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domingo, 19 de octubre de 2008

1ª Jornada/II Año: Miércoles, 15 de octubre de 2008

... Unas fichas de Las Vegas


El 17 de octubre de 2007 iniciábamos la Tertulia del Galdós. Un año después, miércoles de nuevo, reanudamos por segundo año las reuniones en el café.

Esta Tertulia, que empezó reuniéndose en la Librería Amargord de Madrid, comienza su tercer año de vida. Y también comienza su segundo año de Bitácora.

Ya teníamos ganas de encontrarnos de nuevo. Lo decimos de palabra y también nuestros ojos lo expresan.

Rocío llegó la primera, allí estaba sentada en nuestra mesa con cara de decir ¿y no va a venir nadie más? cuando aparecí yo. En seguida apareció por la puerta Laura Nuño, luego Elena y Vicente, Ana y por fin Carmenfron. Siete.

No está mal para empezar a andar. Echamos de menos a algunos de los habituales; Aureliano, David, Sagrario, Adriana y Marina, Edu... que seguro irán dejándose caer por aquí.

La Tertulia se convierte en la primera hora casi en intercambio de experiencias: la asignatura que le han dejado a Laura de Psicología en septiembre y que le impide terminar la carrera, el cambio de trabajo de Carmenfron, Ana y su Galicia (y el trastero recién inundado por culpa de la lluvia y sus libros mojados), Elena y el paseo de Santander con la escultura de José Hierro y Vicente que nos pregunta a Rocío y a mi por San Francisco y por Kerouac y quiere saber a qué huele Nueva York.

Nos cuesta centrarnos. Porque hablamos de la intrahistoria, como dice Vicente, de las cosas pequeñas "¿Cómo son los bollos de Nueva York?", pregunta.
Admitimos todos que esas cosas son las que diferencian un viaje de otro.

He traido un regalo para cada uno: una ficha de ruleta de Las Vegas. Es un recuerdo y un deseo de buena suerte para todos, ¿por qué no?

Poco a poco entramos en la Literatura de la mano del cine, Ana (alguno más asiente) comenta que qué película más mala la última de Woody Allen (Vicky Cristina Barcelona). Pensamos que habrá que verla aunque sea para comprobarlo.

Durante la semana los periódicos han recogido las noticias de premios literarios: El nacional de narrativa a Millás por "El Mundo", el nacional de poesía a Joan Margarit (1938) por "Casa de misericordia". Esta misma noche se entregará el Planeta...

El premio de Margarit nos sirve de excusa para leerle en la Tertulia. Coincidimos en que nos gusta su Poesía. El propio Margarit ha declarado tras conocer su premio que la poesía es "el refugio donde cobijarse, tarde o temprano. Fuera de la poesía, la música o la filosofía, no hay nada".

Elige Elena el poema Erizo de mar de Margarit y nos lo lee:

ERIZO DE MAR

Bajo las aguas poco profundas de la costa
anclo mi coraza. No segrego ni nácar
ni perlas, la belleza no me importa,
enlutado guerrero que, con sus negras lanzas,
se oculta en una grieta de la roca.
Viajar es arriesgado pero a veces me muevo
- las espinas haciendo de muletas -
y, por torpe, las olas me revuelcan.
En el mar peligroso busco la roca
de donde no haya de moverme nunca.
En la armadura soy mi propio prisionero:
una prueba de cómo, si no hay riesgo,
la vida es un fracaso.
Afuera está la luz y canta el mar.
Dentro de mí la sombra: la seguridad.
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Yo elijo y leo dos más que también nos gustan:

AUTORRETRATO

De la guerra quedó el viejo capote
de un desertor sobre mi cama.
En la noche sentía el tacto áspero
de aquellos años, que no fueron
los más felices de mi vida.
Sin embargo, el pasado acaba siendo
fraternidad de lobos y melancolía
por un paisaje que falsea el tiempo.
Queda el amor -no la filosofía
que es igual que una ópera- y nada
de poeta maldito: tengo miedo
pero me apaño sin idealismo.
Las lágrimas a veces se deslizan
tras el cristal oscuro de las gafas.
La vida es un capote de desertor.

EL ORÁCULO

Eres tú cuando niño, con un cazo.
En el pequeño matadero, aguardas
a que te vendan sangre.
Hay, sobre el suelo de cemento, un banco
con las cabras tendidas en hilera,
balando, atadas y ofrecido el cuello.
Bajo una de ellas has dejado el cazo.
Es negra y suave. Con parsimonia, un hombre
armado de un punzón, la ha degollado.
Como ocurría en Delfos, el mensaje
del chorro rojo golpeando el cazo
con el mismo sonido que ahora escuchas,
fue difícil y oscuro, y has tardado
cuarenta años en interpretarlo.
Lo haces ahora, mientras meas sangre.
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Hay en esta Poesía mucho de Aureliano. Los dos poetas tienen en común el canto por lo perdido, los dos son poetas elegíacos.

No han faltado sobre la mesa los cafés con leche y las cervezas, el agua con gas, la merienda de Rocío. Pero hemos echado de menos a nuestra Lady Noise, está malita, nos dice Ana.

Y como unas cosas llevan a las otras (uno no sabe a veces muy bien por qué) de pronto planteo a lo compañeros la pregunta "¿Se puede ser escritor sin escribir?"

Parece que hay acuerdo salvo Vicente que defiende la postura de que podría ser que sí. Ser escritor puede ser una actitud vital. Pero la mayoría creemos que ser escritor implica haber escrito algo. Si no sería un narrador oral, un juglar... pero no un escritor.

¿Y poeta? ¿Se puede ser poeta sin escribir un poema? Aquí empieza a haber más dudas. Nos inclinamos más por la idea de que el poeta sí puede ser, más que el narrador, una actitud vital más clara.

El poeta, para los clásicos, era un demiurgo. Un creador, un intermediario de los dioses.

En fin.

En los últimos veinte minutos leemos nuestros textos. No podía fallarnos Carmenfron. Nos lee el relato "Las ninfas de la Atlántida". El mar, el mundo mágico de Carmenfron, un marinero que no escribe su bitácora sino poemas, los años de la guerra.

Leo yo luego un poema titulado "Harlem", que comienza:

Mañana cantarán de nuevo
voces negras en Harlem.


Elena nos trae un poema que nos regala impreso sobre la imagen de dos mujeres entre el cereal dorado que envié este verano como pauta de escritura. Su poema se titula "Miradlo" y empieza así:

Quema aún el suelo fértil
subiendo hasta la sangre.

Y Rocío, que ha escrito un cuento infantil que ha titulado "La hormiga que perdió su miga" y del que tan sólo nos da tiempo a escuchar el primer párrafo.

La semana próxima sin falta nos lo leerá completo.

Las ocho y media. Se nos pasó la tarde en un suspiro.
Me ha dado mucha alegría veros a todos de nuevo, os lo he dicho al irnos y ahora os lo repito. Lo necesitaba.

Igual que nos costó centrarnos al principio de la tarde, ahora en la calle nos cuesta separarnos, nos quedamos con ganas de más tertulia. Queda resonando en el oído la propuesta de deberes para el próximo día: "cada mañana mi madre partía un limón y lo dejaba abierto en la cocina".

El miércoles próximo nos volvemos a ver.

Javier Díaz Gil
19 de octubre de 2008

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