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miércoles, 28 de diciembre de 2011

9ª Jornada/V Año: Miércoles, 21 de diciembre de 2011


Y Dios bajó a la Tertulia y habitó entre nosotros...


1. Javier Díaz Gil:
Hoy miércoles está de nuevo ocupada la Granja, la zona del Ruiz donde nos reunimos. Pero ya nos lo avisó la camarera y nos reservó la esquinita del café para nosotros. Hay una presentación de un libro de una novelista cubana promovida por la otra Tertulia Literaria. ellos se reunían antes los martes pero cambiaron a los miércoles y coinciden con nosotros ahora.

No hay demasiada gente en el café, quizá las últimas compras previas a la Navidad tengan la culpa.
Hoy ha sido una Tertulia pelín terapia de grupo.
Y el grupo de terapia lo han compuesto: Javier, Rocío, Juan Antonio, León, Elena, David, Celeste, Mª Antonia, Carmenfron, Paloma, Vicente y María Juristo.

Celeste nos confiesa que ha regresado de Torrevieja después de tocar fondo anímicamente, pero ya se encuentra mejor.
Afortunadamente las malas se alternan con las buenas noticias. El hijo que espera David es una niña. Se llamará Nieves.
Leo el poema “Necesidad del interlocutor”, el título hace referencia a la correspondencia entre Carmen Martín Gaite y Juan Benet, libro publicado recientemente y en el que ambos hablan de este tema.
Mª Antonia, en su línea de sensualidad, nos trae el poema “Te juro que voy a…”

Se nos ocurre que si muere un poeta ¿se convierte en “cadáver exquisito”?

Juan Antonio ha corregido el relato “Mentiras” con las indicaciones de hace un par de semanas. Ha mejorado, ya lo creo. Junto a este, ha traído un relato navideño con mucha ironía: “El descanso de Papá Noel”.
Paloma, que viene disgustada (día de terapia, insisto) afirma que “la dignidad y la belleza son lo más difícil e restablecer”.
Paloma nos lee un poema que quiere sea el que vaya a la Antología de la Tertulia, libro que publicará “Poeta de Cabra”.
“Hay gente que cuenta versos y otros que cuentan dinero”, afirma taxativo David.
Turno de Celeste, que nos lee un poema (ha mejorado mucho su poesía) titulado “Libertad incondicional”.
León nos recita su poema “Berlín” y nos transmite sabiamente el calor y el frío.
Carmenfron nos cuenta (nos lo había adelantado esta mañana en un email) que la víctima de violencia machista de este fin de semana en Villaverde Alto era amiga suya. Una mujer muerta por su expareja, que esta vez tiene rostro y nos afecta. No es un nombre más en los periódico.
Nos deja sobrecogidos.

María Juristo ha traído un poema que habla de esa violencia con versos  así: “como un velo oscuro”.
Para compensar, nos lee un cuento antinavideño en el que una profesora intenta explicar la Navidad a sus pequeños alumnos y desiste.

Vicente, el nuevo Vicente, nos lee un comentario que ha preparado sobre la novela de José Luis Sampedro, “La sonrisa etrusca”.

Salen los miembros de la otra Tertulia de la presentación del libro. Hablamos de hacer alguna actividad conjunta. La coordina Justo.
Vamos cerrando los cuadernos, con los corazones y los ánimos más dispuestos.
Tenemos cena de “amigo invisible” en el restaurante de Roberto, La Casona de Malasaña y tenemos que pasarlo bien.
Este grupo puede hacer terapia porque somos amigos y nos comprendemos.
Rascamán es Literatura y refugio.

Javier Díaz Gil
28 de diciembre de 2011


2. David Lerma Martínez:
Hola, buenas, me llamo Dios, venía a conocer personalmente la tertulia, ¿puedo sentarme...?, me soltó de corrido. Traté de ser amable con Él: claro, respondí, aquí no cerramos la puerta a nadie, tome Usted asiento. Me sabía mal tutearle. Esta no es la mesa que solemos ocupar habitualmente, le expliqué, estoy solo pero mis compañeros no tardarán en venir. No se preocupe, uno siempre está solo, sentenció Él. Yo también había quedado con un amigo para venir, aunque ya no sé si aparecerá. Se llama Diablo.

Para romper el silencio de la espera le pregunté a Dios: y Usted, ¿escribe? Antes sí. Y ¿qué escribía, si puede saberse? Poesía, me reveló, aunque todos me decían que mis poemas sonaban a plegarias. Actualmente no escribo ni un renglón, añadió, ando muy liado, hay mucho hijoputa suelto por ahí, ¿sabe?, yo no puedo con todos, no doy abasto, más ahora con las Navidades; de todas formas los reglones me iban a salir torcidos. Luego dicen de la crisis, pero algunos no paramos, comenté yo para darle coba y hacerme el gracioso. No contestó. Sólo se puso muy serio. Enseguida llegaron los demás: Rocío, Javier, Juan Antonio, León, Elena, Celeste, David, Paloma, Carmenfron, María Juristo, Vicente...

¡Y Diablo sin venir!, se quejó el Nuevo por lo bajo.
El primero que leyó fue Javier. Su bello poema terminaba con los versos Pensar en todo esto y / que me escuches. El Nuevo dio un respingo en el asiento contiguo: no descarto que se hubiera sentido aludido. Aún se removió más tras escuchar los versos del segundo interviniente, María Antonia Copado: Te juro que montaré en tus caderas / y como potro desbocado te destrozaré / el miembro enhiesto. Me pareció que El Último En LLegar se atragantaba con una patata frita. El siguiente fue Juan Antonio. Sus versos no incomodaron más al Nuevo (Que sigas en la espuma de las olas / Que no pases al fondo de los mares), pero sí el relato antinavideño que leyó a continuación, en el que ironizaba sobre una supuesta mala relación entre los tres Reyes Magos. El Nuevo se agitó como si sufriera un acceso. Más todavía, cuando uno de los presentes comparó a los poetas con los profetas, en su calidad de intermediarios entre los dioses y los mortales. ¡Estése quieto, por favor!, le tuve que suplicar a mi divino vecino de asiento. Es que no me habían dicho que eran ustedes irreverentes y un poco marranos, justificó. Se ve que no conocen el Amor...
¡Ah, el amor! ¡No me hable Usted del Amor!, exclamó Paloma. El amor es una mierda, arguyó la compañera entre lágrimas. Todos la miramos y entonces Dios empleó con ella su voz más ultraterrena: pero hija, dijo, no olvides que el Amor ha hecho aumentar vuestra especie, gracias a él ya vais por siete mil millones. Yo sólo buscaba la Dignidad y la Belleza, le replicó Paloma, gitana y princesa, y el Amor me niega ambas. Bueno, bueno, terció Javier dispuesto a terminar con el debate. Dejemos a la poeta que recite sus versos. Así pues, Paloma recitó sus versos: Todo esto es una trivialidad que pesa / por fin la arena está caliente / el reflejo del mar ha dicho fuego. 

Fuego... masculló el Nuevo entre dientes. Eso me recuerda que mi compadre Diablo sigue sin aparecer...
Después, le tocó el turno a Celeste. Celeste leyó un poema titulado "Libertad Condicional", que hablaba de los lazos que nos unen/desunen a las personas. ¡Celeste!, repitió el Creador a mi lado: ¡es mi color favorito! Celeste no es un color, le corregí; bueno, sí lo es, pero en este caso, no: es el nombre poético de Pepita Lamas, no se quede en la superficie de las cosas, le recomendé al Nuevo, profundice, hombre, perdón, Dios. Lo sé, lo sé, no hace falta que me lo diga, rezongó el Omnisciente, sepa usted que muchos críticos han catalogado mi obra de celestial.
El lector número seis fue León, quien se presentó ante todos y por tanto ante Dios como "Presidente de la República de las humildes cuatro letras". ¿Pero qué dice este tío?, me consultó el Glorioso entre susurros. ¡Shsss! ¡Cállese!, no pude por menos que espetarle, ¡y, por una vez, escuche lo que le dicen! Tras León leyó Vicente un comentario de "La sonrisa etrusca", de José Luis Sampedro, en el que analizada las tramas argumentales y los personajes protagonistas de la novela. Vi al Todopoderoso poner cara de póker. Por fin, tomó la palabra María Juristo. La autora de la novela "Las falsas lágrimas de la Gioconda" leyó un poema sobre la violencia de género, que contenía los siguientes versos: Lucífera en la noche de los tiempos / poderosa raíz de lo profundo / soberana deidad de lo creado. "Lucífera", no "Lucifer", no se confunda, le aclaré a mi beatífico vecino de sitio, quien ya había empezado a removerse otra vez como si sufriese un segundo acceso. Seguidamente, María leyó un cuento antinavideño, tras el cual, mi vecino estalló: ¡Ya no aguanto más...! ¡El que no aguanta más soy yo!, le contesté, para después chillarle: Mire, imagino que en los tiempos que corren el teléfono móvil de Diablo estará que arde. Pero hágame este favor: ¡llámele y dígale que venga inmediatamente a buscarle!.

Diablo no va venir, aseguró Él. Ese siempre me hace quedar mal.
La sesión terminó y mientras nos dirigíamos a la salida Dios me preguntó: ¿puedo venir la semana que viene?. Ya le dije que en esta tertulia no cerramos las puertas a nadie, me reiteré un poco desabrido. Bueno, amigo, pues hasta el miércoles que viene, se despidió Él. Vale, adiós, le dije a Dios, aunque sonase redundante.

Así fue como Dios nos dejó y los Rascamanianos presentes nos fuimos todos juntos y sin Él a cenar al restaurante "La Casona de Malasaña", propiedad de Roberto, otro ilustre rascamaniano, donde cometimos el pecado de la gula, dando buena cuenta de una exquisita cena regada con vino, e invocamos al Maligno para que nos guardase la salud durante muchos, muchos miércoles más. 

David Lerma Martínez
8 de enero de 2012

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