Entierro del torero Frascuelillo cuya fama traspasa fronteras
Estando reunidos todos los familiares y allegados, unos en su casa con un enlace de Zoom de lo más fiable y otros en el bar, se procede a la lectura del testamento del torero del pueblo, para más señas el Frascuelillo. Se le recordará en Tomelloso por sus maneras broncas, su buen rollito con la Guardia Civil, su afición al Jerez y su crueldad con los maletillas. Falleció de la forma más tonta, iba con sus lebreles arroyo abajo y el alcalde del pueblo vecino, que no ve ni torta por las cataratas, le arreó una descarga de perdigones que interesaron el hígado y el bazo. El veterinario consiguió sacarle cuarenta perdigones pero sospechaba de los otros cuarenta que penetraron en sus carnes. Sospecha fundada, a los pocos días le produjeron una infección generalizada y dando mandobles a diestro y siniestro, hubo que retirar todas las espadas y cuchillos a su alcance, y atarle a la cama, de la furia con la que falleció. Quedó cadáver con los puños apretados.
El juez de paz está desesperado, no hay quien se entienda en el bar donde ha quedado con el notario y los herederos. Los que se encuentran en carne mortal no pueden reprimir su efusiones tras la larga travesía sin compañeros y su parloteo unido al del propio bar se convierte en un estruendo; verdaderamente ni se oye ni se entiende y además el ruido del bar amplifica su propio jaleo de parroquianos.
Para mayor calamidad me alojo en un nido de águilas azotado por el viento, aporto mi ruido marítimo personal al general; y ya todo es follón y conversaciones ininteligibles.
Salgo al ruedo y con tanto ruido ni me da tiempo a hacer el paseíllo ni a saludar más que con la mano. La arena del ruedo está caliente y me aprietan las manoletinas. Sigo dando vueltas por los viajes del agua. Se escucha:
“Las mujeres consumen tila para controlar los nervios del miedo, la recogen en la botica del Jardín Botánico y no hay tila suficiente para el olor del refugio. Miedo, bombardeos, estraperlo, pan negro, lentejas con gusanos y hambre.
Estalla la guerra.
*
¿Había intelectuales en el bando rebelde? No, no, no y no, que nadie me hable de Pemán que además de ser señorito, era cursi, mal escritor y además hizo purgas y mandó al paredón a la gente, encima se infló a hacer los ripiosos discursos de los vencedores. “En Burgos, Pemán desempeñó un papel destacado en la definición y eliminación de lo que consideraron la «Anti-España». Se empezó por la depuración del personal funcionarial docente. Pemán pretendió una depuración punitiva y preventiva y, con su grupo de colaboradores, estableció los cimientos del sistema educativo nacional-católico. A la imposición ideológica de los textos se añadió la expansión de un importante negocio editorial de capital católico en su mayoría (Edelvives, Bruño, SM, Edebé, Lumen, Santillana y otros). Aunque Pemán tendió a autoexculparse diecisiete años más tarde”. Eugenio D'Ors estaba en París y hasta 1942 no aparece en escena. Manuel Machado y Guillén, muertos de miedo hacían lo que les indicaran.
El general Millán Astray por entonces a punto de hacerse cargo de la propaganda de Franco, vociferó un «¡Mueran los intelectuales!». Según la versión maquillada de Pemán, Millán realmente dijo «¡Mueran los falsos intelectuales traidores, señores!».
*
Ha sido un toro largo y difícil de matar. Al fin los clarines anuncian el cambio de tercio y se agradece con el griterío de fondo. Sale el maestro banderillero Aureliano, luce traje malva y oro, su andar de figurín hacia el centro del ruedo es ya una obra de arte, sujeta con donaire la muleta pintada y enlucida con bordados de motivos taurinos. Sus naturales son impecables y arranca una ovación cerrada del público entregado. La banda le dedica un pasodoble. Antes de su intervención desde la barrera, se escucha:
“Vamos, vamos que hay que hacerlo rapidito/ ¡Qué guirigay tenéis ahí!”
En este preciso momento Aure nos presenta a un nuevo navegante de Rascamán pero con el follón, no pillo el nombre. Los que estamos en Zoom envidiamos a los que están en el bar, tomando cervecitas. Los de las cervecitas están tocándose y disfrutando en cuerpo presente. Los del Zoom sufrimos por perdernos la fiesta. Alberto se agacha en la barrera hasta ocultar la montera, y se queda en el burladero. El toro que tiene que lidiar Aureliano, de 500 kilos, se llama “Huidizo”.
¿Qué me dice si no me dice tu recuerdo?/ El inolvidable calor, el sueño. -ruidos de conversaciones, risas y de vasos que se caen- El pobre don Sebastian que había tenido unas vacaciones, otra vez está masticando moho en su mazmorra y no me entero muy bien de lo que le pasa pero sé que el pobre sufre su encierro y su aislamiento. Mucha gracia tiene que aunque la condición de los 200 poemas haya finalizado. Pero Aure aplicado continúa en la mazmorra por el puro placer de escribir del cautiverio. El componente innominado nuevo de Rascamán se va, y silenciada por el estruendo no puedo preguntar su nombre.
Paso los trastos de matar al Maestro y me voy algo descompuesta por no haber podido escuchar nada o casi nada de los rascamanes. El próximo miércoles estoy con vosotros en cuerpo y alma, con mi mejor traje de luces: carmesí y oro.
Dejo el toro en el sitio de matar y confió en el arte del maestro para acabar con él. Ve con tiento, Maestro, que el toro ”Huidizo” está resabiado. Adiós y mucho, mucho ruido: Sabina al rescate.
Se borraron las pisadas
Se apagaron los latidos
Y con tanto ruido
No se oyó el ruido del mar
Mucho, mucho ruido
Ruido de tijeras
Ruido de escaleras
Que se acaban por bajar
Mucho, mucho ruido
Tanto, tanto ruido
Tanto ruido que al final
Por fin el fin.
*
Recojo los trastos que me cede Paloma y me enfrento al morlaco. Paloma se aleja de la plaza saliendo por la puerta grande del Zoom. Mientras se va, silabeo el nombra del nuevo tertuliano, por aquello de vencer al ruido: Juan-Pul-gar.
Huidizo que, además de resabiado, parece formar parte de la Tertulia, me indica con la mirada la presencia en la tribuna de Zoom de Omega. Se levanta Omega y se dirige al público asistente con estas palabras: "No es una pregunta, una afirmación dolorosa... La mentira de una repsuesta ya muerta". Huidizo puesto en pie sobre sus patas traseras aplaude y me indica con una mueca que detenga la faena un momento para que intervenga Cinta, que vestida de goyesca, lee un cuento sobre la soberbia titulado "El alfarero". Venancio fabricaba los tazones y escudillas que las monjas usaban a diario. Doña Mencía, la madre del Rey está en el convento. Incorporar al barro oro y piedras preciosas y olvidar su humilde origen...
Manejando con salero su falda como un capote nos cuenta que van a aparecer los siete pecados capitales en un libro junto con sus compañeros de Móstoles.
Miro a Huidizo y guiñándome un ojo me indica que entre a torearle por darle un toque festivo al festival taurino, valga a redundancia, en memoria de Frascuelillo el que lleva lo taurino en su apellido Juan Calderón Matador. Entra en la plaza pícaro porque a la par que torea recita uno de sus pornoemas: "Sainetillo playero", se titula.
Desde el reino de Neptuno,
Almeja carnosa
y Estrellita de mar...
Antoñito el del lunar...
Ana Rosa lo contaba
con su estilo peculiar...
Venga, todos a nadar
que si ellos quieren amarse...
Viva la España moderna
Viva la diversidad.
La Plaza y Huidizo se vuelcan en ovaciones que hacen que disminuya el ruido por un instante. Pero el cielo está gris y amenza tormenta.
Rocío, desde su tribuna de Zoom pide permiso a la presidencia. Huidizo me devuelve la mirada cómplice para detener de nuevo la faena y escuchar sus palabras. Rocío, que luce grana y oro, lee el final del relato de la criada y el barrendero. Venancio se llama el barrendero, igual que el alfarero de Cinta. "Ya te dije yo que fui maestro y te puedo ayudar", escuchamos. "Íbamos de pueblo en pueblo, llevábamos cultura". Las Misiones Pedagógicas, el pototeo, el amor.
Huidizo tiene la piel de gallina y se ha emocionado. Me señala al resto de asistentes al evento y veo que también lo están.
Cómo continuar la faena con un toro que tiene más sensibilidad que muchos humanos.
Por un momento, en contra de la costumbre taurina, lo que suenan son las cinco pero de la madrigada en el cucú del salón. El maestro Brañita, famoso por torear sentado y con actitud siempre desafiante nos espeta a todos: "Alfonso no tenía claro qué hacer con Lucas... primero pequeños delitos pero terminó matando a Dª Ana, la de la tienda de chuches por llevarse 200€. Decidió matarlo". Alfonso era el autor, al fin y al cabo... Brañita acaba la faena con dos capotazos impresionantes que deja descolocado a Huidizo. Procede el diestro a levantarse de su silla y sin prisa volver a su asiento en la Tribuna del coso.
David Lerma aprovecha el despiste de Huidizo para advertirnos desde su localidad de Zoom que no ha traído traje de luces y deja espacio en el cartel a los demás. Le recomiendo una serie, "La ley de Comey" en Movistar y él contesta con dos libros que está leyendo, "La sonrisa etrusca", de Sampedro y "Betty Boop" de Claudia Piñero, novela negra muy recomendable, aclara.
En la plaza, presencial, gran triunfadora en las arenas mexicanas, está Doña Carmen Padín. No trajo nada, vino a vernos. Nos habla de cine y de un ciclo de David Lynch en el Golem, recomendable. Maite que está en la tribuna de Zoom también ha querido acompañarnos hoy a este festival aunque no ha traído nada y prefiere también ver los toros desde la barrera.
Huidizo me pasa una de sus patas delanteras por el hombro. Creo que nos estamos haciendo amigos.
Frascuelillo no sé qué pensaría de este homenaje que le estamos haciendo, imagino que estará apretando aún más los puños, furioso. ¿Hubiera querido algo más trágico, quizá?
Sale al centro de la plaza José Antonio Carmona, con este apellido tan gitano y torero, nos embarca en un proyecto para otro festival. Los Objetivos de la Agenda 2030 como temas para escribir. Suelta la propuesta y girándose sobre los talones recorre con su mirada todo el graderío de los asistentes, también los sentados en sus asientos de Zoom.
Asiente todo el mundo y recogen el guante.
Empieza a granizar con fuerza, la arena se desaloja y los asistentes del festival se recluyen en el bar del coso, donde también han entrado los que caminaban por la calle y sorprendidos por la tormenta se refugian en seguro.
El ruido es ensordecedor ahora. Huidizo, sentado a mi lado en la mesa del bar, me dice que intervenga yo y le leo el poema "Instrucciones para usar una piscina".
La tormenta, el granizo nos ha vestido de calle a todos y hemos dejado las luces y las manoletinas en el vestuario. Anagonz cierra este encuentro desde Zoom con un poema "A ratos" que lee en castellano pero nos cuesta entenderlo, el ruido es cada vez más ensordecedor.
"A ratos no tengo nada, oigo la tormenta a lo lejos, me deslizo por las cataratas..."
Antes de cerrar el festival, los presentes junto con la Presidencia deciden por unanimidad indultar a Huidizo que nos abraza a todos uno por uno y manda besos con su hocico de toro agradecido a través de Zoom.
Frascuelillo, él no lo sabe, ha tenido un homenaje mejor de lo que él imaginaba.
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