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viernes, 13 de noviembre de 2009

5ª Jornada/III Año: Miércoles, 4 de noviembre de 2009

"Mercado de Almería", obra de Luis Cañadas

A la hora exacta, tal vez antes, los hermanos Cañadas están ya sentados en una mesita discreta al fondo del Café Galdós. Su aspecto afable les hace pasar casi inadvertidos entre la escasa clientela. Al poco, me uno a ellos. Mi aspecto, más bien enjuto, me delata: también pertenezco al clan.

Algo se está preparando en el centro de la ciudad. Y así debe ser, porque al instante, una mesa de mármol adyacente, tras un breve balanceo de la camarera, cae al suelo fulminada. Nacen, entonces, dos medias lunas casi perfectas como pequeñas lápidas y no puedo evitar un escalofrío. Aure ha traído una flor y un libro, una novela de Rosa Huertas homenaje a Machado en el que ha incluido un poema suyo. A la única mesa que nos ha quedado se van incorporando Javier, Rocío y Ana. Aure lee un relato de su hermano titulado “Sicario”, que se inscribe dentro del género negro. Su personaje central balanceándose entre la psicopatía, la culpa y el crimen, recuerda a los de Patricia Highsmith. El hilo narrativo, aparentemente muy simple, tiene la gracia de retorcerse hasta convertirse en una espiral. En esto andamos, debatiéndonos entre si es mejor decir “puto trabajo” o “maldito” en el contexto del sicario, cuando aparece Ismael. Estrena sonrisa.

Ana haciendo gala de su calidez galega le da un par de besos a Luis, que se dice escritor de domingo porque su oficio de verdad es la pintura.
La conversación salta al acto del próximo jueves en homenaje a Antonio Machado en el que participarán Javier y Aure. Han tenido que estudiar, de nuevo, nos confiesan. Aure con la impunidad y la osadía que le confieren sus setentaitantos años lee el siguiente poema citado en el libro “Mala luna”:

No sepas lo que pasa

“ No sepas lo que pasa

ni lo que ocurre”

Miguel Hernández

Si en vez de ponerme a ordeñar sueños

hubiera continuado ordeñando mis cabras,

ahora volvería con ellas por los campos de Orihuela

y al llegar a casa, levantaría el niño por el aire,

lo llevaría a su cuna y cuando se durmiera

nos meteríamos entre las sábanas con olor a membrillo.

Pero Dios me tocó con su dedo más hierro, Josefina,

con aquel que señala al poeta, ciega sus miles ojos,

aparta del aliento de la rosa su aliento

para que cante en las trincheras

[…]

Y a Aure ya no hay quien lo pare y nos lee uno de sus últimos poemas que comienza así:

Si le hubieres prestado

a la muerte tu boca

y yo no lo supiera,

quién me protegería

de la fugaz ponzoña

de tus besos

[…]

Javier reconduce la conversación a la tarea de esta semana, consistente en escribir un mircrorrelato de unas quince palabras al modo de Hemingway, ”For sale: baby shoes never worn” o el de Augusto Monterroso, ” Cuando despertó, el dinasaurio aún estaba allí”. Javier nos cuenta la anécdota de que en una ocasión este último autor coincidió en una recepción oficial de una embajada con cierta señora a la que fue presentado precisamente como el creador del relato del dinosaurio. Ella respondió:- Sí he comenzado a leerlo. No podemos contener la risa.¿En qué punto del brevísimo cuento se quedaría la buena señora?

David lee su micro: “El viento agitó las hojas del libro y las preguntas volaron”. Ante las alegaciones de opacidad, David nos desvela que para él los buenos libros son los que plantean preguntas y, no tanto, los que las responden. Los libros no leídos quedan para que el aire avente sus interrogantes. Javier propone: ” Cierro los libros que me dan respuestas”. Es entonces cuando surge la polémica de si un microrrelato es lo mismo que un aforismo o, incluso, si una frase célebre puede serlo.¿Cuales son los límites del relato hiperbreve? Ismael sostiene que un relato debe, ante todo, contar una historia y de alguna manera, remover algo dentro del lector. Él nos trae en su móvil un ejemplo de la vida real. Se trata de un anuncio encontrado en la calle :” Si eres el que robó las cinco mochilas ponte en contacto con Lorenzo en el teléfono 91 XXX XX XX, sólo quiero recuperar los datos y efectos personales. Estoy dispuesto a negociar”.También se inscribe dentro de la tradición del relato clasificado. Ismael nos desconcierta más aún después de saber que tras ponerse en contacto con el anunciante, tuvo lugar el siguiente diálogo:

- Lorenzo, soy yo, el de las mochilas.

- Ya es tarde.

- Decías que estabas dispuesto a negociar,¿no?

- Bueno, ¿cuánto queda?

Javier ha escrito un magnífico poema a propósito del cuadro “Niña sentada” de Balthus, comienza así:

Nunca esperé tu mirada

como bocas de plomo

las estatuas saben

del dolor de los besos […]

Rocío, ha escrito un relato “Traspaso gestión de amor” bajo la forma de un oficio administrativo. Resulta muy original, aunque tal vez la forma, demasiado farragosa, desdibuje el fondo.

Ismael, especialista de los milquinientos cincuenta caracteres, nos regala un artículo-relato titulado: “La manifestación” lleno de ironía y buen juicio sobre la manipulación en el recuento de asistentes a un acto público.

Aure, ha encontrado una libreta de ¡hace treinta y cuatro años! en la que aparece un poema de Verlaine dedicado a su joven mujer, demasiado tierna para competir con la osadía del Rimbaud. Aure, eufórico, se arranca y nos lo canta en francés. Luego, y es de agradecer, lo traduce. Al son de esta música se despiden Aure, Luis, e Ismael que hoy hacen doblete en el Círculo. Los restantes, seguimos tertuliando. Recordamos a Francisco Ayala, recientemente desaparecido. Me atrevo a proponer la lectura de “Muertes de perro”, colección de cuentos en los que se da la difícil fusión entre lo trágico y lo grotesco, denuncia de un triste aspecto de la condición humana.

Lee Rocío en voz alta el relato “Un lugar tranquilo y bien iluminado” de Hemingway. Nos acordamos de Vicente. El sabe muchas cosas, decimos. Por que es un cuento terrible y terriblemente bien escrito. Porque contiene una oración, la oración “de la nada” que es un artilugio original y perfecto para trasladarnos sin que el lector lo note de la barra de un café a la barra de un bar de madrugada. Porque no deja indiferente a nadie. Como Líber, tan maja como siempre, que aparece en el Galdós en carne y hueso. No había llegado a marcharse, dice, y nos propone una tertulia en su casa, en la calle Cervantes.


Celia Cañadas
9 de noviembre de 2009


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