Menú del restaurante L´hardy
Propuestas de los Chef
“Aparece a la vista la hermosa ribera del Manzanares, sus gaviotas reidoras, las huertas de la otra orilla, las fincas de labranza, las tablas de lavar medio hundidas, mujeres arremangadas inclinadas hacia el agua y sus continuos cantares; los fresnos que se podan para dar de comer al ganado en invierno, y adquieren semblanza de estatuas; los rebaños que vienen y van de los abrevaderos. Si uno mira a la derecha se puede alcanzar a ver los cipreses altísimos de la Sacramental de Santa María y sus románticos mausoleos cercados en espacio tan angosto. Si llevas la vista al este, un muro de álamos temblones impide divisar las obras del nuevo matadero municipal.
Paloma se ha esmerado en la preparación del platillo y le ha añadido unos toques de escritores en la guerra Civil. -Añade- en una novela no se deben notar los hilvanes ni los remates. Rascamán discute sobre lo exigente que debe ser la historia para el lector.”
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Patorra de pavo salido, sucio en la entrepierna con guarnición de ojos de pena.
Guiñarle el ojo tuerto, Urgencias y un ojo de cristal.
Comer, dormir y escuchar la radio.
Iñaki reinventa el menú fusion más provocativo.
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¡Gran noticia mundial! El regreso de don Nicanor. El y la marquesa habían cumplido sus sueños. Estamos por encima de las nubes.
¡Champán para todos!
Le pedimos al chef Juan B. Raña que empiece de nuevo con el menú de degustación de 450 páginas, cuanto antes que tenemos hambre.
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Alberto esta huidizo, en la cara se le nota la facha de no querer leer nada, se arrellana en su sillón. Hoy su personaje no es hablador.
Escritor de río con salsa de astenia, guarnición de neuras tostadas.
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El maestro aparece cada vez más mimetizado con Japón, hoy para poner la palabra fin en su libro destilado durante años se ha puesto un kimono y su ritmo se ha hecho oriental y siempre suave.
La mañana huele a muchas cosas,
La tarde se va por otros derroteros, en la noche
Huele a budas silenciosos
Y a sacrificio.
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-Señorita no se quite méritos-
Los platillos de Rocío saben a esmerada preparación y a mirada de ternura. Explora lo cotidiano, los sentimientos de las esquinas del barrio. Su narrativa se desenvuelve con la limpieza de un vestido vichí de cuadritos rojos en una cocina luminosa. Hay música y cadencia y suavidad y agrado de escuchar su voz, aunque a veces salga desenfocada la imagen, como Woody Allen en “Celebrity”.
En poco tiempo me vestía como a él le gustaba. Ganar dinero con las palabras. Eso significaba aburrirme hasta bostezar.
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Carmen Padín elabora un menú mexicano ayudado por un chef que talla los platos como hermosas, misteriosas y poderosas joyas. El mimo en la talla convierte en comestible la obsidiana negra y nos alimentan su cristal de los volcanes, cuchillo de sacrificio, amuleto de magos, punta de flecha, cetro de sacerdotes, ornamento y arma de guerreros, espejo del alma: obsidiana"
Carmen remata su texto con un poema Itzapan Nonatzcayan (el lugar donde crujen en el agua las piedras de obsidiana).
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Mariana, que maneja como nadie el maridaje de la cocina eslava y la ibérica imagina platos que va a perfeccionar, mientras termina de decidir los ingredientes finales y su cantidad. En tanto, deja que probemos tres delicatessen:
1. Estoy nevando ante tu lluvia de palabras otoñales. Bocas ávidas empiezan a tragar la luz.
2. Frágiles. Somos frágiles, nos tiembla la mano sobre el dinero... cuando el mar se vuelve nuestro.
3. Canto a la comida, combustible de la vida.
En L'hardy la carta son experiencias únicas, itinerarios y propuestas de los mejores Chefs que han salido de la Escuela de Alta Cocina de Rascamán. Menús que sólo pueden degustarse los miércoles.
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