El nudo del día siete
Y aquí está el nudo gordiano,
delante de miradas que disecan,
delante de mi conciencia.
No hay espada mágnum para cortarlo,
deshacerle imposible.
Queda sólo añadirle misterio.
Empezó aquella tarde de siete de junio, cuando los pensamientos alzaban niebla
y las palabras jugaban al escondite sobre la mesa grande.
La frente más alta cogió y levantó por los aires la palabra, el guante y mi nombre.
Con sonrisa engañosa dejo todo suspendido, esperando recoger los frutos del campo.
Miro la mezcla haciendo un giro curioso para caer como un trueno sobre la mesa...
Asumo con inocencia la belleza del momento y levanto inconsciente el guante,
sin intuir su peso.
Luego vi miradas inciertas, dudosas, curiosas incluso esperanzadoras
porque hay Alma y Rocío, Aureas, dragonteas, Davideas, dulcineas, Leones, Pintas, Arroyos, Celias buscando dentro de la hieroglifa grande, Ana y Briones con ojos penetrantes, Vicente, del uno en la vida, un Ismael de los Istambules y todos Primitivos y caníbalo-feridez por morder “carne y alma a la vez”.
En este paisaje el sol ilumina solo la palabra dejando al cerebro disfrutar. Interviene Lorca muchas veces sin necesidad de presentarse, dejando su aire meditativo sobre nuestros intentos .
Hay literatura si esta Lorca en su silla ante reservada y Confucio en la cabeza.
Por eso estoy aquí
con el nudo delante
como pueblo,
sin saber por dónde cruzar
para llegar a la bitácora.
25 de junio de 2017
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