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sábado, 21 de enero de 2023

9ª Jornada/XVI año: Miércoles, 18 de enero de 2023

 

Volver en enero



Por la superficie de Madrid caminan los que van a trabajar y los que vienen de clase, por la superficie están los turistas que visitan el centro y los sintecho que hacen fila en la plaza de Ópera. Pero en su vientre, resistiendo el paso del tiempo como los cercanos viajes del agua, sorteando aparcamientos subterráneos y las más antiguas estaciones y vías del metro, navegamos los Rascamanes, que con un cuaderno de bitácora y una brújula invisible soñamos con llegar adonde cantan las sirenas.


No nos parecemos en nada, y sin embargo remamos todos a una si se trata de juntar palabras. Quizá a todos en algún momento se nos quedó clavada una letra en la garganta, o todos sentimos en las yemas de los dedos ese hormigueo característico de quienes dicen que no tienen más remedio que escribir. ¿Quién sabe? 


El caso es que cada enero, tras la Navidad, volvemos. Incluso desde fuera de Madrid, para juntarnos con los nuestros, volvemos. Y como niños revoltosos e inquietos no callamos, y queremos saludar a todos y preguntarles y abrazarnos tanto que no hay campanilla ni “por favor” de Javier que consiga silenciarnos. 


El 18 de enero del 23 no fue una excepción. Llegaron desde el Mediterráneo y desde Extremadura, llegaron desde el norte y el sur de Madrid a esa isla llamada Traviata donde la alegría era contagiosa, los reencuentros son mágicos y los miércoles de tertulia son lugares con vistas al mar.


19 bucaneros o 19 náufragos. 19 valientes que desafían al día más frío. Aure, Javier, José Antonio, Mariana, León, Carmen, Cinta, Joselyn, Omega, David, Juan Antonio María, Susana, Lola y Eduardo, Carlos Ceballos, Paloma, Anagonz y Rocío que lanzó dentro de una botella este mensaje al océano de las bitácoras. 


Quien no estuvo allí, como quien no probó el amor, no sabrá nunca lo que leímos. Es el secreto que se guarda para los que disfrutan de la presencia, de la palabra recitada engarzada con silencios sonoros. El mismo secreto de los que disfrutan del “estoy aquí”, del “contigo”, del “juntos”. Pero basta decir que las olas trajeron poemas, relatos y hasta una carta de amor. Hubo un plan para abordar otra aventura literaria cuando llegue el buen tiempo y un turno ágil de lectura, hubo palabras certeras, inspiración y dicen que hasta nivel en lo que se leyó. Tampoco importa tanto. Lo importante fue estar, sentirse parte de algo que sobrevive a la rutina, las tempestades personales y el paso del tiempo.


Después algunos, aun no estando castigados, se fueron a la cama sin cenar. Y allí sobre las cabezas de los que quedamos flotaron las conversaciones distendidas y los platos ricos. Allí brindamos e hicimos fotografías, cada vez más ebrios de risas y encuentros. Allí nos repartimos regalos y cantamos el bimbó. 


¿Qué viejos somos verdad? Dijo quién estaba a mi lado. Y yo sonreí y pensé: Supongo.  Pero también qué felices.


Ayer, 18 de enero, encontramos aquel tesoro que buscaban los piratas. Qué suerte.




Rocío Díaz Gómez
19 de enero de 2023

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