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domingo, 7 de noviembre de 2010

5ª Jornada/IV Año: Miércoles, 3 de noviembre de 2010

una meriendita con bizcocho y todo...

Ay Mari, que por fin el otro día me decidí y me fui a una de esas tertulias que hay por Madrid. Hija qué apuro que pasé, porque llego y no había nadie. Y claro yo había leído que era desde las seis, pero allí a las seis ni el apuntador. Y las seis y cinco y a las seis y diez... Y chica ni el gato. Yo le preguntaba a la camarera, y ella que sí, que sí, me juraba y perjuraba la muchacha que sí que venían. Pero yo ya con un apuro, pensando ¡ay madre! a ver si esto va a ser esto uno de esos programas de la cámara escondida y me veo pasado mañana en la tele con una cara de panoli que ni te cuento... Que fíjate tú hasta lo que pensaba. Pero al final allí que fueron llegando. Más raros Mari, más raros que un perro verde... Espera que te cuento.

La primera que llegó una tal Rocío, que lo primero que hizo fue pedirse una meriendita con bizcocho y todo, que no veas cómo se cuidan estos tertulianos. Y la camarera, la camarera tenías que haberla visto las fiestas que la hizo cuando dijo que esta vez sí, que esta vez sí que quería bizcocho. Y claro yo me pregunté pero la tertulia era de libros o de comidas... Porque claro una alegría con el bollo en cuestión que yo no me explicaba. Total que la camarera al final trajo la meriendita con una sonrisa de oreja a oreja y una cara de ser amigas de toda la vida... Y yo miraba a esta chica, a Rocío, y miraba el bizcocho, y no te creas que no me daban ganas de pedirme yo otro, pero pensé que menudo plan hubiera sido ponerme yo a comer y que luego me dijeran que leyera y fíjate tú con la boca llena... Imagínate, allí saliéndome disparados los versos entre migas... El apuro tan grande, pero tan grande, que iba a pasar. Que ya es bastante ser la nueva, que quieras que no se fijarán en ti, porque cómo los demás ya se conocen del derecho y del revés, pues a ver a quién van a mirar, a la nueva... Como si lo estuviera viendo. Total que no me decidí y me contenté con esperar sin nada en el cuerpo a que llegaran los demás.

Y llegó una señora muy amable, que se llamaba María y que saludó a esta primera y ahí las tienes, tan contentas las dos, que se pusieron a charlar tan ricamente. No desde luego, tertuliar, tertuliar, tertulian... pensaba yo para mis adentros, pero sin decir ni mu claro, Dios me libre... Y luego casi a continuación llegó un chico, bien de raro, muy acelerado que creo que se llamaba Vicente que confesó allí mismo que lo suyo hubiera sido estudiar psiquiatría. Y María le decía: Pues estás a tiempo... Y él, no, no... Y en esto que llegó un tal Javier, que vino diciendo que ya había avisado de que tenía un curso... Creo que este es el coordinador. Creo. Y dejaron de hablar de eso.

En fin... y que poco a poco ya íbamos siendo unos poquitos. Pero no te creas Mari que de lo de leer y escribir nada, que de eso chica no hablaban, que vaya si les costó arrancar... Hasta que ya por fin María les recitó un poema de memoria. ¡De memoria! Mari que lo recitó. Madre mía los sudores que me entraron de verla, que yo pensaba ¡anda que como me dijeran a mí que lo tengo que recitar de memoria! Apañada iba... Y menudo espectáculo. Me muero. Mari que yo no me los sé, que yo los leo, pero sabérmelos así de memorieta, un verso detrás de otro... Chica como que no, que me pongo atacadita, y empiezo a tartamudear y se me enredan las palabras con la lengua, y la lengua con las palabras, y vamos que el espectáculo que puedo dar... ni te cuento. Y qué además que no hay necesidad, digo yo. ¿No te parece Mari? Y en estas estaba yo sufriendo por dentro de pensar que si me tocara a mí me iba a morir a chorros, me moriría seguro, pero ellos no te creas, tan panchos, a lo suyo, ahí hilvanando un tema con otro y este con otro, pero vamos que conversación no les faltaba... Que el tal Javier ahí diciéndole que qué paradójico el poema María, esa forma de ver la muerte en lo bello... ¡Unas cosas que le decía! Cuando de pronto el tal Vicente se poner a hablar con Rocío sobre si es lo mismo: Reanudar que Reiniciar... Échale... Y un discurso con eso... Que si a menudo se dice mal, porque es una palabra derivada desde un punto de vista morfológico, que puede ser un prefijo más un verbo o un prefijo más un sustantivo... Y la biblia en verso Mari, la biblia en verso. Que yo ya no sabía a quién atender. Si a lo que decían del poema o a lo que decían de esas palabras y el partido de fútbol que se reanudaba y no se reiniciaba... Que desde luego la que se iba a reiniciar era yo, porque entre unas cosas y otras yo me estaba poniendo ya malita, pero malita de acostarme, que a lo mejor lo de buscar una tertulia no había sido tan buena idea y hubiera estado más contenta en casa haciendo cualquier cosa pero sin necesidad de que nadie me pusiera en evidencia o la cabeza como un bombo ¿no crees Mari? Sí hija, sí, mientras yo ahí venga a pensar y a pensar pero no te creas, que ellos, ni enterarse...

Cuando yo no se por qué Mari comenzaron a hablar de un libro “Inés y la alegría” y de esta autora, Almudena Grandes. Y que si Almudena sí, que si Almudena no. Que lo único que me gusta es su ideología, pues a mí me está gustando mucho, que normalmente ahora todos los libros hablan de la guerra civil, que si ya es un tema recurrente... Chica que dale que te pego con la guerra civil y con Hitler y con Franco y los sociópatas... Y otra vez que yo ya no sabía si la tertulia era de comidas o era de política o de qué narices era... Porque Mari a mí es que me tenían descolocaíta... descolocaíta perdida. Y hasta que por fin este chico, Vicente, hija sí los nombres no veas si me los aprendí bien, es que tampoco eran tantos... Bueno pues este chico habló de un libro que parece ser que es muy importante. Aquí lo tengo yo muy bien apuntaíto. Que por fin pude sacar el bolígrafo y escribir algo Mari, que veía que me venía a casa malita de acostarme pero sin estrenar el cuaderno, después de la carrera que me había dado a comprármelo...

El arpa de hierba” de Truman Capote. Bueno ya si te digo la verdad, no sé ni si lo apunté bien, porque este chico como habla tan deprisa, y dice tantas cosas, pues ya no sé... Creo que era a cuento del sonido del viento sobre la hierba. Creo que sí, a mí chica eso me sonó tan bonito, tan requetebonito, que aquí también que me lo apunté. Y luego habló de otro libro también de ese Truman, que debió ser una buena pieza por lo que decían, que dejó sin terminar: “Plegarias nosequé” porque chica ahora resulta que lo apunté tan deprisa que ni me entiendo la letra. Algo de derrotada o derramadas o derronosequé... Bueno ya me enteraré y te lo digo. Porque a todo esto, el chico seguía diciendo unas cosas... hija que qué difícil era seguirle... Porque mira, mira también lo que me apunté: “Se derraman más lágrimas por los deseos cumplidos que por los no cumplidos”. Que éste me lo he apuntado muy bien apuntaíto porque al primer reproche que me haga mi Juan por algo, ahí que me planto yo delante de él y se lo zasco: “Se derraman más lágrimas por los deseos cumplidos Juan, que por los no cumplidos” así mismo que se lo voy a decir, c por b, y ya verás, ya verás, como al menos le tengo calladito toda la tarde... Que me lo estoy imaginando Mari, me lo estoy imaginando: Ahí me tienes a mí diciéndoselo y a él mirándome con ojos de besugo frito, pegándosele la lengua al paladar, dándose media vuelta y otra vez al sillón a ver la tele y tan contentos los dos toda la tarde...

En esto que había llegado otra señora a la tertulia, una que se llamaba Carmen, CarmenFron decían, que no me preguntes de qué viene porque ni idea, aunque te digo que con este lío que hay ahora con los apellidos, chica, cualquier cosa... Vete tú a saber...

Cuando de pronto va el tal Javier y pregunta al aire: ¿Qué es mejor quedarse o irse? Madre mía... Mari... que otra vez yo no sabía de qué iba eso... Porque mientras decían libros y autores y libros pues yo con apuntar lo tenía solucionao... Pero así ya una pregunta tan directa y tan difícil... Pues hija que yo no sabía ni qué contestar... ¿Pero qué clase de tertulia es esta? Que hablan de esas cosas tan raras... Casi prefería que hubieran seguido hablando de la guerra civil, al menos me suena... Y ahí que llegó otra muchacha, la última que vino: Celia.

Pero entretenida la tertulia esa, entretenida, vaya si era Mari, que fue llegar esta muchacha y ponerse todos a hablar que si de las antigüedades, que si los dobladillos que mal los hacen en Zara, que si uno se agarra a los objetos por agarrarse a algo... Y claro hija yo tan pronto estaba en mi salsa con eso de Zara que ya iba yo a meter baza, cuando de pronto me estaban hablando de que si lo importante era la felicidad y que si algo te hace feliz pues adelante... Y claro ya una pues se quedaba cortada porque ya otra vez la tertulia subía a las lámparas y yo hija a esos niveles... pues como que me pierdo y me da vértigo y más siendo la nueva. Ya me comprendes ¿no? Lo que te quiero decir...

Después aquella del apellido extraño, CarmenFron, leyó un relato más extraño aún que su apellido: “Hospital de muñecas”. Hija, una grima que daba el relato... Pero una grima de ni te menees. Comenzaba así: “No sabía cómo había llegado allí...”. Hasta ahí bien, pero después de unas muñecas colgadas de los árboles que era... Vamos de purito terror.

De ahí saltaron al relato de Rocío, la otra chica, la que había llegado la primera y que hija se tiró toda la tertulia venga a apuntar y a apuntar, que a ver si me hago amiguita de ella y me pasa los apuntes porque hija yo es que estaba tan perdida que ya ves, dos cosas que me he traído en el cuaderno, dos y para de contar. Pero esta chica parecía que la habían dado cuerda y dale que te pego venga a apuntar y a apuntar... Pues bueno pues ella leyó después un relato con mucho diálogo y allí que nos tuvo otro ratito entretenidos.

Y luego leyó el chiquito ese que venía del curso, el tal Javier, y dijo que iba a leer un haiku. Esto te lo digo tan bien dicho porque claro lo apunté porque yo no sabía ni que era eso... Hija es que a mi me hablas de poema y lo entiendo pero si ya me entras en florituras pues que quieres que te diga, al pan, pan y al vino, vino... Y yo creía que un poema era un poema aquí y en Japón. ¿Tú también verdad Mari? Pues no. Resulta que en Japón hay una clase de poemas que se llaman Haiku. Fíjate bien en la palabrita. Que es para echarla de comer aparte... Haiku. Y comenzaba así: “Es luna muerta...”

¿Otro de muertos y de miedo? Pensé yo inmediatamente. Pero parece que no, que era de mentira, vamos una imagen de esas que dices una cosa pero que luego resulta que estás diciendo otra... Bueno cosas de la poesía, qué te voy a explicar...

Y al final pues resulta que ponen deberes... ¡Deberes Mari! Que hace que yo no hago deberes desde el cole, pues aquí, échale guindas al pavo, que los ponen... Lo que faltaba. Y era escribir algo para el siguiente miércoles con dos frases:

- No acuses al mar de tu segundo naufragio” Publio Sirio

- “Cancelar es una manera de finalizar. Posponer no es finalizar sino paralizar por un tiempo, en principio, indefinido”.

¿Te has enterao Mari? Pues yo tampoco... Así que hija qué bien que hice con estar todo el rato sentada en la mesa de al lado. Pero qué bien, qué bien que hice. Cuánto me alegré de no decir que yo es que había ido a la tertulia. Porque hija lo hubiera pasado muy mal, porque una cosa es pensar mientras hablaban: aquí yo hubiera estado así o asá, que realmente estarlo ¿No crees? Pues claro mujer. Así que yo me quedé sentadita en la mesa de al lado con la antena puesta pero como si la cosa no fuera conmigo... A la camarera claro le hice una seña de que por favor no dijera nada de que había preguntado por ellos... Que ya veía yo que iba a decir algo la muchacha entre que iba y venía... Pero oye que bien lista que era, que en cuánto le hice la seña ella chitón. Y allí que estuve escuchándolo todo pero sin necesidad de pasarlo mal. Y yo es que no sé ni si voy a volver... Que me lo ando pensando Mari. Porque eran todos muy raros, muy, muy raros, de verdad que te lo digo, y tan pronto te hablaban de comidas, como de política, como de las películas de Bette Davis, como de la felicidad. Échale. De la felicidad Mari. ¿Y quién sabe lo que es eso? ¿Quién? El que lo sepa que levante el dedo, como decíamos en el cole. Si lo supiéramos, digo yo, que qué falta nos haría ir a tertulias ni a ningún otro sitio... ¿No te parece Mari? ¿No te parece? Pues eso, eso mismo es lo que pienso yo. Y déjate de tertulias y de pamplinas. Que tú sí que te explicas bien, Mari, pero que muy requetebién.



Rocío Díaz Gómez
5 de noviembre de 2010


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