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martes, 18 de noviembre de 2008

5ª Jornada/II Año: Miércoles, 12 de noviembre de 2008

... como una esponja gorda y feliz



Siempre llego corriendo al autobús que me aleja del Café Galdós, porque no quiero que se me quede ningún minuto sin estrujar, sin estirar, sin vivir al lado de mis tertulianos. Como las prendas que con cuidado se lavan a mano por ser más delicadas, así he querido yo sumergirme despacio en la tarde que me iba a deparar el Galdós, y así he ido empapándome y empapándome de todo lo que allí se contaba y recitaba.

De vuelta a casa, vuelve una esponja gorda y feliz. Gorda en conocimientos y feliz por la quesada que cocinó Elena para dulcificarnos el alma y el paladar, mientras adiestrábamos letras. Qué rica ¿no?

Sentada en el autobús que sale de Cibeles, a medida que gana velocidad, el animal porífero y bamboleante que soy, contempla las luces de la ciudad y la noche. Pero incapaz de mantener la mente en blanco ya pienso en los deberes que hay que hacer con una frase: El decálogo del desertor, y con unas palabras: barro, piedra, hierro y madera. ¿Y qué hago yo con esto? Y como un masoquista que paradójicamente disfruta con el dolor, me atormento pensando que inventaré y qué inventaré, mientras empiezo a estrujarme para perder hasta la última gota de creatividad que se me ocurra y me sobre. En cualquier caso tengo que ver Memento, tengo que leer el relato, tengo que hacer la bitácora... ¿Se agobian las esponjas?

En la que me he convertido yo, sí. Seguro. O más bien “se china” como me diría Vicente. Porque a la altura de la calle Velazquez chapoteo también bajo el chorro de recomendaciones de películas que hizo: “Bella”, “Cenizas en el cielo” y “Los limoneros”. O con las gotas de “Noviembre” que retomó Javier de la última tertulia y que de nuevo deja caer porque ya la ha visto y puede comentar. ¿Y cuando veré todas esas pelis? Y tal como me mece, por decirlo suavemente, mi autobús, así podría mecerme yo en el Café Galdós en los ratos en los que nuestra tertulia literaria se bambolea haciéndose cinematográfica, para volver a ser literaria, y luego otra vez cinematográfica, y así una y otra vez, sacudiéndonos de un lado a otro sin parar. Perdón meciéndonos. Sacudiéndonos este terrible autobús, que a este paso, me va a llevar a casa sobrevolando la ciudad.

A la altura de Goya, sonrío recordando el momentazo en que Ana se acurrucaba sobre Vicente diciéndole: “Uhmmm estás tan suave…” a la sombra de los poemas de Elena. Poemas que hemos desatendido un poco porque cual conejo de Alicia hemos mirado el reloj y hemos tenido prisa, mucha prisa. Poemas, que como yo estaba a su lado, sé que no se lo merecían y habrá que retomar para mimarlos como se debe. Generosa Elena que me cedió turno de lectura.

Pero eso fue después…

… De que Ana leyera su “Sin retorno” buscando los dibujos del humo de los tubos de escape de los coches, sobre aquella foto de invierno donde la chica de Elena iba con abrigo y cruzaba de noche uno de los puentes sobre la nueva calle 30.

…Después de que echáramos más tierra sobre Camilo José Cela y su forma de ser y escribir, después de que Ana recomendara su “Mazorca” y Elena hiciera lo propio con Álvaro Cunqueiro.

… Después de que Aureliano probara de la prosa con su “O gatinho Antinoo”. Después de que nos contara su nueva idea para seguir tocando a difuntos que ascendieron a los cielos y seguían tertuliando; su idea de seguir tanteando de nuevas historias y relatos, más alejado del verso que tanto domina.

… Después de que Javier nos leyera su poema “El Jinete de tiovivo” sobre la primera foto que traía, y nos releyera de nuevo “El Puente”, que tanto me gustó de la tertulia anterior.

… Después de que Carmen Fron nos leyera su microrrelato: “Luces de la noche”, que quizás a ella le surgió de la madrugada de Villaverde pero que podría haber nacido en cualquiera, en todos, y en ningún barrio de una gran ciudad.

Y recordando y recordando, ya a la altura de López de Hoyos, qué deprisa va a este autobús, me esponjo de risa con “el curso de San Pablo-CEU sobre cómo echar café sin derramar ni una gota” que gustosamente ha impartido la docta Elena sobre el neófito niño Vicente. Tan observador, tan aplicado él en aprender el curso completo.

Y cuando mi autobús va cruzando Príncipe de Vergara ya no soy una esponja tan gorda en conocimientos, soy una esponja abrazada a mi asiento, pero quiero dejar sitio dentro de mí, para empaparme del libro tan vistoso que nos ha traído Javier y de donde sacó las fotos para los deberes de esta tarde. “Roto Madrid, con poemas de Amalia Bautista y Fotografías de José del Río Mons de la Editorial Renacimiento”. Y que apunto en mi memoria y mi cuaderno.

Y en la Avenida de la Paz, no estoy tardando nada, y no me extraña, también quiero dejar sitio para un posible intercambio con los compañeros del Círculo de Bellas Artes que nos propone Aureliano. Y el animal poroso que soy pierde gotas sonriendo y pensando que quizás allí no podamos hacer literatura con-Parada de la que tanto gusta Vicente… y que nos costó coger. A Javier no, claro, a Javier el lumbago le tiene algo adormecida la espalda pero más despiertas las neuronas y el humor. Bendito diclofenaco.

El autobús que transporta a la suicida esponja en que me he convertido está aterrizando prácticamente sobre mi código postal y sentimental. Vertiginoso a la altura de Arturo Soria, coge de nuevo López de Hoyos y aterriza en la Gran vía de Hortaleza con un frenazo seco que hace que salga disparada de mi asiento, y espantada olvide seis gotas heroicas en él, una por cada uno de mis contertulios de hoy: Javier y Elena, Ana y Vicente, Aureliano y Carmen Fron. Que casi son las últimas personas que me ven entera en el día de hoy.

Y ya caminando por el barrio, sin arriesgar la vida, abrigada de tertulia, recuerdo que no hemos comentado las fotografías de la exposición de hoy. Esas, que también han asistido a nuestra tertulia y estuve ojeando cuando llegué al Café Galdós y descubrí que era la primera. Fotografías muy vistosas con un título muy sugerente: “El País de las Paradojas”. Guatemala por Juan Mª González. Un anónimo fotógrafo, que ésta vez no se nos ha presentado ufano, y que me ha acompañado en los minutos previos a la tertulia. “Guatemala teje una telaraña de paradojas que fascina los sentimientos, despierta y atrapa”. Que sugerente ¿no? Pensé mientras me daba cuenta de que en la música sonaba la canción de “Aprendiz” de Alejandro Sanz que tanto me gusta y daba cuenta de la merienda que también tanto me gusta. Pero en ese momento llegó Javier y se me fue el santo al cielo.

Estoy llegando a casa y siento que hace mucho menos frío que cuando llegaba al Café Galdós. Mucho menos frío que cuando atardecía y yo cruzaba un Retiro otoñal y precioso y pensaba: Qué bien que sea miércoles ¿no? A ver que nos depara hoy la tertu... Un lujo. Como siempre. Me contesto al entrar en casa. Y con un suspiro de alivio, después del tormentoso viaje de vuelta que he tenido, toco las paredes y digo ¡Casa! Como en aquellos juegos de entonces.



Rocío Díaz
16 de noviembre de 2008

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