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jueves, 21 de febrero de 2019

16ª Jornada/XII año: Miércoles, 13 de febrero de 2019


En la lámpara de Aladino...


Después de atracar en las costas cubanas; más exactamente en la costa habanera, la tripulación estalló en ¡hurras! por doquier, pues estaba hasta los mismos de tanta travesía, y tras unos instantes de silencio, Mariana nos leyó el poema Incómodo orgullo del que entresaco: 

“Es como un sueño
encontré  ayer a la reina de los bonitos cuentos,
(…)
sus alas alzándose eran como un cuello largo bañado en espuma
(…)
he cepillado hasta hacerme sangre mi piel y las tres primeras auras
(…)
Me he quedado sin  alas
¡Sé tú mis alas!”

Para, a continuación, leer el poema

Sabor miel y amor

“Escondido detrás de la sombra de mi nuca,
el  barro susurra la canción de mi estirpe
y no  me deja respirar entre viñedos,
ni descansar en la bodega loca
(…)”

Como podemos ver, una excelente poetisa, carga los poemas con  el puño del desgarro, llenando de fuertes imágenes el texto. Muy bien, Mariana.

Nuevamente la tropa prorrumpió en nuevos ¡hurras!, al tiempo que intentaban desembarcar; mas Javier, frenó la algarabía:
¡Quietos, muchachos! ¡Quietos!, tenemos que pasar por la aduana, y hasta que las autoridades no nos den paso franco, no podemos desembarcar.
Adelante, León, lanza ese nuevo poema que nos tienes preparado:

Blasfemia de amor

“Mi corazón es el Sagrado Corazón de Jesús
Para que lo devores
(…)
Mi corazón uno y trino
Mi corazón son tres si en ellos gimes,
(…)
Mi corazón ora et labora
Para que se abra tu copón precioso
En mi primera comunión contigo.”

Siempre expresando imágenes rotundas, también en este  poema amoroso en el que el poeta nos  aclara que está dedicado a la Santa Inquisición. Institución que, como vds. pueden suponer, es perseguida por nuestro poeta y otros esforzados hombres de bien, forjados en la fragua de Vulcano e inmortalizados por Velázquez en un cuadro que robaron unos truhanes y que, según fuentes fidedignas, desapareció en el incendió del edificio Windsor, devorado por las llamas, junto con los papeles que pidió la Fiscalía Anticorrupción a  Deloitte, por la venta de la empresa  F.G Valores a Merrill Linch. En fin, cosas que pasan.

A continuación, María Juristo, nos leyó el poema

                               Sí, sé

“Sí, sé del viento troceado
en la azulada planicie
del dolor del mar solo
y la quietud de la penumbra.
Mas mis dedos
serán mis ojos, ya ciegos,
para palpar tu recuerdo.
Cuando tú te hayas ido.
Cuando yo me haya ido”

Poema muy bueno en el que se desborda la tristeza por la pérdida de los seres queridos.
Magnífico, María. Un abrazo.

Tras un silencio, un viento suave empezó a juguetear con los cabellos de la marinería; que fue interrumpido por Cinta que nos obsequió con un estupendo relato lleno de imaginación, en el que las imágenes navegaban por doquier entonando un canto a la vida a través de un diálogo musical con las flores de un pequeño jardín. 

Cinta nos dirá :
                                           Plumelia (Flor de Hawaii)

“Gerardo había convertido el aire en un mago del sonido, haciendo maravillas musicales, recibiendo como premio un enjambre de flores.
La música era el agua con las que las regaba, y entre otras virtudes tenía el don de curar enfermedades.
 Y un rey, beneficiado por sus cuidados, le regaló la flor Plumelia; mas las otras flores desconfiaron de ella, y al marchar Gerardo a curar al Rey comenzó a doblarse, pero se recuperó al volver su dueño; mas como se hubo de marchar de nuevo  Plumelia comenzó a secarse; mas las otras flores la llenaron de música, con lo cual Plumelia se recuperó, sintiéndose amada por las otras flores.
A partir de entonces Gerardo pudo salir a dar conciertos seguro de que a Plumelia no le pasaría nada.”

Bueno, más o menos. Como pueden suponer los compañeros piratas, es imposible que pueda transcribir la belleza que Cinta despliega en su relato. Espero me perdones, Cinta. Pero me ha encantado, al igual que el tono con el que narras esta magnífica historia que a buen seguro, si la contases a los niños, te convertirías en la Reina de Las Hadas.

A continuación, Isabel Morión, nos lee el poema.

                           Destellos en la niebla

“Esa niebla que pesa,
que se hace densa
cubriendo montes
(…)
Esa niebla magnética
(…).”

Versos muy bellos Isabel.
A continuación, Isabel leyó un  romance de Miguel Mihura, creador de la revista satírica de tiempos de la Dictadura, conocida con el título de La Codorniz; sí, la de “me importa 3x que me cierren la edición”.

Romance curioso y divertido el de Mihura, en el que un perito agrónomo se mete a torero, y como pueden imaginar, terminó sus andanzas cuando la diñó.

Y tras el romance colorista, José Antonio Carmena, leyó el poema:

                                                  Tarifa Plana
Poema de amor, del que entresaco los siguientes versos:

“(…)
y  jugar  a entendernos sin palabras.
Nuestros cuerpos son el  campo de atracción
que hemos traído a la playa
y hoy es fiesta.
Hoy toca tarifa plana”

Lee el poema

                           Quiero ser pato
Que termina con los siguientes versos:

“(…)
Por ti nado, corro y vuelo.
Luego soy pato”

Muy bien, José Antonio.

De repente, Javier tocó el silbato de mando y toda la marinería se puso firmes, al tiempo que varios funcionarios cubanos subían a bordo.

-Los españoles siempre vestidos de toreros-dijo el jefe del pelotón.
-No, más bien de piratas.
-Pero, muchacho, qué me dices.
-Lo que oye.
-Hum, ¿siempre seréis espías mandados por el Imperialismo?.
-Simples piratas, jefe, y si no, mire mi pata de palo perdida en terrible batalla desigual que gracias a un médico cubano no perdí la vida desangrado.
-Es que somos muy buenos, muchacho, muy buenos.
-Pero según creo, el pueblo cubano sólo tiene asegurada una comida diaria.
-Cuestión de salud. Es la mejor forma de luchar contra la obesidad imperialista, carajo.

De repente Juan Calderón, que tenía el sable desenvainado y haciendo honores, como toda la marinería:
-Mi capitán, ¿podemos ponernos en posición de descanso?, es que me duele el hombro de tanto   tener el sable hendido al viento, como flamante bandera.
-Pero qué marineros más flojos, capitán, qué flojeras. ¿Y qué os trae por aquí?
- Queríamos pasar unos días en esta preciosa isla, con el permiso de las autoridades naturalmente. Un viaje turístico. Aquí tiene los papeles en regla -contestó Javi.

El funcionario los leyó detenidamente, y frunciendo el ceño musitó Hum. En ese momento, Juan Calderón corrió precipitadamente tras unas cuartillas balanceadas por el viento, lo cual alertó a los uniformados que se dirigieron amenazadoramente sobre la inocente víctima mientras el jefe los recogía convencido  de que tenían la prueba de que tenía ante sí a un espía del imperialismo camuflado de pirata.

-Lea en voz alta la prueba del delito- le ordenó el jefe de la tropa al pobre Calderón que con voz temblorosa y un tanto cómica se puso a leer el poema erótico:

                                         La encantadora de penes

“Solloza Don Custodio recordando
 los años fenecidos, cuando el tiempo
aún no había robado
la erección a su músculo viril.
(…)
Entonces era el gallo del corral
el rey del mete y saca
pirómano de coños y pezones
(…)”

Y así en este plan. Como dirían los adolescentes, guiados por los curas desde los confesionarios: guarrerías.  ¿Con cuántos rosarios habría que azotar a Calderón? ¿Con cuántos? Dejemos en el aire la pregunta , y vayamos a lo que nos interesa:
El jefe de la tropa, arrebatándole el poema y tras leerlo y releerlo prorrumpió en una sonora carcajada que contagió a la tripulación y fue tal el estrépito que nuestra galera comenzó a zozobrar; pero afortunadamente, poco antes de irse a pique, cesaron las risotadas y el barco recuperó la posición adecuada, aunque los ocupantes terminamos rodando por cubierta.

Con la irrupción de Juan Bautista, su aire cubano, su porte, su brío, su forma de contar las aventuras de Richi, Fonsito y La Marquesa en El Tropicana terminaron por derrumbar la fortaleza de los uniformados que acompañaban la descripción del bamboleo de las bailarinas virtuales con el consiguiente regocijo y bailoteo de los presentes, que algunos aprovecharon para hacer sonar como tambores las tapas de las cubas que había en cubierta.

El jefe de los uniformados, dirigiéndose a Bautista.
-Supongo que en el siguiente capítulo pondrás en su sitio al mafioso  Batista, muchachote.
-Por supuesto, mi general, lleva lo suyo.
-Así me gusta, chavalote. Que no falte la solidaridad entre las gentes del Caribe.
Y le dio una señora palmada en el hombro que lo hizo tambalear, estando a punto de caer de bruces, si no hubiese sido por la intervención de Rocío, que tomándolo entre sus brazos, le hizo soñar con oleajes.

A continuación Rocío, nos leyó un cuento de larguísimo título y gracias que lo acortó, porque anteriormente era de 44 abrazos nada menos. El caso es que por consejo del psicólogo a un pequeño, el chaval iba repartiendo abrazos por doquier...

En fin, un cuento muy bello y potente que en mi bitácora no ha sido capaz de transcribir el amor que derrochaba entre sus páginas. Muy bien, Rocío.

El general, tras despedirse, nos proveyó de un guía que nos ilustró con la famosa hazaña del Almirante Cervera en su batalla contra los yanquis, llevándonos a una fábrica de tabaco, donde pudimos comprar puros a muy bajo precio, en un mercadeo en el que las autoridades hacían la vista gorda.

-¿Y cómo vais vestidos de esa facha?, aquí estamos siempre celebrando el carnaval, y lo hacemos con la ropa de andar por casa; ya veis cómo rumbea la gente por todas las esquinas. Si es que esto es el paraíso, paisanos. ¡El paraíso! Música por acá y por allá. Aquí sí que se sabe vivir, y no en los países imperialistas.
-Bueno, ¿pero cuándo nos va a llevar a los garitos de los turistas? -preguntó Calderón.
-Ahí no se admiten a gentes vestidas de carnaval. Además no son garitos; más bien Centros de Recreo y Comunicación, pues nuestras jóvenes cubanas muestran lo mejor de nuestra isla, haciendo de embajadoras de la generosidad socialista, frente a los ladrones imperialistas.
-Entendido.
 Ya bien entrado el mediodía , el guía nos llevó a un restaurante, y tras dar buena cuenta de los suculentos manjares, Javier nos leyó el poema:
  
“La poesía nos salva de los cementerios de elefantes
y de los avisperos.
(…)
(…)                                         y el sol es tan blanco
que sólo las avispas sobreviven
al prodigio de la luz
(...)
Y sólo me queda este poema."

Lástima Javier, no haber captado toda la belleza e intensidad de tu poema con lo que he recogido en las cuartillas; pero  a lo mejor lo puedes arreglar al leer la bitácora.
Tras los postres, leí un cuento, que trataba de la desaparición y consiguiente recuperación del Rey Baltasar -que había sido poseído por un Algoritmo- a través de un Agujero de Gusano.
Sin más que contar, me despido con la terminación del cuento:

Colorín, colorado
nuestro Algoritmo
en la lámpara de Aladino
se ha quedado.


Juan Manuel Criado Manzano
22 de febrero de 2019
                                          
               






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