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jueves, 19 de marzo de 2009

20ª Jornada/II Año: Miércoles, 4 de marzo de 2009

nosotros imaginamos, el hombre es un ente simbólico


Ay, el Galdós, que tío, que lugar, y allí que estamos. Embebidos en nuestras cosas de la semana, cuando vemos que se acerca un muchacho, que se presenta como Tomás. No tardamos en darnos cuenta de que se trata de un integrante de la Tertulia del Círculo. Joder, eso de círculo suena como a logia de los libros del plomo ese del Dan Brown, pero no, se trata del Circulo de Bellas Artes. Todos contentos.


Esta vez me da por leer. El argumento del cuento trata de un acontecimiento pasado que decidí metaforizarlo. Aún hay cosas que desbrozar. Rocío me echa una cuerda de la ropa y me indica que el principio, unas 8 líneas, sobran. Las quito del relato y tiene la misma textura. Eso es. Le sobraban a conciencia.


Tomás lee un poema que a mí me resulta muy interesante. Se llama las plantas de mi salón, y esta bien eso de bajar a la tierra, como los griegos cuando bajaron a la tierra a los dioses y se rieron de ellos, conceptos tan difíciles de comprender sin la ayuda de lo sencillo. Mas tarde leería otro, de temática erótica. Ambos tuvieron no solo éxito de crítica sino de público.


De pronto Rocío nos da una noticia; ha ganado un premio, otro, en una tierra muy lejana, lejos, a unos 400 kilómetros pa´rriba.


A estas alturas, y en vista de la noticia de que hoy vendría otro miembro de la tertulia del Circulo, imaginamos (la raza humana es así: vemos símbolos allí donde los animales ven comida, nosotros imaginamos, el hombre es un ente simbólico) envuelto en esa imagen, a una muchacha que lleva tiempo sentada a unos 3 metros de nosotros y que lee. El hecho de que lea, ya casi la hemos incluido en el asunto. Y es que es raro, que la gente lea, así, a secas, aunque sean prospectos médicos, que a mí tanto me gustan.


Llega Aureliano. Y nos lee un prólogo a un libro de poemas. No hay que quitar nada. No lo hagas Aure.


Llega, por fin, el miembro perdido de la tertulia del Círculo. Es Ángeles Yagüe. Toma asiento y lee sin esperar. Bien. Me gustan las gentes sin miedo, de tirón. Tira hacia lo místico. Hay abundancia de objetos, perfecto, asienta lo terrenal frente a lo intangible, que no se puede agarrar. Lo que más me llama la atención, junto con lo de hacer agarrar lo etéreo, es la forma de narrarlo; inflexión de voz correcta a la antigua usanza, y pausas sepulcrales. Bien.


Mientras lee Rocío otro miembro del Círculo llega. Es Ana Delgado. Toma asiento, y sí, lee. Me da por pensar que la gente del Círculo es muy lanzada. Sus poemas tratan de Lisboa, que la crítica de la tarde asume como figurativo, y el segundo tira para el lado cubista. Yo me limito a escribir, tomar nota.


Queda poco para finalizar el asunto. Rocío nos dice, así, con un balonazo que tiene un obrero en casa que le va a desatascar el sumidero. No digo nada. Una vez más, el asunto de que el hombre es un animal simbólico cobra vida.


Salimos del Galdós. Y nos cuesta una vez más, como buenos españoles, despedirnos.


Vicente González

11 de marzo de 2009

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