(Pincha aquí y escucha el Concierto de Aranjuez)
1 de Diciembre de 2010
Entre inspiraciones y sueños.
“En la vida no se es en nada el primero”, decía el Maestro Rodrigo. Era un soñador, como nuestro primer contertulio, Juan Antonio Arroyo. El concierto de Aranjuez da para soñar, mucho. El soñó y fue el primero. Se llevo el premio de poesía del Círculo de Bellas Artes. Bajo los acordes del concierto todos podemos soñar, pero si lo haces tan bien como el Maestro Arroyo, sale este melódico y hermoso poema. Lo lee y nos deleitamos los agraciados que estábamos allí, José María Herranz y la que suscribe. El primer día de diciembre comienza así de sonoro en el Ruiz:
En recuerdo, homenaje y fantasía
del “Concierto de Aranjuez” de
Joaquín RODRIGO
Músico 1901-1999
LUZ EN TINIEBLAS
Es la luz
que gracias a tu rostro contemplé
es la luz
que se viene a mis ojos diferentes
caricias recordadas saltarinas
de un amor tan temprano
un mar de infancia azules entre olas
para siempre grabadas.
Como podría yo ver los otros mundos
de no estar tan presentes tus caricias
puedo verte en la música y las fuentes
que recuerdan los mares.
Y una vez
nos miramos con dardos encendidos
y así fue
con las magnolias en nuestro paseo
acariciarte fue verte con luces
de sol apasionado
y así ya me sentía en las tinieblas
amanecer fecundo.
Volamos con las notas luminosas
como las aves trinan en senderos
al tener tan cercanos nuestros rostros
como estelas solares.
Y otra vez
paseamos en la vega junto al río
encanto
en sensaciones luz ya no hay tinieblas
granadas por las cuerdas encendidas
de los sones dorados
de los rayos recuerdo intensidades
para toda la vida.
Ha nacido la vida que se inicia
en un crisol de fuego y humedades
cantadas sinfonías con guitarra
sus grandes resplandores.
Tu y yo
ya tenemos el sol tan generoso
tu y yo
venimos a este mundo con los cantos
caricias en la cuna amanecida
para seguir creciendo
pálpitos de la vida prolongada
al querer ser eterna.
La vida ya se crece en horizontes
juguetona que ríe junto al río
nada sería yo sin ser amado
con tanto que me diste.
Nosotros
paseamos por el mundo amaneceres
miramos
sonrisas y caricias arboladas
somos por las bellezas encumbrados
para encontrarnos siempre
cercanos a la playa en que nacimos…,
es la luz en tinieblas.
“En la poesía hay más verdad que en la historia”, decía Aristóteles. Hay otro soñador en la mesa, platicando con el primero, pero ¡qué casualidad! también fue el primero en el premio de poesía del Círculo de Bellas Artes!!. Dos soñadores y dos primeros. Los soñadores siempre andan juntitos por los pasillos o sentaditos alrededor de un trozo de tarta. Mientras uno oye, el otro observa: se complementan y se empapan de arte. José María Herranz se fue a fijar en la obra del pintor Pedro Monserrat, basada en el libro de Job. “Tierra de Us”, así se llama su obra. Le impresionó…y le inspiró
El libro de Job comienza así “Había en el país de Us un hombre llamado Job. Este hombre era íntegro y recto, temeroso de Dios y alejado del mal”
Job Pierde sus bienes, su familia, sus amigos y cae enfermo. Entonces Job es el hombre que se rebela contra Dios, protesta contra Dios. No puede resignarse a la injusticia que se comete con él. Desconcertado en su vida, hundido por tantos sufrimientos, Job emprende el combate de la fe. Es la prueba del hombre, tratado por Dios como un enemigo.
“¿Para qué dar la luz a un desdichado y la vida a los que están llenos de amargura, a los que ansían en vano la muerte y la buscan más que a un tesoro, a los que se alegrarían de llegar a la tumba y se llenarían de júbilo al encontrar un sepulcro, al hombre que se le cierra el camino y al que Dios cerca por todas partes?
Los gemidos se han convertido en mi pan y mis lamentos se derraman como agua.”
……………..
Porque me sucedió lo que más temía y me sobrevino algo terrible.
¡No tengo calma, ni tranquilidad, ni sosiego, sólo una constante agitación!
…….
¡Ah, si pudiera pesarse mi dolor y se pusiera en la balanza toda mi desgracia! Ahora pesarían más que la arena del mar, ¡por eso digo tantos desatinos! Las flechas del Todopoderoso están clavadas en mí y mi espíritu absorbe su veneno; los terrores de Dios están enfilados contra mí.
…….
¿Por qué me sacaste del seno materno? Yo habría expirado sin que nadie me viera, sería como si nunca hubiera existido, me habrían llevado del vientre a la tumba. ¡Duran tan poco los días de mi vida! ¡Apártate de mí! Así podré sonreír un poco, antes que me vaya, para no volver, a la región de las tinieblas y las sombras, a la tierra de la oscuridad y el desorden, donde la misma claridad es tiniebla.
EL LIENZO DE JOB
“El Señor dijo a Satán: ‘No hay nadie en la tierra como Job, temeroso de mí y apartado del mal.’ Satán respondió: ‘Extiende tus manos y tócale sus huesos, su carne. Verás si no te maldice.’ Y el Señor dijo a Satán: ‘Ahí tienes a Job en tus manos.’”
El Libro de Job
“Los hombres son las ruinas de Dios.”
John Cassavetes
Hablas de mi dolor con el tuyo incontenible,
lo describes en lienzos de bíblica escritura,
en frágiles conquistas derrumbándose.
No voy a hablarte aquí de mis sospechas.
Como isla volcánica emergiendo
de un mar muerto, crece el dolor,
trepa entre los sargazos asfixiantes,
se muestra en un triángulo invisible,
contempla con un ojo ciego
el camino, la vida, la verdad,
y todo nos empuja hacia la luz
desde este infierno en el horror.
Es cierto que los dioses lloran,
y que viven y mueren como nosotros mismos.
Nuestro sufrimiento es un residuo o un diamante,
la lógica vencida de las cosas.
En la aniquilación hay luz, lo sé.
Y amor y comprensión en los demonios.
Recuerda el orbe entero nuestro olvido,
este mundo imperfecto que habitamos
más allá, sumergidos en toda perfección.
Plasmas un lienzo con la ruina de nuestras almas,
una densa pintura cuya alquimia es la tierra
y su nigredo el sufrimiento.
Los ángeles te asaltan, iluminan el libro
consagrado al dolor en que disputan
las criaturas sus dioses, sus venganzas.
No hay nada incomprensible en la belleza
del tiempo y su tortura.
La imagen caduca y perpetua
de la felicidad en un cruel sueño
del que somos fantasmas,
ignotos hacedores,
esclavos de una eterna mutación.
Hablas y sufres, nuestros cuerpos
terriblemente mezclan su violencia,
almas salvajes, dioses devorados.
Es preciso extraer
la piedra enajenada y la pintura
describe la inocencia del arcángel
ante aquel paraíso artificial.
Las manos de ese dios son instrumentos
febriles que adormecen
tu dolor, nuestro propio sacrificio,
el cáliz donde beben las criaturas
su mutua destrucción.
Desolado, incapaz de explicarte la belleza
si no viene en mi auxilio el pensamiento,
si el crisol que la engendra no me funde,
porque todo deseo es centro donde converge
la potencia de un dios, o de un demonio.
Sin poderme elevar sobre estas ruinas
espantado proclamo su esplendor.
Sin poder consumar el sacrificio
como un ángel rebelde, inútilmente.
Los dioses lanzan locos sus dados, y sus fauces
devoran alumbrando al inocente.
Como el fuego en que vibra el sufrimiento.
Sonido incomprensible de un lenguaje.
Pintura interminable del dolor.
Nos enzarzamos en el libro de Job, mientras el primer premiado se despide y se va con el sosiego y la sonrisa puesta que da la esquinita del Ruiz.
Pero lo sustituye Carmen Fron, que llega envuelta en un pañuelo y en una sonrisa, ajena a los revueltos de conciencia que provoca las inspiraciones, aunque a tiempo para afirmar lo que José María Herranz le sale desde dentro: “ el libro de Job es un diablo para los teólogos”. Estamos de acuerdo.
Y las inspiraciones siguen, esta vez en un elemento, el mar, la poesía dentro de la poesía. El mar es asombro, un mundo de pequeños universos, en el cual entramos y nos resarcimos y cada uno los interpreta a su manera, en cada intimidad; si se ve, disipa el miedo…. la tercera soñadora metió las palabras en una concha…
Una borda
Ehh…asómate por la borda
Sin cabos ni drizas,
Deja escorar tu vida
Empopa tu orgullo!!
Verás que las lubinas brillan
Bajo el naufragio de tus ojos.
Y otras se inspiran en la tierra, entre el arrumo de la vida y los fantasmas de la muerte……pero siempre con sueños por medio…otra soñadora, la cuarta, Carmen y otra premiada con este relato
LOBOS Y CORDEROS
“Orense es un enorme tazón cuyo barro son montañas que saben guardar el calor y el frío, los mayores secretos y las verdades absolutas, hasta que llega el tiempo de que corran los vientos”. Decía mi querido maestro.
……………………..
Y ahí llegaron todos a los que les fue posible, alumnos suyos, compañeros de trabajo, amigos que fueron para lo bueno y para lo malo, todos los que un día fuimos lobos y corderos, los que un día temimos ser degollados y los que luchamos hasta degollar, todos los que pudimos, otros muchos fueron los que le lloraron en la lejanía, nos juntamos en el cementerio cercano a la Torre para dale darle el último adiós a D. Florentino Domingo.
Eché un vistazo a mi alrededor y me di cuenta de que una nueva juventud comenzaba a despuntar. Parecía mentira dentro del hermetismo en el que trascurrieron tantos años que aquello fuese real. Sin embargo, poco a poco el avance se había producido. Todos los niños estaban escolarizados, o muy poquitos quedaban por escolarizar. Ya no se veía a críos pequeños llevar las vacas al monte, y la mayoría de los jóvenes seguían estudios, a menos que no quisieran por voluntad propia. Las mujeres comenzaban a abrirse paso en las Facultades y poco a poco comenzaban a caer trabas del pasado.
Y le dije en voz muy bajita a Florentino: “Comienza a llegar el tiempo en que corren los vientos. Se empieza a cumplir tu sueño”.
Después de las inspiraciones y sueños, Carmen y Ana tenían en ese momento calma, tranquilidad, sosiego, y agitación por no compartir esa mesita del Ruiz con los rascamaneros que esa tarde andarían soñando por otros lares. Nos fuimos a calentar las almas y a celebrar todos los premios con unos vinos.
Dejamos la esquina del Ruiz tranquila, con palabras flotando desde las inspiraciones, y los sueños vagando por las esquinas, con las migas esparcidas y impregnadas de poemas y relatos, todo preparadito para recibir la siguiente tertulia.
20 de diciembre de 2010
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