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martes, 20 de noviembre de 2007

5ª Jornada: Miércoles 14 de noviembre de 2007

Corriendo por los pasillos del Metro

La crónica de esta semana será un poco sui géneris ya que llegué tarde y me fui antes de que la tertulia tocase a su fin, pero lo que cuenta es participar, o eso dicen.

Llegué a las seis y media y ya estaban allí Javier, Rocío, Aureliano y Vicente. Estuvimos comentando los poemas de Lina Zerón. Javier recitó algunos y todos coincidimos en que tenía versos muy buenos pero caía demasiado a menudo en el vicio de los lugares comunes, estilo José Luis Perales, como dijo alguien bromeando.

Llegó Sagrario cuando estábamos en plena crítica, y pidió una tarta de chocolate que estaba buenísima, puedo atestiguarlo.

Javier estuvo contándonos sobre su viaje a Sao Paulo, y nos leyó su aforismo sobre el frío. Olvidé apuntarlo, pero decía algo así como “Habita el frío en la mirada de quien no ama”. Como buen aforismo, nos dejó a todos con la mirada perdida y expresión pensativa durante unos instantes. Tras Javier’s aforismo, le tocó el turno a Rocío, que leyó su nueva descripción de criatura urbana para el bestiario, y un relato sobre un niño que oye demasiados ruidos una noche… Personalmente me gustó mucho, aunque tuvimos un rato de disputa ya que Vicente señaló que al relato le faltaba reflejar cuáles eran los deseos del protagonista, mientras que otros opinábamos que no siempre en un relato ha de quedar expreso qué es lo que el protagonista quiere o pretende conseguir.

Tras esto, Vicente nos leyó un relato de un narrador cuyo nombre no apunté, y por tanto no recuerdo. Al principio parecía un relato bellamente escrito aunque sosainas, pero llegados a un punto viró de dirección y culminó con un final poco menos que sorprendente.

Sagrario nos enseñó una especie de aforismo que había encontrado escrito en un graffiti callejero, y que decía algo así como (perdón, perdón…sé que debería haberme apuntado bien todas estas cosas para poder citarlas con exactitud) “Sólo los peces muertos siguen la corriente”. Me pareció muy cierto y me recordó a un amigo mío, que nunca sube ni baja por las escaleras mecánicas porque se siente una oveja del sistema-rebaño sin capacidad de movimiento (y esto último lo escribo porque a mí me han contado que cuando escribes tu cuaderno de Bitácora puedes hablar hasta de la canción que te rondaba mientras caminabas hacia la tertulia, ala).

Aureliano, que debía marcharse antes de las ocho, nos recitó dos poemas que nos dieron qué pensar. Personalmente me gustaron mucho, en especial el segundo, que era bastante original y tenía de título “Invierno”, lo digo por si tenéis ocasión de pedirle que os lo muestre.

Y luego me tocó el turno a mí, que leí dos poemas monotemáticos y de los que no voy a dar mi opinión porque no es cosa de ponerse a una por las nubes, ja, ja…

Cuando terminamos de hacer a mis poemas pasar por la ITV, tuve que irme muy rápido pues llegaba tarde a otros asuntos, pero les dejé una revista literaria que tiene un poema de una tal Lucía Aldao que está siendo mi fuente de inspiración desde hace ya varias semanas. No sé si les gustaría, eso ya tendrán que decirlo ellos…En cualquier caso me hubiese encantado tener tiempo de quedarme y leérselo y comprobar si esos versos ejercían sobre los demás el mismo efecto que ejercen sobre mí. En fín.

Y esto fue todo. Como siempre, se echó en falta a todos los que no estuvieron, cuyos nombres no voy a ponerme a citar porque cada uno sabe si estuvo o dejó de estar.

Como voy a mi bola, creo (y enfatizo el CREO) que los deberes para la próxima semana eran escribir algo teniendo en cuenta dos imágenes: una ventana abierta y una mesa con mantel; pero no recuerdo qué nuevo espécimen hay que describir para el bestiario urbano.

Y aquí acaba el cuaderno de Bitácora de esta semana. Siento no haber sido tan literaria ni entrañable como mis predecesores, pero es que hoy no tengo día literario, hoy tengo día de ecuaciones matriciales y de “mierda, por qué después de cuatro páginas y media de operaciones mortales llego a la conclusión idiota de que 0+0=6”.

Aún así, aprovecharé para decir que me encantan los miércoles, que me levanto más contenta ante la perspectiva de ir a tertuliear, y que incluso los días en que no puedo ir me gusta pensar que estáis todos ahí discutiendo acerca de protagonistas sin deseos o erotismo en la poesía o versos con mensajes ocultos del subconsciente.

Podría verse como que la tertulia es mi vía de escape para salir de tanto numerajo, pero no es cierto…No sé si a los demás os pasará, pero mi semana de lunes a viernes está estructurada en torno a esas dos horitas en el Café Galdós, y cambio compromisos y muevo fechas y corro por los pasillos del metro para conseguir llegar, para no perdérmelas…

Creo que molamos mucho (sí, molamos, qué pasa…al fin y al cabo soy una adolescente) por haber conseguido crear poco a poco un núcleo tan acogedor, y que se echa tanto en falta en los veranos o en las épocas de cosas urgentes que no dejan tiempo para lo importante…

Adriana García-Rama Ocaña

18 noviembre 2007

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