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martes, 23 de junio de 2015

35ª Jornada/VIII año: Miércoles, 17 de junio de 2015


Medio soñoliento...

La tertulia-taller de Rascamán se inicia con cinco tertulianos. Dándole tranquilidad y sosiego, el jefe manda a uno de los cinco, que le ha tocado la Bitácora. Y este personaje en su flojera acepta. Y se examina. Y piensa que será debido al cambio de temperatura, ya que ésta ha subido en un solo día diez grados. Y sigue dándole al coco. ¿Será el motivo por el que solo somos cinco? Caída la tarde lo comprobaré. Cuando Javier le saca de la musaraña. Rocío está de vacaciones. Adónde, contesta medio soñoliento: en Almería, al cabo de Gata. Y le vuelan los recuerdos: playa Genoveses, playa del Monsul, calas muy pequeñas, solitarias y de difícil acceso pero con unas dunas que dan ganas de disfrutarlas rodando por ellas. Y sigue ensimismado: chumberas, pitas, espartos, crater de volcán apagado, Pozo del Fraile. Y se le sube la calentura, acordándose, que cerca del pozo en tiempos ha, hubo un crimen, que Lorca lo transforma en una obra de teatro. A esto, Javier se vuelve a pronunciar y le despierta. Nos quiere leer un capítulo de una novela de Javier Cercas que está basada en un personaje que vive una vida ficticia. Y según explica Javier, el novelista le da al personaje el trato que dan los psiquiatras al personaje Narciso. Y entre la subida de la temperatura y solo cinco tertulianos, los comentarios se desarrollan bajo el signo de la bajada de tensión, muy sosegados.
El jefe toca la campanilla. Y manda a León, al Señor de Albacete,  que nos obsequie con  su trabajo. Y nos muestra un capítulo de su novela: Las huellas de Al Andalus. Original al enmarcarla en los pueblos viejos que aún conservan tanto las huellas arquitectónicas, como la placidez de sus habitantes. Por lo que el capítulo está nutrido entre lo cromático: cal, macetas, luz, aire libre, regado con buen vino de mosto. Imprimiendo en la tal narración tal movimiento de armonía que le da como resultado un toque de magia.
Al ir cayendo la tarde, van viniendo más tertulianos. Estos ya menos apagados, más animosos. El jefe invita a que Paco lea. Y presenta unos poemas en tankas, sobre Francisco de Asís. Y uno de los recién entrados, con ese aire de nueva fuerza, salta, que no le gustan. El autor, como sigue con su baja tensión, ni se defiende. Pero León, en su gota mística, le contesta que está en la línea de San Juan de la Cruz. Que al igual, Francisco de Asís es místico. Y el autor comprende en su somnolencia, que a cada concepción y tema le corresponde su lenguaje.
Alberto nos lee una carta entre vecinos. Y la carta, tanto a los primeros llegados como a los últimos que se van sumando les agrada. Al ser un maestro en matizaciones, todos las digieren muy bien. Hay unanimidad.  
Javier, no trae un trabajo suyo. Pero nos lee unos poemas breves de una revista. Que a todos agradan.
Isa nos comunica su amor al norte, a sus ancestros, llenos de nostalgia y de luz. Y cómo su obra generalmente está basada en el amor. Nos presenta un poema de Miguel Hernández en la tal línea.
Siguen llegando más tertulianos y estos ya con subida de tonos, fuertes, como si hubieran merendado. Y Alberto, cantautor, nos lee unos poemas de su último poemario. Y más o menos una mayoría le pide que el próximo día traiga la guitarra. Pero como era de los últimos en venir a la tertulia, trae la fuerza de cantarnos algunos versos de una canción.
David no trae nada, pero tiene ganas de explayarse y nos cuenta del último recital. Aquí el autor, de la Bitácora al seguir con su bajada de tensión, se calla. Pero recuerda el recital que hizo David el año anterior, de antológico.
Amelia que ha llegado a hora tardía, con subida voz manifiesta: quiere irse pronto, y le dan la vez. Nos lee unos poemitas de un poemario que está haciendo, sobre el complejo de Edipo. Y los de hoy, Edipo busca a Layo, cuando ya lo había matado. Por lo que refleja un drama de tonos surrealistas.
Andrés París nos lee un poema cortito, sobre el eterno retorno. Y otro a estilo ritornelo con toques escénicos. Y ya como la tarde estaba caída y con la temperatura bajada y los cuerpos por tanto equilibrados hubo una tangana de todos contra el joven Andrés por su escenificación. Un joven fuerte que no se amilana. Y si no es por los turnos y la hora, aún seguiría el acto repetitivamente. Algo cansino para el que aún le subsistía la bajada de tensión.
Leo nos lee una narrativa aún esbozada. Y ella asienta ese criterio. Aunque le alabaron la idea.
Se termina la lectura con la presentación de un escrito de María Jesús. Escrito de una alegoría digital. Conocedora de la técnica, aplica muy acorde el lenguaje.
Como faltaban unos minutos para la hora, y normalizados los cuerpos, se quedan de pie y charlando con fuerza, como se muestra el idioma castellano. Y el autor de la Bitácora, como sigue en el mismo estado, le molesta ese hablar y se escabulle sin despedidas.


Francisco Fenoy
22 de junio de 2015

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