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sábado, 26 de junio de 2010

32ª Jornada/III Año: Miércoles, 19 de mayo de 2010

Las Meninas. Velázquez

Velázquez tenía intuición de la fotografía porque desenfocaba los primeros y los últimos planos, dice. Existe una ventana, fuera de nuestra vista, que sólo algunos entendidos perciben que ilumina la estancia y es la clave, dice Luis. He llegado tarde y ya estaban allí sentados Javier, Rocío, David, Aure y su hermano Luis. Javier lee un poema a modo de sentencia:”Qué pobre es quel que no puede elegir entre la compañía y la soledad”.Ya es la segunda vez, pienso, tal vez debería levantarme e irme. En diez minutos, diez, ya estoy otra vez perdida. Menos mal que llega Ana y Luis prosigue con sus recuerdos de Almería. No se me da bien el agua, dice. Le preguntamos si se refiere a su ingestión o al medio acuático en general. No responde, solo apunta: yo no iba a la playa porque había mucha agua para mí. Los niños en los años treinta no aprendían a nadar, eso es un invento relativamente moderno. Lee, por boca de Aure, un divertido relato “La apacible sonrisa de Don Rafael García” con el que pone de manifiesto su humor a prueba de bombas y estancias hospitalarias. Se van incorporando Ana, Sagrario, Carmen Fron. Ana lee un relato sobre los malentendidos y las acusaciones vengativas con trasfondo religioso. Finalmente, Rocío comparte su relato sobre de las andanzas de un niño encargado de vigilar a su abuelo durante un soporífero verano en Sevilla. El abuelo, su vez, cuida de él. Se desdibujan los papeles. Y todos, por un momento, volvemos a ser niños y los que aún no lo somos, nos sentimos también abuelos. Maravillosos personajes los de Rocío, pienso, me contentaría con ser uno de ellos. No haría falta nada más.



Celia Cañadas
29 mayo 2010


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