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jueves, 26 de octubre de 2023

4ª Jornada/XVII año: Miércoles, 25 de octubre de 2023

 


AGRIDULCE


No estamos tan cerca de la cocina  de la Traviata, sin embargo, sus aromas agridulces se apresuran para  fijarse entre los versos y renglones de los ahí reunidos Rascamanes.


El señor Carmona toma el agrio de los misiles y el acero de quienes dejan la vida aunque nos duela, del sabor de la muerte, la miseria y de las babas de los perros.

El olor dulce de Matilde le hace cambiar de tercio, ella lo acusa de quejica, tiquismiquis, él lo acepta, la vida se te va entre una dolencia y otra, le dice… no hay tiempo para zarandajas, pero sí para pedirle un beso, tomar su mano y sentarse a ver fotografías.


Aure se retuerce en lo agrio del insomnio I, pero en él, vuelve a vivir la vida, la vida con sus agridulces, me imagino, pues no podría existir en Aure tanta dulzura si no la hubiese probado. 

Viene el insomnio II y se pregunta qué hay en él que despierta en otros  la aversión, el odio y se complacen en lastimarlo. Yo contestaría que, en esos otros, no hay cucharadas de dulzor.


Junto al  Ángel Prometido despliega las alas Javier. El frío es un pez que nada por sus venas. Junto a la roca, el día se pudre y las guerreras cargan su espada. Sin duda los ángeles tienen encargos agridulces que cumplir.


Chelo  desentierra el miedo del 2017, ese miedo avinagrado de disparos, gritos y dolor. Lo tapona con las rodillas sobre el pecho, con los brazos. Tiene heridas de muerte, tiene miedo, mucho miedo. A mí me parece que en 2023 hay más miel en su mirada.


Aceite, vinagre y salsa picante. Juan Calderón adereza una ensalada sobre la mesa. ¿O debería decir: una mesa adereza a Juan Calderón sobre la ensalada? Una mesa de madera con vetas que asemejan paisajes, rostros, mujeres voluptuosas o al demonio mismo que con mirada de rojas llamas la incendia y provoca un humo negro con olor a carburo que le hacen alucinar a Carilda Matanzas. Ella le ofrece, melosa, su papayita y sus madroñitos… muy peligroso, compraré en Ikea una mesa de cristal.


Con este picante oleaje caribeño, José León se apresura a tomar agua para aclararse la voz. Nos dice que trae un poema largo con Marco Polo y sus miserias, pero se decanta por un asomo de soneto que nació en el British Museum de Londres: …igual que ahora, por el miedo helado a otra guerra cercana cuya meta sea devorar por siempre a Prometeo. La guerra, invariablemente, deja un gusto amargo.


Las viandas de Rocío son siempre para manteles largos. Esta vez, también, es agridulce. Una pareja empalagosa se separa sólo lo justo y por necesidad. Si las obligaciones no les permitían estar juntos, al menos sus sombras se tocarían, así lo pactaron. Un día de lluvia, las palabras se tornaron agrias separándolos por siempre. Pero las sombras, leales, mantenían el pacto. Un pequeño charco de agua dulce en el salón lo confirmó.


Juan Raña nos explica la diferencia entre querer y amar. Explicación para disléxicos, nos asegura. El querer es como el rocío y el amor como mar que te envuelve. Unos lo entienden a la primera, otros llegan a viejos para sentirla. Más vale tarde que nunca, reza el dicho al tiempo que Raña añade varias cucharadas más de azúcar. 


Alberto prepara un microtequiero a punto de turrón. Cada vez que llovía, el  pintor la veía bajo su ventana a las 9:05 caminar con su paraguas rojo, las botas blancas o azules, no le bastaba, quería ver el color de sus ojos. Un balde de agua, una lluvia mentirosa y ella gira la cabeza hacia lo alto, también ansiaba verle a los ojos.  Advertencia: los microtequieros pueden contener azúcar.


Cinta urde un complot. Una banda de cuatro chavales piensan cómo usar bicicletas por un rato, una estrategia para robar chocolates en la tienda. Son descubiertos por el viejo Indalecio que los observa a diario desde su ventana. Siendo de corazón dulce y generoso, termina por comprarles las preciadas golosinas a quienes, sin quererlo, le han brindado horas de goloso entretenimiento.


Carmen únicamente ha traído el título de su próxima narración: Yo tenía una abuela que cortaba tormentas. Platillo agridulce de la pampa, según dice.

 

Omega se pone mítica y siendo dulce y generosa le dedica el poema al Boss. Reino de poetas y de Priamo, batallas, escaleras y castillos. ¿Quién heredará el reino? pregunta.

Larga vida al Boss, proclamamos los presentes en íntimo silencio.


La belleza se hace agua para que los poemas lloren a los ríos y no sean papel mojado entre lluvias. ¡Cuánta agua dulce pone Ana en sus poemas! Cierto toque de melancolía, en las escaleras mojadas y en los sueños resecos, pero no hay atisbos de amargura.


Desde aquella noche en que te alejaste de los animales has preguntado por la verdad. Pero la verdad, como una tarta, viene en capas, unas de confite, otras no. Buen viaje mi querido polizón.

Un singular mamífero se mira con estupor desde el espejo, comparte Manuel quien será entrevistado en la radio.


Llegó la Briones. En medio de la tormenta nació nuestro hijo —declara tajante. Nuestras mentes buscan condimentar la frase, un poco de azúcar dicen unos, con vinagre dicen otros ¿y la leche merengada para el niño? Se preguntan. Sin aliños, reafirma, la Briones. Vivir al golpe de la sopa fría y sentir el frío del lecho en soledad. Este segundo poema lleva vinagre sobre la herida.


Rascamán se prepara para un encuentro de escritores en Alacuás durante el fin de semana. Poemas, relatos, castillos,  espadas, arroces, música, confites y licores. ¡On garde, messieur-dames!


¡Bless!, como dice la islandesa.





Carmen Padín

26 de octubre de 2023



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