Páginas

lunes, 27 de febrero de 2012

17ª Jornada/V Año: Miércoles, 22 de febrero de 2012

1. Rocío Díaz Gómez:

               Carmina Casala en la tertulia Rascaman del Café Ruiz 

Entra Carmina Casala en nuestro refugio del Ruiz, envuelta en una sonrisa, mientras se deshace de prisas y disculpas. Quería haber llegado diez minutos antes, pero venía de una celebración… No sabe que nosotros nos alegramos de que no hubiera llegado antes. Queríamos recibirla con más oídos, más bolígrafos y cuadernos preparados para escucharla. Pero los tertulianos van goteando despacio, la vida les tiene secuestrados y no les deja llegar más temprano a nuestra cita con la poeta invitada.

El coordinador de nuestra tertulia, Javier Díaz lee la presentación que ha preparado para introducir la lectura. Mientras, Carmina va sacando sus diferentes libros decorados con separadores de colores que distinguen los poemas que nos leerá. Al fondo se escuchará durante toda la lectura la música de Norah Jones.

“El clamor sin perfiles de las aguas”, “Ahora que las algas agonizan”, “Lava de labios”, “Octubre sin raíz” y “Albaluna” son los cinco libros desde el que nos traerá poemas. Tienen títulos preciosos, sonoros, visuales, como luego descubriremos que son sus versos.


Varias veces a lo largo de la lectura traeremos el poeta José Hierro a compartir tertulia desde sus recuerdos, desde nuestras preguntas. Fueron buenos amigos. “Era una persona afable, sencilla, y le gustaban mucho los caracoles…”. Los pequeños detalles nos devuelven al poeta que tantas veces hemos leído, como alguien más cercano.

Carmina publicó poemarios desde el año 1981 hasta el año 2002, y todos son fruto de premios recibidos. El primer libro que nos lee se titula “El clamor sin perfiles de las aguas” y está estructurado siguiendo los cuatro elementos de la naturaleza: fuego, tierra, agua y aire. Comentamos si es un modo de ordenar un poemario que está o no de moda… Es un modo clásico, desde luego. Carmina opina que es una forma que ofrece muchas posibilidades. Ella quería hacer una propuesta de identidad, y cada parte corresponde a un elemento, por ejemplo la primera parte, el fuego, correspondería al signo bajo el cual nació. En realidad es el segundo libro que escribió, a partir de éste tomó conciencia de la poesía de forma mucho más madura.



El segundo libro del que nos lee algunos poemas se titula “Ahora que las algas agonizan”. Es un libro, según sus palabras, más duro, más existencialista. Un libro que le dio el poder de la palabra: “la palabra salva”. Es también el libro de los “des”: desconsuelo, desesperanza… Un libro que refleja una época de rebeldía, una búsqueda, un querer encontrar sentido a las cosas.



No era solo una lectura, sino que había momentos que alguno de nosotros quería decir algo y se iniciaba un diálogo con Carmina sobre los aspectos de la poesía, de su poesía, de la escritura... Este vídeo que os pongo aquí debajo me hace mucha gracia. Porque no es solo Carmina Casala leyendo sino que también se ve cómo hablámos, cómo le decíamos "sí, sí leeló..." y aprovechábamos para charlar, para cambiarnos de sitio, para... No sé, me gusta porque es rico en voces, en movimiento, en nosotros.

Le toca el turno a “Lava de labios” que consiguió el accesit del Premio Adonais en el año 87. Es un libro de amor. Hablamos de este premio, el Adonais, tan importante en poesía. Un premio que económicamente no reporta nada, sin embargo muy bien considerado por el prestigio que te da.

Carmina decía cosas muy interesantes sobre la escritura con las que, al menos yo, me sentía bastante identificada. “El poema te lleva” nos dijo. Algo que yo he sentido muchas veces a la hora de escribir. La historia te lleva, hay que dejarse conducir por la escritura. Y supongo que en el caso de la poesía la sensación es más clara. Carmina Casala nos decía que “Uno no sabe a dónde te lleva la palabra, como ocurre en cualquier conversación. El poema te lleva y ese poema es al final una vía de conocimiento de uno mismo”.

Los poemas de Carmina Casala son visuales y profundos. Nos lee un largo poema que suena a oración, a salmo. Poemas que hablan de alas y del color amarillo.  “Un paisaje poseo que es fiel al amarillo”. El amarillo es la luz, la infancia, el verano… Los poemas de Carmina Casala tienen intensidad, y ella los lee concentrada y tranquila.

Vamos, amor, sube a mi vuelo.
Ya nos sonríe la estación más triste
y el canto del cisne se aleja de nosotros.
Tracé el círculo
con puertas abiertas a la aurora,
he talado las sombras
de todas las ausencias,
de todas las noches
nutridas de sombras.
Ya nos aguarda el alba.
Ya disparé mi flecha y se fijó en el Mar,
mi flecha está cargada de océanos
y ellos sólo contienen
la huella de tus ojos.
Vamos, amor, sube a mi vuelo.
Tengo tus alas desplegando mi risa.
Pondremos nuestra boca en la boca del Mundo,
que es pequeña la tierra
para tanta esperanza acumulada.
Ya no estamos heridos,
tenemos una isla repleta de verano.
Y la lámpara aguarda,
y Júpiter aguarda.
Vamos, amor, sube a mi vuelo.

(De Lava de labios, 1988)


Hubo también durante la tertulia momentos graciosos. Uno de los compañeros quiere comentar algo de su poesía y antes de hacerlo le pide perdón porque no la conocía… Carmina le dice que no, que no le pida perdón, que ella tampoco se conoce y entonces debería pedirse perdón todas las mañanas al levantarse… Me gusta esa contestación.

Del cuarto libro que nos lee sus poemas es del titulado “Octubre sin raíz”. Un libro de otoño que prologó el poeta Enrique Badosa. Un libro triste, según su autora. “Octubre no soporta la locura de los dioses”. Tiene este libro también muchas referencias a Siria porque nos comentó que vivió durante muchas temporadas allí. Esas referencias vuelven a los poemas exóticos y brillantes.


Y finaliza con la lectura de poemas del libro “Albaluna”.

Le pedimos a la poeta que nos hable de sus autores de cabecera. San Juan de la Cruz, los sonetos de Lope, Pepe Hierro, Ángel González, Fernando Beltrán. Nos presenta a Sagrario Torres, a quién no conocíamos, y de ella nos recomienda su libro “Los ojos nunca crecen”. Gil de Biedma, Claudio Rodríguez, a quién conoció y con quién compartió muchos ratos.

“Un poema salva una obra”, dice en un momento dado Carmina Casala a propósito de Guillén, creo. Porque nos cuenta que hace muchos años frecuentaba el Café Gijón, y allí conoció a muchos poetas conocidos e importantes. Vicente Aleixandre, Jorge Guillén, José Nieto… Recordaba una anécdota que vivió con sus padre cuando ella era niña, cuando él le habló no recuerdo de qué poeta y ella respondió: “Ah ¿Pero entonces los poetas viven?”. Decía que años después se había reído con él a propósito de esta anécdota...

Porque sí claro que viven.Y trabajan a nuestro lado. Y desayunan cerca. Y... hay veces, algunas veces que incluso esos poetas, una poeta, se acerca hasta nuestro Ruiz, se sienta con nosotros, nos lee sus poemas, se vuelve una más tertuliando sobre escritura, y hace que nuestro miércoles, el miércoles 22 de febrero de 2012, se vuelva diferente y especial.

Gracias Carmina Casala.




Rocío Díaz Gómez
26 de febrero de 2012









2. David Lerma Martínez:



MIERCOLES, 22 DE FEBRERO DE 2012 

Seis y cuarto de la tarde de un Miércoles de Ceniza que, de pronto, se torna luminoso como Mardi Gras o Martes de Carnaval en los sillones del Ruiz, donde no hay antifaz ni máscara que disfrace la belleza de una poeta andaluza nacida en Sigüenza: Carmina Casala. Echo de menos a algunos de nuestros miembros, pero a cambio, descubro con regocijo la presencia de otros a los que su ausencia no ha retirado su condición Rascamanera: Elena, Adriana. Mis ojos y mis oídos son más felices a partir del reencuentro con ellas.
Los primeros versos de Carmina Casala apartan de mí los llantos hipócritas, vertidos por la muerte de una pobre sardina irredenta, que venían persiguiéndome desde lejos. La verdad de la poeta es palmaria y se concreta en un primer libro de poemas dividido a la manera presocrática, que nos demuestra que no hay temas manidos sino poetas o prosistas incapaces de abordarlos. Yo sé por qué anoto este verso en mi cuaderno: tal vez algún día para hacer la revolución nos bastarán las alas: porque me emociona. De pronto, reconozco las alas como una de sus constantes, como el símbolo de ese viaje eternamente incumplido o pospuesto cuyo destino sólo puede ser la Libertad. Entonces, miro a mi espalda y me cuestiono: ¿quién no ha sentido envidia de los pájaros?
El siguiente poema de Carmina pertenece a un libro que ella califica "de los des-" (Decepción, Desilusión, Desencanto). La poeta nos lee una elegía escrita a una amiga fallecida demasiado joven. Me pregunto si no fallecemos siempre demasiado "algo". Al calor de la lectura del poema elegido prospera en el Ruiz un debate que conceptúa a la creación poética de proceso de indagación o de conocimiento de uno mismo. Proceso abocado al fracaso, me digo. Aunque inmeditamente me contradigo: es poesía, y en poesía el éxito es el camino, nunca la meta.   
El nuevo poema de Carmina es un poema de amor. Me gusta que ella lo califique de "borbotón". Y no es un poema de amor cualquiera: es largo, tan largo como el amor. O tan corto, pues es así, corto, como les resulta (el poema, no el amor) a los atentos Rascamaneros que escuchan. Su entusiamo coral les empuja a pedir más a la poeta, y ella, generosa, se muestra dispuesta a colmar sus deseos.  
"Octubre sin raíz" es su último libro. Su portada exhibe un inteligente juego de ironías entre la imagen que contiene, la de un Ángel apolíneo, y el título que recibe la colección: Ministerio del Aire. Estoy de acuerdo: no hay mejores ministros para el ramo que las hermosas criaturas celestiales. Entre los poemas de "Octubre sin raíz" se encuentran versos coloreados de amarillo porque, según nos explica la autora, su infancia fue amarilla, el de los campos castellanos cuajados por el trigo. Y si su infancia fue amarilla, su felicidad también. Y tal vez su nostalgia.             
Al acabar la lectura me sorprende la voluntad casi delincuente de Carmina de fotocopiar sus libros y enviárnoslos por correo electrónico; se me figura una prueba de su falta de vanidad y de un elegante y extemporáneo desdén por el dinero. La poeta dedica los últimos minutos de tertulia a hablarnos de su amistad con Antonio Gala, de quien desvela su inclinación por la vida solitaria; con Claudio Rodríguez, del que recuerda su bondad a prueba de bombas. Nos relata las últimas horas de vida que pasó junto a un poeta afable y humano, José Hierro, al que le gustaban mucho los caracoles. Nos refiere la entrañable anécdota extraída de su infancia cuando, en alusión a una foto de Gerardo Diego, y ante su sorpresa, su padre le dijo que no todos los poetas estaban muertos, que los había que estaban vivos, anécdota que Carmina pudo contarle al maestro Gerardo Diego varios años más tarde. Para terminar, Carmina nos revela un proyecto de antología poética en el que, según confiesa, no encuentra el momento ni el tiempo para embarcarse.
Salgo a la calle, donde me posee el olor a brasas todavía humeantes y el tufo a pescado muerto. El día muere también, se funde en un negro-luto que marca el inicio de la Cuaresma. De vuelta a mi casa me acuerdo de los samis, ese pueblo perdido en Laponia, cuyo idioma posee cuatrocientas palabras diferentes para nombrar a los renos. Mi pobre castellano sólo halla una para definir mi sentimiento por lo vivido durante las últimas horas:
Gracias.
Me faltarían trescientas noventa y nueve. 
Espero que haya una próxima oportunidad.  

David Lerma Martínez
26 de febrero de 2012

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta mucho David. Mucho. Un beso, Rocío

Anónimo dijo...

A mí me gustáis todos vosotros, vuestra tertulia, vuestra amable hospitalidad y vuestra generosidad. Me sentí tan a gusto que amenazo con volver.
Muchísimas gracias por vuestros comentarios y por permitirme compartir. Carmina