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miércoles, 14 de enero de 2009

12ª Jornada/II Año: Miércoles, 7 de enero de 2009

... Como en La Scala de Milán


Es reencuentro tras la navidad, y en el Galdós ya están, como si llevaran desde el 15 de diciembre, Javier y Rocío, que se levantan y con un paroxismo a lo Ahab nos abrazamos. Javier saca de la biblioteca Galdosiana (suena a arroz valenciano) improvisada un volumen de Ángel Zapata sobre el estudio de tres cuentos cortos, y comentamos que, si bien hay y se debe sacar interpretación de los cuentos en general, en este libro y en otras tantas interpretaciones, la gente (con un porcentaje de científicos mas de los que nos creemos) intenta agarrarlo todo, clasificarlo, ponerle a todo significado y significante allá donde no hay, así, siempre como con miedo, dándole significados que no vienen a cuento.

Llega David. Y trae sorpresa. Saca un libro de fotografías comprado el Vips, eso trae a colación el asunto de la compra de objetos, y digo objetos, en tiendas de este tipo, que llevan a COMPRAR, solo eso, COMPRAR. Esta reflexión, me trae el recuerdo de un envío de e-mail en el que la cabeza me daba vueltas por Tres Cantos, sobre la presunta libertad que tenemos.

Rocío. Y su palabra nueva del día PRIMIGENIA. No hay lugar a dudas que este asunto de la semántica, concretamente de esta palabra, tiene múltiples interpretaciones. Analizad Primigenia.

David saca en la conversación un pequeño homenaje a la generación del 27 en relación a Alberti, y a su manía de figurar en las fotos a cualquier precio como si fuera el preestreno de una película. Yo le apoyo (es normal tiene la mitad de mi cremallera), dentro de las artes, por muy de izquierdas que se sea, siempre hay individuos que intentan tapar su falta de talento profesional con el otro, con lo fácil que es decir, sí, no tengo talento, y así se acaba antes, o sencillamente no se publique y ya esta. Lo que tuvo que pasar Lorca.

Llega Elena. Bolígrafo egipcio en mano, y sentada a lo largo, nos pregunta si hay alguna página parecida al Youtube para ver películas. Ceo que si la hay, pero a día de hoy, y en medio de un proceso gripal, aún no he podido buscarla. De nuevo aparece el tema de las apariciones artísticas por el mero hecho de aparecer o el de actuar; saco como ejemplo a Carmelo Gómez como actor, no como figurante.

Lee Javier un poema sobre naufragios, y la interpretación que parece saltar de la hoja me recuerda al incidente de Fahrenheit 456 entre el responsable de la quema de libros y huido, y al elemento literatura en la salvación del alma humana.

Llega Ana, así, impetuosa, cantábrica ella, dando besos por toneladas.
Aparece Aure, bueno, creo, que el Aure, porque con esa manía de etiquetarlo todo vemos a un extraño ser con la cara tapada que, en un principio, podría ser Cousteau. Pero no, fuera escafandra de lana y si, es el Aure. Susto.

Ahora llega Sagrario, pero creo que cerca de su brújula le han puesto un imán, porque tira para otro lado opuesto al nuestro. No tarda en enderezar la aguja de su brújula y acaba en nuestra mesa redonda. Interesante la tortilla que pide, que parece hecha con arena de los Monegros. Saca un libro de poemas de Magdalena Lasala, hablamos sobre el carácter suicida.

Ana nos cuenta una anécdota de su sobrino zaragozano, un zagal de buen ver de 17 años, y de su posibilidad de visitar Madrid, y conocer a esos amigos artistas de su tía.

Elena lee un relato, al que se analiza con posterioridad, añadiéndole un pequeño ejercicio, casi de expresión corporal sobre el arrebujamiento de una taza de cola cao, que la autora del relato perfila la descripción del ejercicio con la semejanza de un nido y las alas maternas de dedos más fríos que calientes. Gusta el asunto.

Queda poco para marcharse cuando de pronto, un alma en pena pega un grito operístico que concluye con un cumpleaños feliz a Liber, que ni en el Scala de Milán. Aun estoy recogiendo los trozos de mis tímpanos.


Vicente González
14 de enero de 2009

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