Tras navegar
plácidamente por el Atlántico, Cinta nos leyó el cuento titulado “El pollo sentado”, que es la pequeña
historia de una mujer que prepara todos
los días un pollo a su maridito; pero
una foto del bípedo le cambia la vida. Y tras terminar este relato lleno de ironía
nos lee el cuento titulado “Huracán en
un vaso de agua” en el que un joven está enamorado de una muchacha de
multitud de trocitos rubios que le caían por la espalda y bailaban. Cuento muy
bello, en el que nos obsequia con frases como la noche pareció llenarse de
sonidos de manantiales, o el
brillo de sus ojos triunfaba sobre las velas distribuidas por el salón, o esta otra pasó la noche y
el alba nos encontró vestidos de agua. Toda una gozada de prosa poética, en
un cuento desarrollado en la playa.
Aquella
mañana, tras hacer nuestra travesía del Atlántico avistamos la famosa isla Perejil, conquistada por las tropas españolas en la
mayor gesta de todos los siglos. Hazaña nunca lo suficientemente reconocida por
la Comunidad Internacional, y efectuada tras el detallado plan estratégico
elaborado por el inefable y ubicuo Ministro de Defensa Sr. Trillo, vilmente vilipendiado por el asunto del Yak-42.
Singular Jefe de la tropa, que dio como resultado la conquista de dicha
isla, más cuatro cabras, medio
cojas, apresadas, ante los atónitos
ojos del pastor marroquí.
Nuestro capitán,
Javier, mandó una chalupa con el encargo
de recoger unos cuantos kilos de perejil para aderezar los distintos manjares,
que nuestro cocinero Aureliano nos estaba preparando. Tras una caminata por
caminos de pedregal y coger las aromáticas yerbas, nos despedimos del pastor,
que seguía bizco desde la proeza
protagonizada por las tropas enviadas por Trillo, para mayor gloria de nuestro Embajador enviado a Londres, para
iniciar la conquista del Peñón, con la ayuda de su despacho de abogados experto
en camuflar trileros.
Subimos, no
sin serias dificultades por mi parte -mis setenta y cuatro años, diantre, sí que me pesaban- al barco, momento aprovechado por Aureliano para recitarnos su
poema Hermanos, del que entresacamos los versos:
“ En cuántos circos, en cuántas
ciudades
no habitó
nuestra música”
Para
terminar con estos magníficos versos:
“Nos han dejado solos
con nuestros
instrumentos”
Y tras una
copiosa paella aderezada con perejil recién capturado en la referida isla, después nos contó su paso por el ejército, en el que le destinaron en el
Regimiento de Cazadores de Montaña, que tras diversas jornadas por escarpadas
rutas llenas de desfiladeros, guijarros, riscos y amenazantes cuñas de afilado
granito en las que nuestro maltrecho héroe se dejó su flácidas carnes, ensangrentado, fue enviado al hospital en el
que se decretó su expulsión del Ejército porque semejante guiñapo no podía
representar a nuestras fuerzas armadas; lo mejor: arrojarlo a las alcantarillas
de la vida civil. Buen viaje pues. macilento Aureliano.
Menos mal,
que terminaste tu historia con una cancioncilla de tu cosecha almeriense;
“Estando la molinera
sentadita en
su molino
…………………………………..
La camisa trae rota
y el corazón en su sitio
y por coserla deprisa
el corazón
le ha cosido.”
A lo que la piratería respondió con la
siguiente canción, recién escrita por el menda en un descuido planetario:
“ y dentro del cabás
había un ratón,
que además de engullir
un enorme botón
pimplado ha
la botella
de ron.
Que cabrito
este ratón,
que además
jugaba al pin pon.
Jua,jua,jua,jua”
Mucho barullo marinero, tacos, palabras ininteligibles, ajetreo de patas de palo, algún que otro puñal danzando por el aire, silbidos y ¡Hurras! por doquier. Vamos, un despelote. Menos mal que Javier echó mano de un libro de Haikus que se encontró en su viaje a Japón perdido en una trocha del que entresacamos estos haikus:
El gusano
cierra entorno a sí
una hoja
...
De un quiebro
desaparece en el muro
el verde de un lagarto.
...
Una yegua me mira;
de su boca gotea
el agua del
arroyo.
Libro
escrito por varios autores: Félix Arce,
Manuel Díez Orzas y Mercedes Pérez.
Muy
recomendable, incultos y sudorosos corsarios.
Tras recoger vítores y canciones nos enfrentamos a las embravecidas aguas del Estrecho que, agitadas por un desabrido Neptuno, las ensartaba en su tridente, un tanto oxidado después de tantos milenios, lo que nos libró de un probable tsunami; no sin deteriorar el palo mayor, obligándonos a atracar en el puerto de Gibraltar. Y según está el panorama, no es para tomárselo a chirigota, ¿o no?, lejano, aburrido y adormilado lector. Que la furia de Poseidón sea contigo.
Por su parte Fenoy, sin duda poseído por Baco, nos obsequió con la canción de rap En contra, con su carraspeada garganta:
“Luchadores de la libertad,
batalladores del alba,
contra la caverna y su canalla
echemos sus crímenes al fuego,
purifiquemos
el aire obsceno
…………………………………”
Tras varios
¡Hurras! de la tripulación, Fenoy fue
llevado a hombros y arrojado a las fauces de un tiburón blanco; pero
valerosamente y a riesgo de perder su vida, Aureliano, en el momento oportuno,
puso una traviesa entre sus fauces que afortunadamente permitió rescatar a
nuestro atribulado Fenoy, que saludó al graderío clavando su daga en el
catalejo que sostenía el asombrado vigía desde su atalaya, mientras la
marinería volvía a lanzar al viento ¡hurras! y cimitarras. Menos mal que el
antropólogo León tomó la palabra y nos habló, no sé a cuento de qué, sobre la
famosa Pirámide Circular Cuicuilco,
construida unos 600 años antes de Cristo muy cerca de Ciudad de México y
sepultada por la erupción de un volcán que
habían predicho sus augures. Al hilo
de lo cual tomó la palabra la joven mexicana Ina, recién incorporada a
nuestra tripulación, en uno de nuestros asaltos a las Islas Caimán.
Ina nos
regaló una prosa poética muy sensitiva, como lo muestran estos pasajes de su
poema
Relámpagos raíces:
Relámpagos raíces:
“Era capaz de sentir en su propia nuca la inmovilidad
La espada en
el interior de una vitrina
………………………………..capaz
de ser
atravesada
por un caballo”
En el poema Ágatas:
“Las cerraduras viejas de canela no sirven como amuleto
……………………………………………………………………..
Absorbidas,
y tristemente vendidas; a su majestad la sonrisa
recién
pulida. Así es la tierra sin acontecimientos,”
Y en el poema Sobrevolando Berlín:
“……………………..como
si quisiera arrojarla a un abismo de matices
……….el mundo
bifurca también las venas”
Rocío, tras atravesar con su daga a una tortilla que Aureliano había lanzado al aire, haciendo de diana móvil, nos leyó el cuento Certificando el amor en la que se describe una historia de amor entre Preciosa y un empleado de correos, apoyándose en una serie de cartas en las que la autora nos deleita con destreza y magia en el manejo de esta historia tan romántica.
Alma, por su
parte nos anuncia la próxima presentación de su poemario el día 18 de abril en la Biblioteca Municipal Manuel Alvar, leyéndonos
un hermoso poema del que entresaco los versos:
“Llora la lluvia su dolor
sobre el
calmo murmurar de las olas.
…………………………………………………………….
Asoma el
verdor sobre la niebla
grito, tal
vez de esperanza”
Cuánta belleza, Alma.
Iñaki, por su parte, tras dejar el acordeón en un barril abandonado, nos lee el relato El hombre acartonado, relato inacabado sobre el estado decrépito de un mendigo seguido por su perro, como única luz que le acompaña en su soledad.
Por su parte
Carlos, después de una peligrosa travesía por los Mares del Sur, terminó en una barquita exhausto y hecho un
pendejo; barquita a la que nuestro vigía pudo divisar y, tras reponerse con un
buen bocata de chorizo y demás víveres, nos leyó el poema Pide la luz y los zapatos. Poema de crítica social y defensa del
Medio Ambiente. Por ello nos dirá:
“………………………..Hoy
no han
conseguido envenenar su azul .
………..No. No
han conseguido quemar
Su dulzura con las estelas aviónicas,
corrosivas”.
Sí, Carlos,
hay que luchar contra los que como Trump, quieren ahondar en las heridas del
Planeta.
Muy Bien,
pues siguiendo a León Felipe: “El poeta es la voz antigua de la Tierra”
Por su parte, Javier nos leyó del poeta Luis Alberto de Cuenca, el poema Línea Clara, poema irónico donde los haya, que termina con el verso:
Defiéndenos
Tintín, que nos atacan,
Y también,
el poema titulado Lo sagrado:
“…………………………………………………………………
Cuerpo gastado por las decepciones
y por los desengaños, pero erguido
como un árbol al viento de la vida:
ese es mi privilegio, esa es la única
visión de lo
sagrado que conozco”
De pronto,
un descendiente directo del Almirante Nelson irrumpió en nuestro maltrecho
barco, rodeado de abundante tropa armada
hasta los dientes que nos apuntaba con caras de pocos amigos. Nelson, dirigiéndose a Javier, le increpó en un correcto inglés, pero el personal no
entendió ni jota.
-¡Que hable en cristiano!-gritó León
A punto estuvo de abofetearlo Nelson; pero la intervención del primer ministro gibraltareño evitó que la cosa fuera a mayores.
-Que sepa vd, que los ingleses hablan inglés, y que son vds. los que están obligados a aprenderlo. Lo contrario sería una humillación que sólo podría ser restaurada con otra guerra del tipo de las Malvinas. De momento, pasarán por los tribunales británicos por intrusismo corsario, pues ese es un monopolio inglés desde la conquista de América y aquí sólo admitimos a los defraudadores fiscales españoles y otro tipo de honorables ladrones. No a unos desarrapados como vds.-nos dijo Picardo.
Y aquí
estamos, en un frío calabozo, mis queridos lectores, esperando que el eficiente
Trillo nos saque de esta encrucijada tras hábiles negociaciones entre truhanes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario