tenía bastante tu alma con la soberbia y la pereza, que ahora ¿la esponjas de ira?

- Que no Padre Cuaderno, que no, que no es ira, es que es muy duro el oficio del escribiente, y más el del bitacorero...

- Cómo ya te dije antes ¿Quién nos dijo que fuera a ser fácil? Aquí a este mundo de las letras hemos venido a penar, hija, a penar. ¿Aún no te has dado cuenta? Pero el trabajo trae al final su recompensa...

- Sí Padre Cuaderno eso también lo vi el otro día, que muchos de los tertulianos trajeron el fruto de su trabajo. Alma Pagés nos trajo su nueva novela “A la manera de James”, José María Herranz nos trajo su nuevo disco “Amargo despertar”...

- ¿Y los demás tertulianos?

- Pues la primera en leer fue una servidora Padre, que traje un humilde relato titulado “En el cielo de la boca”. Después José León, que se había cortado el pelo porque decía que, como era Halloween, quería que se le viera la careta...

- ¡¡Menos Halloween, y más Tenorio hija!! Que estás en la casa de Las palabras...

- Pero Padre Cuaderno si yo solo repito lo que él decía... A la manera de uno de los cuatro evangelistas con Los Hechos de los Tertulianos...

- Esa lengua hija, esa lengua... que te pierdes...

- Perdóneme Padre Cuaderno, perdóneme y deje que siga... José León entonces, nos leyó uno de sus maravillosos sonetos, uno romántico para una noche gótica. “El velador de llama desmayada...” Luego Alberto Torres pasó palabra, solo venía a escuchar a los demás.. Y fue entonces cuando nos preguntamos hasta qué punto algunos breves poemas ¿Son poemas u ocurrencias?

- Ay qué afán por preguntarse y preguntarse el de estos tertulianos... ¿Y la fe?

- Sí Padre, sí. Pero aún preguntaron más, porque Vicente le preguntó al nuevo compañero Luis Alfonso, que era arquitecto ¿Por qué escribía? Y el dijo que escribía por el gusto de escribir. Que antes diseñaba espacios y ahora diseñaba historias. Y yo esto pues lo tenía que escribir Padre, porque me gustó mucho...

- Venga hija, venga resume tus pecados, que vamos a estar con ésta bitácora hasta el día del Juicio final...

- Paciencia, Padre, paciencia... que es otra virtud.

- ¿Otra vez? ¿Acaso pretendes de nuevo enseñarme a mí de pecados y virtudes?

- Nada más lejos Padre Cuaderno, solo se lo recordaba... Pero a lo que vamos. Después María Antonia nos leyó algunos poemas, uno sin concluir “Final de etapa” y un par más de su libro Mujer de la Lluvia... A ella la siguió en el turno de palabra Aureliano Cañadas que se puso de pie para orar mejor al dios de los versos, y en medio de su poema nos cantó “En el Café de Chinitas...” una canción de Lorca. A quién se le unió José León, en un fantástico dúo... Que ese fue uno de los momentos memorables de esta tertulia nuestra. Momentos que hay que vivir Padre, hay que vivir, que contarlo no es lo mismo...

- Ya veo, ya veo...

- Después nos leyó Leo un relato que comenzaba hablando del adoquinado de las calles... Hubo quién le aconsejó que siguiera, que tenía aliento de novela. Después le tocó el turno al nuevo compañero Luis Alfonso que nos leyó un relato sobre la hoja del Arce, que a mí particularmente Padre Cuaderno, me encantó. Y entonces Vicente le dijo que se parecía al relato “El gaucho insufrible” de Bolaño, y Paloma S. le contestó que no. Y ahí anduvieron con que sí, y con que no, que a veces los tertulianos no están de acuerdo en las letras...

- Ay estos tertulianos cuánto les gusta porfiar...

- Pues sí Padre, pero déjeme que continúe que luego me dice que nos va a dar el Juicio Final... Pues después hablamos de en que país se habla un castellano mejor. Y fue entonces cuando comentaron que el relato de García Márquez “El ahogado más hermoso del mundo” se estudia en muchas facultades y foros.

- Abrevia hija, abrevia que ya te dije antes, y si no te lo dije, te lo digo ahora, que contra la gula de palabras, templanza... Templanza hija, templanza...

- Que sí padre Cuaderno... es que hay mucho que contar. Luego leyó Ana Delgado sus poemas tan brillantes como siempre. Aunque antes nos enseñó un objeto poético que nos gustó a todos mucho: La poesía enlatada, envasada por una conservera cántabra, con un poemario de Navarro Beloqui.

- Qué interesante...

- Pues sí. A ella le siguió José María Herranz que nos leyó una poema sobre la letra “r”. Y tengo que confesar que a mí los textos sobre el lenguaje, me parecen una verdadera tentación...

- ¿Pero hija otra vez? Qué débil es tu alma...

- Sí Padre Cuaderno confieso que soy débil con las palabras. Es más, siento verdadera lujuria con ellas...

- ¡Ay Señor, señor, señor! Pero hija, el diablo está en ti sin duda alguna... Estás infectada de todo tipo de pecados capitales! Qué penitencia, ni qué penitencia, tú vas a necesitar un exorcismo...

- Bueno pues luego, porque ahora déjeme que termine. Luego leyó Isabel M. un poema titulado “Te borraré” y otro sobre la guerra del Irak. Y entonces Padre echaron a volar las Palomas...

- ¿Palomas dices hija? ¿Palomas?

- Sí Padre, como si de las del Espíritu Santo se tratara...

- ¿Acaso te estás mofando?

- Para nada Padre, que es cierto. Que primero Paloma S. nos recitó de memoria uno de sus poemas. Que ella sí que está poseída a veces por el díos de la Palabra...

- Ay hija... ¿Qué me dices? ¿Otra poseída? Ahí tenéis un filón...

- Pues sí Padre, y luego Paloma H. nos leyó un par de micros con los que nos encandiló. Y para terminar Vicente nos trajo su relato “Tormenta de Arena” que tuvo la virtud de mantener allí a los tertulianos que quedaban más allá de las nueve... Y ahí ya sí que pedimos la cuenta y nos dispusimos a marchar. Y aquí estoy Padre Cuaderno, totalmente arrepentida de haberme negado a hacer la bitácora y dispuesta a recibir la penitencia...

- Muy bien hija mía, pues te copias cien veces el “Yo pecador...” y a tu casa a poner orden en tus papeles...

- Muy bien Padre Cuaderno ¿Entonces ya me puedo ir?

- Por mi parte... si ya me has dicho todo lo que querías... ¿A no ser que... tengas algo más que contarme?

- Buenoooo, solo Padre que yo tengo muchos deseos de procreación...

- ¡¿De procreación hija!? ¿Qué me dices?

- Sí Padre Cuaderno eso he dicho...

- Bueno mujer eso no es malo, sabrás que el fin ultimo de la fornicación, según la Santa madre Iglesia, es la procreación...

- Pues eso Padre, yo tengo muchos deseos de procrear relatos, relatos padre, quiero una familia numerosa... Entonces yo querría que, antes de separarnos, usted me bendijera...

- Ay mujer después de tanto pecado capital me sales con la procreación y me habías asustado... Claro que te bendigo, te bendigo con muchos, muchos relatos. Puedes irte en paz.

- ¿Pero me ha bendecido usted ya lo suficiente Padre Cuaderno? Que yo creo que me ha bendecido muy rápido...

- Pero mira que estás temosa, va a ser rápido, anda corre a ver si te voy a bendecir además con alguna que otra bitácora más...

- No, por favor, eso no Padre Cuaderno, eso no, ya, ya me voy... Amén Padre.

- Amén, amén Hija. Amén. Ve con Dios...


Rocío Díaz Gómez
2 de noviembre de 2012

1 comentario:

Paloma Hidalgo dijo...

Otra lectura, otro atracón de risas. Gracias Rocío.
Un beso