22 DE ABRIL 2020
Ay, ayy, ayyy…
Estimado doctor, reporto mis dudas sobre el efecto del aislamiento en sus pacientes.
Cinta ha tejido una larga bufanda roja, al estilo de Penelope, teje de día y la deshace por la noche, por lo que cuenta, lleva muchos años en este estira y afloja. Esperando al amor de su vida, pensé yo. La situación se ha revelado incestuosa. El hermano se ha presentado a su puerta y ella le ha dado la bufanda. Dos ventanas que se abren después de años con pestillo.
Un lente telescópico para prenderse de los planetas, pide Joselyn para buscar consuelo, para encontrar el ADN que no pudo ser, para no buscar futuros más de allá esta noche. Para que miremos el vasto universo que reina en su interior.
Isabel Morión no se presenta a la terapia, pero Javier nos dice que en su celda llueve mansamente, que el pasto sigue creciendo verde mientras ella espera el abrazo que no llega. Alberto no está seguro de que sean palabras de Isabel. Lo menos Morión que he escuchado de ella. Comenta. Quizás, no sea lluvia sino llanto. Pasaré a verla.
Juan Antonio hace sus deberes: Siempre le sentaba bien entrar en ese libro tan certero. Ya no quiere el contacto frío de una pantalla, quiere volver a la piel. ¡Y quién no! Se debate entre ser despido y una despedida, entre un adiós o un hasta pronto.
Juan Calderón ha traído a una invitada. En seguida levanta comentarios. Que si trae poca ropa, que explique el cinto con tres… borlas que trae al frente, que si es de Egipto o Babilonia, Alberto canta, Juan le sigue, el boss pone orden justo cuando ya nos levantábamos para bailar. Tu silencio me habla. (tomo nota para el doctor) La imagen de Juan se congela. Todos quieren saber qué pasa entre Juan y la fulana, perdón la señorita. Joselyn adelanta que ella responderá a las insinuaciones. Juan nos explica que así como la vemos, fría, inamovible, tiene en su interior cálidas barcas de otras vidas. No puedo esperar a la próxima sesión.
Don Roberto y doña Caridad se miran con hijos almibarados. ¡Ay, mi negra! se preocupa él por lo del sobre. Ella lo recoge de detrás de la caja del inodoro. Está abultado, no cabe en su bolso, lo disimula entre el cinturón del vestido. Aquí nadie come de lo que pica el pollo. Todos estamos atentos al sobre, a Juan que vive al mismo tiempo en La Habana y en Madrid. Doble personalidad le llaman, pero en realidad es un caso de personalidad múltiple. Me preocupa la del mono.
Un nuevo paciente en la terapia. Luis, hijo y nieto de Camborio, no, de Carmona. Suelto, ha dejado atrás la luz y la oscuridad y se vuela hasta la luna; seguidme a lo salvaje, nos invita. Echa una mirada a su alrededor y recapacita: Seguid vosotros. Espero que regrese, tiene potencial para estar en este psiquiátrico. Bienvenido.
Rocío y la señora de Jiménez. Una lección de historia, talento, de humildad, resiliencia y sobre todo de amor a su adorado Juan Ramón. Ay, Zenobia tú también sabías de confinamientos.
Ay, Rocío si no fuera porque vives dentro un libro, diría que estás muy cuerda.
A José Antonio sí que lo hemos perdido. Después de la enfermedad dice que vive en un frasco de aspirina, que el sueño se le esconde entre las neuronas y que cuando se siente observado, se convierte en un cojín del sofá. Ay, Matilde, cuídate que anda diciendo que eres bolivariana, no vaya a ser que se torne revolucionario y te coma con confite de cebollas.
Menudo susto nos ha dado Isabel. Se declara con melánkole, bilis negra, esa que te carcome por dentro y funde todo en gris pizarra. Un bazo como el mío necesita un deshollinador. Nos indica. Por fortuna parece que lo ha encontrado. Se dice melancólica, pero por primera vez la veo reír y reír. ¡Le sienta tan bien sonreír! Me imagino que el deshollinador también.
Alberto en crisis de autoestima. Se declara crapuloso y otra infamia por el estilo que nos ha aportado Omega. Pregunta por la palabra ouija. Omega explica que no debemos temerle, que es sólo un instrumento para despertar las enfermedades mentales que llevamos dentro o para llamar a los muertos ¡Justo lo que necesitamos!
Por fortuna Javier corta el debate arguyendo falta de tiempo. Nos recuerda que contamos con tan solo una cuarentena, a la vez. Es curioso como unas (cuarentenas) se nos hacen largas y otras tan cortas. Yo espero que Alberto tenga una ouija, invoque a los muertos y nos traiga un relato la próxima vez.
Después de la tormenta, la calma. Juan Manuel lee un poema de amor, suave, de amor reposado, del que se antoja al llegar la tarde. Gracias por el respiro.
Iñaki se quedó mudo. Sí, aunque usted no lo crea, doctor, no lo pudimos escuchar. Unas señas de sordomudo indicando su posterior regreso fue todo lo que obtuvimos. No sé si fue por temor a los botes de aspirina, a los muertos, debido a la melánkole o a la mujer del sobre. O quizás fue a buscar el artículo que leyó Carmen sobre los multiorgasmos y cómo bailar tango, pero no regresó.
Es muy inquieto.
Celia no se quedó muda, pero no la escuchamos. Si supiera cómo nos gustan sus poemas de esqueleto minimalista y vísceras intensas.
El hombre avanza por un pasillo largo, oscuro y tenebroso. Ana se detiene, oye voces por detrás, ¿esquizofrénica, paranoica?, ¿los muertos de la ouiija?, ¿respondió la egipcia? No, es el micrófono de Jose. Menos mal. A estas alturas de la sesión se puede esperar cualquier cosa. Continúa el relato, el pasillo termina en un espacio abandonado, con sucios estantes de madera y cachivaches con telarañas. Rasca en la pared. ¿En verdad cree Ana que por ahí pueda escapar? Pues sí. Al otro lado hay botellas de whisky, ginebra y más. El pasillo de la felicidad lo ha llamado.
Salud, mis queridos Rascamanes.
Se levanta la sesión a las 20:30, doctor, pero algunos se quedan brindando por Instagram.
24 de abril de 2020
Fragmento de la Tertulia Zoom de hoy
Fragmento de la Tertulia Zoom de hoy
(momento de la intervención de Juan Manuel Criado):
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