Páginas

martes, 24 de febrero de 2009

18ª Jornada/II Año: Miércoles, 18 de febrero de 2009

... vigilancia del subsuelo

Desde pequeño lo tuve claro. A la pregunta de qué quieres ser de mayor, yo siempre contestaba resuelto: policía. No había ninguno en la familia, pero a mi me parecía que aquella era la profesión más importante del mundo. Se podía prescindir de los maestros, sobre todo de algunos, de los tenderos, de los acróbatas pero los policías eran los que hacían que todo marchase. Si existía el orden, era gracias a ellos.

Y a mis veinticuatro años aprobé la dura oposición a policía nacional, tras dos intentos fallidos y muchísimo esfuerzo. Lo peor: las pruebas psicotécnicas. Los números siempre se me resistieron y lo peor es cuando les da por mezclar números y letras. Es de locos. Pasé raspando. Supongo que por eso las prácticas me tocaron en esta unidad: la patrulla de Vigilancia del Subsuelo. Esto no se lo pide nadie, aquí te mandan y punto. Ya el nombre me sonaba a infierno, todo el día bajo tierra.

-Te tocó de topo, tío – me dije. Todavía no sabía lo que me esperaba.

Llevo diez días. Casi siempre se trata de vigilancia rutinaria, se camina despacio, la atmósfera es irrespirable, falta luz, oxígeno, calor. Vamos en parejas. Cuando llegué me pusieron con Rafa, otro agente con más experiencia. Al ver mi cara de espanto me soltó:- No te preocupes, aquí no estamos nunca solos. No miento: no sabes cómo se crían las ratas en esta maldita ciudad.

Ayer por la tarde nos tocó patrullar el conducto 29C, entre Sevilla y la calle Cedaceros. Está dentro del perímetro de seguridad de las Cortes y claro, la presencia allí es casi constante.

Nos plantamos el equipo: el mono azul oscuro, las botas de agua, el casco con luces y el detector de gases. Bajamos a eso de las seis. A unos cien metros de la entrada los pitidos de los detectores de metano avisaron y paramos. No hacía falta salir. A pocos metros había un respiradero y allí fuimos, a ventilarnos un poco y que se nos pasase el susto. Debíamos estar justo debajo de un bar o un café porque se oía ruido de sillas y música de fondo.

-Bueno por lo menos estaremos animados- dije

Se oía una voz de chica que decía suplicante:

-¿Podrías traerme, por favor, otro libro Rojo?

-Coño, ¿no será eso una reunión de comunistas trasnochados?- le dije a Rafa

-Hay gente pa too, tío.

Luego una voz de hombre dijo:

-Hace un año que volví a nacer-

Ya está, esto es una reunión de exalcohólicos, que hacen terapia de grupo y parece que eso de contarse sus penas pues les anima y así se ahorran el psicólogo. Parecían muy contentos. Curioso.

Hablaban de pelis. El lector. Muy buena, decían. Vamos, no iría yo a ver esa ni loco. Menudo coñazo. Luego de otra, Revolutionary Road. Esta les tuvo un buen rato entretenidos, debe ir sobre una pareja que fracasa y decide ir a París. Lo normal suele ser al revés: uno se empareja, se va a París y luego entra en crisis. Aquello debió acabar como el rosario de la aurora. También son ganas de sufrir, ir al cine a ver desgracias. Pues ya que vas y te gastas tus siete euritos, que sea a pasártelo bien, hombre.

De repente cazo al vuelo una confesión de un chico, creo que era la misma voz del que había dicho que había vuelto a nacer: “[…] los enterré en mi jardín”.

Lo que yo hubiera dado por un destino en la brigada de homicidios y no esta mierda de topo.

-Rafa, ¿tú crees que deberíamos poner esto en el informe para el subinspector?

Y Rafa:- Tu alucinas, estará borracho, ni se te ocurra estrenarte con semejante tontería.

Seguimos con la inspección del colector y las voces quedaron atrás. A los pocos minutos, otra vez los detectores se ponen a pitar como locos y volvemos sobre nuestros pasos al respiradero. Capto “Deseo y fantasía”. Ahora se oía mejor, no había música de fondo.

-Bueno, pues como esto siga así, aquí echamos la tarde- dice Rafa.

Arriba seguía esa gente, con lo suyo.

Ahora hablaban del Acrobat Distiller y se pusieron a leer poesías.

“Las bocas

de los centro comerciales

son refugio de sirenas

danza de los parking”

Aquello les gustó. Alguno expresó sus dudas sobre lo acertado del título.

Luego hablaron de un tal Ulises que se había ido al super. Y más poesía:

“Locura que amanece”

Me ratifiqué en mi primera hipótesis, debía ser un grupo en rehabilitación.

Luego cambiaron de tema y justo comentaban la peli que fui a ver con mi novia el sábado.Brad Pitt, el tal Benjamin Button es una persona que envejece al revés que el resto de los seres humanos.Hay un accidente.

-Qué buena, Rafa, tienes que verla.

Otra vez leen poesías:

“A esta luz

naciente y pura

de febrero

tendré que asirme

en esta víspera

de certezas

inestables.”

-Digo yo: para luz la que no tenemos aquí, en este colector asqueroso…

A partir de ese punto la conversación fue derivando entre si era posible el amor (¡qué gente más rara!, ¿serán de esos que ahora llaman “singles”?), la felicidad, el sexo. De repente una voz se eleva sobre las demás y grita: ¿Dónde están todos los hombres? Se les va la pinza…

Citan el mito del andrógino que el filósofo ateniense Platón explica en su obra El Banquete. En otro tiempo existía una clase particular de ser humano que se llamaba andrógino; este ser reunía en sí a los dos sexos: el sexo femenino y el sexo masculino.Los seres humanos contaban con cuatro brazos, cuatro piernas, dos rostros y una sola cabeza. Tales cuerpos resultaban muy vigorosos y concibieron la idea de combatir a los dioses. Zeus, entonces, planeó un medio para debilitar a los seres humanos: dividirlos en dos. Desde entonces los humanos tuvieron que caminar sólo con dos piernas. Hecha esta división, cada mitad hace esfuerzos para encontrar a su otra mitad.

Todo muy bonito- pienso yo- pero ya me gustaría a mi ver a esos andróginos caminando casi de rodillas por estos túneles que no miden, a veces, más de medio metro de ancho por uno de alto. Sólo de pensarlo, me parto.

Se unió al grupo una mujer catalana que no hacía más que repetir con acento cerrado “el sentimiento más deseado es el amor” , “ el sentimiento más deseado es el amor”, y así un rato. Me hubiera gustado verla, para decir algo así a voz en grito.

Otra voz de mujer relató la vida de Catalina, muy bella en su juventud, que acabó siendo víctima de la cirugía estética hasta el punto de pretender “arreglarse” el cerebro. A eso llegó porque el marido le decía cosas como “Vaya culo para forrar pelotas”. La verdad es que los tíos, a veces, somos muy bestias.

Nos avisan por radio de un código 11 en las próximidades. En el colector 26CV, unos rateros están robando una bobina de cobre de Telefónica. Se acabaron las poesías. Empieza el trabajo.



Celia Cañadas
20 de febrero de 2009

No hay comentarios: