En la lámpara de Aladino...
Después de atracar en las costas cubanas; más
exactamente en la costa habanera, la tripulación estalló en ¡hurras! por
doquier, pues estaba hasta los mismos de tanta travesía, y tras unos instantes
de silencio, Mariana nos leyó el poema Incómodo orgullo del que
entresaco:
“Es como un
sueño
encontré ayer a la reina de los bonitos cuentos,
(…)
sus alas
alzándose eran como un cuello largo bañado en espuma
(…)
he cepillado
hasta hacerme sangre mi piel y las tres primeras auras
(…)
Me he quedado
sin alas
¡Sé tú mis
alas!”
Para, a
continuación, leer el poema
Sabor
miel y amor
“Escondido detrás de la sombra de mi nuca,
el barro susurra la canción de mi estirpe
y no me deja respirar entre viñedos,
ni descansar
en la bodega loca
(…)”
Como podemos
ver, una excelente poetisa, carga los poemas con
el puño del desgarro, llenando de fuertes imágenes el texto. Muy
bien, Mariana.
Nuevamente
la tropa prorrumpió en nuevos ¡hurras!, al tiempo que intentaban desembarcar;
mas Javier, frenó la algarabía:
¡Quietos, muchachos! ¡Quietos!, tenemos que pasar por la aduana, y hasta que las
autoridades no nos den paso franco, no podemos desembarcar.
Adelante,
León, lanza ese nuevo poema que nos tienes preparado:
Blasfemia
de amor
“Mi corazón
es el Sagrado Corazón de Jesús
Para que lo
devores
(…)
Mi corazón
uno y trino
Mi corazón
son tres si en ellos gimes,
(…)
Mi corazón
ora et labora
Para que se
abra tu copón precioso
En mi
primera comunión contigo.”
Siempre expresando imágenes rotundas, también en este poema amoroso en el que el poeta nos aclara que está dedicado a la Santa Inquisición. Institución que, como vds. pueden suponer, es perseguida por nuestro poeta y otros esforzados hombres de bien, forjados en la fragua de Vulcano e inmortalizados por Velázquez en un cuadro que robaron unos truhanes y que, según fuentes fidedignas, desapareció en el incendió del edificio Windsor, devorado por las llamas, junto con los papeles que pidió la Fiscalía Anticorrupción a Deloitte, por la venta de la empresa F.G Valores a Merrill Linch. En fin, cosas que pasan.
A
continuación, María Juristo, nos leyó el poema
Sí, sé
“Sí, sé del
viento troceado
en la
azulada planicie
del dolor
del mar solo
y la quietud
de la penumbra.
Mas mis
dedos
serán mis
ojos, ya ciegos,
para palpar
tu recuerdo.
Cuando tú te
hayas ido.
Cuando yo me
haya ido”
Poema muy
bueno en el que se desborda la tristeza por la pérdida de los seres queridos.
Magnífico,
María. Un abrazo.
Tras un
silencio, un viento suave empezó a juguetear con los cabellos de la marinería;
que fue interrumpido por Cinta que nos
obsequió con un estupendo relato lleno de imaginación, en el que las imágenes
navegaban por doquier entonando un
canto a la vida a través de un diálogo musical con las flores de un pequeño
jardín.
Cinta nos
dirá :
Plumelia (Flor de Hawaii)
“Gerardo
había convertido el aire en un mago del sonido, haciendo maravillas musicales, recibiendo
como premio un enjambre de flores.
La música
era el agua con las que las regaba, y entre otras virtudes tenía el don de
curar enfermedades.
Y un rey, beneficiado por sus cuidados, le
regaló la flor Plumelia; mas las otras flores desconfiaron de ella, y al marchar Gerardo a curar al Rey comenzó a
doblarse, pero se recuperó al volver su dueño; mas como se hubo de marchar de
nuevo Plumelia comenzó a secarse;
mas las otras flores la llenaron de
música, con lo cual Plumelia se recuperó, sintiéndose amada por las otras
flores.
A partir de
entonces Gerardo pudo salir a dar conciertos seguro de que a Plumelia no le pasaría nada.”
Bueno, más o menos. Como pueden suponer los compañeros piratas, es imposible que pueda transcribir la belleza que Cinta despliega en su relato. Espero me perdones, Cinta. Pero me ha encantado, al igual que el tono con el que narras esta magnífica historia que a buen seguro, si la contases a los niños, te convertirías en la Reina de Las Hadas.
A continuación,
Isabel Morión, nos lee el poema.
Destellos en la
niebla
“Esa niebla
que pesa,
que se hace
densa
cubriendo
montes
(…)
Esa niebla
magnética
(…).”
Versos muy
bellos Isabel.
A
continuación, Isabel leyó un romance de
Miguel Mihura, creador de la revista satírica de tiempos de la Dictadura,
conocida con el título de La Codorniz; sí, la de “me importa 3x que me
cierren la edición”.
Romance
curioso y divertido el de Mihura, en el que un perito agrónomo se mete a torero,
y como pueden imaginar, terminó sus andanzas cuando la diñó.
Y tras el
romance colorista, José Antonio Carmena, leyó el poema:
Tarifa Plana
Poema de
amor, del que entresaco los siguientes versos:
“(…)
y jugar
a entendernos sin palabras.
Nuestros
cuerpos son el campo de atracción
que hemos
traído a la playa
y hoy es
fiesta.
Hoy toca
tarifa plana”
Lee el poema
Quiero ser pato
Que termina
con los siguientes versos:
“(…)
Por ti nado,
corro y vuelo.
Luego soy
pato”
Muy bien, José Antonio.
De repente,
Javier tocó el silbato de mando y toda la marinería se puso firmes, al tiempo
que varios funcionarios cubanos subían a
bordo.
-Los españoles siempre vestidos de toreros-dijo el jefe del pelotón.
-No, más
bien de piratas.
-Pero, muchacho, qué me dices.
-Lo que oye.
-Hum, ¿siempre
seréis espías mandados por el
Imperialismo?.
-Simples
piratas, jefe, y si no, mire mi pata de palo perdida en terrible batalla
desigual que gracias
a un médico cubano no perdí la vida desangrado.
-Es que
somos muy buenos, muchacho, muy buenos.
-Pero según
creo, el pueblo cubano sólo tiene asegurada una comida diaria.
-Cuestión de
salud. Es la mejor forma de luchar contra la obesidad imperialista, carajo.
De repente
Juan Calderón, que tenía el sable desenvainado y haciendo honores, como toda la
marinería:
-Mi
capitán, ¿podemos ponernos en posición de descanso?, es que me duele el hombro
de tanto tener el sable hendido al
viento, como flamante bandera.
-Pero qué
marineros más flojos, capitán, qué flojeras. ¿Y qué os trae por aquí?
- Queríamos
pasar unos días en esta preciosa isla, con el permiso de las autoridades
naturalmente. Un viaje turístico. Aquí tiene los papeles en regla -contestó Javi.
El funcionario los leyó detenidamente, y frunciendo el ceño musitó Hum. En ese momento, Juan Calderón corrió precipitadamente tras unas cuartillas balanceadas por el viento, lo cual alertó a los uniformados que se dirigieron amenazadoramente sobre la inocente víctima mientras el jefe los recogía convencido de que tenían la prueba de que tenía ante sí a un espía del imperialismo camuflado de pirata.
-Lea en voz
alta la prueba del delito- le ordenó el jefe de la tropa al pobre Calderón que
con voz temblorosa y un tanto cómica se puso a leer el poema erótico:
La encantadora de penes
“Solloza Don
Custodio recordando
los años fenecidos, cuando el tiempo
aún no había
robado
la erección
a su músculo viril.
(…)
Entonces era
el gallo del corral
el rey del
mete y saca
pirómano de
coños y pezones
(…)”
Y así en
este plan. Como dirían los adolescentes, guiados por los curas desde los
confesionarios: guarrerías. ¿Con cuántos
rosarios habría que azotar a Calderón? ¿Con cuántos? Dejemos en el aire la
pregunta , y vayamos a lo que nos interesa:
El jefe de
la tropa, arrebatándole el poema y tras
leerlo y releerlo prorrumpió en una sonora carcajada que contagió a la
tripulación y fue tal el estrépito que nuestra galera comenzó a zozobrar;
pero afortunadamente, poco antes de irse a pique, cesaron las risotadas y el
barco recuperó la posición adecuada, aunque los ocupantes terminamos rodando
por cubierta.
Con la
irrupción de Juan Bautista, su aire cubano, su porte, su brío, su forma de
contar las aventuras de Richi, Fonsito y La Marquesa en El Tropicana terminaron
por derrumbar la fortaleza de los uniformados que acompañaban la descripción
del bamboleo de las bailarinas virtuales con el consiguiente regocijo y
bailoteo de los presentes, que algunos aprovecharon para hacer sonar como
tambores las tapas de las cubas que había en cubierta.
El jefe de
los uniformados, dirigiéndose a Bautista.
-Supongo que
en el siguiente capítulo pondrás en su
sitio al mafioso Batista, muchachote.
-Por
supuesto, mi general, lleva lo suyo.
-Así me
gusta, chavalote. Que no falte la solidaridad entre las gentes del Caribe.
Y le dio
una señora palmada en el hombro que lo hizo
tambalear, estando a punto de caer de bruces, si no hubiese sido por la intervención
de Rocío, que tomándolo entre sus brazos, le hizo soñar
con oleajes.
A
continuación Rocío, nos leyó un cuento de larguísimo título y gracias que lo acortó, porque
anteriormente era de 44 abrazos nada menos. El caso es que por consejo del
psicólogo a un pequeño, el chaval iba repartiendo abrazos por doquier...
En fin, un
cuento muy bello y potente que en mi bitácora no ha sido capaz de transcribir
el amor que derrochaba entre sus páginas. Muy bien, Rocío.
El general,
tras despedirse, nos proveyó de un guía que nos ilustró con la famosa hazaña del Almirante Cervera en
su batalla contra los yanquis, llevándonos a una fábrica de tabaco, donde
pudimos comprar puros a muy bajo precio, en un mercadeo en el que las
autoridades hacían la vista gorda.
-¿Y cómo vais vestidos de esa facha?, aquí estamos siempre celebrando el carnaval, y lo hacemos con la ropa de andar por casa; ya veis cómo rumbea la gente por todas las esquinas. Si es que esto es el paraíso, paisanos. ¡El paraíso! Música por acá y por allá. Aquí sí que se sabe vivir, y no en los países imperialistas.
-Bueno, ¿pero cuándo nos va a llevar a los
garitos de los turistas? -preguntó Calderón.
-Ahí no se
admiten a gentes vestidas de carnaval. Además no son garitos; más bien Centros
de Recreo y Comunicación, pues nuestras jóvenes cubanas muestran lo mejor de nuestra isla, haciendo
de embajadoras de la generosidad socialista, frente a los ladrones
imperialistas.
-Entendido.
Ya bien entrado el mediodía , el guía nos
llevó a un restaurante, y tras dar buena cuenta de los
suculentos manjares, Javier nos leyó el poema:
“La poesía
nos salva de los cementerios de elefantes
y de los
avisperos.
(…)
(…) y
el sol es tan blanco
que sólo las
avispas sobreviven
al prodigio
de la luz
(...)
(...)
Y sólo me
queda este poema."
Lástima
Javier, no haber captado toda la belleza e intensidad de tu poema con lo que
he recogido en las cuartillas; pero a lo
mejor lo puedes arreglar al leer la bitácora.
Tras los
postres, leí un cuento, que trataba de la desaparición y consiguiente
recuperación del Rey Baltasar -que había sido poseído por un Algoritmo- a
través de un Agujero de Gusano.
Sin más que
contar, me despido con la terminación del cuento:
Colorín, colorado
nuestro
Algoritmo
en la
lámpara de Aladino
se ha
quedado.
Juan Manuel
Criado Manzano
22 de febrero de 2019
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