Venecia destilada en ondas poéticas.
Nadábamos en
nuestra Venecia particular y transformándose en sus canales, -un susurro indeleble de la
verdad-, ya llegando a las orillas de la Literatura, cada uno cogió su lugar: Amelia, cual Marco Polo,
marchaba con su compañero Omar a viajes orientales, Omega leyó sobre guantes, los cuales tenían
diferentes dueños, imaginarias historias poéticas con títulos como “El cetrero”, “Perdida” y “Parte de ti” y
situándonos en el Puente de los Suspiros con reminiscencias de las prisiones de Piombi, esa Venecia de Giacomo
Casanova , esas mascaras de Carnaval.
Ya arribando a la Basílica de San Marcos, con corazón contrito y benévolo, Paco nos deleitó con su poema
“Oda al marginado”, frases como éstas: Este hombre espera al borde del camino, Con paciencia de piedra dolorida.
Juan Antonio rema en su góndola, cual gondolero nos canta
“Guantes en crecendo”,”Los guantes
guardan presos esas manos", “Tan libres tocan el piano”. Esos ecos de
Chopin , esa libertad de alma.
Javier deja su huella a un camino hacia el Palazzo
Ducale con las aguas profundas de Federico García Lorca, título: "Paisaje de la multitud que orina”, No hay
remedio para el velero japonés, Quedamos solos y solas aguardando el quitasol.
Si, todos al unísono exclamábamos es “un monstruo“ de imágenes, pergaminos,
sueños, onírico de hiedra de luna, de sonámbulo en crepúsculo marino.
Seguimos con la fascinación del que corre tras su senda interior, con
otro titulo: “Paisaje de la multitud que vomita” La mujer gorda vuelve al revés al pulpo de pergamino.
Javier leía con dulce congoja, un hombre que supera todo, y el espíritu que inunda
el universo.
Poetas, soñad con vuestros tronos propios, en sus costuras rápidas
de ellas sale la poesía más excelsa, el último poema del maestro Lorca era del año 1929.
Aure trae poemas para su nuevo poemario: “Orilla”, ¿Hay algo más desolador que despertar en la orilla y no encontrar a nadie?, Trajo el mar otros cadáveres y el tuyo, no con un final “Vencido “
Las calles venecianas que nos regalaba Aure erar un marco
inolvidable de otras épocas y otras nebulosas.
Rocío, camina que camina, nos hallamos frente a la
Biblioteca de San Marcos con un relato de viajes destinado a “Nunca coincidir “,el aura que le daba
era único y todos conocíamos esa historia.
Miguel cantaba canciones de tiempos pasados de Charlie
García e Iribarren .
“Retrato
de un adolescente”, “Tormenta de verano”, trovador que
memoriza bastante sus cantos de expresión oral en medio de esa plaza veneciana.
Nuestro San Jorge se marcha para luchar con su Dragón,
pero ¿Quién no es caballero o guerrero que lucha contra su dragón azulado?
Vicente nos traía su obra de teatro como si nos trasladara a esos teatrillos de Venecia dieciochesca con su chascarrillo burlón en el Teatro San Moisės.
“Azufre
azul”, se convirtieron los poetas en diestros actores, Inspector y Matías, ejemplo de ligereza.
Después de aquel fluido que nos
acompañaba en nuestros recitales poéticos, dejándonos llevar por sus aguas venecianas,
de esa gota que cae en sus aguas, en sus canales con las ondas que expande su
sonidos reverberantes entre nuestros versos, relatos y obras dramáticos, nos
envuelve el agua de nuestras ánimas.
Omega Escribano
31 de mayo de 2017
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